Por Carlos Tórtora.-

El triunfo del macrismo en la votación en Diputados por el pago a los holdouts demostró una vez más que, aun en minoría, un Poder Ejecutivo decidido puede imponer su voluntad sobre una oposición dividida. Aunque, todos lo saben, la pulseada por el pago a los holdouts será aún mucho más difícil en el Senado. Con un optimismo tal vez algo exagerado, el macrismo apuesta a que, para mitad de año, la Argentina ya haya superado los primeros exámenes y cuente con los primeros préstamos externos que serían la señal que esperan los mercados locales para salir de la curva recesiva. Sin embargo, está de por medio -y no es poco- la megacrisis brasileña. Y este tema es el que divide las interpretaciones. Según un sector de los analistas de riesgo, ningún país sudamericano puede salir indemne de la crisis brasileña. Otro sector, minoritario, cree lo inverso, es decir, que los EEUU, ante la hecatombe carioca, impulsará que la Argentina sea receptora de inversiones que tradicionalmente se dirigían a la primera potencia regional.

Más allá de estas predicciones, está la incógnita acerca de cuánto tiempo estará la economía argentina en observación antes de que los inversores privados se animen a arriesgar. En este contexto, el hecho de que CAMBIEMOS sea minoría en el Congreso es decisivo. Si en este año legislativo al PRO le resulta fácil controlar la sanción de los principales proyectos de ley, la importancia del tema se relativizaría. Pero si el Congreso se le complica al gobierno, los mercados, los inversores y los organismos internacionales empezarán a tomar como punto de referencia las elecciones legislativas del año que viene. Si CAMBIEMOS consigue en las mismas ser mayoría en ambas cámaras, las expectativas favorables sobre la economía argentina se consolidarían. Si por el contrario el macrismo es derrotado siendo ya minoría, al gobierno le esperaría transitar por un tobogán durante dos años.

Qué se va armando

Lo cierto es que los pasos que discretamente va dando el gobierno apuntan a dar un nuevo golpe electoral en Buenos Aires, confiando en que una reforma electoral que instaure un sistema de votación electrónica sirva para desarticular el peso de los aparatos electorales del peronismo y sobre todo del kirchnerismo. La otra clave de la estrategia oficial, no fácil de lograr, es que haya el año que viene en Buenos Aires tres listas peronistas que se resten votos entre sí. O sea, que para candidatos a primeros senadores nacionales se presenten CFK, Sergio Massa y Florencio Randazzo. Este último cultiva una creciente amistad política con Horacio Rodríguez Larreta, quien lo incluiría en sus planes para apoyarlo bajo cuerda. En cuanto a Cristina, el gobierno sabe que sobre ella avanza una tormenta judicial que la golpeará, pero apuesta a un desgaste lento que no la saque de juego y que le permita a ella seguir complicándole la vida al peronismo, que no logra sacársela de encima. Por último, el presidente y Massa van y vienen en su alianza entre elogios y críticas pero todos los que conocen al tigrense saben que es hombre de encuestas. Si a partir de fin de año ve al gobierno debilitado, no dudará en dar por terminada su alianza con Macri y lanzar su candidatura a senador. Si, en cambio, la suerte le sonríe a la Casa Rosada, pueden sobrevenir variantes. Hasta un pacto electoral con Massa que ya horroriza a Elisa Carrió sólo como perspectiva.

Cada uno se hace sus ilusiones. En el caso de CFK, creería que llevando a Daniel Scioli como candidato a primer diputado nacional, estaría cerca de vencer para senadora y que entonces Randazzo no se presentaría.

En cuanto al PRO, hoy por hoy el que más suena es Jorge Macri. Paradójicamente, el presidente del Grupo BAPRO encuentra fuertes obstáculos internos para sus intentos de agrupar a los intendentes propios y ajenos. Es que el hombre fuerte del gabinete provincial, el Ministro de Gobierno Federico Salvai, bloquea el acercamiento de los alcaldes al primo del presidente. Y Salvai expresa la voluntad política de una sola persona: María Eugenia Vidal. Ella, aparentemente, tiene otros planes para la senaduría, calculando que el PRO necesitará de su popularidad para ganar las elecciones.

En medio de este enredo aparece la irreal candidatura de Carrió, que no promete casi nada en las encuestas. Hoy por hoy, los hechos hacen que la iniciativa la tenga Massa. Si éste consigue articular una alianza nacional con el GEN, el delasotismo, sectores socialistas y gobernadores peronistas varios, podría convertirse en un polo de atracción nacional.

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