Por Paul Battistón.-

El innecesario discurso de Axel Kicillof ocupando la derrota de Taiana trasluce la maquiavélica estrategia vertida desde el balcón carcelario.

El soldado Máximo a sus espaldas verificando el desarrollo correcto de los hechos pergeñados por su condenada madre, el señor Nordelta desde su experiencia de eterno resucitado manteniéndose a la mayor distancia e inexpresividad posible, listo para desaparecer de la derrota que intentara ajena y, por último, a la distancia apropiada la figura guevariana sembradora de perejil pionera en ofrecer un hipotético indulto a la condenada sin un ápice de duda al respecto.

Axel sólo se merece la venganza por haber desdoblado y con el desdoblaje haber robado la posibilidad del triunfo compartido. La guerra tiene comienzo inmediato.

El tercer puesto lejano es derrota pero más derrota es aún que un ignoto Roca haya revolcado al tres veces gobernador Schiaretti y para peor desde una lista prácticamente debutante (sin alianzas). La caída de Schiaretti es la puesta a rodillas de las provincias ante los postulados inamovibles de Milei. La convocatoria del gobierno a los gobernadores no será otra cosa que la presentación de las nuevas condiciones que serán inevitables con el pasado dejado atrás.

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