Por Sebastián Dumont.-

Más allá de lo que determine la justicia, el caso de Olavarría y la tragedia en el recital del Indio Solari, pone en la mira la situación política del intendente de Cambiemos Ezequiel Galli quien está muy complicado. Su caso, con posible destitución incluida, obliga a repensar una serie de slogan que el propio Cambiemos ha instalado como verdades reveladas. Además, su frágil situación en el concejo deliberante es similar a la que tienen los otros 65 intendentes nuevos de esa fuerza política. De allí que sea tan importante la elección de medio tiempo, no sólo para Macri, sino para los jefes comunales. Igual, a Galli le soltaron la mano.

Para que un intendente sea destituido, se necesitan los dos tercios de los votos en el Concejo Deliberante. No es fácil de reunir, como tampoco es simple tener mayorías abrumadoras. En el caso de la mayoría de los intendentes nuevos, no la tienen. Y mucho menos los de Cambiemos, porque a lo que pudieron sumar con sus listas en el 2015, no tenían nada de antes para engrosar esos listados. Recordar que en 2013 el PRO fue en alianza con Massa en la provincia de Buenos Aires y en los municipios prácticamente no existió.

Eso hace que el caso de Galli, en caso de avanzar una destitución, ponga en evidencia la debilidad política con la que se encuentran muchos de sus pares. De allí la importancia de este comicio. Y eso explica los nervios por los números que llegan de las encuestas donde al oficialismo nacional no le va tan bien. Por lo menos hasta esta fecha. Si la elección no fuera favorable, y los concejos se dividieran aún más, podríamos estar en presencia de tiempos turbulentos para los nuevos jefes comunales.

Otra palabra que pone en duda el caso de Olavarría. Está claro que ser nuevo en la política o representar el cambio no es un mérito en sí mismo. Bajo esa consigna se jugó la elección pasada que logró llevarse puesto a varios intendentes de larga data. Pero los resultados no son demasiado alentadores. Es más, hasta ahora no hay casi intendente nuevo que pueda decirse que deslumbra con su gestión. Al contrario. La mayoría tiene serios problemas que tratan de suplir con marketing. Esa estrategia no es propiedad de un sólo partido político. Le pasa a los nuevos intendentes del Frente para la Victoria quienes asumieron prometiendo una nueva política.

Mientras tanto, en el gobierno provincial y nacional evalúan los daños colaterales. La idea es que los mismos no trepen más allá de Olavarría, algo que no es fácil ya que se puso en juego el tema de la seguridad que está bajo la órbita de Cristian Ritondo. De hecho, el senador Sebastián Galmarini presentó un proyecto para que el ministro sea interpelado en la Cámara Alta.

Otro dato que surgió es la supuesta acción del ministro de gobierno Joaquín De La Torre para evitar la destitución. No es cierto. Nunca el ex intendente de San Miguel salió a buscar “comprar concejales”. Y mucho menos los que responden a José Eseverri, quien se conoce con De La Torre muy bien de los tiempos del Frente Renovador cuando recorrían la provincia. El tema es que Eseverri se frota las manos ante lo que puede ser la caída de quien terminó con su liderazgo heredado de su propio

padre. El mismo que, lúcido, nunca dejó hacer este tipo de recitales en Olavarría. Los tiempos cambian, los nuevos dirigentes llegaron con un discurso muy bonito prometiendo cambiar las formas y los métodos. Pero muchos sucumben ante la rápida tentación de asegurar su futuro. No el político precisamente.

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