Por Carlos Tórtora.-

Ayelén Mazzina, Victoria Tolosa Paz y Raquel Kelly Olmos, las tres nuevas ministras de Alberto Fernández, tienen un rasgo en común: ninguna está ligada a Cristina Kirchner y dos de ellas tienen cierta conflictividad con ella. Tolosa Paz es la esposa de José Albistur, el dueño de la vivienda particular del presidente en Puerto Madero, al que Cristina acusó, entre otras cosas, de organizar campañas en su contra, como la de los carteles que decían “Cristina asesina”, que habían sido financiados por Albistur. Kelly Olmos viene del menemismo y su larga militancia en el albertismo siempre la ubicó en la vereda de enfrente de La Cámpora. Inútiles fueron entonces las gestiones cristinistas para que volviera al Ministerio de Trabajo Carlos Tomada, actual embajador en México.

Hasta ahora, en cada cambio de ministros que se vinieron dando, Alberto aparentaba resistirse a las presiones de la jefa pero terminaba cediendo a último momento. Pero esta vez se plantó y mantuvo su intención de rodearse de gente propia. Este gesto de autoridad en un presidente vaciado de autoridad no deja de llamar la atención y más de uno se está haciendo preguntas. Por ejemplo, si estas designaciones indican que todavía el presidente incuba la pretensión de terciar como candidato a la reelección, pese a que los números lo colocan muy abajo.

Tormentas para Cristina

En las cercanías del primer mandatario se tejen algunas especulaciones. Por ejemplo, que CFK sufriría en los próximos meses un serio debilitamiento político si es condenada en la causa Vialidad y que, además, no tiene un candidato para competir el año que viene. Por otra parte, el vínculo entre ella y Sergio Massa tiende a deteriorarse. El ministro de Economía estaría resentido por las crecientes críticas que desde el kirchnerismo se hacen a su gestión y la vicepresidenta, por su parte, cada vez estaría más convencida de que lo mejor, para conservar su capital político, es tomar distancia de una política económica que considera que está destinada al fracaso.

Este panorama parece abrirle a Alberto cierto espacio para maniobrar y salir del inmovilismo al que parecía condenado.

Como muestra de esto, está la resistencia que Leandro Santoro y los diputados albertistas del Movimiento Evita le están haciendo al proyecto de La Cámpora y los gobernadores peronistas para suspender las PASO. Así es que los crecientes problemas con que se enfrentan la vicepresidenta y Massa le estarían dando a Alberto algo de oxígeno.

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