Por Alfredo Nobre Leite.-

Toda la Nación Argentina lamenta el fallecimiento del doctor Carlos Fayt, a los 98 años, ex ministro de la Corte Suprema de la Nación, producida el 22 del actual, de loable desempeño durante 32 años en el máximo tribunal, y que había presentado su renuncia a la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner a partir del 11 de diciembre de 2015, que a esa fecha el Senado de la Nación había resuelto otorgarle el Premio Sarmiento, y que, sin embargo, fuera deshonrado por el kirchnerismo, erigiendo ellos en jueces de la capacidad psicofísica e intelectual del ilustre magistrado. En sentido opuesto, el entonces senador radical, Gerardo Morales, había sostenido que el proyecto de su sector era «sincero», recomendando al oficialismo, de ese entonces, que si homenajeaba al doctor Fayt que tuviese la coherencia de retirar el jury que había montado en la Cámara de Diputados para destituirlo. Como una simple muestra de mezquindad ética, el a la sazón jefe de Gabinete, Aníbal Fernandez, que había insistido que se practicara un estudio psicofísico, tuvo que reconocer que su gestión había sido «de una magnitud fenomenal» (sic).

Ante esa pérdida para la República, considero oportuno repasar su curriculum vitae, de quien fue nombrado miembro de la Corte desde el 21 de diciembre de 1983, que es brillante. Fue presidente del máximo tribunal entre el 5.8.2003 y 1.1.2004, y publicó 35 libros a lo largo de su larga carrera, de los cuales tres los dedicó a la temática del peronismo y una saga del «Pensamiento Político», que abarca desde la Antigua Grecia hasta el siglo XX. Fue profesor emérito de la Universidad de Buenos Aires (UBA), profesor titular de la Universidad de Belgrano, director del Instituto Argentino de Ciencia Política, entre otros cargos. Ganador del premio Konex de Brillante, el premio más importante de nuestro país, en 2008. Asimismo, en 2009, fue distinguido por la Fundación Internacional de Jóvenes Líderes (por su juventud espiritual) con el premio «Referente de la Humanidad».

Llamó la atención la insistencia y carencia de nobleza del kirchnerismo sobre su edad, siendo que los índices de promedio de vida y de salud vital crecen con velocidad en todo el mundo (menos por lo visto en la Argentina), destacándose la reputación del doctor Fayt, que trascendió las fronteras nacionales y estaba rodeado de la admiración y el cariñó de sus pares, de los abogados, de sus discípulos y de la ciudadanía letrada. También, es digno de mencionar que si de edad se trata, fue amigo dilecto del maestro del Derecho Constitucional argentino, doctor Segundo Linares Quintana, que continuó su obra jurídica hasta el momento de fallecer, en 2013, a los 103 años.

Y la actitud de los contradictores del doctor Fayt fue propia de individuos mediocres (recordemos el «Hombre mediocre» de José Ingenieros), por sus limitaciones intelectuales y éticas por envidia y carencia de la nobleza del alma, que luce todo hombre de honor para reconocer los méritos superiores de nuestros semejantes.

Vaya este homenaje a quién fue un ilustre jurisconsulto y hombre de una integridad insospechada, y así será recordado por la ciudadanía.

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