Por Sebastián Dumont.-

La guerra fría entre los intendentes del Gran Buenos Aires parece estar más vigente que nunca y eso tiene una explicación: Las encuestas que muestran a CFK bien en varios distritos y la demora en salir de Florencio Randazzo. La división primaria en dos grupos como el Esmeralda y el Fénix ya podría abrir una nueva variante que sería el Esmeralda pro K y el pro R. Es que entre ellos las cosas no están bien y ya no están seguros de apostar al ex ministro de interior y transporte. El que encabeza esa movida es Martín Insaurralde, quien nunca simpatizó con Randazzo.

Allá por septiembre del año pasado, en este mismo sitio describimos esta situación. Eran tiempos donde se intentaba mostrar fotos de unidad. La unidad del peronismo desde los territorios, o intendencias, no será algo sencillo. Las internas entre los jefes comunales que en su momento fueron catalogados como “dialoguistas” quedaron expuestas en más de una ocasión.

De reunirse y mostrarse muy a menudo, los intendentes del conurbano vinculados al peronismo ya no se muestran tan en bloque. Sucede lo que acontecía con los denominados “barones” en otros tiempos. Vanidades, peleas de cartel, intentos de conducir la sección electoral -esto no es menor porque implica los armados de las listas de legisladores provinciales- y expectativas a futuro, son el cóctel que, tarde o temprano suelen aflorar. Si lo sabrá Massa que construyó el Frente Renovador a partir de la “rebelión de los coroneles” que después fueron los mismos que terminaron desgastando el espacio, hoy más cerca de cerrar con el progresismo de Stolbizer y Donda.

El grupo “Esmeralda” tiene dos referentes que sobresalen del resto: Martín Insaurralde y Gabriel Katopodis. Ya entre ellos hay diferencias. El de Lomas de Zamora recibió a Scioli en su municipio, mientras que el de San Martín se negó a hacerlo.

Allí hay que explorar la primera interna con el otro grupo de intendentes encabezados por Gustavo Menéndez que es el Fénix y domina el territorio más amplio de la primera sección electoral. Menéndez es de los que consideran que debe haber una lista de unidad. Las hipótesis hablan de una lista, en caso de no jugar CFK, donde puedan coincidir Randazzo, Verónica Magario y Martín Insaurralde.

En tanto, la discusión entre los alcaldes estará en las listas seccionales. El hombre de Merlo ya tiene decidido por quien peleará el lugar. Tarde o temprano cada uno expondrá sus nombres. Y habrá una lógica tensión, ya que en una posible elección de tercios, en la primera sección se eligen 8 senadores. Ubicar a los propios abajo del tercer lugar es muy riesgoso. En la tercera eligen diputados. Allí hay más chances.

En cambio, el grupo Esmeralda no tiene muchas ganas de repetir la experiencia CFK-Scioli. Si hasta uno de los ex voceros del entonces gobernador, Guido Lorenzino, se ha desmarcado fuertemente de su ex jefe. Lo une con Gabriel Katopodis una relación casi familiar. Pero los números son los números. Y allí desnivela la ex presidente y el ex gobernador que sigue midiendo, mucho menos, pero más que Randazzo.

Las últimas reuniones desnudaron estas internas que existen y que quizá, no sean insalvables. Eso sí, hay presencias que se repiten en casi todas ellas, como la de Juanchi Zabaleta, intendente de Hurlingham, quien además suele reunirse en privado con Máximo Kirchner. También lo hace con Juanjo Alvarez, ex intendente de Hurlingham quien dice tener diálogo con CFK y ahora opera a favor de Randazzo. Una confitería de Figueroa Alcorta y Pampa suele ser el reducto de las roscas políticas actuales.

El gobierno, en cierto punto, disfruta de estas divisiones porque cree que le serán favorables desde el punto de vista electoral. Y hasta donde pueden, las alientan. En ello, la imaginación tiene pocos límites.

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