Por Juan José de Guzmán.-

Maximiliano Rusconi, en sus manifestaciones públicas, suele caer en actitudes rayanas al cinismo (o la ignorancia). Así fue que dijo, con cara de poker, que nunca había visto que una jueza federal pidiera la cabeza de otro juez por una decisión judicial, a raíz de la firma de Arroyo Salgado en la solicitada que pedía la destitución del juez Rafecas.

Su opinión, que supo a bálsamo para el magistrado que durante el procesamiento a Boudou se había animado a enfrentar el imparable avance tecnológico, whatsapeando con el abogado de una de las partes. (Juez y parte)

Es más que probable que se sorprendería hasta el punto de decir “no te puedo creer”, si alguien le dijera que dentro del Poder judicial se hubiera instalado una especie de “club de amigos” que además de haberse arrogado el derecho a bautizarlo con el nombre subrogado, acompañado de un calificativo que da a entender que ése y no otro es el legítimo organismo que detenta la justicia, la única, la legítima.

Tal vez, por aquello dicho al principio, sugería que a su defendido Báez se le hacían imputaciones similares a las de la ex Presidenta y por tal motivo planteaba la nulidad de las imputaciones de los fiscales Pollicita y Mahiques.

Argentina… país generoso.

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