Por Carlos E. Viana.-

“El jardín de los senderos que “no” se bifurcan”. Jorge Luis Borges.

Aparentemente los votos obtenidos por Lousteau el domingo pasado, perjudicarían las probabilidades presidenciales de Macri, pero podría no ser así.

Primero fue otra lección más para el Jefe de Gobierno porteño. En política se suma, olvido qué lo llevo a la derrota de Santa Fe y a perder posibilidades en la provincia de Buenos Aires.

Pero se abre otra posibilidad interesante para Macri, que no se ha tenido en cuenta. En las PASO nacionales, Lousteau debería apoyar a su aliado Sanz.

En la Capital Federal, ¿adónde irán los votos que había obtenido Recalde y que se derivaron hacia él?

La conservación de una parte importante de dichos votantes, para que lo voten a Sanz, dependerá de la intensidad y habilidad de la política electoral que emprendan Lousteau y el radicalismo en esta semana y la próxima. De conseguir este objetivo, esto afectaría a Scioli, que ya tiene problemas por los resultados del domingo 12 y antes en el segundo distrito en importancia electoral del país.

Estos resultados, a más largo paso afectaría las elecciones nacionales y pondría más en riesgo las posibilidades de Scioli de ganar en la primera vuelta y más todavía de que lo logre en la segunda.

Scioli se encuentra condicionado por la marcha de la economía y los errores de Cristina Kirchner. Aníbal Fernández y su delantera en las encuestas para ser el candidato a Gobernador de Buenos Aires, son un serio obstáculo, por la alta imagen negativa que tiene. En cuanto a lo que pueda hacer para que los votos peronistas que apoyaron a Lousteau vuelvan y lo voten a él, es poca. Solo atacarlo a Sanz o que Cristina recurra a sus servicios de inteligencia para lanzarle un operativo mediático en contra y evitar así que Lousteau y Sanz se transformen en un puente de la fuga de votos del FpV hacia Macri.

También dependerá de si el Jefe de Gobierno porteño aprendió las lecciones electorales y modifique su política de una supuesta pureza. Su mensaje constante es que el PRO está abierto al dialogo y sugerencias, pero en la práctica son herméticos, incluso con quienes quieren apoyarlos. En la CABA en ocho años lograron formar un equipo, pero en el resto del país no. En Santa Fe poquísimos dirigentes manejan el partido y hubo grupos de vecinos sobresalientes, que quisieron entrevistarse con ello y ni siquiera los recibieron, además de la incomunicación de Macri y sus hombres con Reutemann, otra de sus llaves que le podrían haber dado el triunfo en Santa Fe.

Quizá para Macri sea más cómodo manejar el partido como una empresa, pero la política no es eso. Acertó eligiendo a Del Sel como candidato era conocido y también con Boaso, porque además de su capacidad le quitaba votos al socialismo, en su fuerte que es Rosario. Los candidatos de segunda línea no eran conocidos y no se gana solo con lo nuevo y la juventud. Sin embargo si se hubiera abierto el partido, se habría ganado por una diferencia tan significativa, que el fraude del socialismo no podría haberla cubierto.

María Eugenia Vidal es muy buena candidata en todo sentido, pero si seguimos las frases del Walter Lipman, “la primera condición de un candidato es ser conocido”, el nivel de conocimiento de ella en la Provincia de Buenos Aires es bajo. Recordemos que fue uno de los graves problemas de Recalde cuando lo enfrento a Massa.

En realidad fue un acierto de Macri la alianza con el radicalismo, que le ofrece una estructura nacional que él no tiene y que puede expandir con su candidatura, pero que deberá hacerlo abriéndose a estos dirigentes después de las PASO, cosa que tendría que haber hecho antes del cierre de listas, por ejemplo para quitarles radicales a los socialistas en Santa Fe.

Estas quejas sobre la cerrazón de los dirigentes del PRO, la definición de candidatos y dirigentes en todo el país desde el centro porteño, son de orden nacional, incluyendo la CABA.

Parece ser este un defecto nacional, al que solo escapó el PAN y la generación de 1.880. El peronismo hizo gala de su verticalidad, el radicalismo del personalismo de Yrigoyen o Alfonsín y ahora el problema de Scioli es el verticalismo kirchnerista, que impone el orden incluso con medidas extremas como en el caso Nisman.

Este es uno de los obstáculos de Scioli, que debe hacer equilibrio entre las órdenes del cristinismo y la imagen que debe dar de conductor independiente. Algo ha hecho que es una diferencia con la creadora de enemigos, ha felicitado a Larreta a Schiaretti y Lousteau. Esto demuestra otro estilo y la búsqueda del apoyo de la oposición, para el caso de su victoria tener una ayuda para liberarse de CFK.

Todo esto se complica con un electorado al que le dan mensajes de Progres y en realidad creen en un estado similar al que gobernó con destreza Carlos V, pero con una salvedad, un detalle, fue hace quinientos años. Seguimos más cerca de Colón que de Juana Azurduy.

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