Por Juan Manuel Otero.-

Isabela: Duque Octavio, por aquí
podrás salir más seguro.

Don Juan: Duquesa, de nuevo os juro
de cumplir el dulce sí.

Isabela: Mis glorias, serán verdades
promesas y ofrecimientos,
regalos y cumplimientos,
voluntades y amistades

Pintoresco diálogo inicial entre el ventajero don Juan Tenorio y la oferente Duquesa Isabela.

“El Burlador de Sevilla y convidado de piedra”, Tirso de Molina.

No me arrepiento de haber carecido en mi vida de afiliación a Partido Político alguno. En mi humilde posición de librepensador, son más los reproches recibidos que los halagos, pero ni unos ni otros me llevan a cambiar el rumbo. Me siento más cómodo criticando y alabando a lo que fuere, siguiendo mis democráticas convicciones sin tener que tragar sapos por obligaciones partidarias. Legisladores oficialistas que reconocen no coincidir con los proyectos que reciben, pero que disciplinadamente levantan la mano para dar sanción, me causan repulsa y verlos a los besos y abrazos emocionados cuando logran el “número”, me da vergüenza ajena. Lo mismo aquellos que se oponen por el solo hecho de que, independientemente de las virtudes o necesidad, un proyecto provenga de un adversario. Ni hablemos por lo tanto de los que hoy se arrastran “advirtiendo” a la ciudadanía que si gana cualquier opositor se acabaría la Asistencia Universal por Hijo. Estos melifluos voceros no saben o no quieren saber que el proyecto fue creación de Lilita Carrió y como no era de su banda lo boicotearon para que luego, en un emotivo acto por la cadena, Cristina lo promulgara mediante DNU 1602 insinuando ser la creadora de lo que no pasaba de ser un claro robo. Robo que fue, como de costumbre, aplaudido por la claque viajera mientras los micros esperaban el final de la ceremonia para retornarlos a sus lugares de origen.

Pero hoy quiero hablar del terremoto Tinelli. En principio me parece aberrante que se lo haya declarado “Personalidad Destacada de la Cultura”. Imagino a varios verdaderos fogoneros del arte y las ciencias por cuyas mentes seguramente revoloteará la idea de devolver similares diplomas. Si estamos como estamos, un gran porcentaje de nuestra postración cultural se lo debemos al Burlador de Bolívar. Y ante la noticia de su distinción, supuse que se trataba de una poco ética maniobra política del Ingeniero Macri para llevar agua a su molino. Y lamentablemente no me equivoqué. Cuando a los pocos días Marcelo, ya en el carácter oficial de “Persona Culta”, se lanzó a demonizar al gobierno terminé de comprender el gambito político. Y es así que hoy el comentario de la calle es la “valentía” de Tinelli en su cruzada anti K.

Pero debo decirle que llega tarde y nuevamente muestra su hilacha, floja hilacha si de hombría o cultura estamos hablando. Siempre fue su caballito de batalla la burla al indefenso, el cachondeo sobre quien no puede responder, su diversión preferida convertir a un incauto y anónimo ciudadano en el hazmerreír de su claque de carcajeadores. Y ahora, cuando el gobierno K está cayéndose a pedazos, cascoteado dentro y fuera del país, con causas penales en todas las latitudes, con el desprestigio universal que finalmente siempre llega a los déspotas, ahora, recién ahora, Tinelli pega el salto y se pone la camiseta de opositor, sumándose, como es su costumbre, a los cascoteadores.

Demasiado tarde, Marcelo.

Él, justamente él, que durante esta década perdida aprovechó al máximo las ventajas de su adhesión al oficialismo y hasta aceptó gustosamente ser su socio en el latrocinio del “Fútbol para Todos”, pasajero frecuente de los tiempos de euforia y brindis con champagne francés. Pero ese anhelado negocio se lo sacaron de la boca en el último instante, optando entonces por hacer la Gran Víctor Hugo en sentido inverso.

Es muy hipócrita.

No lo miro, no lo apoyo, no le creo.

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