Por Bernardino Montejano.-

Gracias a “Le Salon Beige” nos enteramos que el papa Francisco hace pocos días ha hecho una nueva excepción a “Traditionis custodes”, al erigir el priorato benedictino San Benedetto in Monte, en Abadía.

¡Excelente noticia! que mucho debe doler al Cardenal Arthur Roche, prefecto para la Liturgia, enemigo número 1 del rito antiguo.

Porque la novel Abadía se caracteriza por el uso exclusivo de la forma tridentina del rito romano y del oficio divino benedictino tradicional.

La comunidad comenzó bajo la dirección del padre Cassian Folsom O.S.B., monje procedente de St. Meinrad Archabbey, monasterio del Condado de Spencer, Estados Unidos, el año 1998 en Roma, bajo la protección del abad primado de la Confederación Benedictina. Tras la muerte de éste y la invitación del obispo de Spoleto-Norcia, se trasladaron a Nursia donde no había una comunidad de monjes benedictinos desde 1810, tiempo regido por normas napoleónicas persecutorias.

En Nursia, desde su fundación, la comunidad ha tenido un constante crecimiento gracias a nuevas vocaciones.

Comenta el blog que sería interesante conocer la influencia que han tenido en esta decisión el Abad general de la Orden Benedictina y el obispo del lugar, monseñor Renato Boccardo, arzobispo de Spoleto-Norcia, antiguo ceremoniero pontificio. “En todo caso, un interesante precedente para toda comunidad tradicional que quisiera hacer reconocer sus derechos”.

De todos modos, es una gran noticia que, en Nursia, donde nació San Benito en el año 480, después de un vacío de casi dos siglos se restaure la vida monástica.

San Benito, el padre de Europa, aunque no de la actual, renegada y apóstata, sino de la Cristiandad, nos dejó una Regla, un caso único de una norma, que después de tantos siglos, sigue vigente en estos tiempos de anomia, observada por una multitud de monjes y monjas, que en forma voluntaria y libre se ajustan a sus disposiciones.

De la peregrinación hecha ya hace años junto al inolvidable Patricio Randle por abadías y monasterios tradicionales franceses, en comunión con Roma, trajimos además de muchas vivencias de esos lugares de silencio y oración, algunos buenos libros adquiridos en las librerías monásticas y de los cuales quiero comentar uno que versa acerca de la Regla que nos legara San Benito y que se titula: “La regola… del sorriso” disegno umoristici sulla Regola di san Benedetto, escrito por la monja Metilde O.S.B., en 1991, (Monastero di S. Maria de Franconi, Veroli).

Está dedicado a quienes saben sonreír a la vida y en la presentación, Pietro Vittorelli O.S.B., nos aclara que “Benito, el gran legislador y Padre del monaquismo de Occidente, a menudo viene representado difuso de majestad unida a severidad… Nada más falso; la Regla, como dice san Gregorio Magno, es la revelación del corazón de un padre que ama a sus hijos y quiere enseñarles como retornar al Señor a través de la conversión; he aquí entonces que el verdadero san Benito es el santo del amor, de la atención hacia los otros según el espíritu del Evangelio”.

El libro se dirige al postulante y le dice: “Escucha ¡oh hijo! las enseñanzas del maestro (prólogo 1), “para que tú puedas por la obediencia retornar a Aquél del cual te habías alejado por la inercia de la desobediencia” (prólogo 1), y “dispuesto a militar por el verdadero rey Cristo Señor toma las validísimas y lucientes armas de la obediencia” (prólogo 3).

“Debemos con los dones que nos ha concedido servirlo siempre tan fielmente que Él no deba privar un día de la heredad a sus hijos” (prólogo 6). “Levantémonos entonces de una buena vuelta despertados por la Escritura que nos dice: Es tiempo ya de levantarnos del sueño” (prólogo 8).

“¿Qué cosa más dulce para nosotros que esta voz del Señor que invita?” (prólogo 19); “Guiados por el Evangelio, caminamos por su vía” (prólogo 21). “El Señor espera que nosotros cada día respondamos con hechos” (prólogo 29).

“Pidamos al Señor que se digne ofrecernos la ayuda de su Gracia” (prólogo 41); “Es necesario hoy correr y obrar cada día para la eternidad” (prólogo 44). “Nos asociamos a los padecimientos de Cristo para merecer participar de su reino” (prólogo 50).

Esta es la introducción del libro, que comienza con la descripción de cuatro categorías de monjes: la cenobita, que es la que hoy nos interesa: “Viven en un monasterio, militando bajo una regla y un abad” (RB1).

Con lo transcripto pretendemos despertar el interés por leer el resto del libro y la Regla tan bien comentada.

Lo importante es que, gracias a una resolución no esperada del papa Francisco, que celebramos, los benedictinos de estricta observancia están presentes otra vez en Nursia, con la bienvenida del arzobispo. Que Dios los bendiga.

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