Por Alfredo Nobre Leite.-

Llama la atención que el papa Francisco haya manifestado su preocupación por conflictos políticos, equiparando a la Argentina con Venezuela, Brasil y Bolivia, según un comunicado del episcopado latinoamericano: «El Santo Padre mostró su preocupación por los conflictos sociales, económicos y políticos de Venezuela, Brasil y Argentina». Que se sepa nuestro país no atraviesa tales conflictos, como lamenta, pues aquí hubo un cambio de gobierno, de acuerdo con normas constitucionales, y la administración del presidente Mauricio Macri se encuentra abocado con sus colaboradores en solucionar el desastre legado por la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner, un país endeudado y quebrado en los aspectos económicos, políticos y sociales para levantar a la Argentina de su letargo, calificada como paria, «de frontera» como los países más atrasados de África, y enderezar su economía destruida para morigerar las necesidades de 12 millones de pobres, al tiempo que con el latrocinio consumado, la familia Kirchner y cómplices se enriquecieron obscenamente; buscando el equilibrio necesario a fin de poner la maquinaria productiva (el país estaba en recesión desde hace cinco años) en función para pagar la deuda y recuperar su buen nombre y prestigio ante el concierto de las naciones. Con el propósito de atraer las inversiones, ahuyentadas por el kirchnerismo, crear nuevas fuentes de trabajo, aumentar el salario real de la economía, al tiempo que se reduzca la pobreza y que el hombre trabaje para su dignidad y manutención familiar y no depender de la caridad pública.

Hacemos notar respetuosamente al Pontífice que la Argentina está en buenas manos, con un gobierno que procura el bien común y desarrollo, de modo que es exagerado compararla con las situaciones de Venezuela, Brasil y Bolivia, que son de envergadura preocupante.

Aunque no sea necesario que se preocupe por nuestros asuntos internos, debería recibir al jefe de Estado con buen talante para manifestarle los adelantos y progresos en apenas cinco de meses de trabajo, que superan 12 años y medio de kirchnerismo, dejando en el pasado la escatológica herencia de CFK, con paciencia y determinación, lo que es reconocido y apoyado por la ciudadanía letrada consciente del estado deplorable que recibió el país.

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