Por Carlos Tórtora.-

La causa por extorsión que involucra a buena parte de la dirigencia de los movimientos sociales es un caso testigo en varios sentidos. Por un lado, está la incógnita de si la justicia efectivamente procesará a la dirigencia piquetera. Pero también hay otras posibles derivaciones de este vendaval. Por ejemplo, en medios oficialistas se especula con que estamos frente a un globo de ensayo. El gobierno estaría preparando denuncias por corrupción que involucrarían a dirigentes políticos de la oposición. La campaña moralizadora de la actividad política dependería en buena medida de la suerte que corra la ley Bases en el Congreso.

Si la ley no se llega a sancionar, no hay que descartar entonces que Milei ejerza su venganza sobre la casta y desencadene una ola de denuncias sobre corrupción. La situación no es la mejor, porque está bajo la lupa y ya con denuncias judiciales en su contra el influyente lobista de Nicolás Posse, Martín Maestu, que comienza a ser investigado por los negocios con Eduardo Elsztain, entre otros. Sin embargo, Milei estaría convencido de que su imagen de honestidad todavía puede cubrir también a sus funcionarios.

Un equilibrio inestable

Denunciar posibles actos de corrupción de la dirigencia opositora sería un modo de continuar la guerra contra la casta que hoy pasa por demostrar el despilfarro de los recursos públicos ocurrido en los últimos años.

Sin embargo, el líder libertario debería evitar cualquier crisis que le quite el apoyo de la oposición dialoguista en la Cámara de Diputados. La gobernabilidad de La Libertad Avanza descansa en buena medida en la mayoría transitoria trabajosamente conseguida en la cámara baja. A medida que pasa el tiempo y que el hastío social por la realidad económica se hace sentir cada vez más en las encuestas, el pacto de gobernabilidad con Miguel Ángel Pichetto, Cristian Ritondo y Rodrigo de Loredo está pasando a ser fundamental.

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