Ex Secretario de Justicia, ex diputado nacional y apoderado del PJ Nacional durante muchos años, César Arias levanta ahora las banderas del peronismo ortodoxo y se presenta mañana como primer precandidato a diputado nacional de la Lista D “Renovación Republicana” del Partido El Movimiento de la Capital Federal. Con sus 93 años, el que fuera uno de los hombres de confianza de Carlos Menem, en diálogo con IP enfatiza que “es tiempo de volver a poner en primer plano los dos principios esenciales que sostuvo el General Perón desde junio de 1943 hasta su fallecimiento: la unidad nacional y la justicia social. El peronismo tiene hoy más vigencia que nunca en el mundo globalizado, pero lamentablemente son pocos los dirigentes que defienden claramente su doctrina”.

A partir de este enfoque, continúa señalando que “ahora las democracias deben hacer frente a desafíos cada vez más complejos, como lo es la concentración del poder financiero en escala global”.

En el plano de las prioridades nacionales, Arias pone el acento en un tema de su especialidad: la justicia. Desde su punto de vista “no hay posibilidades reales de mejorar los niveles de seguridad sino se optimiza primero el funcionamiento del Poder Judicial. La Argentina padece de un grave déficit en este campo que requiere de urgentes reformas que deben surgir de leyes, porque la obligación en este sentido es del Congreso de la Nación”. Como otro objetivo de su programa de trabajo en caso de alcanzar una banca de diputado, Arias se detiene en las demoradas obras de saneamiento de la cuenca Matanza-Riachuelo, cuya demora se remonta a varias décadas atrás. Hasta el momento hay 44 empresas señaladas como responsables de las actividades contaminantes. Al respecto señala que “la contaminación de la cuenca afecta globalmente a más de 3 millones de personas que residen en el conurbano bonaerense y la Capital y entre los riesgos potenciales está la factibilidad de que esta contaminación pueda alcanzar a las tomas de agua potable ubicadas en el Río de la Plata, extendiendo así el problema a todos los habitantes de la Capital”. Recuerda también que la Corte Suprema, luego de su recordado fallo ordenando que se aceleraran las obras de saneamiento, equivocó el camino, optando por administrar la solución en forma directa, más allá de sus funciones jurisdiccionales. En cuanto al rol del Congreso en este tema crucial, es llamativamente intrascendente.

Las elecciones como espectáculo

Arias le dedica especialmente su atención a realizar un análisis crítico de la tendencia predominante en la recién finalizada campaña electoral. Señala que “en forma casi absoluta, la imagen se terminó imponiendo sobre las ideas y el debate político fue sustituido por un verdadero concurso de marketing, en el que imperan los slogans y los golpes de efecto. Esta tendencia -continúa- lleva a que la definición del proceso electoral quede prácticamente en manos de los grupos económicos que sustentan campañas con costos multimillonarios y que colocan a las fuerzas políticas que no cuentan con tales recursos, en una posición de extrema debilidad para competir”. Y concluye “este exhibicionismo del poder económico volcado sobre la política esta desnaturalizando el verdadero sentido de la competencia electoral. Al mismo tiempo, se empiezan a advertir reacciones en el electorado que no dejan de ser lógicas: mucha gente se muestra indiferente o directamente malhumorada ante esta ausencia de propuestas y la forma en que la mayor parte de los candidatos aluden comprometerse con la solución de los problemas concretos”.

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