Por Hernán Andrés Kruse.-
GKC
“Chesterton no terminó la carrera artística. Cuando abandonó la Slade School se puso a trabajar en una editorial para evaluar la posible publicación de los manuscritos que llegaban. Al poco tiempo comenzó a publicar en varios periódicos. Sus primeros escritos fueron reseñas de libros y comentarios literarios. Después pasó a escribir columnas. Sus artículos no pasaron inadvertidos por la riqueza de imágenes que empleaba y también por los puntos de vista con que abordaba cualquier tema, por muy inocuo que fuera. Fue tal el interés que los artículos de Chesterton suscitaron entre los lectores que en 1901 publicó una selección en un libro titulado The Defendant (en castellano, El defensor). Los nombres de todos los capítulos comenzaban así: “En defensa de…”. Incluían cosas defendidas tan curiosas como los esqueletos, la jerga o las cosas feas. Chesterton tenía una habilidad para contemplar todo de un modo poético y transmitir un aprecio nuevo por las cosas más mundanas.
El año siguiente publicó su segundo libro con artículos publicados. Se titulaba Twelve Types (en castellano: Doce Tipos). En esta ocasión, cada capítulo trataba sobre un personaje célebre. Lo mismo que en su publicación anterior, aquí también abordaba el tema desde una perspectiva original, pero con la diferencia de que defender su opinión ahora suponía, en la mayoría de las ocasiones, ir en contra de la opinión dominante. Uno de los autores que describió en Twelve Types fue Lord Byron. Su capítulo se titulaba “El optimismos de Lord Byron”. Para cualquier persona familiarizada con el romanticismo inglés, este título resultaba altamente provocativo porque Byron ha sido siempre catalogado como un artista muy pesimista. Chesterton observó un hecho patente: un pesimista nunca puede ser popular. Se trata de una contradicción. Nadie recibe con entusiasmo la noticia -por ejemplo- del fin del mundo. Según Chesterton, la popularidad del pesimista no se debe a que muestre que todas las cosas sean malas, sino porque muestra que algunas cosas son buenas.
El hombre que es popular tiene que ser optimista sobre algo, aunque se trata del caso extremo de ser optimista sobre el pesimismo. Lord Byron puede emplear palabras de horror y de vacío, pero al menos, el ritmo de su métrica funciona como un baile saltarín. Chesterton concluye el capítulo afirmando que Byron era un optimista inconsciente, y que su ser esencial y profundo era vivaz y confiado. Durante mucho tiempo este fondo optimista estuvo enterrado bajo artificios emocionales. Pero en un momento dado, ese fondo salió a la luz cuando oyó el grito de la realidad, encarnada en una necesidad política: la defensa de la independencia de Grecia frente a la amenaza del Imperio Otomano. Un pesimista convencido jamás habría acudido a luchar por ninguna causa. Si Lord Byron respondió a esa llamada, lo hizo porque en su interior existía la convicción de que había cosas por las que valía la pena dar la vida.
Al leer una defensa como esta da la impresión de que Chesterton conocía a Byron mejor de lo que el propio Byron se conocía a sí mismo. Por eso no era de extrañar que la lectura de los artículos de Chesterton levantara, cuanto menos, curiosidad por este desconocido periodista. El lector se encontraba con un autor seguro de sí mismo, que ayudaba a ver las cosas desde una perspectiva nueva, argumentaba con una estructura lógica de ideas, y siempre dejaba un poso con un intenso sabor a alegría. Todo ello era el fruto de encarnar aquella “teoría mística rudimentaria” que le había ayudado a entender la propia existencia como algo muy estimulante. Dado el espíritu combativo de Chesterton, no habría que esperar mucho tiempo para que su teoría mística chocara con temas más serios y peliagudos.
En 1903 Chesterton se enzarzó en una polémica con Robert Blatchford, el director del semanario The Clarion. Blatchford era un socialista radical en política y un agnóstico en temas religiosos. Había publicado un credo determinista, y había invitado a quien quisiera a un intercambio libre y abierto de opiniones sobre los dogmas de dicho credo. Aquello fue suficiente para que Chesterton empuñara la pluma dispuesto a pelear. El intercambio de ideas entre Blatchford y Chesterton duró varios meses. Los lectores siguieron con interés este debate entre el veterano periodista y el desconocido GKC, pues así es como firmaba Chesterton sus artículos. El joven interlocutor hacía gala de razonamientos consistentes y de un estilo repleto de imágenes y paradojas. Cada vez resultaba más evidente que las ideas de Chesterton respondían a planteamientos cristianos, si bien nunca invocaba la autoridad de la Iglesia ni de la fe para apoyar sus argumentos.
Hasta que llegó un punto en que Blatchford preguntó explícitamente si GKC era cristiano. Chesterton no lo dudó. Esta fue la respuesta que publicó en su columna del Daily News: “1. ¿Es usted cristiano?: ciertamente. 2. ¿Qué entiende usted por cristianismo?: creer que cierto ser humano a quien llamamos Cristo tiene con respecto a cierto ser sobrehumano al que llamamos Dios una relación única y trascendental que llamamos filial. 3. ¿En qué cree usted?: en una gran cantidad de cosas. Creo que el señor Blatchford es un hombre honrado, por ejemplo. Y también (aunque con menos firmeza) que hay un lugar llamado Japón. Si se refiere a cuáles son mis creencias en materia religiosa, le diré que creo en lo que he declarado anteriormente (respuesta número 2) y en un gran número de dogmas espirituales, que van desde el dogma espiritual que estipula que el hombre es la imagen de Dios hasta el de que todos los hombres son iguales y que no se debería estrangular a los bebés. 4. ¿Por qué cree usted?: porque percibo que la vida es lógica y viable con estas creencias, e ilógica e inviable sin ellas”.
Se trata de una confesión pública sobre su cristianismo. Chesterton afirmó sin ambages que cree. Pero se trata de una fe que no se justifica por la herencia familiar, ni por la tradición cultural, ni por el sentimiento religioso. Tampoco se trata de una aceptación ciega y resignada de algo absurdo. Si Chesterton cree, lo hace porque ha razonado. La vida sería horrorosa si no se aceptara la existencia de un Creador y la intervención redentora de ese mismo Dios. Chesterton supo sacar la consecuencia lógica de esta premisa: si en el origen tenemos a un Dios que libremente nos ha dado la existencia, entonces la actitud cristiana más apropiada es la alegría. El gozo cristiano tiene una raíz radicalmente distinta que la diversión pagana. En el caso de Chesterton, bastaba con leerle para darse cuenta de que transpiraba alegría.
Aquí conviene realizar una precisión. Chesterton dice en la cita anterior que la vida resulta lógica con las creencias cristianas. Cualquier racionalista desmontaría esa afirmación, diciendo que la razón científica nada puede decir sobre las creencias religiosas. Chesterton le habría dado la razón sin dudar. El método científico poco puede decir de algo que no se puede medir. Pero en este pasaje y en todos sus escritos, Chesterton se refiere a la lógica desplegada por la que podríamos denominar como “razón metafísica”: aquella que se apoya en el principio de no contradicción. De ahí que en sus escritos Chesterton trabajara tanto la paradoja. Este recurso obligaba al lector a reflexionar y a mirar a la realidad muchas veces desde una perspectiva nueva. La realidad puede ser paradójica, pero nunca será contradictoria.
Chesterton comenzó así su carrera pública como periodística. Se estima que escribió más de 4.000 artículos. Para hacernos una idea de este volumen de trabajo, esta cifra equivale a escribir un artículo diario durante 11 años. Pero Chesterton no se quedó en un columnismo de relleno. También practicó un periodismo crítico con los poderes, especialmente, con la plutocracia que gobernaba Inglaterra en aquella época. Además, en la etapa final de su vida dirigió el semanario GK’s Weekly cuyo objetivo principal fue la difusión del distributismo, una corriente económica alternativa al capitalismo y al comunismo inspirada en la doctrina social de la Iglesia.
La producción de Chesterton no se restringió al ámbito periodístico. A lo largo de su vida publicó varias novelas. La primera fue El Napoleón de Notting Hill. Le siguieron otros títulos como El hombre que fue Jueves, La esfera y la cruz o Manalive. Se trata de novelas cuya clave se encuentra en los diálogos. También escribió relatos cortos. De entre ellos, surgió el que probablemente sea su personaje literario más entrañable: el Padre Brown, un sacerdote católico que ejerce de detective “aficionado”. La diferencia con Sherlock Holmes es que éste resolvía enigmas gracias a su meticulosa observación y su conocimiento enciclopédico, mientras que al Padre Brown lo que le interesaba era el corazón del delincuente y su cambio de vida. La poesía fue un género que cultivó durante toda su vida. Publicó unos pocos libros de poemas, entre los que se encuentran La balada del caballo blanco y Lepanto, que llegaron a tener una buena aceptación entre el público inglés. Chesterton también escribió semblanzas sobre personajes conocidos. No eran propiamente biografías, sino una reflexión muy libre sobre la vida y las ideas de ese personaje. Cabe destacar los libros sobre Charles Dickens, George Bernard Shaw, San Francisco de Asís y Santo Tomás de Aquino. Además, publicó ensayos sobre la situación social de la época, como fue el caso de Lo que está mal en el mundo o Esbozo de la sensatez. Tampoco faltaron escritos sobre la fe cristiana. Entre ellos, sobresalen La superstición del divorcio, Ortodoxia y El hombre eterno”.
CONVERSIÓN
“La vida de Chesterton tuvo dos puntos de inflexión. El primero ocurrió cuando articuló su “teoría mística rudimentaria”. Con ella pudo superar el pesimismo intelectual que le rodeaba. El segundo punto de inflexión corresponde a su conversión al catolicismo. La admisión en la Iglesia Católica tuvo lugar en 1922, cuando Chesterton contaba 48 años. En su Autobiografía proporciona el que probablemente sea su argumento más conocido para hacerse católico: “Cuando la gente me pregunta: «¿Por qué abrazó usted la Iglesia de Roma?», la respuesta fundamental, aunque en cierto modo elíptica, es: «Para librarme de mis pecados», pues no hay otra organización religiosa que realmente admita librar a la gente de sus pecados; está confirmado por una lógica que a muchos sorprende, según la cual la Iglesia deduce que el pecado confesado y del que uno se arrepiente queda realmente abolido, y el pecador vuelve a empezar de nuevo como si nunca hubiera pecado”.
Esta cita da a entender que esa “lógica” para librarse de los propios pecados no se encontraba en la Iglesia de Inglaterra, que era donde había sido bautizado de pequeño. La Iglesia de Inglaterra reivindicaba que era la auténtica Iglesia Católica, la que correspondía a la fundada por Jesús. Se concebía a sí misma como la única que había mantenido la conexión con la Iglesia de la Antigüedad gracias a que no se había corrompido en la época medieval, como así le había sucedido a la Iglesia de Roma. Pero Chesterton se daba cuenta de que algo estaba minando esta “autenticidad” de la Iglesia de Inglaterra. En la respuesta que dio a Blatchford en 1903 sobre su condición de cristiano hay un término muy significativo que se repite dos veces: la palabra “dogma”.
Precisamente la idea de “dogma” estaba siendo abandonada por bastantes teólogos y eclesiásticos anglicanos de esos años. En el siglo XIX se desarrolló la corriente teológica conocida como Protestantismo Liberal. Uno de sus principales impulsores fue Friedrich Schleiermacher. Por influencia del romanticismo, Schleiermacher asumió la religión como el sentimiento de absoluta dependencia con la divinidad. Además, la fe siempre se experimenta dentro de una comunidad, nunca de forma aislada. Desde estas premisas, la teología se veía condicionada al contexto religioso particular en que se desarrollaba. Por este motivo, se replanteó el papel de los dogmas. Se vieron como experiencias particulares de épocas pasadas. El protestantismo liberal tendió a restar importancia a la doctrina transmitida en beneficio de la vivencia emocional de una fe que cada vez se identificaba más con la propia experiencia personal y no con un don transformador.
Cuando Chesterton comenzó a interesarse por la fe cristiana en la Inglaterra de principios del siglo XX, se encontró con planteamientos teológicos un tanto difusos. Una consecuencia de esta ambigüedad fue el escaso carácter combativo por la doctrina que encontró en la Iglesia de Inglaterra. Un hecho que reflejaba esta actitud de condescendencia eclesiástica con las ideas modernas fue el debate suscitado para aprobar la Ley de la Deficiencia Mental de 1913. Este debate se nutrió fuertemente de las ideas eugenésicas que partían del evolucionismo darwiniano. Se justificaba que los mejores tuvieran más hijos, al tiempo que se veía con buenos ojos impedir que los menos aptos se reprodujeran. La Ley de la Deficiencia Mental tenía como objetivo principal controlar el comportamiento de los enfermos mentales en la sociedad. Por ejemplo, prohibía la posibilidad de casarse con alguien aquejado de algún trastorno mental. Para ello la ley establecía un registro de enfermos mentales, y daba al Ministerio la potestad de incluir a quien considerara inadecuado mentalmente, aunque no tuviera el diagnóstico médico. Hubo un buen número de obispos anglicanos que apoyaron estas ideas. Además, los arzobispos de Canterbury y de York encabezaron el comité que promovió este proyecto de ley. En cambio, la Iglesia Católica se opuso desde el principio a esta ley y a sus planteamientos de fondo. En un artículo que Chesterton publicó después de su conversión confesó que tenía una deuda de gratitud con los clérigos liberales anglicanos, ya que sus vaguedades teológicas le habían acabado de confirmar que la Iglesia de Inglaterra se había desgajado completamente de la raíz católica que tanto reivindicaban.
No obstante, la razón por la que Chesterton demoró tanto tiempo su conversión a la Iglesia Católica no fue algo de carácter teológico, sino más bien de carácter práctico. Se trataba de su mujer, Frances. Chesterton se casó en 1901. Frances, a diferencia de Chesterton, era una cristiana anglicana devota y practicante. Los dos se complementaban muy bien. Chesterton era un genio despistado, al que con frecuencia había que recordarle el plazo de entrega de un artículo o el compromiso social que tenía al día siguiente. Por el contrario, Frances era práctica. Se hacía cargo de los plazos de entrega, de los compromisos sociales y de administrar el dinero de la casa. Desde el punto de vista operativo, Chesterton dependía totalmente de su mujer. El hecho de esquivar su ingreso en el catolicismo se debía a su resistencia para dar ese paso solo, sin Frances.
Ella no estaba preparada de la misma forma que él. Desde que encajó su teoría mística rudimentaria con el credo cristiano, Chesterton razonaba como un católico. Podía dar explicaciones brillantes de la fe o debatir sobre religión con los ateos más acérrimos. Pero le faltaba algo: le faltaba la limpieza de sus pecados. Su corazón lo notaba, y él anhelaba cada vez acceder a esta purificación. Finalmente, Frances accedió y Chesterton dio el paso definitivo. El 30 de julio de 1922 Chesterton fue recibido en la Iglesia Católica. Lo hizo en un cobertizo, con paredes de madera y techo de hierro ondulado, que hacía las veces de capilla provisional en Beaconsfield, el pueblo donde vivían. El sacerdote que ultimó la preparación de Chesterton y que ofició la ceremonia fue un gran amigo de la familia, el Padre John O’Connor, el mismo que había servido de inspiración para el personaje del Padre Brown. Ese día fue de inmenso gozo y gratitud para Chesterton, pero no para Frances. Tendrían que pasar 4 años más para que Frances diera también el mismo paso que su marido. Ella ingresó en la Iglesia Católica el 1 de noviembre de 1926”.
EL LEGADO DE CHESTERTON
“En su Autobiografía, Chesterton escribió que de nada sirve tener muchas cosas si no se sabe apreciarlas. Esa fue una de las muchas conclusiones que sacó de su “teoría mística rudimentaria”, y que siempre intentó compartir a través de sus escritos, sus poesías y sus canciones. Temía que el exceso de vulgaridad que ya proliferaba en su época impidiera disfrutar de lo realmente valioso. Lo mismo que Chesterton ayudó a apreciar la belleza de un diente de león y el optimismo escondido de Lord Byron, mucho más ayudó a apreciar la grandeza de la fe cristiana.
Dorothy Sayers fue una autora británica conocida por sus novelas policíacas. Había sido bautizada en la Iglesia de Inglaterra. Después de una conversión en la que su fe anglicana revivió, dedicó parte de su producción literaria a obras de contenido apologético. Sayers se benefició mucho de la lectura de Chesterton para esta nueva visión. El siguiente texto, escrito en el año 1952, refleja su deuda con este periodista jovial: “[Chesterton] Fue un liberador de los cristianos. Como si de una bomba benéfica se tratara, hizo que un gran número de vidrieras de mala calidad saltara por los aires, permitiendo la entrada de ráfagas de aire fresco, en el que danzaban las hojas muertas de la doctrina”. Sayers describe gráficamente lo que puede suceder a quien se ha educado en una fe aguada y comienza a leer a Chesterton.
En sus obras, Chesterton es un maestro de la lógica del don y de la gramática de la gratitud. Si uno tiene la suerte de aprender estas lecciones, se comienza a vislumbrar la doctrina cristiana como una fuente extraordinaria de vida nueva. El efecto es comparado por Sayers al aire fresco y la luz clara que entran al romper las vidrieras de mala calidad por las que ella había conocido la doctrina cristiana de siempre. Lo realmente curioso es que la “onda expansiva” de esa bomba benéfica también alcanza a las construcciones de las personas que están fuera de la Iglesia. Las vidrieras modernas, con su pretensión de certeza, y las vidrieras posmodernas, con su búsqueda de autenticidad, aguaban la realidad hasta reducirla prácticamente al propio pensamiento o a la experiencia fenomenológica.
Con aquella teoría mística rudimentaria de su juventud, Chesterton pudo romper también esas vidrieras y dejar que la realidad llenara el pensamiento y vivificara la experiencia. A través de esa abertura, Chesterton descubrió la certeza del Amor y cultivó la autenticidad de quien se deja amar por el Amor verdadero. Quizá el principal legado que Chesterton nos dejó pueda sintetizarse en que nos enseñó a razonar en una época de aparentes razonamientos. Su cabeza católica y su alegría de vivir se realimentaron mutuamente. Todo el que tiene la paciencia de leer a Chesterton, termina impregnado de esos razonamientos y de esa alegría”.
(*) Tomás Baviera (Prof. Titular del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Politécnica de Valencia-España-2024): «El legado de Chesterton. Una aproximación a su pensamiento en el 140 aniversario de su nacimiento».
26/06/2025 a las 11:21 AM
ASCO
26/06/2025 a las 3:48 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Anomalías y anormalidades
Pablo Mendelevich
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
25/6/025
He aquí un dato que a veces se olvida: Milei es el presidente de la Nación que llegó al poder con mayor porcentaje de votos de la historia argentina (55,65). Sólo lo supera la marca obtenida por Perón en 1951 (62,49), que no corresponde a un acceso al poder sino a una reelección, y la del mismo Perón en 1973 (61,86), un caso muy especial, único en el mundo, de re-reelección tras 17 años de exilio y con el propio partido en el gobierno desde cuatro meses antes. En términos estadísticos debería decirse que Milei es el presidente más votado de la historia después de Perón, aunque a él en particular no le gusta verse en ningún segundo puesto, mucho menos tener que ensalzar al marmóreo líder de sus rivales, por eso cuando menciona el tema al general lo despacha.
Pero el cuadro también quedaría sesgado si no se incluyera un récord concomitante: Milei es el presidente con menos legisladores propios que haya existido jamás. Sólo cuenta con el 8 por ciento de los senadores (en el bloque de La Libertad Avanza son 6; eran 7 pero se les fue uno) y con el 15 por ciento de los diputados (39). Un milagro que con semejante anorexia parlamentaria se las haya ingeniado para llevar adelante el gobierno con métodos cuanto menos distintos de los de Figueroa Alcorta, quien en 1907 mandó a los bomberos a cerrar el Congreso. Bloques libertarios, encima, que carecen de líderes de fuste, cuyos miembros no lucen por la oratoria, tampoco por la disciplina. Se sabe de ellos cuando hay -como diría Aníbal Fernández- alguna pelea de peluquería.
De la ley Bases en adelante, apuntalado por DNUs, vetos y sobre todo gracias a precarias, dinámicas alianzas ad hoc con macristas, pichetistas y radicales, Milei ya casi puede decir que superó una de sus pruebas más difíciles, la de arreglárselas en el Poder Legislativo con lo que le tocó. Un poco le tocó por las reglas, otro poco por ser demasiado nuevo. Su genética turbulenta no siempre tiene responsabilidad en los extremos que él protagoniza.
Perón también era nuevo cuando llegó en 1946. El Partido Laborista, que piloteó la coalición peronista, fue creado apenas cuatro meses antes de las elecciones (La Libertad Avanza nació como alianza electoral en 2021). Pero como ocurrió siempre después de una dictadura, el Congreso comenzó de cero. Todas las reglas favorecieron al ganador: con el 52 por ciento de los votos, sobre un total de 158 bancas se quedó con 110. El Senado se lo llevó entero, salvo las dos bancas de Corrientes. En palabras del historiador Luis Alberto Romero, Perón inició su gobierno constitucional con tanto o más poder que el que había tenido al fin del gobierno militar.
El 55,65 que llevó a Milei a la Casa Rosada (después de dejar 12 puntos abajo a Sergio Massa) constituye, entonces, una anomalía histórica por su robustez. Más allá de la singular profesión de economista, del panelismo intensivo que practicaba, de haber llegado con un partido sin historia y de ser dueño de una determinación personal a toda prueba, la hazaña está relacionada, primero que nada, se lo ha dicho mil veces, con la representación empática del hartazgo colectivo causado por los desbarajustes previos.
Pero la falta de vigor parlamentario de Milei no es una anomalía sino una anormalidad. La diferencia entre anomalía y anormalidad reside en los efectos. La primera es una variación natural, llamativa, de la norma. La segunda, una desviación, un problema. Podría decirse acá, un problema difícil, ni más ni menos que el que el gobierno tratará de atenuar dentro de 123 días, en las elecciones de octubre. Si las gana, como todo hace pensar, sus dotaciones parlamentarias dejarán atrás la etapa raquítica, es cierto, pero podrían seguir siendo minoritarias, quién sabe, detrás de la minoría principal, el peronismo-kirchnerismo. Que está en vías de moderado encogimiento, no de extinción.
La retórica de campaña, en el caso de Milei excitada además de exitista, camuflará un detalle maldito de las reglas: arrasar con bancas en una elección intermedia no es posible. Por más que Milei tenga el apoyo de la mayoría de la sociedad, por más que salga primero a nivel nacional, al control del Congreso, creen muchos expertos, no lo va a conseguir este año en las urnas.
Las elecciones presidenciales tienden a polarizarse (o bien el sistema fuerza la polarización con el balotaje) mientras en las legislativas lo natural es la atomización. Además de eso, nuestra peculiar Constitución reduce a la mitad los efectos de la elección de diputados, algo que se vuelve especialmente relevante en momentos en que hay cambios significativos en las preferencias de los votantes. Al renovarse la Cámara de Diputados por mitades el sistema protege a los partidos que pierden votos y perjudica a los que ganan. En casi todas las asambleas del mundo la renovación es total. En Estados Unidos, por ejemplo, se eligen cada dos años los 435 miembros de la Cámara de Representantes. En la Argentina el 26 de octubre se elegirán 127 diputados del total de 257.
El Senado tiene su propio amortiguador, se renueva por tercios cada dos años, en eso sí, igual que en Estados Unidos (allá son 100, dos por Estado). En octubre sólo eligen senadores nacionales la ciudad de Buenos Aires, Chaco, Entre Ríos, Neuquén, Río Negro, Salta, Santiago del Estero y Tierra del Fuego, a razón de tres por provincia (dos por la mayoría y uno por la minoría, aunque ha pasado que los tres resulten ser peronistas encumbrados por dos partidos diferentes).
Ni siquiera una muy buena elección podrá traducir en bancas la promesa poética de ponerle el último clavo al cajón del kirchnerismo. La política admite que las cosas se vean de una u otra manera después de una elección legislativa. Se la puede interpretar por los resultados totales, los provinciales, los de un distrito estrella. Este año, hasta por una sección provincial que se puso de moda, la tercera bonaerense. Por distritos sumados o por porcentajes de votos nacionales. Lo que uno quiera. Pero la aritmética parlamentaria, leit motiv, se supone, de las legislativas, no admite análisis creativos, se trata de bancas que se suman y bancas que se restan después de que el sistema inventado por el matemático belga Victor D’Hont, jurista y matemático, traduce los sufragios en escaños. Una cuenta de la que luego depende que el gobierno tenga o no el número para sacar las leyes que necesita para cumplir sus objetivos.
La cuestión es que entre anomalías y anormalidades yuxtapuestas hay algo que no parece estar funcionando bien. Milei llegó al poder catapultado por el balotaje después de una primera vuelta que ganó Massa con un número respetable, 36,78 por ciento. Milei sacó 29,99. Y en esa elección -con la tradicional boleta partidaria que engancha categorías diversas, desde este año en desuso a nivel nacional-, se eligieron los diputados y senadores. Son las reglas. Pero sucede que menos de un mes después, cuando los candidatos a presidente se redujeron de 5 a 2 (en las PASO habían sido 17) la sociedad eligió de manera aluvional a Milei y descartó al peronismo-kirchnerismo. El humor del electorado del balotaje puso a Milei en la Casa Rosada. El humor del electorado en la elección previa ganada por Massa ya había puesto en el Congreso a la mitad de los diputados que hay hoy (con mandato hasta 2027) y a un tercio de los senadores (que se quedan hasta 2029).
Según los estudios de opinión más serios, sea por convicción, esperanza, satisfacción, resignación o hartazgo de lo conocido, la mayoría de los argentinos apoya hoy al gobierno y rechaza al peronismo-kirchnerismo. Pero la proporción de fuerzas que hay en el Congreso dice otra cosa. Aparece invertida.
Y como el sistema de recambio está retardado a propósito (los constituyentes de 1853 pensaron, con la dimensión del tiempo de entonces,
que así el sistema adquiriría continuidad) lo más probable es que a Milei le toque gobernar los últimos dos años del mandato (¿primer mandato?) con un Congreso todavía con importante presencia opositora, aun si a nivel nacional saliera primero.
26/06/2025 a las 3:51 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Se acabó la tregua
Javier Calvo
Fuente: Perfil
(*) Notiar.com.ar
25/6/025
El impacto político por la condena y detención de Cristina Fernández de Kirchner abrió una suerte de intervalo en las disputas preelectorales de las dirigencias. No sólo del peronismo. Esa tregua empieza a dar señales de su fugacidad.
A apenas dos semanas del cierre de las coaliciones para competir en la Provincia de Buenos Aires, la interna peronista resurgió por debajo del radar de los ataques públicos.
Máximo Kirchner y Sergio Massa volvieron a aliarse -una vez más- para convocar a un encuentro del PJ sin tener en cuenta a Axel Kicillof. El gobernador había advertido al pasar, en un reportaje en C5N del lunes 23, que él iba a convocar a una mesa política para acordar las listas.
“Axel no puede convocar a nada, si ni partido tiene”, despreció un dirigente del Conurbano muy activo en La Cámpora, aún dolido por el lanzamiento del Movimiento Derecho al Futuro kicillofista.
En La Plata aseguran que el llamamiento del mandatario fue producto de lo conversado en el breve diálogo que mantuvo con Cristina, antes de que la Corte Suprema ratificara el fallo en su contra en la causa Vialidad.
Los nuevos chispazos motivaron un contacto reservado, este martes 24, de Kicillof con Federico Otermín. El intendente de Lomas de Zamora se ha erigido en un puente clave entre los sectores en pugna para intentar que la sangre no llegue al río, al menos antes de las elecciones provinciales del 7 de septiembre y las nacionales del 26 de octubre. ¿Lo logrará o es inevitable?
La Justicia rechazó otro pedido de Cristina Kirchner y seguirá el juicio civil para recuperar $22.300 millones
Del otro lado también se reactivaron las disputas. Lo que parecía como un camino allanado que LLA y el PRO confluyeran en las mismas listas bonaerenses se cargó de piedras.
Una y otra vez la hermanísima Karina Milei insiste en ordenarle a su operador, Sebastián Pareja, que le deje claro a Cristian Ritondo -principal negociador del PRO- que los candidatos amarillos deben pintarse del violeta libertario. Sin frente electoral. Rendición incondicional.
Ritondo intenta flexibilizar esa postura y apeló hasta al asesorísimo Santiago Caputo, que se excusa de intervenir para evitar que se profundicen sus diferencias con la secretaria General de la Presidencia.
La falta de avances motivó un extenso encuentro de Ritondo con Mauricio Macri. El presidente del PRO, que hubiera preferido en estos días asistir al Mundial de Clubes que organiza la FIFA en EE.UU., barrunta la posibilidad de romper las tratativas y armar listas separadas.
Macri buscaría resucitar Juntos por el Cambio, volviendo a aliarse con la UCR y el PJ anti K en territorio bonaerense, según las recomendaciones de sus ¿ex? aliados Miguel Pïchetto y Emilio Monzó.
Amén de la posibilidad de que esta hipótesis de ruptura con LLA sea sólo otra carta para presionar a la hermanísima presidencial, Macri y Ritondo ya tomaron nota de otra dificultad: son más los intendentes PRO que se rebelan a la cohesión que los que mutar a libertarios.
Sus razones son prácticas, no ideológicas. Ya fueron informados que el acuerdo incluiría que hasta las listas de concejales serían definidas por el mileísmo. Arriesgan que eso dejaría en minoría al PRO en los concejos deliberantes de los distritos que gobiernan, con el peligro de que podrían destituir con comodidad a los mismos jefes comunales que convaliden ahora esas listas.
Se reinició la temporada de rosca, intrigas y peleas políticas. Más allá de si Cristina sale o no al balcón, lo que parece haberse convertido en una anécdota. ¿O será el frío?
26/06/2025 a las 3:53 PM
LA ARGENTINA POLÍTSICA: ENFOQUES
Milei pelea en dos frentes
Sergio Crivelli
Fuente: La Prensa
(*) Notiar.com.ar
25/6/025
Días atrás generó sorpresa una fuerte crítica de Javier Milei a Mauricio Macri. Le imputó haber interferido durante su pasada presidencia en decisiones del Poder Judicial. Las cuentas entre ambos parecían saldadas tras la derrota del PRO en las elecciones porteñas, pero las hostilidades continúan. Hubo también una crítica del economista Hernán Lacunza al plan en curso por el lento ritmo de la reactivación y el nivel de reservas del Central. Lacunza responde a Macri.
Macri le sigue poniendo a Milei obstáculos donde puede. Desdobló la elección porteña, sus diputados más fieles no apoyan al Gobierno en el Congreso y los intendentes bonaerenses ponen palos en la rueda en la negociación para una alianza electoral en la provincia.
Por su parte, Lacunza no denunció que el plan de estabilidad se “cae” como aventuró Cristina Kirchner, pero anduvo cerca y la coincidencia resultó llamativa. Uno, criticando al Presidente por derecha, y la otra, por izquierda. El Gobierno debe atender los dos frentes. En el que tiene a su derecha ya se impuso con el triunfo de Manuel Adorni; en el que lo asedia desde la izquierda, el populismo más crudo, tiene también buenas perspectivas de ganar, según cree buena parte de la dirigencia peronista. Ahí, además, el peronismo debe resolver la interna entre CFK y Axel Kicillof.
Los ataques de Cristina Kirchner al plan Caputo importan poco al Gobierno porque no suenan verosímiles. El cuarto gobierno K terminó en un desastre por la irresponsabilidad de echarle nafta al fuego de la inflación durante la campaña, en la esperanza de que Sergio Massa viera convertido en votos el último plan “platita”.
Producto de esa barrabasada, los votantes dieron por agotado el “modelo” K y no parece que vayan a cambiar de opinión. Pero la expresidenta carece de otro libreto por lo que insiste con el que llevó a todo el peronismo a una derrota histórica. Esa es la razón del progresivo aislamiento de La Cámpora y de que ya algunos dirigentes empiecen en público a hablar de la necesidad de una renovación como la que siguió a la derrota ante Raúl Alfonsín en 1983.
Cristina Kirchner tiene -como MiIei- dos problemas, pero más graves. El primero es de liderazgo. Si bien aprovechó al máximo su condena para ponerse al frente de un sector importante del partido, Axel Kicillof parece dispuesto a dar batalla por las candidaturas. El segundo es de oferta electoral: su única propuesta es volver a un pasado que más del 60% de padrón rechaza.
Por su parte, el gobernador bonaerense no propone un plan distinto al de su mentora de quien fue “gurú” económico y ministro. Habla borrosamente de una nueva “música” que no es otra que la de la marcha peronista con variaciones “woke”.
La lucha entre él y CFK es simplemente facciosa: Kicillof debe borrar a La Cámpora para ser candidato en 2027. Su exjefa se aferra a un liderazgo declinante para retener algo de poder parlamentario hasta que la catástrofe económica que profetiza desaloje de la Casa Rosada a la pesadilla Milei y pueda sentarse otra vez a la mesa del poder.
26/06/2025 a las 3:55 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Los de la tobillera, los del balcón
Edgardo Moreno
Fuente: Río Negro
(*) Notiar.com.ar
25/6/’25
La elección presidencial de 2023 fue el intento de resolución política de una crisis económica cuyos efectos persisten y dejó conformados dos grandes bloques de sentido. Dos interpretaciones marcadamente opuestas sobre las causas y consecuencias de esa crisis; dos polos de posiciones muy enfrentadas al punto de negarle legitimidad democrática al adversario en más de una ocasión.
Uno de esos bloques está constituido por quienes que votaron al Gobierno actual, por convicción o por necesidad, respaldan su gestión y no creen que el programa económico y político del oficialismo tenga riesgos de declinación en el corto plazo. A ese conglomerado se suman aquellos que en ocasiones dudan sobre la solidez del programa de Gobierno, pero no quieren que su gestión fracase y mucho menos que estalle.
Al bloque opuesto lo integran quienes creen ver con absoluta claridad que el programa de Gobierno tiene inconsistencias graves y tiende a derrumbarse en un plazo no muy lejano. A ese núcleo se suman aquellos que no ven tan claro que el plan económico corra riesgos severos, pero ansían que estalle porque su gama de intereses dependía de la continuidad del desorden inflacionario.
Esos dos bloques disputan desde 2023 la legitimidad mayoritaria. Vienen sosteniendo disputas de aproximación en el año electoral. La más relevante fue en la Ciudad de Buenos Aires, con ventaja para el proyecto Milei. La condena judicial a Cristina Kirchner FK por corrupción, en especial su inhabilitación para la función pública, cambió las expectativas de canalización política y electoral de esos dos bloques.
Pero, aunque la sentencia contra la expresidenta cambió el modo en que esos conglomerados opuestos podrán expresarse en las urnas, no ha modificado su “constitución semántica”: no cambió el sentido con el cual cada bloque lee su futuro y el del conjunto de la organización social. Si hubiese que nominar con una imagen de los últimos días a los dos polos opuestos, podría decirse que por un lado están los que aplauden mirando el balcón y por el otro los que celebran la tobillera.
La condena generó además una reacción previsible, la organización de una marcha multitudinaria en respaldo de la expresidenta. El efecto demostración fue sólido, unas 150 mil personas se convocaron en Plaza de Mayo, aunque también quedaron expuestas las divisiones que en su frente interno la conducción del PJ nunca pudo zanjar.
Entre la condena y la marcha, pudo observarse la continuidad de las dos constantes del proceso político iniciado en 2023: la polarización social y la fragmentación política. Sobre ese fondo de continuidades, apareció una secuencia de novedades en tres instancias.
La primera fue el momento de candidatura/condena. Cuando percibió que se aceleraban los tiempos judiciales para su condena, Cristina Kirchner apuró el lanzamiento de una candidatura menor, con la intención más que obvia de denunciar una proscripción electoral.
La Corte Suprema de Justicia no cambió su percepción jurídica de la situación de la expresidenta por ese último intento apresurado de presión política. Al firmar la condena en la causa Vialidad abrió un segundo momento: el de las tratativas judiciales para la ejecución de la sentencia, que fue contemporáneo con la presión de la movilización a Plaza de Mayo.
Cuando los manifestantes abandonaban la marcha, sobrevino un tercer momento: el de la estrategia de objeciones sistemáticas ideada por la expresidenta y su defensa técnica para darle continuidad al efecto político de la manifestación.
Supervivencia
Esta secuencia de novedades desembocará en el futuro inmediato en el armado de la oferta electoral y los comicios de septiembre y octubre. Cristina Kirchner ya definió la metodología de campaña de su espacio político. El principal desafío que enfrenta es sostener en el tiempo el nuevo protagonismo construido a partir de la condena.
La sentencia a seis años de prisión para la expresidenta duplicará con holgura las mil y una noches. En esa obra clásica de la literatura, la protagonista pergeña un método de aplazamiento como fórmula de supervivencia. Cuenta una historia que nunca termina; actúa como una narradora sagaz y permanente para eludir un final miserable.
El cuento kirchnerista de los últimos días es el de los avasallamientos a los derechos de la expresidenta. Da la impresión de que, muy lentamente, Cristina empieza a descubrir los aspectos menos glamorosos de su flamante condición de presidiaria. Pero canaliza el disgusto compitiéndole a Santiago Caputo con su propia ingeniería del caos.
Mientras desde San José 1111 la expresidenta discute cada una de los detalles de sus condiciones de detención, la Casa Rosada devuelve con munición jurídica de distinto calibre.
Milei no sólo se desentendió de un eventual indulto: le recordó indirectamente al peronismo el tamaño del obstáculo jurídico que enfrenta su lideresa. Sin indulto ni amnistía, Cristina está obligada a delegar sus votos.
Es la más compleja y la última de las noches que ella busca posponer con sus relatos.