Por Carlos Tórtora.-

Los resultados de ayer estuvieron dentro de lo previsto por la mayor parte de las encuestas, con mejores resultados en algunos distritos para Cambiemos que los anticipados. Sin duda alguna, el mayor impacto de la elección se dará -y de inmediato- en un peronismo, que en parte se aproxima al panorama que se dio en 1985, en la primera elección legislativa de la presidencia de Raúl Alfonsín. El poder político del peronismo acaba de contraerse a tres o cuatro polos de poder. En primer lugar, está la liga de gobernadores de provincias chicas, que ayer lograron sobrevivir a la ola amarilla. Esto es, Alberto Rodríguez Saá (San Luis), Sergio Uñac (San Juan), Gildo Insfrán (Formosa), Lucía Corpacci (Catamarca), Juan Manzur (Tucumán) y Maurice Closs (Misiones). El avance oficialista en los grandes distritos se llevó puesta a la dupla compuesta por José Manuel de la Sota y Juan Carlos Schiaretti en Córdoba, a Agustín Rossi en Santa Fe, y colocó en una situación muy difícil al gobernador entrerriano Gustavo Bordet.

El segundo polo de poder peronista, sin duda más importante que el primero en votos y poder político son los intendentes cuyas listas triunfaron ayer marcadamente. Esto son, entre otros, Verónica Magario (La Matanza), Patricio Mussi (Berazategui), Julio Pereira (Florencio Varela), Gustavo Menéndez (Merlo) y Alejandro Granados (Ezeiza). En Lomas de Zamora estaba pronosticado que el desempeño de Martín Insaurralde estaba en baja y esto se reflejó en un triunfo por poco más de 5 puntos que lo deja muy debilitado.

Y el tercer polo de poder es el bloque de senadores nacionales peronistas que lidera Miguel Ángel Pichetto. Éste, sin poder territorial propio debido a su escaso peso en Río Negro, funciona cada vez más como delegado de los gobernadores.

CFK, Massa y Urtubey

Cabe analizar si CFK conseguirá, con su importante segundo puesto de ayer, seguir siendo un factor de poder global en el peronismo o se verá obligada por los acontecimientos a replegarse hacia posiciones netamente defensivas. No cuenta ella ya con la adhesión de prácticamente ninguno de los gobernadores del PJ y probablemente pierda en los próximos días a cerca de la mitad de los barones del conurbano. Esto, más una docena de diputados nacionales, 6 ó 7 senadores nacionales y su aparato de jueces y fiscales adictos que lidera la Procuradora Alejandra Gils Carbó, al borde de su juicio político. A esto hay que agregarle la buena elección de Daniel Filmus en Capital y los legisladores bonaerenses de Unidad Ciudadana, muchos de los cuales se preparan para dar el salto.

Sergio Massa es un caso aparte y, si bien ya no representa un polo de poder propio con sus 12 puntos de ayer y un tercer puesto en Tigre, sí tiene un rol articulador importante entre los gobernadores y los bloques de diputados y senadores nacionales. El traspié de Juan Manuel Urtubey, que planeaba dar señales ayer de su candidatura presidencial, le da a Massa algo más de oxígeno, ya que el peronismo acaba de quedar huérfano de candidatos presidenciales para competir con Macri en el 2019.

Al tigrense le espera una crisis en su pago chico, donde está enfrentado con su ex mano derecha, el intendente Julio Zamora, y su par de San Fernando, Luis Andreotti.

Ahora el tembladeral peronista se proyecta sobre la ex presidente y los liderazgos del segundo cordón del conurbano. La crisis está instalada y sus cursos de acción están lejos de ser fácilmente predecibles.

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