Por Carlos Tórtora.-

De repente, el clima de internas volvió a instalarse en el gobierno tras un mes de calma forzada desde que Sergio Massa asumiera la cartera económica. Esta vez, la lupa está puesta en la renuncia de dos hombres del presidente, el titular de Trabajo Claudio Moroni y el de Desarrollo Social, Juan Zabaleta. Ambos aparecen como superados por el conflicto con el sindicato del neumático y por las presiones piqueteras. No es menos cierto que estamos hablando de dos de los pocos leales que le quedan a Alberto Fernández en el gabinete. El presidente estaría distanciándose una vez más de Cristina Kirchner y ella empezó por su parte a tomar distancia de Massa, al que le exige mayores precisiones para su política económica. Tal como están las cosas hoy por hoy, si hay crisis, lo más probable es que la vicepresidente y Massa hagan causa común, por ejemplo para echar a Miguel Pesce del Banco Central.

Alberto está cada vez más resentido por razones harto conocidas y otras nuevas, como la inminente ofensiva kirchnerista para suspender las PASO. Esto le quitaría al presidente sus pocas chances de hacerse valer en una primaria.

El desgobierno

El retorno de las peleas de palacio se da en un momento de seria declinación del gobierno. La oleada de activismo de izquierda no se agotó en el paro del sindicato del neumático, en la movilización de los piqueteros y en la toma de colegios. El ataque mapuche a un puesto de Gendarmería en Villa Mascardi dejó en ridículo al gobierno nacional, con un Aníbal Fernández, que dio instrucciones de no intervenir. El hecho presagia situaciones más graves para los próximos tiempos y el kirchnerismo parece decidido a alentar reservadamente el plan de lucha de los mapuches.

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