Por José Luis Milia.-

Si no nos sucediera a nosotros, este intervalo hasta el 10 de diciembre movería a risa. Toda una ingeniería electoral post PASO se ha puesto en marcha para que periodistas, políticos y demás especies equivalentes -discípulos inhábiles de Nostradamus- profeticen sobre quién va a ser ungido presidente el 22 de octubre.

Pérdida de tiempo, si la hay, ya que en los tres candidatos que perviven con posibilidades de hacerse con la presidencia, sólo uno de ellos -seguramente el peor- puede asegurar que su presidencia transcurrirá “en paz”; que esta sea la paz de los cementerios, sólo es algo circunstancial.

Dejemos la hipocresía de lado. La realidad de este último año nos ha demostrado que el candidato a presidente ¿peronista?, puede hacer lo que se le canta, inclusive violar a un jardín de infantes en pleno, que, no obstante, la “paz” se mantendrá, que no recibirá de la sociedad ningún repudio. Al menos un repudio traducido en acciones violentas, en piedras, corte de calles o incendios.

Desde el 2 de agosto de 2022 a hoy el peso se devaluó -hablemos, aunque sólo sea una falacia manifiesta, en términos oficiales- en 163% (1), y la inflación, ese número que nos indica el incremento de pobres en la república, llegó al 113,6%, es decir que, en un año, el marqués de Sobremonte (2), actual ministro-candidato, sumó a un millón doscientos mil argentinos al partido de la pobreza; sin embargo nada ha pasado -ni piedras, ni policías apaleados, ni la aparición estelar del hombre mortero- que sin duda alguna y con menos argumentos hubiera sucedido si el signo político del gobierno hubiera sido otro. Entonces, no nos hagamos los distraídos y hablemos de lo que sí vendrá y, si nos queda aún coraje, preparémonos para ello, porque eso es lo que le espera a los de cualquier otro signo si son gobierno. Porque no importa que hoy la deuda pública que arrastra la Argentina sean 378.000 millones de USD; acá lo que importa son los 45.000 millones pedidos por Macri, seguir creyendo que a Maldonado lo mató Bullrich por despecho o que Nisman era un agente de la Mossad. Para eso hay y habrá piedras.

Más allá de jugar con números y combinaciones, estos aprendices de mago que llenan horas de televisión y radio deberían hacer una evaluación real y correcta de cojones u ovarios de aquel que el 10 de diciembre -fuera del marqués de Sobremonte, Dios no lo permita- pueda asumir la presidencia y tenga una real capacidad de reprimir a quienes saquen los pies del plato y, aunque la palabra represión le parezca repugnante a nuestra hipocresía conceptual, debemos reconocer, de una vez por todas, que sólo su uso efectivo nos permitirá ser, alguna vez, una república en serio.

1).- El peso, referido al dólar real o blue en el mismo período se devaluó un 176,6%.

2).- Sólo un chascarrillo, Sobremonte fue el Virrey que se rajó en las invasiones inglesas con los caudales del Virreynato.

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