Por Claudio Izaguirre.-

Las encuestas sobre consumo de drogas en la población ocultan la verdad sobre el dantesco problema que se vive en la sociedad.

Desde su nacimiento, este tipo de mediciones sobre consumo de sustancias parte por alguna razón que desconozco, desde los 15 años de edad hasta los 64, ocultando bajo la alfombra el intenso consumo de sustancias en las que están atrapados los niños entre los 9 y 14 años de edad y por otro lado, la mirada tampoco esta puesta en los mayores de 65 años que tienen idéntica problemática por motivos diferentes.

Cuando la mirada no se apoya en los niños afectados por el apego a sustancias, no se pueden armar campañas o programas para acudir en su ayuda. Las encuestas no indican cuántos niños consumen alcohol, marihuana o PACO, en que zonas están o qué tipo de nivel social tiene.

No se sabe, no se conoce y no se investiga, por lo cual no se puede acudir en ayuda de ellos y no se puede abordar socialmente la problemática del grupo familiar del niño afectado. Está, gracias a los encuestadores de universidades y espacios de investigación de ésta problemática, cercenada la posibilidad de ayuda a los niños.

Con los adultos mayores sucede algo similar pero con drogas legales. Los abuelos, por sus diversas dolencias concurren al médico en busca de soluciones para sus dolores físicos y emocionales, estos son medicados con sustancias legales que crean adicción iniciando un cuadro adictivo que los puede llevar a los hospitales o a la mismísima tumba.

Si pretendemos como Nación abordar en su totalidad la prevención y la asistencia de personas con problemas de adicción, deberemos primero ver la magnitud de la situación, para luego ir en ayuda de todos los afectados y no solo del grupo que comprende a personas entre 15 y 64 años.

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