Por Sebastián Dumont.-

Adiós a la idea de prescindir de Cristina Fernández de Kirchner para construir un peronismo que pueda dejar atrás aquellas cuestiones que enojaron a la sociedad y llevaron a Mauricio Macri al gobierno el 10 de diciembre. Ése es el resumen que dejó el encuentro de la ex presidente con intendentes de la provincia de Buenos Aires, quienes en muchos casos se quedaron en el amague de pegar el faltazo. Por lo visto, más allá de despotricar en charlas privadas, CFK sigue ejerciendo sobre muchos de ellos la misma influencia que cuando los llamaban para que aplaudieran en la casa Rosada. Algo así como una versión del síndrome de Estocolmo. Las particulares ausencias de Alejandro Granados y Mario Ishii.

Para CFK, luego de su aparición por Buenos Aires para presentarse en la justicia fue, una nueva demostración de fuerza haber podido juntar 51 de los 55 intendentes que el Frente para la Victoria tiene en Buenos Aires. Para mucho de los alcaldes, se trata de una situación incómoda. Su idea de mostrar algo nuevo y diferente, por ahora, deberá esperar.

“Fue una cuestión de respeto” es una de las maneras más elegantes que encontraron varios de los intendentes para justificar su presencia allí. Hasta últimahora dudaron de asistir y si ello les convenía o no. De hecho, muchos de los que hoy se sacaron la foto con Cristina, el miércoles en Comodoro Py prefirieron pasar inadvertidos.

Se trata de un grupo de intendentes que buscan darle un perfil distinto a su rol para buscar la “renovación”. Tarea difícil por ahora, ya que no es lo que representa Cristina Kirchner. Aunque eso no significa que no pueda tener chances electorales.

Lo que trasciende del encuentro es variado. Desde aquellos que se fueron en elogios, algo previsible en algunos intendentes, hasta el amague de Julio Pereyra, quien se quejó por lo que hizo el partido de Sabbatella en su distrito para quitarle la presidencia del Concejo Deliberante. Tomar de su propio veneno para los mismos que nunca se animaron a romper esa lógica y bancarse las imposiciones del dedo de Néstor primero y de Cristina y Zannini después.

Por un momento, pareció la misma escena que se daba hasta hace cuatro meses atrás, cuando los dirigentes eran llamados a la Casa de Gobierno para aplaudir. Casi la misma historia. Pero con la agravante que el regreso al poder no será tarea sencilla.

Sin dudas, para muchos intendentes, la decisión de la justicia en traer a CFK ahora los incomoda. La nueva centralidad de la expresidente complica los planes independentistas de los alcaldes “dialoguistas”.

Tampoco hay que descartar, para ayudar a la convocatoria, algunas carpetas que podría haber acumulado César Milani a las órdenes de Cristina.

Aquí es donde algo no termina de cerrar. El intendente de Ezeiza, Alejandro Granados, construyó una relación cercana con hombres de inteligencia de la etapa anterior vinculados a Milani y Maztkin. Pero ahora no decidió ir a la cita del Instituto Patria. Tiene la lógica de alguien que apenas asumió su sexto mandato castigó duramente a La Cámpora. A esta altura, no tiene ganas de prestarse a estos juegos.

Lo mismo para Mario Ishii. Concentrado en José C. Paz, fue uno de los más críticos sobre la forma en que La Cámpora, Zannini y CFK llevaron adelante la última campaña. Es lógico que no participe de algo que tiene las mismas características. Varios de sus pares lo ven más cerca de Sergio Massa. Habrá que esperar.

Mientras tanto, el peronismo debate su futuro. Los que pretendían una renovación, deberán esperar o jugarse un poco más. Por ahora, no parecen muy dispuestos. CFK sigue mandando.

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