Por Carlos Tórtora.-

Al aceptar que está bajo la lupa la continuidad de todo el gabinete nacional, Javier Milei instaló el tema central de la de agenda política: los cambios. Hasta ahora había dos concentraciones de poder en la Casa Rosada. Una se daba en torno a la figura del Jefe de Gabinete Nicolás Posse y la otra alrededor de Karina Milei. Ahora empieza la incógnita de si la inminente salida de Posse significar la concentración de todo el poder en la hermana del presidente. Federico Sturzenegger, uno de los ministeriales más firmes, es una de las grandes incógnitas porque nadie sabe adónde apuntará.

Sturzenegger es mencionado por igual para Jefe de Gabinete y Ministro de Economía. En el primer caso, podría representar una valla para el plan de expansión de Karina, que necesita de estructuras.

El karinismo aparece como un proyecto político de personalización absoluta del poder en la figura del presidente. Rechaza por tanto las alianzas, tanto con el PRO como con los sectores peronistas que dialogan con el gobierno. Para Karina, las listas de candidatos para el 2025 deben surgir del despacho presidencial y todo debe alinearse con la estructura de La Libertad Avanza como partido nacional. Esto no sería negociable en lo más mínimo. En cuanto a la economía, la hermana del presidente está con la profundización del ajuste.

Un panorama preocupante

El presidente le escapa a las complejidades de la negociación política y por lo tanto es proclive al modelo que le ofrece Karina.

Sin embargo, hay en Milei una fibra política profunda que lo llevó, hasta ahora, a evitar que todo el gobierno quede en manos de una persona.

No sería de extrañar entonces que el presidente propicie el crecimiento de alguna figura que le ponga límites a su hermana.

Por otra parte, la gestión de gobierno nunca terminó de arrancar y grandes áreas de la administración están semiparalizadas por una gestión ineficiente. Esto contribuye al deterioro económico del gobierno, ahora presionado también por la subida del dólar.

En medio de un panorama preocupante, Milei parece más concentrado en delinear su rol como operador internacional de la ultraderecha que en plantarse como jefe de estado.

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