Por Hernán Andrés Kruse.-
El 5 de junio se cumplió el trigésimo segundo aniversario del bautismo de uno de los más destacados economistas y filósofos de todos los tiempos. Adam Smith fue bautizado el 5 de junio de 1723 en la localidad de Kirkcaldy (Escocia). En 1737 (sólo tenía 14 años) ingresó en la Universidad de Glasgow. En esa casa de altos estudios fue influenciado por el famoso profesor de filosofía moral Francis Hutcheson. Tuvo como profesores, además del recién mencionado, a John Loudon en lógica y metafísica, a Robert Simson en matemática y a Alexander Dunlop en griego. Luego de graduarse en 1740 realizó estudios de posgrado en la Universidad de Oxford. Entre 1748 y 1751 fue profesor ayudante de las cátedras de retórica y literatura en Edimburgo bajo el padrinazgo de Lord Karnes. En esa etapa de su vida entabló una estrecha amistad con David Hume, quien ejerció una profunda influencia sobre su pensamiento.
En 1751 se hizo cargo de la cátedra de lógica de la Universidad de Glasgow. Al año siguiente, ocupó la cátedra de filosofía moral. En 1759 publicó uno de sus libros más relevantes: “Teoría de los sentimientos morales”. Con la ayuda económica del aristócrata Charles Townsend, viajó a Francia y Suiza. Residió un año y medio en Tolouse. Luego se trasladó a Ginebra, donde se reunió con Voltaire. Desde allí se trasladó a París, donde conoció a Benjamín Franklin, protagonista fundamental de la independencia de las colonias estadounidenses. Además, tuvo tiempo para descubrir la escuela económica de la fisiocracia fundada por Quesnay, discutir con el mismo Quesnay y Turgot, reencontrarse con su amigo Hume y conocer a distinguidos intelectuales enciclopedistas como Diderot y D´Alambert, y al economista Necker. De regreso a Gran Bretaña dedicó los siguientes siete años a redactar su libro más famoso: “La riqueza de las naciones”. En 1779 viajó a Londres portando el manuscrito. Residió en dicha ciudad durante cinco años, período en el que frecuentó al historiador Edward Gibbon y al pensador liberal Edmund Burke. Falleció el 17 de julio de 1790 (fuente: Wikipedia, la Enciclopedia libre).
Buceando en Google me encontré con un ensayo de Roland Pfefferkorn (Director de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Marc Bloch-Strasbourg II e investigador en el laboratorio “Cultura y Sociedades en Europa” del CNRS) titulado “Adam Smith, un liberalismo bien temperado” (Revista Sociedad Económica-Universidad del Valle-Cali-Colombia). Analiza la obra fundamental de Smith, “La riqueza de las naciones”.
ADAM SMITH, FUNDADOR DE LA ECONOMÍA POLÍTICA CLÁSICA
“Adam Smith es presentado de manera unánime como el padre fundador de la economía moderna. Su Enquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations, publicada en 1776, es celebrada con justicia como la obra inaugural de la economía política clásica. Pero también son muchos quienes lo consideran como el autor emblemático de la teoría económica liberal o del liberalismo económico. Ahora bien, si Smith es indiscutiblemente un pensador liberal –él preconizaba en efecto “el sistema evidente y simple de la libertad natural”-, su liberalismo está muy lejos de las posiciones defendidas por ciertos sectores contemporáneos del liberalismo económico. Es un liberal que defiende una concepción in fine relativamente moderada del liberalismo, colocando desde luego el mercado en el centro de sus análisis, pero sin excluir los frenos al librecambio en ciertos casos, ni la intervención del Estado para asegurar la justicia y el bienestar social.
La Riqueza de las naciones es un libro voluminoso y generoso: 1100 páginas en dos volúmenes en la edición de bolsillo de Garnier-Flammarion, más de 1400 páginas en cuatro volúmenes en la edición aparecida en Presses Universitaires de France (PUF) en 1995, incluyendo el aparato crítico. A pesar de su tamaño, tuvo un éxito considerable en vida de su autor, y conoció numerosas reediciones y traducciones. Smith expone una síntesis de las concepciones económicas de su tiempo, síntesis brillante, a la vez original y crítica, inspirada ampliamente en los trabajos británicos y franceses de su época. La Riqueza es, al mismo tiempo, la matriz a partir de la cual se construyeron, poco después de su muerte, los análisis económicos a veces contradictorios de autores como David Ricardo, Thomas Malthus o Jean-Baptiste Say, reunidos más tarde, en las historias académicas del pensamiento económico, en la categoría unívoca de « la economía clásica ».
Karl Marx, presentado en ocasiones por esas mismas historias como « el último de los clásicos », desarrollará su reflexión heterodoxa a partir de una lectura crítica de Smith, tanto de sus predecesores como de sus continuadores, y más particularmente de los tres autores que acabamos de mencionar. El autor del Capital tendrá entonces cuidado de separarse de aquellos que él llamaría los « clásicos » de aquellos que calificará severamente de « vulgares »; los primeros, aunque enceguecidos por sus tomas de posición ideológicas en favor del sistema capitalista, intentaron, según Marx, hacer una obra científica mientras que los segundos estaban esencialmente animados por sus visiones apologéticas. Smith y Ricardo fueron clasificados por Marx en el primer grupo y elevados por él al rango de « clásicos », Malthus y Say fueron enviados a la segunda categoría.
En un artículo reciente, aparecido en francés en 2002, Armatya Sen, el premio Nobel de economía de origen bengalí, subrayaba con razón el carácter particularmente complejo de la obra de Smith que contrasta con las posiciones simples o, más bien, simplistas de « aquellos que le arrancan ciertas frases », utilizadas « como slogan », para defender unas posiciones políticas a menudo obtusas ». El se refiere explícitamente a las declaraciones de los « extremistas conservadores (especialmente en Gran Bretaña) » y a las « manifestaciones entusiastas » de un tal « Adam Smith Institute ». Este instituto defiende posiciones ultraliberales, acordes con las ideas de otros dos « héroes » (sic) que figuran en la página de bienvenida de su sitio de Internet: Friedrich August von Hayek y Milton Friedman, los dos fueron en verdad los principales inspiradores del giro « neoliberal » de fines de la década de 1970 y comienzos de la siguiente; el segundo de estos « héroes » fue la fuente de la experiencia « neo-liberal » en el Chile pinochetista desde 1974.
Armatya Sen precisa en su artículo que esta tradición de « implicar a Smith en la justificación del buen camino » liberal e invocar la « mano invisible » no es reciente. Ella se remonta a casi dos siglos atrás. « Desde 1812, el gobernador de Bombay rechazó la propuesta de transportar alimentos en el Gujerat afectado por la hambruna citando la autoridad de Adam Smith », cuando en verdad Smith poca cosa dijo directa o indirectamente sobre la manera de tratar una hambruna. En contraste, como lo señalaremos más adelante, Smith siempre relacionó de manera estrecha las concepciones económicas y una visión «ética con el objetivo de llegar a una sociedad justa”.
UNA OBRA IMPREGNADA DE FILOSOFÍA MORAL Y POLÍTICA
“Los fundamentos filosóficos y morales de las concepciones económicas expuestas en La Riqueza han sido olvidados por mucho tiempo. Sin embargo, Smith desarrolla explícitamente sus posiciones morales en otra gran obra suya, La Teoría de los sentimientos morales (1759) que fue publicada diecisiete años antes de la Riqueza, cuando ocupaba una cátedra de filosofía moral en la Universidad de Glasgow. Es esta primera obra la que le permite adquirir una cierta notoriedad y convertirse unos años más tarde en el preceptor del duque de Buccleuch, con quien viaja en varias ocasiones a Francia, entre 1764 y 1766, lo que le permitió, luego de algunas recomendaciones de su amigo David Hume, encontrarse con los Enciclopedistas Jean le Rond d’Alembert y Claude Adrien Helvetius y los fisiócratas Francois Quesnay, partidario del libre cambio de granos, y Anne-Robert Turgot, controlador general de Hacienda, partidario del libre comercio. A su regreso a Gran Bretaña, él se benefició de una renta que le permitió consagrarse en adelante a la escritura de lo que llegaría a ser diez años después La Riqueza de las Naciones.
A lo largo de su vida, Smith le otorgó igual importancia a La Teoría de los sentimientos morales y a La Riqueza. Por lo menos eso hace pensar el número de reediciones de ambas obras mientras el autor aún vivía: cuatro para La Riqueza (1778, 1784, 1786, 1789); cinco para La Teoría de los sentimientos morales (1761, 1767, 1774, 1781, 1790). Y también debería tenerse en cuenta la importancia de las adiciones y modificaciones que el autor aportó a cada uno de sus libros, como sucedió hasta la víspera de su muerte con la última edición de La Teoría de los sentimientos morales. Como lo hacen notar los traductores de la edición francesa reciente de esta obra (PUF, 1999), « la amplitud de las correcciones hechas a La Teoría de los sentimientos morales varios años después de la aparición y la revisión de la Investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones muestran el interés incesante de Smith por su obra moral ». Agreguemos además que La Riqueza de las naciones no esta exenta de consideraciones morales y de numerosas digresiones sobre las religiones, que cubren al menos una quinta parte de su volumen, y que tienen algún nexo con los análisis propuestos más tarde por Max Weber.
Finalmente, La Riqueza no puede ser reducida al simple estatuto de una obra fundadora en economía. La mayor parte de los libros de la época que hablan de economía multiplican los ejemplos concretos y mezclan las consideraciones económicas con reflexiones filosóficas, morales o políticas. El libro de Smith se asemeja desde ese punto de vista a aquellos de sus contemporáneos, pero se presta también a otras lecturas, incluso las más inesperadas, lo que es costumbre en las grandes obras. En la introducción a la última traducción francesa (2000), el economista Jean-Michel Servet escribe: « Se puede leer esta obra como se hace con los relatos de viajes o como con una obra de la colección Terre Humaine, o incluso como la descripción de las islas del Pacifico escrita por el capitán Cook. La Riqueza de las naciones es un verdadero guía que nos lleva al olor de los puertos ingleses o escoceses del siglo XVIII para embarcarse por el continente europeo, la China, las Indias, las Américas o el Oriente próximo. En ella se descubren a los empresarios británicos virtuosos y a la aristocracia francesa símbolo del lujo y la prodigalidad, las pequeñas tiendas de Escocia…»
UNA LECTURA REDUCCIONISTA DE SMITH
“Pero si los especialistas le rinden hoy amplia justicia a Smith, no es menos cierto que él ha sido regularmente enrolado al servicio de una ideología que el propio Smith estuvo lejos de defender, una ideología que no es solamente liberal, sino que podría llamarse más bien liberal extremista o radical, neo o ultraliberal, incluso “libertaria”. Revisaremos más adelante ciertos análisis muy discutibles de La Riqueza que han sido difundidos desde hace mucho tiempo. El eco de esos comentarios no deja de sorprender en la medida que esas interpretaciones se oponen precisamente al núcleo de las tesis expuestas por Smith en la Teoría de los sentimientos morales. En esa obra brinda luces que deberían evitar las exégesis abusivas de ciertos aspectos de la Investigación sobre la naturaleza y la causa de la riqueza de las naciones.
Uno de los primeros problemas que se les presenta a los comentaristas tiene que ver con la unidad de la obra de Smith. Los filósofos y los historiadores de mitad del siglo XIX habían ampliamente debatido la supuesta contradicción entre las dos obras. Una de las figuras más destacadas de la escuela histórica alemana, Karl Knies, había señalado lo que él llamaba El problema de Smith (das Adam Smith Problem) poniendo el acento en la supuesta oposición que él hallaba entre esas dos obras. Según Knies, Smith parece promover la simpatía en la Teoría de los sentimientos morales (TSM) y el egoísmo en La Riqueza. Esta oposición no es, sin embargo, tan evidente como se cree a primera vista. En sus dos libros, el comportamiento de cada individuo está determinado siempre por el comportamiento de los demás. Se está siempre sometido a una interacción o, según la fórmula de George Simmel, a una acción recíproca. Cada persona tiene en cuenta a las otras, tiende a imitarlas, busca dar cuenta de su presencia o ponerse en su lugar. La simpatía de Smith puede, entonces, ser vista como la facultad propiamente humana de disponer de la capacidad de ponerse en el lugar del otro y de comprender, por esa vía, sus experiencias, sus sentimientos y los motivos de sus acciones.
Esta facultad es además pensada por Smith como algo innato y de origen divino. Ella corresponde a lo que hoy designamos como empatía. Se puede entonces afirmar que el individuo, según Smith, entra en contacto con otro por un modo de imaginación comprehensiva empática. Esto último tiene muy poco que ver con el egoísmo de ese personaje racional inventado, no por el autor de La Riqueza, sino más bien por los economistas marginalistas y neoclásicos : el homo economicus. En definitiva, la simpatía smithiana debe conducir a buscar la justicia y el bien común. En consecuencia, a lo largo del siglo XX, mejor que oponer La Riqueza a la TSM, los economistas se han inclinado, en su gran mayoría, a despreciar o a ignorar la TSM olvidando totalmente el hecho de que la obra de Smith, comprendida La Riqueza, es también la obra de un filósofo y un moralista.
Este olvido ha conducido a muchos autores a pensar que en Smith el egoísmo es el motor de los comportamientos humanos en vez de la « simpatía » apoyándose en uno de los pasajes más citados de La Riqueza y aislándolo de las reflexiones contradictorias que aparecen en otras partes, tanto en La Riqueza como en TSM : « Jamás se ha visto animal alguno que por su voz o por sus gestos quiera hacer entender a otro que esto es mío, esto es tuyo ; yo te daré lo uno por lo otro…El sentido de esa proposición es el siguiente : deme lo que yo necesito y usted tendrá de mí lo que usted necesita ; la mayor parte de estos buenos oficios que nos son necesarios se obtienen de esta manera. No es de la bondad del carnicero, del vendedor de cervezas o del panadero que nosotros obtenemos nuestro alimento, sino del cuidado que ellos brindan a sus propios intereses. Nosotros no nos dirigimos a su humanidad, sino a su egoísmo y nunca les hablamos de nuestras necesidades, siempre hablamos de sus beneficios…».
De manera significativa, la última edición francesa de la TSM se remontaba a 1860 en una traducción que data de fines del siglo XVIII. Y es tan solo recientemente, el 2000, en una introducción a la última traducción francesa de La Riqueza, que un economista destaca que Smith no es solamente el fundador de la economía política clásica, sino que además encarna « un ideal de sabio casi universal, economista desde luego, pero puede ser todavía más según las categorías contemporáneas del saber: historiador, politólogo, psicólogo, sociólogo y filósofo».
07/07/2025 a las 9:13 AM
Scheiße
07/07/2025 a las 11:07 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Una política convertida en basural
Joaquín Morales Solá
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
6/7/025
Los lectores de esta columna deberán disculpar que se incluyan palabras soeces, que al autor no le gustan y que tampoco las pronuncia nunca. Sin embargo, su inserción es necesaria para que sepamos dónde estamos y hacia dónde vamos. Uno de los momentos más escandalosos de la semana ocurrió el miércoles pasado, en la Cámara de Diputados, cuando casi se agarraron de los pelos diputadas libertarias y kirchneristas en una sesión autoconvocada por la oposición para tratar cuestiones que le desagradaban al mileísmo.
Entre los temas de ese día, figuraban la baja de las retenciones al agro y la reescritura de la ley que reglamenta el artículo de la Constitución sobre la facultad presidencial de firmar solo con sus ministros decretos de necesidad y urgencia que tienen fuerza de ley. Las leyes necesitan, en cambio, la aprobación del Congreso. Todavía se discute si fue el kirchnerismo o el mileísmo (o los dos) la facción política que dejó a la Cámara sin quorum, pero lo cierto es que no se trataron dos temas que Cristina Kirchner rechaza en homenaje a su propia historia. La célebre guerra con el campo en 2008 fue porque le subió las retenciones a la soja y también ella es autora, cuando era senadora nacional y su marido era el presidente, de la arbitraria ley que reglamenta los decretos de necesidad y urgencia. Esa ley le da más poder al presidente de la Nación que el que los constituyentes imaginaron durante la reforma de 1994, cuando los DNU se incorporaron formalmente a la Constitución. Cristina puede hacer muchas cosas, menos aceptar que no tuvo razón. Antes de que la sesión saltara por los aires, las diputadas kirchneristas Florencia Carignano y Paula Penacca se trenzaron en una pelea, que casi termina con las manos incluidas, con la diputada mileísta Juliana Santillán. “Loca” y “gato” la llamó Carignano a Santillán en plena reunión de una de las dos cámaras del Poder Legislativo. Carignano le dio a “gato” no la acepción real de una mascota doméstica, sino el sentido con el que popularmente se llama a las personas que cobran por ofrecer sexo. En ese mismo discurso, Carignano lo calificó de “dopado” al diputado Gerardo Milman, muy cercano a Patricia Bullrich. Poco antes, en esa misma sesión legislativa, la diputada Cecilia Moreau había llamado al diputado José Luis Espert “cagón” y “psicópata”, y acusó al mileísmo de “meterse la Constitución en el culo”. La insinuación o la metáfora no son su fuerte.
Mucho antes, los diputados Oscar Zago y Lisandro Almirón se habían agarrado literalmente a las trompadas en otra sesión de la Cámara de Diputados, aunque en una reunión posterior del cuerpo Almirón pidió perdón y le ofreció a Zago “un piquito” (que se lo dio) para consumar la reconciliación. Ni siquiera una sátira de los métodos parlamentarios hubiera llegado a tal grado de violencia y humorismo al mismo tiempo. La diputada libertaria, aunque no fanática del mileísmo, Marcela Pagano, que ya había dicho que su colega Lilia Lemoine es una “discapacitada mental” y que por eso la usa el oficialismo, calificó de “fascista” a Espert. Entre tanta mugre verbal, la demoledora calificación de Pagano a Espert pareció pertenecer a un miembro de Westminster, la sede del Parlamento británico. Lemoine, que no encontró todavía los necesarios límites verbales, había dicho antes que la vicepresidenta de la Nación, Victoria Villarruel, es una “garrapata” y una “sanguijuela”. El propio Espert desbarrancó de mala manera cuando en una conferencia en la Universidad Católica Argentina (UCA) manifestó que él tuvo razón cuando dijo que Florencia Kirchner “era hija de una gran puta”. Justo en una universidad pontificia, reconocida como tal por el Vaticano. Pero ninguna hija merece que le digan eso porque su madre es una dirigente política, por más polémica que esta sea. La sutileza y la oportunidad no son virtudes de Espert. Mucho antes, Leopoldo Moreau, padre de Cecilia, le enrostró el epíteto de “mercenaria” a la ministra de Seguridad, Bullrich. En otra sesión de Diputados, Pagano y Lemoine se trenzaron en una pelea a los gritos que la diputada libertaria Rocío Bonacci resolvió tirándoles a las dos un vaso de agua. El ejemplo viene de arriba. El presidente de la Cámara, Martín Menem, les dijo a los diputados libertarios, según un audio que se filtró, “los quiero a todos puteándome. Nada pacífico” para abortar una sesión difícil para el oficialismo. Aunque luego intentó atribuirle esa grabación de sus palabras a una manipulación con inteligencia artificial, diputados opositores aseguran haber confirmado que el vástago más importante de la familia Menem dijo eso, en efecto. El caso más ilustrativo de que el ejemplo se propaga es el que dio un militante kirchnerista, que participaba de la multitudinaria marcha en la Plaza de Mayo en apoyo de Cristina Kirchner cuando esta comenzó a cumplir la prisión en su casa. Se llama Joel Miguel Pessi y dijo en declaraciones públicas: “Lo vamos a matar a ese hijo de mil puta”, en alusión al Presidente. Pessi fue encarcelado en el acto y llevado ante la Justicia.
Los kirchneristas aprendieron a insultar de la peor manera durante los gobiernos de sus líderes, los dos Kirchner, y los mileístas se mimetizaron con su jefe político, Javier Milei. Pero –nada debe ocultarse– ningún jefe del Estado llegó tan lejos en los insultos y los agravios, y en el uso de las palabras groseras y chabacanas, como el actual presidente. Milei calificó a políticos opositores, a economistas y a periodistas como “mentiroso”, “econochanta”, “mandriles”, “tipo de mierda”, “sorete”, “basura”, “rata” y “ratas”, “esbirro”, “puta”, “mierda”, “pautero”, “ensobrado” y “extorsionador”. Según el sitio Chequeado, Milei había proferido, hasta febrero de este año, más de mil agravios a políticos, periodistas y economistas en apenas 14 meses de gestión presidencial. La novedad de un presidente mal educado llegó al extremo de convertir en un fenómeno político el ranking de los llamados mandriles que hace el columnista de humor de Clarín Alejandro Borensztein, ranking que le atribuye a una inexistente Asociación de Mandriles Argentinos. El problema de Milei es que todos sus opositores, sobre todo políticos y economistas, quieren estar en esa lista y aspiran a estar entre los primeros lugares. Algo extraño sucede cuando las ofensas de un presidente de la Nación no hieren a nadie y se transforman, al revés, en una especie de jocosa distinción para sus opositores. El Presidente le dedicó al propio Borensztein algunos de sus improperios, aunque no lo llama por su nombre: “el hijo de Tato Bores”, le dice. Es la única referencia de Milei, cuando destrata a la gente, en la que tiene razón: el columnista es hijo del memorable Tato.
Si los insultos de Milei se convirtieron en una socarrona jarana para sus críticos y opositores, algunas expresiones de Cristina Kirchner provocan indignación por el grado de hipocresía que exhiben. En un tuit posterior a la visita que le hizo el presidente Lula da Silva, la expresidenta se escandalizó por las “cotidianas violaciones a la libertad de prensa” y respaldó tal denuncia en una declaración de la ONG Reporteros Sin Fronteras. Ningún presidente, como Milei, agravió tanto verbalmente al periodismo, pero ninguno llegó tan lejos en los actos concretos contra el periodismo como Cristina Kirchner. Ella denunció penalmente, y pidió la prisión preventiva, del entonces director de LA NACION, Bartolomé Mitre, ya fallecido, y del director general del Grupo Clarín, Héctor Magnetto, por un supuesto delito de lesa humanidad que nunca cometieron, como luego lo estableció fielmente la Justicia argentina. Tanto Néstor como Cristina Kirchner hacían algo peor que insultar: les endilgaban a los periodistas y medios periodísticos críticos una historia que no era la de ellos y usaban los derechos humanos para hacer política contra la prensa. Los derechos humanos como arma arrojadiza de la política es una expresión cabal de desprecio hacia los derechos humanos. Elisa Carrió suele decir, ya en alusión a Milei, que las palabras son actos, porque el pensamiento es un acto. Esto es: cuando Milei agrede con la palabra, ya está ejerciendo una violencia real. De todos modos, la filósofa Hannah Arendt reflexionó sobre el discurso violento de esta manera: “Cuando el odio se convierte en la norma del discurso público, la violencia se convierte en su consecuencia inevitable”. Cuidado: el futuro puede estar cerca.
Tales espectáculos de violencia explícita o implícita sucedieron, en parte al menos, en una semana que vio subir el precio del dólar a pesar de una fuerte liquidación de los exportadores, más que nada de los agropecuarios. La suba ocurrió después de que el ministro de Economía, Luis Caputo, desafiara públicamente a sus críticos: “Si decís que el dólar está barato, compralo, campeón”, chicaneó a los que afirman que el precio de la moneda norteamericana está atrasado. La respuesta del mercado consistió en que muchos salieron a comprar dólares. Caputo el tío, al que se le reconoce su esfuerzo para estabilizar la economía, es un caso infrecuente de mutación de la personalidad. Se extraña, en efecto, al hombre extremadamente tímido –y extremadamente correcto– que era cuando trabajaba como alto ejecutivo de grandes bancos internacionales, como J. P. Morgan o Deutsche Bank. Esa manera de ser fue suya, incluso, durante el gobierno de Mauricio Macri, cuando fue secretario y ministro de Finanzas y, por último, presidente del Banco Central. Muchos funcionarios parecen admirar al Presidente por su estilo maledicente y agresivo. Ese es el riesgo de muchos jefes políticos: sus subalternos los copian y terminan en algunos casos siendo copias peores que el original. Los dirigentes políticos tienen la respuesta muy cerca cuando se preguntan por qué no fue a votar casi el 47 por ciento del electorado en la Capital y el 48 por ciento en Santa Fe. Es culpa de ellos. Así las cosas, las formas se confunden con el fondo y el sistema político constitucional deja de ser lo que es.
Además, la dirigencia pierde el tiempo, como los argentinos no se cansaron de perderlo durante demasiado tiempo. Fue la semana también en la que se conoció la decisión de la jueza del Distrito Sur de Nueva York, Loretta Preska, que decidió que el gobierno argentino debe entregar el 51 por ciento de las acciones de YPF por la pésima estatización de la petrolera hecha por el gobierno de Cristina Kirchner. La historia debe recordarse en su amplitud: el 15 de abril de 2012, la entonces presidenta de la Nación expropió lo que era la mayor empresa privada del país por un simple decreto de necesidad y urgencia. Cualquier empresa privada quedó entonces a tiro de un decreto; fue una clara violación de la Constitución, que protege la propiedad privada y que exige que una expropiación sea previamente aprobada por una ley del Congreso. El antecedente es tan grave que explica por qué la sola posibilidad de que el kirchnerismo vuelva al poder desalienta a eventuales inversores. También por qué el riesgo país no puede bajar de cerca de los 700 puntos básicos. Milei y los escándalos de violencia política, a los que él mismo aporta verbalmente, tampoco contribuyen a activar la confianza en el destino del país. Según varias encuestas, una mayoría de la sociedad está en desacuerdo con cómo el Presidente maltrata a sus opositores y críticos; más argentinos aun cuestionan el permanente atropello presidencial al periodismo. A una minoría de muy jóvenes, casi adolescentes, les gusta ese estilo desagradable de Milei. Poca gente. Aunque el mandatario sigue cosechando un 50 por ciento de adhesión social, debería preguntarse qué sucedería si las cosas cambiaran. Siempre cambian.
El argumento de los funcionarios más moderados del Gobierno es que toda la violencia que se ve y se toca es producto de la cercanía electoral, y que eso sucede siempre que la nación política se encamina hacia cruciales elecciones. “No somos la Madre Teresa frente al odio del neoliberalismo. Y nunca lo seremos”, se justifican a su vez los seguidores de Cristina Kirchner, quienes refieren también que dentro de poco tendrán que competir en elecciones nacionales. Todavía faltan más de tres meses para esas elecciones, que se harán el domingo 26 de octubre. Es demasiado tiempo para tolerar tanta vulgaridad. Tampoco sirve el argumento de que “son así” y de que nada los puede corregir a todos ellos, incluido el Presidente. Nadie nace guarango. No son las vísperas de nada las que provocan esa insoportable cantidad de grosería; el mal gusto es el resultado de la formación personal y del contexto familiar, no de próximas y pasajeras circunstancias políticas.
07/07/2025 a las 11:09 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El insulto como regla para retomar centralidad
Eduardo van der Kooy
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
6/7/025
La escena política de estos días está ofreciendo una novedad. Desde que la Corte Suprema, el 10 del mes pasado, avaló la condena contra Cristina Fernández por corrupción y se dispuso su arresto domiciliario, Javier Milei resignó la centralidad que ahora intenta retomar. Ha constituido una de las vigas de su gobierno. Sostén del liderazgo.
El Presidente se advierte incómodo con aquel desplazamiento de un lugar que consiguió por algunos éxitos (la baja inflacionaria y la estabilidad macroeconómica), la habilidad para demonizar a “la casta”, la alianza con gobernadores que le permitieron sobrellevar dificultades en el Congreso, la pelea con Mauricio Macri y la ostentación de una personalidad disruptiva, vehemente y muchas veces también brutal.
La baja de la inflación parece ya observada por la sociedad como un bien adquirido. El énfasis, según todas las encuestas, está puesto ahora en los salarios y el empleo. La alianza con los mandatarios provinciales se complica por el desarrollo del año electoral. Además, a raíz de la falta del envío de fondos que exige el ajuste a fin de sostener el equilibrio fiscal.
Hay otro libreto que también se corroe. Milei instó a que en octubre se vote en contra del kirchnerismo para erradicar “la casta”. Lo dijo después de la patética sesión en Diputados que emplazó a las comisiones el análisis de la situación del Hospital Garrahan y el financiamiento universitario. El Senado irá por la recomposición jubilatoria. Los grandes protagonistas de aquel escándalo que terminó abortando la jornada fueron muchos integrantes de Unión por la Patria y los libertarios. ¿A que “casta” se habría referido el Presidente? Hubo episodios que no se vieron nunca. Ni siquiera cuando ocurrió el quiebre del 2001. La diputada Lilia Lemoine, en pleno debate, filmando y desafiando con un teléfono a su colega partidaria Marcela Pagano. Le reprochó un supuesto vínculo político con Rogelio Frigerio, el gobernador de Entre Ríos, del PRO. Por haberse sumado al quórum.
La batahola estalló luego de que fueran aprobados los casos del Garrahan y de las universidades. ¿Qué seguía en la agenda parlamentaria para su tratamiento? La Comisión Investigadora del Caso $Libra, un fraude con criptomonedas en el cual en su momento tuvo participación Milei con un tuit. En este punto quedan tres misterios por develar. Los promotores del desorden fueron Unión por la Patria y La Libertad Avanza. El titular de la Cámara, Martín Menem, no hizo nada para reponer orden. Esperó que cayera el quórum y levantó la sesión. La causa por aquel fraude la sustancia la jueza María Servini de Cubría. La mujer se despachó la semana pasada con declaraciones insólitas. Opinó que no cree que Cristina pueda “estar mucho tiempo detenida”.
El clima hostil que va en aumento en la política posee varios estimuladores. El principal sería el propio Milei. Aunque no el único. El Presidente parece haberse convertido de nuevo en centro de atención no por sus logros políticos. Lo consiguió derramando cataratas de insultos. Por las redes sociales o en alguna de sus intervenciones públicas. El sitio web Chequeado calculó que hasta marzo el mandatario profirió 2,4 insultos por día de promedio. Contra opositores, periodistas y economistas.
Milei reiteró críticas e insultos (“imbécil” “burro eunuco”) contra Axel Kicillof por el fallo en contra de la jueza de Nueva York, Loretta Preska, en la causa por la estatización de YPF sucedida en 2012. Reclama el equivalente a US$ 16 mil millones. Se puede comprender la embestida en campaña: el gobernador es la cara visible del kirchnerismo para la elección de septiembre en Buenos Aires. Jamás se justificarían los agravios. En la misma bolsa volvió a meter a periodistas, durante una charla en un streaming. Los calificó, genéricamente, como “ratas”, “imbéciles”, “basuras”.
Existieron dos casos, sin embargo, que parecieron reflejar un pico del desborde. Calificó a Joaquín Morales Solá, de La Nación, como “la mierda humana”. Porque, a juicio suyo, nunca reconoce -entre varios- el trabajo de Luis Caputo, el ministro de Economía. Aseguró que Toto “fue elegido como el mejor del mundo”. ¿Dónde? ¿Por quién?
El otro hecho refiere a la periodista de pensamiento kirchnerista, Julia Mengolini. El último paso del Presidente fue denunciarla en la Justicia por injurias. Antes, la acusó de haberlo calificado de “incestuoso, zoofílico y homofóbico”. Milei terminó avalando al menos con 65 likes una marea de acoso de las patrullas libertarias digitales coronadas con un video realizado con inteligencia artificial. Horrendo: se veía a la periodista en actitud incestuosa con su hermano. La saga llegó hasta las páginas de The New York Times.
Con aquel comportamiento en el vértice del poder, ¿qué se le podría exigir a los diputados que promovieron el último bochorno? ¿Qué pedirles, por ejemplo, a la diputada kirchnerista Florencia Carignano o a la libertaria María Julia Santillán, que parecen haber sido educadas en una alcantarilla? ¿No pregona el Presidente que su llegada providencial fue para cambiar la cultura política? ¿El camino del insulto permanente sería la receta para el cambio?
La institucionalización de la violencia verbal deriva irremediablemente en cosas peores. Un capítulo lo ilustra. El diputado libertario José Luis Espert suele describirse a sí mismo cuando habla. Dijo en una exposición cosas que jamás debió decir. La revancha kirchnerista sobrevino tal cual se esperaba: su casa fue atacada por militantes que, además, forman parte del Estado provincial. Una fue Alesia Abaigar, directora de un área del Ministerio de la Mujer de Buenos Aires. La otra, Eva Miere, concejala de Quilmes, compinche de la intendenta camporista Mayra Mendoza. ¿A esas acciones habrá llamado Cristina “terrorismo de Estado de baja intensidad”? Lo hizo cuando recibió en su arresto domiciliario la visita de Lula, el presidente de Brasil. Aquel “brazo armado” de la dama acostumbra a estar muy activo. Tres ex funcionarios de Eduardo De Pedro, ex ministro del Interior, también miembros de La Cámpora, fueron identificados por el vandalismo cometido contra Canal 13 y TN. La Justicia, a diferencia del caso Espert, demoró un mes en citarlos a declarar.
La ex presidenta también mencionó una “supuesta deriva autoritaria” que estaría imperando en la Argentina de la mano de Milei. Habla, por supuesto, de su arresto domiciliario a raíz de una causa que atravesó durante 17 años tres instancias del Poder Judicial y terminó avalada por la Corte Suprema. Aunque en sus palabras habría una extensión: la detención de funcionarios que atentaron contra el domicilio del diputado libertario.
Un reclamo similar hizo la intendenta Mendoza. Vale una pregunta: ¿Estarían justificados tantos días de detención (11 en el caso de Abaigar) para aquellas personas? Un interrogatorio, la recolección de pruebas y el inicio de una causa judicial sonarían suficientes como castigo preliminar. Pero la jueza de San Isidro, Sandra Arroyo Salgado, tendría la sospecha de una trama compleja detrás de aquellos incidentes.
Tal vez por ese motivo retuvo la causa y no la delegó en ninguno de los fiscales. Ni en Federico Iuspa ni en Roberto Fernández. Este último intervino en la causa de la Fiesta de Olivos durante la pandemia, que involucró a Alberto Fernández y Fabiola Yáñez, su ex pareja. La solucionó con una multa. Es un funcionario que supo ser cercano a Justicia Legítima. ¿Qué presunción se escondería detrás de las investigaciones? La intervención logística del municipio de Quilmes. Los atacantes de la casa de Espert llegaron en un vehículo despachado desde allí y con inscripciones identificativas. Habrá que ver si alguna responsabilidad recae en la intendenta Mendoza.
La intoxicación del ambiente político, institucional y social no llegaría para el Gobierno en un momento propicio. Milei frenó su avanzada contra Kicillof por YPF luego de recibir un consejo atinado: sus palabras convalidarían el principio de que existió mala praxis en la estatización de la empresa. Eje de las argumentaciones de la jueza Preska, que se nutrió de una confesión del ahora gobernador bonaerense transformada en un tiro en los pies para nuestro país. En 2012 dijo en una interpelación ante el Congreso que no hacía falta respetar los estatutos de la petrolera. “El Estado no puede ser bobo”, se floreó.
El Gobierno está obligado a instrumentar una defensa que, al parecer, no había previsto. Rodolfo Barra fue el primer procurador general (máximo cargo para defender los intereses del Estado) y se excusó en la causa YPF porque su segundo había sido asesor del grupo Burford, convertido en gran litigante. Tiempo después fue reemplazado por Santiago Castro Videla que también se excusó por razones similares.
El pleito renació en un momento inoportuno. De ruidos en la economía. Por un lado, la decisión del JP Morgan de salir de su posicionamiento en pesos y refugiarse en dólares. Amortiguada con un informe en el cual destacó la labor económica libertaria. También la decisión del Fondo Monetario Internacional (FMI) de postergar un desembolso y seguir con el análisis del plan argentino. La falta de acumulación de reservas sería un obstáculo. En especial, teniendo en cuenta un dato: en el primer semestre el agro liquidó por un valor de US$ 15.500 millones. Un 40% más que en 2024.
Esa solvencia, sin embargo, no parece tranquilizar el mercado. La demanda de la moneda estadounidense aumenta su cotización. Toto Caputo salió a hacerle frente al fenómeno con una frase temeraria: “Comprá, no te la pierdas, campeón”, aconsejó. Remontó la memoria a aquel vaticinio de Lorenzo Sigaut, ex ministro de la dictadura: “El que apuesta al dólar pierde”, afirmó.
La soberbia es demasiadas veces un sendero hacia el abismo.
07/07/2025 a las 11:12 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Estalló la guerra fría entre Kicillof y Cristina
Roberto García
Fuente: Perfil
(*) Notiar.com.ar
6/7/025
El mejor de los combates. Ocurre que horas previas a la tensa cumbre de ayer al mediodía en Merlo –donde finalmente no ocurrió nada y fueron corriendo a sus viviendas–, los congresales del PJ bonaerense ya habían cruzado armas. Ocurrió en otra localidad vecinal, donde la burocrática muchachada del PJ se encontró para dilucidar poderes, repartos y candidaturas. Sin acuerdo, claro. O con uno tan falso a cumplir después del miércoles próximo, cuando vence la presentación para los comicios provinciales de septiembre, que nadie arriesga un doblón por ese entendimiento partidario.
Había empezado el áspero encuentro con la discusión sobre la presencia o no en el Congreso de la agrupación que montó el gobernador Kicillof bajo la sigla MDF: moción derrotada. Madre e hijo 1, Axel cero. Luego se avanzó en debatir el lugar donde finalmente se juntaron ayer, con Fernando Espinoza invitando a La Matanza y la Cámpora proponiendo Merlo. Mientras, la gente de Kicillof ofrecía cuatro alternativas, sin gustar ninguna. Demasiada oferta, poca convicción. Mucho nervio en esos intercambios orales y Gabriel Katopodis, ministro del Gabinete bonaerense, en una de las tenidas, incurrió en el hábito de los jóvenes y viejos de ambos sexos, y de otros sexos también, que han incorporado como muletilla constante en su lenguaje, de forma hiriente, despreciativa o cariñosa, el término “boludo”. Vale para cualquier situación, atraviesa el arco del agravio a la simpatía. Dicen que bajo ese imperio, se sirvió de esa palabra acomodaticia para referirse a Máximo más como un “boludo” convencional que como un “boludo” inútil. Pero lo hizo. Quizás harto de que así lo denominen desde chico, disminuyéndolo, el hijo de Cristina reaccionó:
“¿A quién le decís boludo, pelotudo de mierda?”, replicó encendiendo la audiencia y levantando el tono al tiempo que saltaba de la silla agregando gritos y más improperios. Al guapo A se le adosaron enseguida sus fieles de La Cámpora y, por su parte, el guapo B, Katopodis, hacía lo mismo. Típica escena de un alboroto en la tribuna de una cancha, en la que nadie llega a pegarse mientras los dos involucrados gritan “agarrame que lo mato”. Se hicieron, por lo tanto, dos bandos para contenerlos, aunque a algunos quizás les hubiera encantado que los protagonistas hubiesen cambiado algunas trompadas. La guerra entre los ausentes Cristina y Kicillof estaba desatada, en su esplendor, y se prometía ardorosa para continuar luego. Sin embargo, aflojaron las tensiones, se concilió en la cita de ayer en Merlo y, como si fuera una gentileza disfrazada de emboscada, Máximo y sus muchachos concedieron en pos de la unidad que el gobernador haga por su cuenta la lista de candidatos para la elección de septiembre y que, luego, Cristina, además de revisarla, quizás realizara ciertos retoques. O sea, el propio Máximo y La Cámpora digitaban más tarde quienes son los postulantes distritales, se convierten en los dueños de la lapicera con la doctora. Tan obvia la trampa que ni Sergio Massa concurrió ayer a la convocatoria. Una pícara insolencia ante un Kicillof que ni abona adhesiones: no llama a intendentes que podrían acompañarlo ni se comunica con gobernadores que ya han puesto un cinturón sanitario al domicilio de Cristina. Imponen la consigna: declaramos que la queremos libre, pero no vamos a acercarnos a ese paradero en Montserrat, tenemos más para perder que para ganar con esas visitas. Además, ya empiezan a costar plata.
Piensa al revés el eterno Mario Ishi, quien minutos antes de la reunión de ayer del PJ bombardeo el plenario pretendiendo desbaratar una cuestión que parecía cerrada: Kicillof había separado las elecciones distritales en septiembre de las nacionales en octubre, contra la voluntad de Cristina. Ahora, el intendente de José C. Paz quiere unificarlas. Suspenso para una batalla que el gobernador y otros intendentes creían ganada. Nada se dijo de este tema en la protocolar y veloz reunión de ayer en Merlo, cumpliendo las escrituras de la ley. Cristina y los hunos de La Cámpora presionan al extremo, no dejan ni las miguitas en la mesa, y si no se les complace, hasta dicen que sería mejor trasladarle las responsabilidades electorales a Kicillof para que, si se pierde, cargue el observador con todas las culpas y desaparezca del tablero en 2027. Cuesta creerles, siempre quieren todo ahora. Como si todavía fueran jóvenes.
Cuesta imaginar una renovación cariñosa entre Axel y Cristina, más entre otros participantes: imposible que Mayra Mendoza (Quilmes) vaya junto a Jorge Ferraresi (Avellaneda). Se manifiestan tan separados como si los dividiera la religión. Ni el odio a Javier Milei parece alinearlos, aunque instalen una mesa compartida con la cabeza de Máximo y la de Axel y la promesa de no abandonar nunca la militancia. Lo dijo Florencia Carignano cuando le gritaba “cagón” a Espert en el mismo Congreso, ya que se puede ser “diputada y militante”. Como Alesia Abigail, la ministra de Kicillof que fue a arrojar mierda a la casa de Espert –y no por las inopinadas declaraciones del legislador sobre la pena de muerte–, argumentando que se puede ser “militante y funcionaria”. Todo por una “Cristina libre” en los comunicados.
07/07/2025 a las 11:20 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Reformas y plata, las razones detrás de la guerra entre Milei y los gobernadores
Marcos Novaro
Fuente: TN
(*) Notiar.com.ar
6/7/025
El principal clivaje que va emergiendo en la política argentina en la era Milei no es tanto izquierda vs derecha, que al Presidente y su gente tanto les interesa y del que hablan todo el tiempo, pero sigue sin importarle a la gran mayoría; ni tampoco entre dos liderazgos populistas contrapuestos pero también bastante parecidos, y que dejan tan fríos a una porción importante del electorado que prefiere quedarse en su casa. Es entre el gobierno nacional y las provincias.
Por una razón bastante sencilla: Milei triunfa ampliamente en cualquier competencia nacional, y lo va a seguir haciendo por un buen tiempo, pero no gobierna ningún territorio, ni va a hacerlo al menos hasta 2027; y en las demás fuerzas, dado el deterioro que sufren los liderazgos tanto de Macri como de Cristina, y su respectivo éxito en frustrar a sus potenciales sucesores, no hay ni liderazgos ni proyectos convocantes que generen mayor entusiasmo; así que los jefes de los 24 distritos del país tienen muchos motivos para pelearse con Milei, y el principal de ellos es, claro, la expresión más palmaria del poder, la plata, y pocas razones para no cooperar entre sí sorteando las diferencias partidarias, dado que ninguno de ellos es cabeza ni acompañante ni siquiera parte de algún proyecto con chances inmediatas de imponerse a los demás y jorobarlos como viene jorobándolos Milei.
Ni siquiera quien suele oficiar como primus inter pares entre ellos, el gobernador bonaerense, genera de momento mayor recelo o desconfianza en sus colegas.
Este es el principal motivo por el que los 24 gobernadores se han estado reuniendo en el CFI, para impulsar una agenda legislativa que ponga coto al control de recursos y gastos por parte del Ejecutivo nacional, y negociar en mejores condiciones su proyección en el tiempo a través de las reformas que Milei tiene in pectore, y pueden significar cambios sustantivos en el federalismo fiscal.
Con lo que tratan de revertir la derrota que este les impuso a comienzos de su mandato con la prórroga del presupuesto de 2023, prolongó y profundizó con los decretos de emergencia y la Ley Bases, y que a fines del año pasado el Presidente volvió a estirar, al volver a negarse a negociar un presupuesto para 2025.
En el medio, además, el Gobierno cometió un error garrafal, que le facilitó este juego cooperativo a los gobernadores detrás de una agenda legislativa propia, y problemática para el plan de ajuste.
Y es que, al menos desde hace un año, la agenda oficial empezó a pesar cada vez menos en el Congreso, porque el Ejecutivo decidió postergar para después de las elecciones legislativas la discusión de sus reformas estructurales.
Y como los legisladores, si el Ejecutivo no les da trabajo, se buscan por su cuenta el suyo, se volvieron cada vez más atentos, a falta de iniciativas convincentes y con chances de éxito de sus jefes de bloque, a las necesidades e iniciativas de sus jefes territoriales.
Esta agenda de los gobernadores es muy variopinta, pero tiene una lógica de negociación bastante sensata y un núcleo compartido por todos ellos que no es arbitrario ni inalcanzable.
Se han hecho eco de todo tipo de iniciativas dirigidas a distribuir recursos fiscales, en las que no todos los partidos a los que ellos responden están de acuerdo. Pero eso no representa mayor inconveniente, si les permite avanzar en los temas que más les interesan: los dos o tres proyectos que los beneficiarían sin distinción. Y en los que todos creen, además, que el gobierno nacional podría ceder y es posible forzarlo a que lo haga si se lo amenaza lo suficiente.
Esos proyectos que forman el común denominador que une a los 24 jefes distritales contra Milei son, ante todo, la reforma del impuesto a los combustibles y de los ATN, en un plano secundario (porque implica más diferencias entre ellos), la reforma de las retenciones, y en el mediano y largo plazo, la reforma de los demás impuestos coparticipables.
Para lograr sus objetivos comunes, como decíamos, los gobernadores no han dudado en dar aire a un montón de otras iniciativas: para empezar, la declaración de emergencia pediátrica (motivada en el conflicto del Garraham) y la compensación de atrasos presupuestarios para las universidades; e incluso a otros más amplios y potencialmente letales para el plan de estabilización (obra pública, jubilaciones, etc.).
Y puede que varios de ellos avancen, porque la dinámica legislativa ha variado notablemente a consecuencia del repliegue de la agenda oficial y la gravitación creciente de las agendas opositoras: los libertarios se han pasado las últimas semanas atajando penales, viendo cómo se las ingenian para frenar una reunión o despacho de comisión, frustrar el quórum, cerrar un orden del día o postergar una sesión plenaria.
Y lo más preocupante para ellos, cuentan para esas tareas puramente defensivas con la colaboración de cada vez menos legisladores de los que pululan en el disperso centro del espectro: los dialoguistas, los colaboracionistas e incluso los disidentes de sus propias filas, todos ellos parecen inclinados a prestarle mucha menos atención hoy a lo que les pide Milei que a lo que esperan de ellos los jefes políticos de sus distritos.
Esto no debería sorprender al gobierno nacional: ha sido su objetivo prioritario debilitar y fragmentar a las fuerzas de centro, para polarizar al mango la escena con el kirchnerismo, y crecer electoralmente, a costa del PRO, de la UCR, del peronismo federal y los partidos provinciales.
La apuesta a “ganar solos” de los violetas se revela así como un objetivo contradictorio, al menos de momento, con el control de la agenda política. Y como una apuesta potencialmente acotada en sus rendimientos: la LLA avanza, efectivamente, pero a costa de sectores que ya votaban los proyectos oficiales, así que no crecerá mucho a fin de año el número de legisladores que están dispuestos a formar mayoría detrás suyo; al contrario, al verse amenazados en su existencia y mal retribuidos por su colaboración, no pocos de los moderados que van quedando se inclinan a colaborar con la oposición dura, con tal de recuperar algo del poder de negociación que fueron perdiendo.
Es lo que hicieron esta última semana un gran arco de legisladores, respondiendo a gobernadores de distinto signo que, después de reunirse en el CFI con todos sus colegas, le exigieron a Milei que ceda más recursos, a través de los ATN (de los que llega solo una mínima parte a las provincias y el grueso sigue engrosando el superávit fiscal, igual sucedió que el año pasado) y el impuesto a los combustibles (que se sigue distribuyendo muy parcialmente, a través de un fideicomiso que es de los pocos que el PEN quiere preservar, para mantener el ahogo sobre las cuentas provinciales). Como eventual piezas de negociación, los gobernadores se mostraron dispuestos a abrir la puerta a otros proyectos, que molestarían aún más a Hacienda.
Participaron de esa movida, entre otros, legisladores peronistas de distintas orientaciones, de fuerzas provinciales y macristas: los que responden a Llaryora (Córdoba), Frigerio (Entre Ríos), Jalil (Catamarca), Sáenz (Salta), Weretilneck (Río Nedro), Passalaqua (Misiones) y Figueroa (Neuquén), entre otros. Todos con buenos lazos hasta hace poco con el gobierno nacional. Y lo que es tal vez más notable, varios de ellos todavía con planes de compartir listas en octubre con él. Pero cuyos reclamos por más recursos no fueron atendidos, y sus perspectivas de participación en esas listas compartidas vienen declinando, vista la mezquindad que al respecto enarbola la gente de Karina Milei y confirman los “acuerdos” bonaerenses.
Es cierto también que esos gobernadores ni quisieron tampoco dinamitar puentes con el oficialismo. De allí que ninguno de los proyectos en danza esté cerca de aprobarse, pese a que podrían haber avanzado mucho más. Bastó, de momento, con la amenaza de hacerlo en las próximas semanas. Pero si no hay una respuesta más atenta de Nación a sus reclamos, puede que pronto Milei tenga que vetar, en medio de la campaña electoral, proyectos sensibles para los votantes de muchos distritos, sin garantía encima de que pueda sostener esos vetos.
Para completar el nuevo panorama legislativo, se sumó la reactivación del proyecto de reforma del tratamiento legislativo de los DNU. Que apunta a modificar la regla, establecida en 2005 por impulso de los Kirchner, por la que basta que una cámara no se pronuncie para que un decreto del presidente quede firme.
Si el cambio de ese criterio prosperara, los DNU necesitarían aval explícito de las dos cámaras, y Milei, que pronto se quedará sin las facultades delegadas concedidas el año pasado, y tendrá que recurrir seguramente a más de esos decretos, estaría en serios problemas aun cuando sus bancadas propias dupliquen su tamaño en diciembre.
¿Por qué el oficialismo reacciona tan tarde a esta pérdida de control sobre el Congreso, cuando durante 2024 parecía haber avanzado bastante con sus aliados como para evitarlo?
Los negociadores legislativos del oficialismo, en particular Martín Menem, pasaron a desempeñar un rol mucho más activo en la estrategia de Karina Milei de armar listas propias en las provincias. (Foto: X @LLibertadAvanza)
Los negociadores legislativos del oficialismo, en particular Martín Menem, pasaron a desempeñar un rol mucho más activo en la estrategia de Karina Milei de armar listas propias en las provincias. (Foto: X @LLibertadAvanza)
Paga el costo de varias malas decisiones juntas. En primer lugar, como ya dijimos, haber vaciado su agenda legislativa, con la idea de que le convenía postergar el tratamiento de nuevas reformas hasta después de las elecciones. No presentó prácticamente ningún proyecto relevante, así que los legisladores que antes se ocupaban de negociar con él, pasaron a hacerlo entre ellos y con los kirchneristas, atendiendo a las necesidades de sus gobernadores.
Si el Gobierno no les daba trabajo, y oportunidades de influir y recibir compensaciones de su parte por hacerlo, se los buscarían por otro lado, y es lo que hicieron.
En segundo lugar, los negociadores legislativos del oficialismo, en particular Martín Menem, pasaron a desempeñar un rol mucho más activo en la estrategia de Karina Milei de armar listas propias en las provincias, para competir con esos gobernadores a los que otras alas del Gobierno, principalmente Guillermo Francos y Santiago Caputo, venían esmerándose en convertir en aliados.
Los afectados no tardaron en entender que el Presidente quería usar su representatividad legislativa para conseguir gobernabilidad, y al mismo tiempo anularla en las urnas en cuanto tuviera oportunidad. Y lógicamente se están resistiendo a ir mansamente al matadero, y más todavía a ayudar a su verdugo.
El tercer factor, coincidente con lo anterior, que parece estar pesando es la lección que dejan los distritos que ya votaron o están por votar. Lo que tienen en común la elección de Ciudad de Buenos Aires, con la caída estrepitosa del PRO y la perspectiva de su absorción por LLA, los resultados de Formosa y Rosario, con la resiliencia del electorado kirchnerista, y la perspectiva de una polarización extrema de la votación bonaerense, es algo que ya se conoció en tiempos de Macri, y en particular en las legislativas de 2017: que los que más votos pierden son las avenidas del medio.
Mientras que los candidatos, y por tanto los legisladores, que siguen respondiendo a Cristina, puede que aguanten mejor el avance oficialista: si esa tendencia se confirmara en octubre, LLA le robará al kirchnerismo entre 5 y 7 bancas en diputados y 3 o 4 en el Senado, y más de 20 y 10 respectivamente a los demás partidos.
La situación no es exactamente la misma que en 2017, porque ahora el liderazgo de CFK pesa mucho menos, el peronismo en las provincias es mucho más débil y está más dividido y, fundamentalmente, no hay una crisis fiscal y financiera a punto de estallar. Pero los números pesan de todas formas: si tanto el Gobierno como la principal oposición tendrán pronto más recursos para polarizar la competencia, los que pagarán el pato van a ser aquellos cuyos intereses no están bien representados en ninguno de los dos lados de esa “grieta”. Les conviene a estos entonces cobrarse lo más cara posible hoy mismo su colaboración, y apurarse a negociar ahora lo que se pueda, antes de que sus recursos para hacerlo decaigan.
Conseguir más recursos para encarar la actual campaña electoral es, por todo lo dicho, solo una parte de la cuestión en danza, y no la más importante. Lo que está gestándose en los acuerdos entre los gobernadores de todas las filiaciones es un contrapoder trans partidario, que más allá de cómo resulten las próximas legislativas, pueda negociar de igual a igual con el Presidente. Dentro del Congreso, frente a los Tribunales, ignorando la polarización, que a ninguno de ellos, ni siquiera a los más alineados con el kirchnerismo, les garantiza nada.
Es por esto que los encuentros entre ellos, aunque no tengan proyecto alguno que los una, carezcan de liderazgo y siquiera de un vocero reconocido, o mejor dicho precisamente por todo eso, porque solo los une una necesidad inmediata y crematística, han venido para quedarse.
¿Es bueno o es malo que los gobernadores le pongan límite, si es que lo logran, a la estrategia de Milei de descargar los costos del plan de estabilización, además de en los jubilados, en las provincias, vía reducción de transferencias, obra pública, etc? ¿Pueden esas resistencias hacer fracasar la lucha contra la inflación?
Está por verse. Si Milei sigue siendo inflexible, tal vez la represa que ha impuesto al aumento del gasto se resquebraje y derrumbe. Por la imposibilidad de sostener en el Congreso sus vetos a proyectos de gasto. Antes de que en diciembre asuman sus nuevos legisladores y puedan sostenerlos sin ayuda. O incluso después de diciembre, si igual no llegan a reunir el tercio que necesitan.
O puede que Milei logre quebrar el frente federal que se ha venido gestando, a través de concesiones puntuales a algunos mandatarios más afines, o de una negociación acotada a los menos costosos de sus reclamos. Para avanzar el año próximo con reformas que sigan cargándose sobre las cuentas provinciales, y obliguen a esas administraciones a profundizar su propio ajuste.
En cualquier caso, esas son solo escaramuzas. La madre de las batallas entre el Gobierno y las provincias recién está empezando a tomar forma y gira en torno a la reforma impositiva, que va a afectar inevitablemente quién y cómo recauda, y quién y cómo gasta en la Argentina.
Para llegar en las mejores condiciones posibles a esa discusión es que ambas partes están haciendo músculo y mostrando los dientes. Y tal vez el fondo del problema que estamos viviendo es que Milei no ha expuesto más que unas pocas ideas al respecto. Una de ellas es la reforma del IVA, que no es mala forma de empezar, pero tiene potencialmente muchos damnificados y nadie sabe a quiénes beneficiará, y hasta no conocer los detalles lo razonable para las provincias es prever que estarán en el primer grupo. De allí que la sola mención del tema haya también alentado a los gobernadores a atrincherarse, por si acaso.
Tal vez la mejor forma de lidiar con el frente federal, entonces, no sería atender puntuales demandas para salir del paso, sino definir los detalles de esa reforma y conformar algo así como una coalición reformista, con aliados territoriales más claros. Pero sabemos ya por experiencia que no es que Milei no lo haya pensado por falta de tiempo, es que eso de las coaliciones a él no le interesa, más bien le repugna.