Por Hernán Andrés Kruse.-
El 15 de julio se cumplió el nonagésimo quinto aniversario del nacimiento de un brillante filósofo franco-argelino que fue conocido a nivel mundial por desarrollar un análisis semiótico denominado “deconstrucción”. Jacques Derrida nació el 15 de julio de 1930 en El Biar. De joven se dedicó con pasión a la lectura de los novelistas clásicos y de relevantes filósofos y escritores como Albert Camus, Antonin Artaud, Paul Valéry, Rousseau, Nietzsche y Andrés Gide. Luego de estudiar cuatro años en el Liceo Luis el Grande de París, en 1952 ingresó en la Escuela Normal Superior Francesa, donde descubrió a filósofos de la talla de Kierkegaard, Martín Heidegger y Louis Althusser, con quien entabló una larga y profunda amistad. Una beca le permitió estudiar en la Universidad de Harvard. En 1959 enseñó por primera vez en el Liceo de Le Mans. En 1964 recibió el premio Jean Cavaillès de Epistemología por su traducción de “El origen de la geometría” de Edmond Husserl. Al año siguiente fue nombrado Director de Estudios de la Escuela Normal Superior, en el Departamento de Filosofía. Viajó en reiteradas oportunidades a Estados Unidos para dar clases de filosofía. En 1983 fundó el Colegio Internacional de Filosofía. Al año siguiente fue nombrado Director de Estudios en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales. Murió el 8 de octubre de 2004 en París (fuente: Wikipedia, la Enciclopedia Libre).
Buceando en Google me encontré con un ensayo de Emmanuel Biset (Universidad Nacional de Córdoba-Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) titulado “Política de la filosofía en Jacques Derrida” (AGORA-Papeles de filosofía-2016). Su objetivo es explicar las implicancias políticas de la deconstrucción.
“1-La preocupación que atraviesa este texto se dirige no sólo a la reconstrucción de una política de la filosofía en Derrida, sino al modo en que actualmente podemos pensar una política de la filosofía. Allí encuentro dos indagaciones centrales: por un lado, una reformulación de la pregunta sobre qué es filosofía y, por el otro, una reformulación de las condiciones institucionales de la filosofía. En la estela de estas dos cuestiones me interesa el pensamiento de Derrida atendiendo a algunas valiosas indicaciones, pero también asumiendo que posiblemente el desafío sea cómo hacer filosofía después de la herencia del pensamiento que se puede circunscribir a mayo del 68. Para ello es necesario trazar una topología reflexiva, esto es, pensar nuestras propias prácticas.
Desde sus comienzos, la deconstrucción no ha sido sino una pregunta por los límites de la filosofía. He aquí su apuesta singular, puesto que indaga no sólo en los límites de eso llamado filosofía sino en las formas institucionales a las que da lugar. En “Tímpano” Derrida señala que se trata de pensar la filosofía y su límite. Pues la filosofía es el discurso que dice su límite, que asegura el dominio del límite, esto es, domina su margen y piensa su otro desde una lógica de la apropiación: “¿Cómo interpretar —pero la interpretación no puede ser ya aquí una teoría o una práctica discursiva de la filosofía— tal extraña y única propiedad de un discurso que organiza la economía de su representación, la ley de su propio tejido de tal manera que su afuera no sea su afuera, no lo sorprenda nunca, que la lógica de su heteronomía razone todavía en la cueva de su autismo?”
Este dominio del límite, indica Derrida, configura el discurso filosófico en dos formas privilegiadas: la jerarquía o la envoltura. O bien una pirámide jerárquica donde la filosofía como saber primero rige el resto de los saberes (donde los campos de la ciencia, sus objetos, son sometidos a la jurisdicción filosófica), o bien la filosofía como la lógica del todo (donde el movimiento del todo se encuentra en las determinaciones parciales del sistema). Frente a ello, la deconstrucción se presenta como una problematización de la filosofía como legislación sobre sus límites. Atendiendo a que no se trata de postular un “afuera” puro de la filosofía, una especie de orden del pensamiento que excede el límite, así como cualquier forma institucional.
Vieja ilusión filosófica de un afuera absoluto, o mejor, sueño filosófico de un empirismo puro. Derrida sostiene que tal afuera es imposible, por ello se trata de una relación oblicua con la filosofía: “[…] recordar sin duda que más allá del texto filosófico, no hay un margen blanco, virgen, vacío, sino otro texto, un tejido de diferencias de fuerzas sin ningún centro de referencia presente”. Mostrando, a su vez, que el discurso de la filosofía no es sino escritura, o mejor, que el texto escrito de la filosofía desborda y hace reventar la fijación de lo propio que domina el límite: “Desborda y hace reventar: por una parte lo que se cree decir o leer, rompimiento que tiene que ver con la estructura de la marca (…); por otra parte, disloca el cuerpo mismo de los enunciados en su pretensión a la rigidez unívoca o a la polisemia regulada”.
Desbordar y hacer reventar el tímpano de la filosofía, dislocar el oído filosófico, como control y dominio del límite. Esto lleva a pensar, a su vez, en las formas contemporáneas de ese dominio. Puesto que se trata de indagar el estatuto de la filosofía en tanto quid juris, o del derecho a fijar sus límites. Pero no se trata de un discurso entendido en una especie de pureza teórica, sino justamente de las formas institucionales a las que da lugar esta necesidad de regular límites. Esta perspectiva ya supone un desplazamiento respecto de ciertas formas clásicas de preguntar por la filosofía, pues parte del señalamiento de un nexo irreductible entre la pregunta por la filosofía y por sus formas institucionales. Para decirlo de modo negativo: no hay una esencia pura de la filosofía que se realice en diversas instituciones académicas a través del tiempo, sino que la misma definición de filosofía es constituida por esas formas institucionales. De modo que la pregunta por la filosofía no es sino la pregunta por su configuración institucional, por los múltiples sentidos que encierra este enunciado.
Al mismo tiempo es necesario pensar en la contracara de esta afirmación, pues no existe un orden institucional puro no transido de significados, conceptos, categorías. Por lo que cualquier forma institucional se encuentra atravesada por ciertos filosofemas. En este sentido, se trata de pensar la mutua constitución entre una política de la filosofía y una filosofía de la política. En la expresión política de la filosofía parecen converger dos sentidos: o la política que surge de la filosofía o la política que debe orientar la filosofía. En uno y otro caso parece existir una relación externa entre filosofía y política, sea en un posicionamiento político a aplicar sobre la filosofía, sea en los efectos políticos de la filosofía.
Frente a ello, en este texto trazo un recorrido dividido en tres partes: en primer lugar, a partir de ciertos textos de Derrida me interesa retomar la expresión “copertenencia de filosofía y política” para pensar un vínculo inmanente entre filosofía y política. En segundo lugar, desde su libro Du droit à la philosophie mostrar cómo se piensa el carácter institucional de la filosofía. En tercer lugar, me interesa establecer algunos lineamientos breves sobre cómo la deconstrucción es un cierto modo de entender la práctica filosófica que se focaliza ante todo en qué se entiende por lectura. Todo esto con el objetivo de plantear cuáles son los desafíos que surgen contemporáneamente al asumir la filosofía como práctica política”.
“2-La primera pregunta que surge es de qué modo comprender entonces el vínculo entre filosofía y política trazado en Derrida. Pues bien, la primera anotación que es necesario realizar es que se trata de pensar, acentuar, un pensamiento del vínculo entre filosofía y política. Esto supone cuestionar la preeminencia de cualquiera de ellas sobre la otra, sea bajo la forma de una organización del saber (de tipo jerárquico o circular) donde la filosofía funda los principios de los que se deriva un área específica para pensar la política, sea bajo la forma de una derivación de la filosofía de instancias políticas que le serían externas.
El primer punto a destacar es la destitución de un esquema de la fundación que usualmente se encuentra en la definición misma de filosofía política. Quisiera proponer que en Derrida existe un modo específico de plantear ese vínculo irreductible, pero sin preminencia, en la figura de la “copertenencia”. O para decirlo en otros términos, el punto desde el cual quisiera partir para una aproximación al pensamiento político de Derrida es la copertenencia de filosofía y política. Lo que me permitirá explicitar el trasfondo sobre el cual se asientan sus reflexiones específicas sobre el vínculo entre filosofía e institución.
Para ello hay que partir de un texto temprano fechado y firmado en mayo de 1968. Se trata de uno de los pocos textos donde Derrida construye una especie de mapa del pensamiento francés contemporáneo, se ubica en él y define algunos de los desafíos que lo convocan. Me estoy refiriendo al texto “Los fines del hombre”, artículo publicado en Márgenes de la filosofía. Quizá todo lo que tenga para decir no es sino en referencia a una enigmática frase con la que comienza el texto: “Todo coloquio filosófico tiene necesariamente una significación política. Y no sólo por lo que desde siempre une la esencia de lo filosófico a la esencia de lo político [ce qui depuis toujours lie l’essence du philosophique à l’essence du politique]. Esencial y general, este alcance político entorpece, sin embargo, su a priori, lo agrava de alguna manera y lo determina cuando el coloquio filosófico se anuncia también como coloquio internacional. Este es el caso aquí”.
Quisiera detenerme en esa afirmación según la cual algo, sin una precisión temporal específica, liga la esencia de lo filosófico a la esencia de lo político. Se trata de una frase automáticamente abandonada que no deja de despertar la pregunta sobre qué sería aquello que traza esa ligazón y por qué la referencia a la “esencia” de lo filosófico y la “esencia” de lo político. Para intentar clarificar el sentido de esta expresión resultan de suma utilidad una serie de discusiones en torno a los alcances políticos del pensamiento de Derrida. Será una década después cuando Jean-Luc Nancy y Philippe Lacoue-Labarthe convoquen al primer Coloquio Cerisy dedicado a Derrida justamente bajo el título “Los fines del hombre”. En las actas del Coloquio surge con especial importancia una especie de requerimiento o demanda sobre las implicancias políticas de la deconstrucción. Allí donde parece que el pensamiento de Derrida, dentro de los de su generación, es el más distante, el más esquivo.
La misma convocatoria al Coloquio ya esboza este requerimiento: “El coloquio «Los fines del hombre» no se define como «filosófico»: debe darse la posibilidad de cruzar y desplazar en todos los sentidos los regímenes filosóficos, literarios, críticos, poéticos, significantes, simbólicos, etc., y por consecuencia cruzar y desplazar también lo «político» y su «significación». Lo que está en juego podría ser, desde todas las perspectivas, realizar la inscripción de una política absolutamente otra [tout autre]». Nancy y Lacoue-Labarthe retoman la afirmación de Derrida del 68 según la cual todo coloquio de filosofía tiene necesariamente una significación política, pero la retoman para preguntar cuáles son los alcances políticos de la deconstrucción. Para ello se organiza en el marco del coloquio un seminario que lleva por título “Política” y dónde surgen dos posicionamientos opuestos para pensar estos alcances.
De un lado, Nancy y Lacoue-Labarthe darán origen a una interpretación que puede sintetizarse en la expresión “deconstrucción de lo político”, esto es, asumen que la tarea a realizar es una crítica radical del modo en que se ha constituido cierto sentido de lo político. Tres elementos son centrales para este posicionamiento: primero, que partirán de lo que llamarán la copertenencia esencial de lo filosófico y lo político; segundo, que realizarán un diagnóstico de época bajo el nombre de totalitarismo; tercero, que la expresión que utilizarán para referirse a su empresa será la de una “retirada de lo político”, atendiendo al doble sentido en francés de retirada como alejarse pero también redefinir (re-trait).
Desde esta perspectiva el problema central es el modo en que lo político supone una realización de lo filosófico entendida como concreción de aquello que Heidegger supo denominar metafísica. Se trata entonces del modo en que la metafísica configura una cierta concepción de política. Esta realización no se entiende sino desde una definición de la época, atendiendo a lo que Heidegger denomina época de la técnica, como realización total del hombre. El nombre totalitarismo no refiere a experiencias políticas singulares, sino a esa efectivización absoluta de la metafísica. Desde aquí se entiende la necesidad de una retirada de esa totalización para reinventar lo político.
De otro lado, frente a esta primera aproximación de tinte heideggeriano, aparecen algunas objeciones que darán lugar a otro modo de comprender el vínculo entre política y deconstrucción que puede ser sintetizado en la expresión “política de la deconstrucción”. Gayatri Spivak o Jacob Rogocinsky indicarán que la perspectiva desarrollada por Nancy y Lacoue-Labarthe estabiliza algunas distinciones, como la de la política y lo político, reduciendo la deconstrucción a un trabajo meramente conceptual, es decir, despolitizándola. Escribe Spivak: “En primer lugar, indicaría la lección «política» más importante que he aprendido de mi propia interpretación de Jacques Derrida: a saber, la conciencia de que la teoría es una práctica. Pronunciando tal frase, soy inmediatamente consciente, gracias a Derrida, que el establecimiento provisorio de tal oposición binaria es la condición y/o el efecto de ciertas decisiones ético-políticas que deben establecer normas centralizadas por exclusiones estratégicas”.
En la misma línea, unos años después en el contexto de un Centro de Investigación dirigido por Nancy y Lacoue-Labarthe, Claude Lefort y Dennis Kambouchner realizarán objeciones similares, incluso un temprano texto de Nancy Fraser indica lo mismo, pues no sólo cuestionarán el diagnóstico de época (como en el caso de Lefort objetando el uso del término totalitarismo, lo que supone por cierto cuestionar todo el proyecto), sino también la esencialización de lo político y de lo filosófico que termina por limitar la deconstrucción a un trabajo de crítica filosófica de determinada conceptualidad. Critchley sintetiza: “El diagnóstico de la retirada de lo político y de la reducción de la polítique a le polítique de Nancy y Lacoue-Labarthe lleva a una exclusión de la política, entendida como un campo de antagonismo, lucha, disenso, confrontación, crítica y cuestionamiento. La política sucede en un terreno social que es irreductiblemente fáctico, empírico y contingente”.
La discusión planteada sirve aquí a los fines de indicar dos elementos en vistas a establecer el modo en que se da en Derrida el vínculo entre filosofía y política. Ante todo, siguiendo los textos de Nancy y Lacoue-Labarthe me interesa señalar que este vínculo se entiende en los términos de una “copertenencia de filosofía y política”. Esta expresión no sólo supone un desplazamiento respecto de la filosofía política, sino que singulariza el vínculo entre ambas dimensiones. Luego, siguiendo las críticas que van desde Spivak a Lefort, pero que incluso surgen del fragmento citado de Derrida, resulta necesario evitar una esencialización de lo político como de lo filosófico. Esto supone cuestionar los supuestos que permiten distinguir lo político de la política (haciendo de un extremo el ámbito de lo trascendental y del otro de lo fáctico), pero también el diagnóstico de época supuesto en la noción de “lo filosófico”. Dicho en otros términos, se trata de pensar la copertenencia no como resultado de la realización efectiva de una determinada época, sino de un vínculo irreductible que debe ser pensado en diversas modalidades históricas.
Ahora bien, para avanzar en algunas precisiones en torno al sintagma que he introducido, se trata de pensar la mutua constitución entre política de la filosofía y filosofía de la política, esto es, el modo en que existe una constitución política de la filosofía y una constitución filosófica de la política. Esto conlleva la ruptura con cualquier posicionamiento que conciba esta relación desde la exterioridad, como dos campos autónomos que entran en relación. Incluso posiciones que trabajan en términos de “marcos” o de “efectos” terminan por fijar un vínculo entre dimensiones externas. Los dos aspectos de la copertenencia aparecen claramente en “Los fines del hombre”. Por una parte, se parte de esa ligazón esencial de filosofía y política indicada para pensar la significación política de un Coloquio de filosofía. Donde se efectúa un doble señalamiento: primero, se da cuenta de las instituciones académicas que forman la filosofía, en este caso la forma “Coloquio internacional”, ante todo porque allí se indica una cierta constitución nacional de las filosofías. Segundo, se trata de dar cuenta de las instituciones políticas que forman la filosofía, en este caso la forma “democracia”, donde no se trata de señalar que sólo bajo la democracia son posibles los Coloquios filosóficos, sino que su carácter formal vuelve posible cualquier posición justamente porque no perturba el orden.
Todo esto queda sintetizado por Derrida: “Este horizonte histórico y político requeriría un largo análisis. He creído simplemente que debía señalar, fechar y hacerles a ustedes partícipes de las circunstancias históricas en las que he preparado esta comunicación. Me parece que pertenecen con derecho pleno al campo y a la problemática de nuestro coloquio”. Por otra parte, el texto desarrolla extensamente el modo en que cierta filosofía constituye determinadas prácticas políticas, pues el objeto de discusión es el humanismo. Allí no se juega sólo una cierta concepción de filosofía, incluso una lectura de determinados autores como son Hegel, Husserl y Heidegger, sino el modo en que el humanismo pudo constituirse como horizonte irrebasable de toda práctica política. De hecho el esfuerzo del texto se dirige a mostrar la necesidad de efectuar una lectura rigurosa de estos autores que exceda el humanismo que les ha sido atribuido, pero que al mismo tiempo dé cuenta de una especie de humanismo subrepticio en ellos (un relevo del humanismo). La pregunta entonces es doble pues se dirige al mismo tiempo a buscar rigurosamente el sentido del humanismo y ver cómo es posible pensar una política más allá de él. Quizá, entonces, se trata de pensar este doble juego: una crítica radical a los modos de institución política de la filosofía y una crítica radical a los modos de institución filosófica de la política”.
“3-Será en este marco que Derrida problematiza el vínculo entre instituciones académicas y filosofía, y donde se pueden rastrear sus posiciones en torno a cierta política de la filosofía. Sus intervenciones políticas han de producirse en este campo, primero, con la creación del GREPH (Grupo de investigación sobre la enseñanza filosófica) destinado a defender la filosofía como parte de la currícula de las escuelas secundarias y, segundo, con la creación del Collège International de Philosophie como institución que cuestiona los mismos límites desde los cuales se ha constituido la Universidad. Para abordar la copertenencia, entonces, resulta de especial interés establecer algunos señalamientos sobre la relación filosofía-institución.
Vale destacar que el conjunto de intervenciones sobre este aspecto forman parte del voluminoso libro Du droit à la philosophie cuyas múltiples aristas de análisis dejo aquí de lado, para detenerme simplemente en ciertas indicaciones en torno al tema planteado. Para ello, me interesa mostrar un doble movimiento. En primer lugar, Derrida muestra en diversos textos cómo la misma constitución de la filosofía supone un esquema que niega su dimensión institucional. En otros términos, la misma forma institucional de la filosofía reproduce un esquema orientado a su borramiento, donde el ideal es que las ideas se vuelvan presentes más allá de cualquier mediación. Esta denegación se asienta en una mitología de la transparencia que será objeto de un texto central para pensar cómo se estructura la docencia: “Dónde comienza y cómo acaba un cuerpo docente”. Resulta importante comenzar indicando que se trata de un texto dedicado a pensar la docencia tal como se ejerce en la Francia contemporánea. Sin embargo, se pueden extraer de allí algunas anotaciones centrales para, por un lado, ver cómo la copertenencia adquiere sentido y, por otro lado, dar cuenta de cómo piensa Derrida el vínculo entre deconstrucción e institución.
Derrida parte de la figura del agrégé-repetiteur como forma de constituir la docencia filosófica en la que aparece, justamente, un cierto esquema de la repetición fundado en la transparencia. La docencia, tal como el nombre francés indica, surge como mecanismo de reproducción donde no es posible decir, producir, inventar algo nuevo. Por el contrario, su función se define como ayuda a la inteligibilidad de los textos, de algunos autores, de ciertas ideas, sin intervenir allí. Por esto mismo, el docente se convierte en un especialista en la satisfacción de demandas que le son externas, incluso en la demanda misma de repetición. Aún más, el alumno demanda su inserción en este mecanismo de reproducción.
En este esquema, la figura del docente se entiende como un medio encargado de transmitir verdades, sentidos, que le son externos y cuya responsabilidad radica en una fidelidad mimética para con ellos. El alumno es aquel que puede insertarse en este mecanismo, constituyéndose a su vez también en medio de transmisión de esa verdad previa: “Esta repetición general (así representada por el maestro de estudio o el cuerpo más avanzado de un ex alumno), la volveremos a encontrar en el espíritu que define la función que me ocupa aquí, en este lugar que no es indiferente. El agrégé repetidor fue en primer lugar, sigue siéndolo ahora en ciertos aspectos, un alumno que se quedó en la Escuela después del examen de oposición para ayudar a los demás alumnos, haciéndoles repetir, a preparar los exámenes y concursos, por ejercicios, consejos, una especie de asistencia; asiste a la vez a los profesores y a los alumnos. En este sentido, enteramente absorto en su función de mediador dentro de la repetición general, también es el que instruye por excelencia” (Derrida).
Este esquema se rige por una lógica del borramiento, pues el mejor docente es aquel que puede borrarse a sí mismo en la transmisión de un conocimiento externo. Incluso el mejor alumno es aquel que también se borra a sí mismo, posibilitando un saber que se configura como un círculo que retorna sobre sí. Se trata de la auto-enciclopedia del saber que puede prescindir de las distintas mediaciones para rencontrarse consigo misma. El docente sólo debe permanecer el tiempo que posibilita su propio borramiento, así está siempre en retirada, hasta que el alumno puede reproducir el círculo del conocimiento por sí mismo (Derrida habla de una cadaverización del docente). Aún más, el docente es un alumno que se quedó en la universidad para ayudar a otros estudiantes con pericia en la repetición ya alcanzada”.
09/09/2025 a las 10:34 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Una lección formidable
Eduardo Aliverti
Página/12
8 de septiembre de 2025
Empieza a terminarse un ciclo político que, quizás, duró mucho menos que lo esperado. Nada será igual aun cuando el Gobierno tuviera cierta recuperación en octubre. Por empezar, el peronismo y las fuerzas progresistas ya tienen candidato a Presidente.
Axel Kicillof volvió a cargarse la campaña municipio por municipio y es el inmenso ganador. Hubo otros, como el conmovedor militante Gabriel Katopodis que fue decisivo para triunfar en una sección donde los Milei tenían su principal expectativa de victoria o “empate técnico”. Y un equipazo que sabe gestionar, en medio del ahorcamiento abyecto al que lo somete el gobierno nacional. Vaya sobre esto último, además, un destaque especial: por primera vez en la historia, la Provincia se hizo cargo exclusivo de sus elecciones y la organización fue ejemplar. Enfrente no pudieron esgrimir ni tan solo alguna denuncia de fraude. Han preferido, como en el caso del talibán Miguel Boggiano y otros, decir que allá ella si la gente es feliz con seguir cagando en un balde.
Milei, agitado, nervioso, habló después de que se debatiera largamente si estaba en condiciones de afrontar al público. Salió de Olivos creyendo todavía que la diferencia no superaba los cinco puntos y en La Plata se enteró de que era casi el triple. Enfureció contra todos los suyos, es probable que con excepción de su hermana porque, en caso de que asumiera también esa decepción, ya no tendría de qué agarrarse. Completamente ajeno al mensaje de las urnas, ratificó el rumbo que lo condujo al desastre y volvió a remitirse a la eficiencia del “aparato peronista” para conservar sus prebendas. Las caras que lo rodeaban en el escenario lo decían todo.
Volvamos a lo crucial. Nada habría sido posible si el gobernador, contra viento y marea, contra los fuegos amigos, contra lo que viniera, hubiese agachado la cabeza y cedido tanto frente a ínfulas rupturistas cuanto ante imposiciones de nombres.
La unidad y no ya la mera unión se impone ahora más que nunca. Sería imperdonable el retorno a pujas intestinas, después de semejante paliza y de la tan lúcida como emocionante reacción de la mayoría del pueblo bonaerense.
Cuidado: todas las fuerzas del establishment, ya contestes de que Milei no tiene ni la más mínima dimensión política para tripular esta crisis, trabajan para encontrarle una salida institucional a este accidente insólito de la historia argentina que representan los hermanos. Necesitan sacarse de encima, de alguna manera, a un adolescente desequilibrado que es capaz de chocarlos. No van a quedarse de brazos cruzados. El problema, que también involucra a los ganadores de este domingo, es cómo hallarán esa salida.
La gran duda respecto de lo que ocurriera en la provincia de Buenos Aires era si se aceleraría o amortiguaría, relativa y temporalmente, el desenlace de lo irreversible. Y lo irreversible es que el modelo económico del Gobierno está agotado.
Fue hace apenas unas semanas cuando afirmamos, aquí mismo, que ya no se trataba del qué, sino del cuándo.
Estalladas casi todas las variables de los indicadores de la economía, con sus autoridades exclusivamente dedicadas a medidas de control de daños, no hubo un solo día en que las Fuerzas del Suelo dejaran de dispararse a los pies.
Ni riesgo kuka ni ocho cuartos. No hubo manera de siquiera disimular que así como se fumaron los dólares del blanqueo, y del nuevo préstamo del FMI, empezaron a quemar los pocos que les quedan para intervenir en el mercado.
A la altura de “el que apuesta al dólar pierde” de Lorenzo Sigaut, ministro de la dictadura sucesor del derrumbe de José Martínez de Hoz, ya está en la historia más bizarra de los símbolos del fracaso el coro que Jamoncito, Caputo Toto y la plana mayor del equipo económico le hicieron a Alejandro Fantino. O al revés. En un acting inolvidable, cumbre de la vergüenza ajena, el vocero-animador fue invitado a preguntar si el dólar está intervenido. Y los bufones prorrumpieron en el griterío de “flota, flota”. Quien dio pie fue el tal Tronco, un analfabestia que LLA lleva de candidato en la lista encabezada por el delivery José Luis Espert.
Esa escena de estudiantina fumada fue, en forma paradójica, el adelanto de una caída abismal en dos aspectos concurrentes.
Por un lado, desde aquel día de comienzos de agosto, el Gobierno se precipitó encima. Todas sus disposiciones en materia financiera se limitaron a secar la plaza, como se denomina a la restricción de pesos para evitar su fuga al dólar. Fue justamente desde entonces que hasta los economistas más ortodoxos y afines al ideario mileísta pisaron el acelerador, junto con los bancos de primera línea, para advertir que las autoridades estaban como bola sin manija “resolviendo”, diariamente y a puro manotazo de ahogado, una macro escapada de timón casi por completo.
Por otra parte, fue la última intervención, tanto de Jamoncito como de sus huestes de la economía, en los canales de streaming oficiales. Todas las fuerzas de choque del Gobierno, incluyendo las que hasta ahora se jactaban -con razón- de comandar el conversatorio digital, comenzaron a llamarse a silencio. Y ocurrió en simultaneidad inmediatamente posterior a que La Hermanísima no les dejara ni el 3 por ciento en la integración de las listas electorales. Si de allí se colige que el monotributista Santiago Caputo fue quien filtró los audios de Diego Spagnuolo es una de las tres o cuatro hipótesis que siguen en pie, nada más.
Entre las otras, como sabemos, se apunta a una vendetta de Mauricio Macri, quien nunca dejará de figurar en cualquier conjetura donde quepa incluir a servicios de inteligencia. Esta vez es dudoso porque la familia Kovalivker, dueña de la droguería Suizo Argentina y residente en el barrio donde, en efecto, los únicos sin prontuario ni sospechas son los carpinchos, acercó fondos a la campaña presidencial de Milei precisamente gracias a Macri.
Empero, no deja de ser una hipótesis verosímil y tampoco lo es que la filtración provino de una guerra inter-corporativa de laboratorios y actores de la industria farmacéutica. Menos que menos es descartable un origen radicado en la cantidad y calidad espeluznantes de heridos y resentidos que construyó el Gobierno, a lo largo de toda su gestión. Algo de eso indicó el colega Mauro Federico, durante su exposición en Diputados y mientras la Comandante Pato elucubraba otro de sus delirios relativos a la presencia de agentes rusos y venezolanos. Esta vez se salvó de imputaciones la Resistencia Ancestral Mapuche.
¿Acaso alguno de estos divagues y revelaciones tienen relación estrecha con una economía que se derrumba?
No, en nuestra opinión. En todo caso, vinieron a coincidir el affaire de los audios y el agotamiento del modelo. O puede concederse que lo primero desnudó un entramado de corrupción gubernamental inherente a las características del segundo. ¿La ven, ahora?
No existe que este tipo de modelos, aplicado en economías de carácter neo-colonial, puedan sustentarse sin su corrupción estructural. Jamoncito es la cara impresentable -descubren algunos o muchos ahora- de una casta rapiñera que requiere del Estado sólo eficiente a efectos de sus intereses.
También en todo caso, el paradigma de chorear a gente con discapacidades fue demasiado fuerte como para ignorar que el Estado ausente es una catástrofe. ¿Obviedad? No. Milei, su motosierra, sus loros mediáticos, se construyeron con base en que los pobres no tenían un Estado que los protegiese. Que el peronismo les hablaba de derechos a los que no accedían, y que se pasó varios pueblos en la defensa de minorías que no representaban al conjunto mayoritario. Bueno: volvió el peronismo, o les demostró que no está muerto.
La alegría corre paralela a aquello de que el modelo económico se agotó. Después de lo sucedido, y antes o luego de las intermedias del mes que viene, seguirá estando ahí, acá, que la deuda es impagable, que el Gobierno ya casi no tiene resto y que la economía cotidiana de las mayorías hizo un esfuerzo a cambio de nada. De absolutamente nada que no sea un ajuste del que sólo sacan tajada las orcas de siempre, pero en forma más salvaje todavía.
Es ahí cuando, tarde o temprano, se jugará el partido que importa y que reiteramos por enésima vez. El partido de con cuál liderazgo y dirigentes se saldrá del atolladero. Este domingo, por lo menos, hay uno que demostró tener con qué.
09/09/2025 a las 10:37 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Las razones de una derrota contundente
Joaquín Morales Solá
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
8/9/025
No hay derrotas buenas, pero las hay mejores o peores. La de ayer fue una fea y contundente derrota de Javier Milei cuando todavía le faltan tres meses para cumplir los primeros dos años de su mandato de cuatro años. Perdió por más de 13 puntos en el distrito más grande y más importante del país, donde se aloja casi el 40 por ciento del padrón electoral nacional. Demasiado temprano para perder de esa monumental manera, salvo que piense, como ironizaba Churchill, que “el éxito es ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”. Más allá de las ironías, Milei ignoró lo que debía saber cuando hace poco anunció que le pondría “el último clavo al ataúd del kirchnerismo”. No hubo clavo y ni siquiera hubo ataúd. “Fue una catástrofe para Milei”, describió alguien que no quiere que dañen al Presidente y se preguntaba qué sucedería hoy. El Gobierno debería estar preparando durante la noche las medidas que anunciará durante el primer día hábil de una semana que será seguramente muy complicada y ardua. Sea como fuere, habrá necesariamente un mileísmo distinto del que se vivió hasta ahora, porque son previsibles las repercusiones en la economía, aunque nadie está en condiciones de predecir su dimensión ni sus contenidos.
Los mercados son tan amables en la buena hora como implacables cuando ocurre una destacada derrota. Milei se verá obligado, así las cosas, a tomar precauciones para que la economía no termine también por condicionarle las elecciones nacionales de octubre, que son las que realmente importan porque configurarán el nuevo Congreso con el que el jefe del Estado deberá lidiar hasta el final de sus actual mandato. Lo aguarda, además, un peronismo con cierto halo, falso o cierto, de victorioso; también resentido por la prisión de su jefa real, Cristina Kirchner, y con su eterna voracidad por retener o retomar el poder. La falta de experiencia política de Milei (y también de conocimiento de la historia) lo empujó a cometer muchos errores. El primero de ellos fue creer en el agradecimiento perpetuo de la sociedad por una baja considerable de la inflación. Los argentinos le agradecieron durante un tiempo, hasta que se dieron cuenta, consciente o inconscientemente, de que esa caída de los índices inflacionarios tenía un precio: el estancamiento de la economía.
Guillermo Oliveto, uno de los mejores especialistas en tendencias sociales y de consumo, suele contar que mucha gente le dice que “el mes se le termina el día 20”; es decir que hay diez días del mes en los que muchos argentinos viven como pueden y de lo que pueden. Aunque no solamente ahí, la mayoría de esas personas con un mes de 20 días vive en el conurbano bonaerense, justo donde mandan los caudillos peronistas municipales que ayer se jugaban su destino (y sus negocios, por qué no decirlo). Podían tolerar cualquier eventualidad, menos el fracaso electoral. El aparato funcionó con la perfección de los días en los que se juega el destino del poder. ¿Más errores? Por supuesto. Si Milei hubiera sido consciente de la debilidad política con la que asumió, habría disimulado al menos su agresividad, que es congénita en él, y habría ordenado la prohibición de cualquier práctica deshonesta en el manejo de su administración. Eligió la pendencia, el agravio y el insulto. Ningún adversario real o imaginario quedó exceptuado de sus peores ofensas y de sus metáforas muchas veces escatológicas. Convirtió su vida en un ritual de violencia y agresiones; sus enemigos, destinatarios de esas mareas descontroladas de rabia y saña, lo están esperando. Para peor, sucedió contemporáneamente la denuncia de su examigo y exabogado Diego Spagnuolo, que fue el jefe de la Agencia Nacional de Discapacidad, sobre supuestos sobornos en el penacho del poder con la compra de medicamentos para discapacitados. Letal mezcla entre la corrupción presunta y la ayuda estatal a los discapacitados.
Si la política se terminó pareciendo al violento escenario de los autitos chocadores, y si la sociedad percibe que destacados funcionarios estarían haciendo negocios con la ayuda pública, nada pudo compensar entonces las tangibles penurias de la economía en vastos sectores sociales. La provincia de Buenos Aires alberga a los más grandes núcleos de pobreza del país, y es también donde más se practica el trabajo en negro o el cuentapropismo. Son los sectores más afectados, precisamente, por la política económica de Milei, que consiste en el más importante ajuste “en la historia de la humanidad”, según el Presidente, sea cierta o no esa afirmación. ¿Era necesario? Sí, era necesario.
Todos los gobiernos de las últimas décadas hicieron del despilfarro de los recursos públicos sus programas más congruentes. Pero los sacrificios de ese ajuste debieron ser reparados en parte al menos por una estricta austeridad en los gastos de los funcionarios y en una sobreactuación de la honestidad en los manejos de los dineros del Estado. No hubo palabras que buscaran la pacificación de la sociedad; cavaron en la grieta preexistente; despreciaron las formas imprescindibles, porque hacen al fondo del sistema democrático; hubo ostentación de gastos innecesarios (¿era indispensable que el Presidente viajara cada 45 días a los Estados Unidos?), y no cuidaron las escrupulosa honradez que debió primar entre los principales funcionarios de Milei. ¿Por qué imaginaron que triunfaría en la provincia más adicta al peronismo y más cargada de ciudadanos afectados por las políticas esenciales del mileísmo?
Otro error del Gobierno fue prestarse a la estrategia del peronismo y aceptar que en la provincia de Buenos Aires se votaba ayer un plebiscito sobre la gestión del Presidente. En rigor, se votó para elegir a concejales municipales, y ese dato no es menor si se tiene en cuenta que de los concejos deliberantes depende la estabilidad de los intendentes. La homérica provincia tiene 84 intendentes peronistas de los 135 que hay en total, pero la mayoría de los justicialistas gobiernan las ciudades más pobladas y las más pobres. Con paso cansino, tapándose la nariz o ingiriendo digestivos, el peronismo hizo lo que hace siempre: logró la unidad en las vísperas de elecciones. La propia lideresa del peronismo, la viuda de Kirchner, lo aceptó sin ponerles maquillaje a sus palabras: “No rifaré la unidad”. Aceptó las condiciones que le exigió su viejo discípulo Axel Kicillof y fue a una elección desdoblada que a ella no le gustaba. Y volvió a tolerar a Sergio Massa como un aliado, el mismo Massa al que odió durante seis años, desde 2013 hasta 2019. ¿Kicillof ganó su desafío a Cristina Kirchner? Hay peronistas que insisten en que el gobernador bonaerense es un “empleado” de la expresidenta y que nunca dejará de serlo. Es una hipótesis. Veamos la realidad.
Kicillof se empecinó en separar las elecciones provinciales de las nacionales. Cumplió con ese plan y, además, lo metió al Presidente en la ratonera del plebiscito que el mandatario nacional perdió el domingo. Kicillof puede decir entonces que, a pesar de su pésima gestión, sobre todo de materia de seguridad, fue el arquitecto de la aplastadora derrota que el domingo se abatió sobre Milei. La viuda de Kirchner, presa en su casa y sin posibilidad de aspirar a la función pública, ya no está en condiciones de enfrentar a su pupilo de otrora. Ella también perdió ayer, aunque su derrota haya sido mejor que la de Milei. Mejor también –todo hay que decirlo– porque ella no tiene las riendas del poder en el país. Los intendentes peronistas son conocidos por la precisión de su olfato político y la mitad de ellos se había ido con Kicillof cuando este se enfrentó con la señora de Kirchner. La lealtad de los peronistas está condicionada a la oferta electoral. Es evidente que los intendentes sabían que Kicillof les ofrecía más que Cristina Kirchner en materia de victorias electorales. La descripción de lo que pasó no hace a Kicillof mejor que Cristina Kirchner; el gobernador es un hombre ideologizado, esquemático y poco afecto a los cambios. Fue el ministro de Economía más intransigente de Cristina y el que cometió enormes desastres con las estatizaciones de las empresas privatizadas. Esos desvaríos del gobernador no ocultan que el domingo se convirtió en una alternativa cierta del peronismo frente a las elecciones presidenciales de 2027. Guste o no, es el eventual candidato a presidente que el peronismo no tenía hasta el sábado. La política no es nunca una línea recta; falta saber todavía si a Kicillof no se le abrirá una diagonal que lo alejará de su proyecto actual.
¿Y que hizo Milei frente a la obsesiva decisión de unidad del peronismo? Dividir lo que pudo ser una alianza mucho más amplia y generosa. Tanto como Javier Milei, ayer fracasaron también su hermana Karina y los primos Menem (Martín y Eduardo “Lule”), autores de la idea de “pintar de violeta” el país. Querían decir que estaban dispuestos a ganar solos con La Libertad Avanza en todo el país, sin la ayuda de nadie. De hecho, la alianza con Pro en la provincia de Buenos Aires se hizo con el desgano de Mauricio Macri y gracias a la sumisión de Diego Santilli (que dio un salto mortal entre el larretismo y el mileísmo) y de Guillermo Montenegro, que pasó de Macri a Milei sin escalas. El macrista Cristian Ritondo también participó de esa negociación, pero lo hizo sin sobreactuaciones. ¿Qué dirá ahora Patricia Bullrich, que abandonó las viejas convicciones democráticas para terminar en los brazos de Milei? Debe reconocerse que tanto Guillermo Francos como Santiago Caputo estaban mejor orientados que los hermanos Milei y los primos Menem; aquellos dos propiciaban acuerdos políticos más amplios para terminar de una buena vez con el kirchnerismo.
Francos y Caputo hubieran impulsado alianzas con los sectores moderados de la política bonaerense (Pro, los Passaglia y Somos, entre otros) y un mejor trato a la vicepresidenta, Victoria Villarruel, que es la política con la que Milei llegó a la Cámara de Diputados en 2021 y a la presidencia de la Nación en 2023. “No quiero saber nada con ella”, suele decir, en cambio, el Presidente cuando le hablan de reconciliarse con su vice. Pero Santiago Caputo deberá responder, a su vez, por proteger a personajes tuiteros como el llamado Gordo Dan, el médico pediatra Daniel Parisini, que trabajó en el Hospital Garrahan y que mintió sobre la hija discapacitada del senador Luis Juez. Que un médico se entretenga públicamente con una persona con discapacidad es la refutación misma de su profesión. El reino de la impunidad tuitera llegó también a su fin el domingo, si es que Milei quiere conservar algo de lo que consiguió hasta ahora. Esas agresiones forman parte de la culpa de la derrota.
Los ojos de la política y la economía estarán puestos este lunes sobre los mercados: el precio del dólar, el riesgo país, el valor de los bonos argentinos y, en última instancia, sobre qué hará el Gobierno con las ya desmesuradas tasas de interés. Es evidente que a la mayoría de los bonaerenses no les importó el “riesgo kuka” del que hablaba el Presidente y prefirió mandarle un mensaje al propio Milei, que se pareció más a un nocaut que a un mensaje. El peronismo es peligroso, además, cuando olfatea la sangre del adversario. Acaba de demostrar en el Congreso que es capaz de alcanzar los dos tercios en las dos cámaras del Poder Legislativo, que es también la mayoría que requiere un juicio político al Presidente. Cuidado, señora de Kirchner. Una cosa es anular un veto del jefe del Estado a una ley que beneficiaba a los discapacitados y otra cosa es un fulminante juicio político al Presidente. Vale la pena referirse a ella, porque es ella quien todavía tiene el liderazgo más importante en los resquebrajados bloques del peronismo. Y es ella, también, quien cree que solo la política controlada por el peronismo le puede abrir la puerta de una prisión que se anuncia larga e implacable. La economía y el riesgo de la voracidad peronista podrían poner en riesgo las elecciones de octubre. Consumado un fracaso electoral de un tamaño que ni él mismo imaginó nunca, Milei debería en adelante dialogar con sus aliados naturales y callar para evitar el naufragio.
09/09/2025 a las 10:39 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La estrategia que revivió al PJ y la fallida peronización libertaria
Walter Schmidt
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
8/9/025
El triunfo del peronismo bonaerense puede interpretarse como un síntoma de superviviencia gracias a la fallida estrategia libertaria. Si bien es el primer tiempo de un partido que probablemente le sea adverso al PJ porque pocos dudan de una victoria a nivel nacional del Gobierno en octubre, lo cierto es que el propio Javier Milei le subió el precio a una elección provincial para convertirla en un plebiscito a su gestión.
Paradojas del destino, La Libertad Avanza no es Juntos por el Cambio: pese a haber sumado al PRO, obtuvo unos 800 mil votos menos que aquél frente que venció al PJ en las elecciones legislativas de 2021. Esa misma cantidad de votos equivale a lo que creció el peronismo respecto a ese comicio, cuatro años atrás.
El resultado le da aire al gobernador Axel Kicillof que, a diferencia de lo que le ocurrió a Jorge Macri en la Ciudad, logró retener el único bastión K. Alimenta, además, la fantasía de una candidatura presidencial en 2027. El peronismo es pragmático, apenas se conoció el triunfo, comenzaron a pedirle al gobernador que lidere al PJ, cargo que hasta ahora ostenta Cristina Kirchner. ¿Dará un paso al costado la ex presidente?
Está claro que el desdoblamiento no sirvió para focalizar la campaña en temas bonaerenses ya que la Casa Rosada logró nacionalizar el debate. Sí le sirvió a Kicillof para justificar el haberle torcido el brazo a Cristina.
Oportuno, el mandatario brindó un discurso políticamente correcto, en el que celebró la victoria, se volvió a mostrar como antítesis de Milei y también abrazó a Cristina, al cuestionar su prisión. Sin embargo, Sergio Massa estuvo detrás de Kicillof pero Máximo Kirchner brilló por su ausencia en el escenario ganador, y apenas se lo alcanzó a ver en las últimas filas, a un costado, a Eduardo “Wado” de Pedro. ¿Signo de los nuevos tiempos en el PJ?
Por obvias razones, la derrotada en esta interna kirchnerista entre cristinistas y kicillofistas es la ex mandataria. La lista de diputados nacionales de Fuerza Patria que competirá en octubre fue armada por ella. ¿Quién hará campaña si ella usó la lapicera dejando afuera a los intendentes y ninguneando a Kicillof? Deberían pasar algunas cosas antes, para que todos vuelvan a hacer campaña.
LA CULPA ES DEL APARATO
En su discurso para reconocer la derrota, Milei responsabilizó del revés a la vigencia del aparato peronista. No obstante, LLA recurrió a prácticas y vínculos habituales del PJ -una suerte de peronización libertaria- que evidentemente no le dieron resultado.
Sebastián Pareja, de pasado peronista, fue el armador sostenido por Karina Milei para organizar la campaña y diseñar las listas de candidatos. Algo similar pasó en su momento con el PRO con la incorporación en sus inicios de dos peronistas como Cristian Ritondo y Diego Santilli que demostraron con creces su lealtad a Mauricio Macri.
Distinto es el caso de Leila Gianni que pasó de ser funcionaria en Capital Humano a candidata libertaria a concejal en La Matanza cuando hacía diez minutos había militado por la candidatura presidencial de Sergio Massa en 2023 y, antes, para el kirchnerismo.
Otra incorporación sorpresiva fue la de Ramón “el Nene” Vera, conocido en la zona oeste por organizar todo lo necesario para un acto político o una marcha: manifestantes, banderas, micros, viandas, vestimenta. Fue el organizador del acto de Villa Angela pero también había sido candidato a intendente de Moreno por el kirchnerismo en 2019 en una boleta en la que aparecía junto a Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Luego se pasaría a las filas libertarias argumentando que “evolucioné”.
Los trascendidos señalan que Vera habría sido motivo de un reclamo de la propia Karina Milei, porque según esas versiones le habrían dado unos 100 mil dólares para la organización del acto en Moreno con la idea de reunir unas 10 mil personas, y sólo concurrió el 10 o 20%.
De todas maneras el Nene Vera, que se retiró del acto en un audi blanco -eso sí, no era 0km- ganó igual porque además de su banca provincial por LLA podrá contar desde octubre con la banca de diputada nacional para su hija, Andrea Vera, acusada de haber emitido recetas médicas, sin tener el título de medicina.
Una de las novedades de la peronización de LLA fue el vínculo con los barrabravas de distintos clubes. Empezando por el supuesto motoquero que auxilió a José Luis Espert en la fallida caravana del 27 de agosto por Lomas de Zamora que apenas pudo recorrer 200 metros y se interrumpió por los objetos de todo tipo -hasta un brócoli- que les arrojaban. Se trata de un barra de Comunicaciones con una causa penal abierta.
Pero también quedó reflejado en las imágenes en Moreno, en el que en un momento se vio el ingreso de decenas de encapuchados, algunos con lentes de sol, al acto de cierre de Javier y Karina Milei. Serían integrantes de las barras de Platense, Deportivo Merlo y Ríver. Aseguran que les pagaron unos 90 mil pesos por la “presencia” de cada uno de ellos. A los manifestantes del «Nene» Vera les daban menos, $20 mil.
No hay certeza, al menos por ahora, que la peronización del mileísmo, o el escándalo de los audios y una supuesta red de coimas haya impactado en el resultado de este domingo. Tal vez, como reflexionó un kirchnerista días atrás, los casos de corrupción -como el que involucra a Karina Milei pero también como el que derivó en la condena de Cristina- no se tuvieron en cuenta en esta elección. ¿Será el bolsillo de los bonaerenses lo que pesó más? Eso sería más grave, porque la política económica es la única fortaleza del Gobierno.
09/09/2025 a las 10:42 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Un fuerte revés que el propio Milei se encargó de agravar
Claudio Jacquelin
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
8/9/025
“Fuerte voto castigo contra el Gobierno”. “Fue un triunfo de los intendentes peronistas y su aparato”. En una Argentina binaria esas son las dos frases dominantes con las que los dos polos de la política pretenden explicar en su beneficio la durísima derrota del oficialismo nacional y el contundente triunfo del perokirchnerismo bonaerense.
Ambas afirmaciones son explicaciones plausibles y complementarias para un resultado que desbordó todas las previsiones, pero lo más relevante es que lo sucedido tiene los contornos de un cataclismo, de consecuencias para el Gobierno que empezarán a avizorarse a partir de hoy.
Al mismo tiempo, expuso un grave error estratégico del presidente Javier Milei, basado en una errada táctica política de quien él llama su “jefe” y es la secretaria general de la Presidencia y hermana, Karina Milei, en su rol de armadora electoral del oficialismo.
Fue, en definitiva, una suma de serias equivocaciones que deja en una situación de mayor fragilidad a la administración justo en momentos en que necesitaba imperiosamente ser ratificada y fortalecida por el voto popular y no todo lo contrario. Como ocurrió ayer.
Se abre así un horizonte más complejo a partir de hoy, en lo político y en el económico-financiero. Los principales actores del mercado habían anticipado que una derrota de hasta cinco puntos porcentuales no entrañaba riesgos, pero que más allá de esa cota se encenderían alarmas, que podrían afectar la confianza en el Gobierno. El resultado deparó una diferencia de casi el triple de esa prevención.
Y fue el propio jefe del Estado quien ató buena parte de la suerte de su gestión y de su programa a esta elección legislativa provincial, en el momento en que decidió nacionalizarla a puro riesgo.
Él la había definido como una valla por trasponer como requisito para poner fin a las turbulencias económico-financieras. También, para despejar los efectos negativos de las acusaciones de corrupción que salpican a su hermana, al más íntimo colaborador de ella y al presidente de la Cámara de Diputados. Y, lo mismo, para tratar de empezar a reponerse de una sucesión de serias derrotas parlamentarias autoinfligidas, con daños a su plan, en las que el número de opositores no hizo más que incrementarse.
Milei se automimpuso ese desafío en público hace diez días ante los principales empresarios del país y lo ratificó luego en los tumultuosos actos de campaña que temerariamente decidió encabezar en el conurbano.
El gran desafío para el oficialismo será ahora recuperarse de este cimbronazo y evitar que la derrota tenga consecuencias aún más negativas para la marcha de la economía
Así, el Presidente le dio un carácter de plebiscito anticipado a su gestión sin contar con elemento alguno de seguridad para hacer una puesta tan riesgosa. Un equilibrista sin red que pisó en falso.
Tendrá que hacer ahora un urgente control de daños. Pero lo que nadie puede augurar y resulta un factor inquietante es cómo metabolizará semejante adversidad una personalidad tan peculiar como la suya y una estructura política y de gestión concentrada casi excluyentemente en él mismo, en su hermana y unos pocos funcionarios más.
Anoche, tras la derrota, buscó empezar a hacer ese control de daños con la admisión del resultado adverso, la promesa de una profunda autocrítica, la predisposición a corregir errores, así como la ratificación del rumbo de su gestión.
Fue eso último un mensaje claramente dirigido a los mercados para recuperar la confianza, antes que a los electores. El recuerdo del impacto cambiario-bursatil registrado luego de que Mauricio Macri fuera duramente superado por el peronismo en las PASO de 2019 está presente en la Casa Rosada, aunque las circunstancias y condiciones no se parecen casi en nada.
RUMORES DE CAMBIOS DE GABINETE
Milei, sin embargo, no dio precisiones sobre lo que podría cambiar. Por el contrario, curiosamente ratificó a uno de sus ministros cuestionados, como Mario Lugones, ubicado a su lado en el escenario, cuya gestión, más allá de los cuestionamientos, no parece haber influido en nada en estos comicios.
En el oficialismo dicen que, en realidad, eso debe leerse como un mensaje encriptado para la interna de la cima libertaria. Lugones es Santiago Caputo, quien fue el gran cuestionador de la fallida táctica electoral desarrollada por Karina Milei y su íntimo colaborador Eduardo “Lule” Menem, cada vez más oculto. Es hora de cerrar heridas antes de que sea tarde.
Las versiones sobre cambios en el equipo de Gobierno adquirieron anoche más densidad. Algunas de las más prominentes figuras del Gabinete las relativizaban, pero sin animarse a descartarlas de plano. La larga noche que transcurriría en Olivos tras el desangelado acto realizado en las afueras de La Plata podría deparar sorpresas. El aislacionismo en el que se suele sumergir el Presidente en los momentos adversos impide a la mayoría de sus colaboradores pronosticar nada.
Lo concreto es que el gran desafío para el oficialismo será ahora recuperarse de este cimbronazo y evitar que la derrota tenga consecuencias aún más negativas para la marcha de la economía después de los remezones que se descarta se harán sentir en las primeras horas posteriores a esta derrota.
Luego, el Gobierno deberá poner acciones concretas en marcha para repechar la cuesta de los 13 puntos de ventaja que terminaron separando a Fuerza Patria de La Libertad Avanza (LLA) en toda la provincia de Buenos Aires. Se trata de un porcentaje que tiene un significado aún mucho más impactante que el dato duro del casi millón de votos de diferencia y que trasciende las fronteras bonaerenses.
No solo perdió con un perokirchnerismo que llegó a esta elección en su momento más crítico, atravesado por una disputa fratricida, que aún no tiene visos de cauterizarse, ni siquiera con el siempre eficaz cicatrizante de la victoria.
Opera como un agravante que el oficialismo nacional llegaba a los comicios supuestamente reforzado tras haber sumado (o, mejor dicho, sometido) al PRO.
La conformación de esa forzada coalición acrecienta la magnitud de la derrota, ya que ambas fuerzas unidas perdieron casi 200.000 votos respecto de lo que las dos habían logrado reunir por separado hace dos años. El “violeta o nada” tuvo consecuencias.
Y eso sin hablar de las impresionantes diferencias que hubo en algunas secciones electorales, como la tercera, donde LLA perdió por más de 20 puntos. La Matanza sigue siendo el bastión inexpugnable del peronismo.
Muy inquietante es para la coalición violeta con vetas amarillas lo ocurrido en la primera sección electoral, donde aspiraba a descontar parte de lo que perdía en la tercera.
Y aún más es lo ocurrido en el interior de la provincia, donde las escisiones cambiemitas permitieron triunfos de Fuerza Patria en municipios de secciones como la segunda y la cuarta en las que el peronismo no lograba hacer pie desde hace casi una década.
OTRA AVENIDA DEL MEDIO
Allí radica otra novedad de estos comicios: la buena performance que tuvo la tercera vía, que apareció en esos distritos de la mano de los intendentes que se resistieron a ser absorbidos sin beneficio alguno por parte de LLA, como pretendía Karina Milei.
No obstante, en términos locales a esos jefes comunales se les abre un horizonte complejo, dado que ya los libertarios solían votar con los kirchneristas y estos ahora ampliarán su representación. Curiosidades del armado libertario.
Además, el espacio alternativo a los dos polos lejos está de tener asegurada una performance similar el 26 de octubre
Otro de los hechos destacables de estos comicios fue el porcentaje de participación, que también superó las previsiones al no seguir la tendencia abstencionista de recientes elecciones provinciales, y terminó jugándole en contra al oficialismo nacional.
La convocatoria del Presidente a ir a votar, en la convicción de que una baja participación favorecería al peronismo, resultó otro importante error de cálculo.
A Milei antes que sus votantes blandos desmotivados parecieron hacerle caso los electores enojados con su gestión, como a Luis Caputo le habían respondido los “campeones” que salieron a comprar dólares porque consideraban, contra su opinión desafiante, que estaba barato. Probablemente también vuelvan a hacerlo hoy.
En medio de la tempestad, el ministro de Economía, ausente en el escenario perdidoso, salió anoche por las redes a ratificar el rumbo de la gestión, empoderado por los dichos del Presidente.
El de Milei fue claramente fue un mensaje a los mercados y no al electorado que ayer en el territorio bonaerense había castigado al Gobierno, no solo por el impacto de las políticas económicas en su vida cotidiana, pero también por eso. Aunque mucho habrían pesado, además, los modos del Presidente y los recientes escándalos instalados en el centro de la agenda pública.
Sin embargo, ninguna de esas cosas pareció haber estado entre las previsiones del oficialismo. Ayer quedó en evidencia que el Presidente y sus colaboradores avanzaron a ciegas con una confianza que no se basaba en ningún un hecho constatable y apostó parte sustancial de su suerte a dos fechas como un jugador al que le quedaran pocas fichas, lo cual no se ajustaba a la realidad. El Gobierno tenía y aún tiene un apoyo social muy alto, aunque evidentemente ya no mayoritario.
Ahora Milei cuenta con la oportunidad de revertir esta deriva el 26 de octubre próximo en las elecciones legislativas nacionales de medio término, que sí operan habitualmente como un plebiscito de la gestión presidencial. Pero deberá transitar 50 días que pueden ser muy largos en medio de esta tempestad.
El Gobierno, no cabe dudas, fue el gran derrotado, al igual que la dirigencia del PRO, encabezada por Mauricio Macri, que aceptó someterse convencida de que el oficialismo estaba destinado a la victoria y que con el triunfo terminaría de borrar al amarillo del mapa de colores.
Esa inapelable defección, que lleva por nombre y apellido La Libertad Avanza, tiene como contracara un triunfador menos incuestionable. El gobernador Axel Kicillof surge como un ganador gracias a este resultado, ya que el desdoblamiento de la elección bonaerense fue su gran apuesta personal contra la opinión de Cristina y Máximo Kirchner.
Sin embargo, las diferencias internas no se han zanjado y habrá que ver si el peronismo ratifica en octubre la magnitud de lo hecho ayer, cuando los intendentes peronistas ya dejaron casi todo lo que tenían para sostener su poder territorial en estos comicios.
Por otra parte, aunque Kicillof y los suyos digan que fue un apoyo a su gestión, todo indica que operó con más fuerza un castigo al gobierno nacional y, también, la capacidad de tracción de los intendentes, que Milei prefiere descalificar diciendo que todo es producto excluyente de la práctica clientelar peronista y no de su legitimidad.
Para pesar del gobernador, el voto castigo al gobierno nacional es a lo que precisamente adjudicó Cristina Kirchner el resultado electoral provincial, en el mensaje grabado que envió al acto de festejo desde su prisión domiciliaria.
“Fue un límite puesto al Gobierno”, dijo la expresidenta condenada. Luego para demostrar que poco ha cambiado y que sus rencores son prolongados puso a Kicillof a la par de Sergio Massa, de Juan Grabois y su hijo Máximo, que por si hiciera falta dijo que estaba a su lado, como artífices de la victoria. No hay distancia que la victoria haya acortado. La aspiración presidencial de Kicillof todavía no tiene allanado el camino ni siquiera internamente, aun en su momento de gloria.
Esa es una discusión a futuro. En el presente urge saber cómo el Gobierno se repondrá de una derrota que el Presidente se encargó de agravar. Demasiado para revisar.