Por Carlos Tórtora.-

En una misma semana, el gobierno experimentó en carne propia el tener que funcionar con el Congreso y el Poder Judicial en contra. El rechazo al proyecto de presupuesto oficial en Diputados se reflejó de inmediato en la negociación con el FMI. El oficialismo caracterizó a la maniobra opositora como un sabotaje a la renegociación de la deuda y se escudó en la derrota legislativa para argumentar lo mucho que le complica las cosas el convulsionado frente interno.

Mientras todos miraban al Congreso, la Corte Suprema dictó el fallo que afirma la inconstitucionalidad de la reforma del Consejo de la Magistratura realizada en el 2006 por el kirchnerismo. Pero éste no fue el único golpe judicial. El pasado viernes, la Sala I de la Cámara Contencioso Administrativo Federal hizo lugar a la medida cautelar pretendida por la empresa Telefónica S.A., suspendiendo el DNU 690/2020 mediante el cual Fernández había declarado a los servicios de telecomunicaciones como un servicio público esencial, restringiendo la libertad para el aumento de las tarifas. Con el voto mayoritario de los jueces Liliana María Heiland y Rodolfo Eduardo Facio, se suspendieron los efectos de los artículos 1º, 2º, 3º, 5º, y 6º del DNU 690/2020 y de las resoluciones 1466/2020, 203/2021 y 204/2021, emitidas por el Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom), ello por el plazo de seis meses o hasta el dictado de la sentencia definitiva.

Massa y Soria en bajada

De un modo u otro, estos reveses son las primeras secuelas de la derrota electoral y provocaron acusaciones en el seno del kirchnerismo. El más castigado es el Ministro de Justicia Martín Soria, acusado de fracasar por completo en su intento de componer acuerdos con la Corte, que con el fallo sobre el Consejo de la Magistratura revalidó su propio poder. Así las cosas, Soria ingresó en la fila de los funcionarios candidatos al relevo y se descuenta que su sucesor saldrá de la agenda de Cristina Kirchner. El otro golpeado por estos días es Sergio Massa. Éste le habría asegurado a Alberto Fernández, 24 horas antes del rechazo del presupuesto, que había acuerdo y que se sancionaría el proyecto. Massa contemplaría alarmado cómo Juntos por el Cambio se radicaliza y corta los puentes de la negociación.

La conducta ahora más combativa de la coalición opositora le da al kirchnerismo el pretexto ideal para volver a su postura clásica: olvidarse del diálogo y plantear su estrategia a partir del conflicto. En suma, gana en la interna oficialista la línea cristinista, que plantea radicalizar las políticas de gobierno. A partir de ahora, sería probable que el gobierno traslade las teorías conspirativas sobre la oposición al escenario de la negociación con el FMI.

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