Por Guillermo Cherashny.-

Finalmente, Mauricio Macri designó como vicepresidente a Gabriela Michetti, apuntando a que demostrar que no tiene rencores con quien en un momento se jugó un proyecto personal que lo incomodó, porque él no quería internas en el PRO sino la elección directa de Horacio Rodríguez Larreta como candidato a jefe de gobierno. El no de la senadora se parece así al reciente no de Florencio Randazzo a CFK, que la obligó a lanzar una primaria entre Julián Domínguez, Aníbal Fernández y Fernando Espinoza. También puede interpretarse que le mesa chica del jefe de gobierno temería que Martín Lousteau se quede, en la elección porteña del 5 de julio, con los votos de Michetti en las PASO. Antes de elegirla, Macri intentó clausurar las primarias pactadas con Ernesto Sanz y Elisa Carrió y formar la fórmula con el presidente del comité nacional de la UCR. Pero Sanz y su partido se negaron en función de lo que determinó la Convención Nacional de la UCR realizada en Gualeguaychú. Sin embargo, el PRO le hizo sentir el rigor dándole muy poco lugar en la lista de diputados nacionales, en un destrato impropio para sus aliados.

Demasiados heridos

El caso es que la Coalición Cívica de Elisa Carrió denunció el destrato de los amarillos a través del legislador porteño Maximiliano Ferraro, a lo que se sumó el disgusto de Jesús Cariglino, el jefe comunal de Malvinas Argentinas, que tiene un armado territorial propio en la provincia de Buenos Aires. Cariglino estaba preparado para competir dentro del Frente Renovador, pero Sergio Massa lo destrató, obligándolo que se acercara al PRO esperando que les dieran cabida a varios de sus candidatos en los primeros lugares para diputados provinciales y concejales en diversos distritos. Así empezó a negociar con Macri y Emilio Monzó, quienes en principio aceptaron. Pero como siempre, Jaime Durán Barba y Marcos Peña se quedaron con la última palabra. Ahora, si no le cumplen, en un interminable circuito de idas y vueltas, Cariglino volvería a último momento al Frente Renovador, donde ahora dicen que lo recibirán con los brazos abiertos. O bien, en última instancia, iría con lista corta como intendente de Malvinas Argentinas.

El empecinamiento de Macri en sostener como postulante a gobernadora de Buenos Aires a María Eugenia Vidal, una candidata floja, hizo que los radicales pusieran el grito en el cielo, reclamando como candidato a vicegobernador a Daniel Salvador. Una postulación decorativa, ya que el PRO tiene escasas chances de ganar en la provincia, pero los radicales necesitan motivar a los suyos para sumar legisladores, intendentes y concejales. Por ahora la gente de la UCR tiene poco espacio ante la angurria de los dirigentes provinciales del PRO. Los macristas coparon todo lo que pudieron de las listas y poco les queda para sus aliados, lo que debilitaría a CAMBIEMOS en su confrontación con Scioli-Zannini. Mientras tanto, la UNA que encabezan Massa y José Manuel de la Sota está en problemas. En especial el primero, que no tiene por ahora fórmula para gobernador y vice y tampoco un compañero de fórmula para él mismo. El tigrense parecería estar esperando que las otras alianzas jueguen todas su fichas para dar una sorpresa hoy antes de las 24, horario del cierre de recepción de las listas por la justicia. Su idea es evitar la polarización entre Scioli y Macri y da la impresión de que la fórmula Scioli-Zannini se va despegando de la oposición como hizo el kirchnerismo en el 2011, aunque con menos intención de voto en este caso, pero con posibilidades ciertas de pasar levemente el 45% en la primera vuelta del 25 de octubre. Sin duda alguna, el oficialismo se juega por entero a que no haya ballotage, donde los riesgos aumentarían significativamente.

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