Por Juan Manuel Otero.-

“La inconsiderada temeridad se tuvo por valor a toda prueba; la calma prudente por cobardía, la moderación por timidez, al hombre violento se lo consideraba el más seguro y al que se le oponía, como sospechoso. El colmo de la habilidad era tender trampas al enemigo y más honroso eludirlas. A quien rechazaba estos métodos se lo tildaba de traidor y pusilánime… Los jefes de partidos ostentaban en sus banderas, unos la igualdad de derechos, otros una aristocracia moderada; pero bajo la máscara del bien general, solo trataban de suplantarse mutuamente. Daban rienda suelta a sus deseos y rencores y, sin más ley que el propio arbitrio, menospreciaban la justicia y el bien común. Ninguno respetaba la buena fe: El Dios éxito era el único en cuyos altares se sacrificaba y el perpetrador de algún negro delito, como supiera encubrirlo con apariencias de honradez, podía estar seguro de la pública estimación. En cambio, los ciudadanos que se mantenían apartados de la política sucumbían al furor de ambos partidos, ya por negarse a tomar parte en la lucha, ya por envidia a su tranquilidad”.

No se trata de la descripción de la actualidad argentina, aunque bien podría serlo.

Su autor, Diodoro Sículo (50 A.C.), en su obra «Biblioteca Histórica», Libro III, describió así la situación de Atenas en el ocaso de su siglo de oro. Su trascendente creación, la democracia, agonizaba a causa de las ambiciones personales de sus gobernantes, políticos y militares, quienes no hesitaron en llevar al pueblo a la fratricida guerra del Peloponeso (431-404 A.C.), disputando contra Esparta el liderazgo heleno.

Han pasado veinticinco siglos, sin embargo, las pasiones y desenfrenos en la vergonzosa rapiña del poder siguen intactos en los déspotas de todos las épocas.

Son los mismos de siempre

Más cercano en el tiempo y ahora sí respecto de la actualidad argentina y el peronismo, así se expresaba don Félix Luna, en su nota «Un regreso a los métodos más groseros” (La Nación, 1/11/2002): “Están dispuestos a echar mano a recursos propios de la mafia. Y las chicanas legales o los sobornos, las presiones y aprietes forman parte de su panoplia con toda naturalidad… Y es un partido que puede llegar a gobernarnos de nuevo! Yo tiemblo. ¿Y usted, compatriota?”

Sus temores se vieron confirmados pocos meses después, más precisamente en abril de 2003.

Share