Por Juan José de Guzmán.-

El saludo protocolar, las miradas duras, la expresión tensa de sus caras hablan claramente de las diferencias conceptuales entre ambos, aunque a fuer de ser sinceros, las diferencias entre ambos van mucho más allá de esas miradas desafiantes.

Uno es un verdadero demócrata, un Presidente activo en sus ocupaciones presidenciales, una persona con convicciones republicanas y valores no transables.

Valiente, capaz de enfrentar en soledad a la “fauna agrupada especialmente” por el Presidente saliente de la CELAC, a quienes les hizo saber que la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, en su visión, se había convertido en un club de “amigos ideológicos”.

Sin pelos en la lengua remató “Hay países acá que no respetan la democracia, los derechos humanos ni las instituciones. No tengamos una visión hemipléjica según la afinidad ideológica”.

El otro… el otro ya nos ha hecho conocer cuáles son sus virtudes y sus principios.

Como argentino no puedo menos que felicitar al Presidente uruguayo por la defensa de la democracia y los derechos humanos a ultranza, algo que no abunda en estos lares.

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