Por Hernán Andrés Kruse.-
PRAXIS A LA SOMBRA DE LA JERARQUÍA: UNA PLANA MAYOR REVOLUCIONARIA SIN CONTROLES DESDE ABAJO
“Según Bakunin: “La pobreza y la desesperación no son suficientes para provocar una revolución social […] Esto solo puede producirse cuando el pueblo se encuentre excitado por un ideal universal que surja históricamente de las profundidades del instinto popular; y este instinto […] solo puede abrirse camino cuando el pueblo tenga una idea general de sus derechos y una fe profunda, apasionada, que casi podríamos llamar religiosa, en tales derechos. Cuando este ideal y esta fe popular se encuentran con una pobreza capaz de llevar al hombre a la desesperación, la Revolución Social está cerca y es inevitable, y ningún poder en el mundo será capaz de detenerla”.
Así pues, la cuestión central es cómo hacer para sembrar esa “idea general de sus derechos” y esa “fe profunda” en el alma popular. Y ahí es donde aparece el planteamiento bakuniniano acerca de la necesidad de organizar una asociación secreta, conformada por un puñado de miembros, que se ocupe de esa labor. En los Estatutos secretos de la Alianza: Programa y objeto de la Organización Revolucionaria de los Hermanos Internacionales, texto redactado por él en 1868, luego de la precisión de que no se va a crear ningún “poder dirigente tutelar”, leemos en los puntos 9, 10 y 11: 9. Es necesario que […] la unidad del pensamiento y de la acción revolucionaria halle un órgano. Ese órgano debe ser la asociación secreta y universal de los Hermanos Internacionales. 10. Esta asociación parte de la convicción que las revoluciones nunca las hacen ni los individuos ni siquiera las sociedades secretas. Se producen por sí mismas, por la fuerza de las cosas, por el movimiento de los eventos y hechos. Se van preparando durante mucho tiempo en la profundidad de la consciencia instintiva de las masas populares, luego estallan, suscitadas en apariencia a menudo por causas fútiles. Todo lo que puede hacer una sociedad secreta bien organizada, es primero facilitar el nacimiento de una revolución propagando entre las masas ideas que correspondan a los instintos de las masas y organizar, no el ejército de la revolución –el ejército siempre debe ser el pueblo– sino una suerte de plana mayor revolucionaria compuesta de individuos entregados, enérgicos, inteligentes, y sobre todo amigos sinceros, ni ambiciosos ni vanidosos, del pueblo, capaces de servir de intermediarios entre la idea revolucionaria y los instintos populares. 11. El número de esos individuos no debe pues ser inmenso. Para la organización internacional en toda Europa, bastan con cien revolucionarios fuertemente y seriamente aliados. Dos, tres centenas de revolucionarios bastarán para la organización del país más grande” (Bakunin).
“Plana mayor revolucionaria”, “servir de intermediarios entre la idea revolucionaria y los instintos populares”, “facilitar el nacimiento de una revolución propagando entre las masas ideas que correspondan a sus instintos”, he ahí el punto: nos hallamos ni más ni menos que en presencia de una vanguardia revolucionaria. Abundando en ello un par de años más tarde, en la extensa carta que dirige a Serguéi Necháyev el 2 de junio de 1870 y por medio de la cual rompe relaciones con ese confuso personaje, Bakunin clama por: “Una revolución popular espontánea, invisiblemente dirigida de ninguna manera por una dictadura oficial, sino por la dictadura anónima y colectiva de los amigos de la emancipación completa del pueblo de cualquier yugo, sólidamente aunados en una asociación secreta y actuando siempre y por todas partes con un único objetivo y un programa único”. El uso del término “dictadura” de la asociación secreta puede sonar desconcertante en Bakunin, pero páginas más adelante aclara que a lo que quiere aludir con él es al ejercicio de una fuerza que es, primero, intelectual, es decir, la capacidad para expresar “la naturaleza misma de los instintos, deseos y necesidades populares”; y, segundo, que reside en la intensidad de la solidaridad entre los revolucionarios y en el vigor de su unidad respecto del objetivo y el plan trazado. En consecuencia, tal dictadura: “No es en absoluto contraria al libre desenvolvimiento y a la autodeterminación del pueblo, ni a su organización desde abajo y hasta arriba de acuerdo a sus usos e instintos, dado que obra exclusivamente por la única influencia natural y personal de sus miembros, que están desprovistos de todo poder y dispersos, por medio de su red invisible, por todas las regiones, distritos y municipios. Ellos se esfuerzan, de común acuerdo y cada uno en su población, por orientar el movimiento revolucionario espontáneo del pueblo según un plan determinado de antemano y bien definido”.
Así pues, la asociación secreta ejerce como vanguardia en cuanto, de una parte, adelanta una labor de dirección intelectual al diseñar planes de acción ajustados a los impulsos naturales del pueblo y, de la otra, cumple un papel psicológico por vía de la “influencia personal” de sus miembros, es decir, de un uso del carisma, encaminado a asegurar la unidad del movimiento. Pero ¿qué tan grave desde un punto de vista ácrata es que exista una vanguardia? O mejor, ¿es de suyo la vanguardia antitética con el espíritu del autogobierno? La respuesta es no, en principio. En torno a la idea de vanguardia gravita un gran desprestigio derivado sin duda de la experiencia del leninismo, pese a que ella, en abstracto, no apela a ningún tipo de relacionamiento autoritario, sino que apenas busca dar cuenta de un hecho normal en la vida colectiva, a saber: la heterogeneidad interna de todo grupo humano.
Refiriéndose a esto, Eagleton ha puntualizado que dichas expresiones vanguardistas: “Surgen en condiciones de desarrollos políticos y culturales desiguales. Son efecto de la heterogeneidad, de situaciones en las que un cierto grupo de hombres y mujeres son capaces por sus circunstancias materiales, no necesariamente por su talento superior, de entender “por anticipado” ciertas realidades que no se han hecho evidentes de manera general. Son capaces de ello por una posición cultural privilegiada, o exactamente por la razón contraria, por una experiencia duramente adquirida como blancos de la opresión y de su lucha contra ella”. Acto seguido, Eagleton pasa a hacer la diferenciación entre vanguardia y elite, donde aquella surge para desaparecer mientras ésta lo que busca es perpetuarse. De manera que, desde una perspectiva libertaria, el problema no sería la emergencia de una vanguardia al interior de un movimiento revolucionario sino, más bien, su degeneración en élite, es decir, su autonomización respecto de los miembros del movimiento que no pertenecen a ella.
Precisamente tratando de evitar eso, Bakunin busca tomar algunas salvaguardias en las que queda patentizado una vez más el materialismo objetivista que inspira su pensamiento, el cual, sin embargo, aparece ahora acompañado de un moralismo inoportuno: la asociación secreta debe ser fiel a “los instintos, deseos y necesidades populares”, para lo cual es necesario que sus miembros sean seleccionados de una manera sumamente rigurosa, asegurando una generosidad de espíritu a toda prueba y una entrega apasionada a la causa casi rayanas con el misticismo ascético. En efecto, esa organización: “Y en particular su núcleo central, la debe integrar la gente más firme, más inteligente, dentro de lo posible, con instrucción (o sea con una inteligencia a base de experiencia), más apasionada, con una dedicación sin titubeos ni modificaciones, habiendo renunciado en la medida de lo posible a todo interés personal y rechazado de una vez para siempre, en su vida y hasta la muerte, a cuanto cautiva a los individuos: las comodidades y los goces sociales, las satisfacciones de la vanidad, del ascenso social y la fama. Esta gente estaría concentrada únicamente y enteramente en la sola pasión de la emancipación del pueblo, sin búsqueda de un papel histórico en su vida y hasta de un rastro personal en la historia tras su muerte”.
Consciente de la dificultad de encontrar gente con tales estándares, no digamos ya de virtud sino incluso de santidad, Bakunin apuesta por una asociación secreta de pocos miembros y por eso le precisa a Necháyev: “Me preguntará dónde encontrar a semejante gente, si hay mucha en Rusia e incluso en toda Europa. En este asunto, en mi sistema, no es necesario que haya muchos miembros. Acuérdese que usted no debe organizar un ejército, sino solo la plana mayor de la revolución. Personas así las hay casi del todo preparadas. Quizá usted dé con diez. De las capaces de serlo y que ya se preparan para ello, a lo sumo son cincuenta o sesenta, y a ojo de buen cubero es bastante”. La moral del santo y lo reducido de sus miembros, serían, pues, los requisitos para evitar que la vanguardia se autonomice y degenere en élite. Pero, cabe preguntarse: ¿acaso una aristocracia de la virtud, reducida y cerrada, sobre la que no pende ningún mecanismo de rendición de cuentas ni es seleccionada desde abajo, no es en sí misma un epítome del elitismo, la jerarquía y el alejamiento respecto de las bases del movimiento? Y esto con un gran agravante: Bakunin parte del presupuesto de que su asociación secreta es la llamada a hacer la lectura correcta de las necesidades e impulsos populares, dado que su programa se inspira en el principio del autogobierno. Por eso advierte: “Quien desee ponerse a la cabeza del movimiento popular debe aceptar este programa por entero y ser su realizador. Quienes quieran imponer al pueblo su propio programa se ponen del lado de los tontos”.
Es decir, que él y los suyos no solo son un círculo moralmente intachable, sino que además tienen el único programa verdadero. Por eso, previendo que puede haber otras asociaciones secretas independientes, exige una centralización total, objetivo para el cual no se detiene en sutilezas: “La asociación entera forma un cuerpo, un todo sólido, unido, dirigido por el Comité Central en guerra subterránea permanente contra el gobierno y contra todas las asociaciones que la combaten o que simplemente obran fuera de ella […] Las asociaciones con objetivos próximos a los nuestros deben ser presionadas para que se unan a nosotros o, por lo menos, a subordinarse, sin que lo sepan y apartando a todos los elementos dañinos. Las asociaciones contrarias y propiamente nefastas deben ser anuladas […] La base de nuestra actividad debe estar regida por esta simple ley: verdad, honestidad, confianza entre todos los hermanos y con toda persona capaz y que quiera afiliarse. La mentira, la astucia, la manipulación y, si hace falta, la violencia, son contra los enemigos”. Certeza autoindulgente de poseer la verdad y de ser impoluto moralmente, número reducido de miembros, centralización total, anulación de toda disidencia y lógica amigo-enemigo para con los adversarios, son algunos de los rasgos de esta plana mayor revolucionaria bakuniniana, rasgos en los que es difícil encontrar diferencias con el espíritu del jacobinismo, de suyo la verdadera bestia negra de Bakunin.
Mas, ¿por qué decide tomar este camino deleznable y contrario al sentido del autogobierno? ¿Por qué, después de una profesión de fe libertaria tan rotunda, termina cayendo en su opuesto, es decir, en una política como gobierno elitista y, adicionalmente, asumida según el realismo político más crudo? Si Bakunin se vio forzado a reconocer que para poder avanzar hacia el autogobierno se requería entreabrir la puerta a la jerarquía, ¿por qué apeló al elitismo y no a un modelo republicano y democrático de relacionamiento entre movimiento y dirigentes, el cual, por donde quiera que se le mire, era más afín con el espíritu libertario? ¿Acaso una orientación republicana, al favorecer la elección colectiva del cuerpo directivo, al permitir la representación en él de las diferentes fracciones del movimiento y al exigirle una rendición de cuentas, no habría ayudado a impedir o, por lo menos, a dificultar, que la vanguardia degenerara en élite? Y esto sin mencionar que esa práctica del republicanismo, al involucrar a las personas comunes y corrientes, le habría permitido al conjunto del movimiento ir ganando experiencia de cara al autogobierno”.
(*) Julio Quiñones (Doctor en Ciencias Políticas y de la Administración y Relaciones Internacionales-Universidad Nacional de Colombia-Bogotá D. C.): “Bakunin y la política como exaltación del autogobierno: potencialidades y limitaciones” (Ciencia Política-volumen 15-número 30-julio/diciembre 2020).
29/06/2025 a las 10:05 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La versión libertaria del plan platita
Martín Rodríguez Yebra
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
28/6/025
En los años impares a todo presidente argentino se le aparece sobre la mesa un pacto con el diablo. La oferta es tan simple como irresistible: gane ahora y pague después.
La energía del gobierno se subordina, en consecuencia, a las necesidades electorales a costa de desequilibrios futuros. La costumbre desarrolló una ética para explicar esta anomalía recurrente. El triunfo en las urnas se asume como la única garantía de que las reformas en curso no vayan a revertirse en lo sucesivo. En un año se gana, en el otro se gobierna. La fórmula esconde un gigantesco autoengaño, que suele saltar a la vista cuando terminan los festejos y toca acomodar lo que se desordenó en la campaña.
Javier Milei se jactó de ser “el único presidente en la historia de las democracias modernas” que no caía en esta “lógica de la casta”, porque no aplicó una política fiscal y monetaria expansiva al encarar un año de elecciones. Es cierto que no inventó nuevos subsidios, no regaló el consumo de gas ni salió a repartir colchones o heladeras en los barrios populares. La tentación, sin embargo, también vino a buscarlo.
A medida que se acerca la hora de votar queda más en evidencia la decisión del Presidente y su equipo económico de condicionar su programa a la finalidad de mantener un tipo de cambio bajo y, de ese modo, empujar a la baja la tasa de inflación.
Él -a diferencia de sus antecesores peronistas- no vende distribución del ingreso sino estabilidad. El dólar barato a toda costa constituye la contracara libertaria del “plan platita”.
La obsesión mileísta del año impar ha sido construir cuántos puentes hiciera falta para llegar a finales de octubre sin sobresaltos en el mercado de cambio. Cuando el propósito tambaleó consiguió el apoyo del Fondo Monetario Internacional (FMI), que lo ayudó a evitar una devaluación brusca en abril. Empezó así lo que llamó la “fase 3″ del programa económico. Después pergeñó el plan “colchón” en busca de dólares fuera del sistema y que no terminan de emerger. Se eliminaron regulaciones para alentar el ingreso de inversores especulativos. Y más tarde se lanzó a tomar deuda a tasas considerables para disimular la incapacidad de juntar reservas en el Banco Central sin provocar un movimiento cambiario.
Es muy inusual que coincidan Cristina Kirchner y Mauricio Macri en un diagnóstico económico. Y aun así la expresidenta desde su prisión domiciliaria y la Fundación Pensar –la usina de ideas del Pro- han alertado en las últimas semanas sobre el peligro al que se expone el Gobierno con su actual política cambiaria.
El déficit externo del primer trimestre –5191 millones de dólares- acentuó las dudas sobre la sustentabilidad del modelo. Milei da la batalla: sostiene que lo importante es que el Estado gaste menos de lo que ingresa y que el resto es cuestión de los privados. El viceministro de Economía, José Luis Daza, dijo esta semana que anualizado el rojo será del 2% del PBI este año, cuando la previsión registrada en el acuerdo con el FMI era de -0,4%. Lo adjudicó a un efecto esperable en una economía en crecimiento y dijo que ya habrá tiempo de juntar reservas. Luis Caputo acotó: “Es hasta sano para la economía”.
Los técnicos podrían discutir hasta el infinito sobre lo que implica este síntoma. La experiencia acumulada es aguafiestas: siempre que una cena en Roma costó menos que en Caballito a la larga asomó una crisis.
El boom del turismo en el extranjero chirría. Más de 6,7 millones de argentinos salieron del país por placer entre enero y mayo. La tendencia no parece frenarse sino todo lo contrario, como sugiere la invasión argentina en el Mundial de Clubes que se disputa en Estados Unidos. Acaso Milei, en vez de insultarlo, debería agradecerle a su odiado Juan Román Riquelme por la temprana eliminación de Boca Juniors.
¿HASTA CUÁNDO DURA?
La Casa Rosada tiene confianza plena de que podrá sostener el actual esquema económico hasta las elecciones legislativas de octubre. Sus opositores también lo descuentan.
Los caminos se bifurcan cuando se piensa en el día posterior.
La hoja de ruta que traza Milei tiene como punto de partida el triunfo electoral. “Presidente que pierde no gobierna”, sintetiza, sin miedo a la exageración, uno de sus asesores políticos. El relato libertario califica de inmoral el despilfarro de fondos públicos para ganar unas elecciones, pero lo diferencia de lo que está haciendo ahora el Gobierno con el manejo del dólar. Cree que el mercado hará las correcciones “cuando lo considere necesario”. Una victoria de La Libertad Avanza (LLA) -en ese razonamiento- sería la inyección de confianza que permitiría un acomodamiento indoloro después de las elecciones.
La secuencia sería: triunfo electoral, baja del riesgo país, regreso a los mercados de deuda a tasas razonables y transitar con relativa calma el período previo a que la producción de Vaca Muerta y la explotación minera aporten un flujo de dólares capaz de terminar con la histórica restricción externa de la Argentina.
La clave reside en cómo conseguir dólares el año que viene. La bala de plata del FMI ya la usó este año. En abril, cuando rubricó el acuerdo, Milei dijo que tendría 50.000 millones de dólares de reservas en mayo. Terminó el mes por debajo de 37.000 millones. Digno de “un mandril”, para usar su nomenclatura. Ajustó entonces el discurso. La cantidad de reservas no importa, argumentó mientras autorizaba a su equipo a endeudarse para conseguir dólares y cumplir las metas comprometidas con Washington. Sabe muy bien que no hay antecedente de un plan de estabilización exitoso con un Banco Central quebrado.
Por actitud personal y por el contexto que le tocó en suerte, el Presidente ha mostrado una gran capacidad para adaptarse a las circunstancias. Se ata al superávit fiscal y a la ambición desreguladora. Son las dos señales inequívocas que envía a los actores económicos. El resto es pragmatismo y habilidad para comunicar. Un rubro en el que hace uso a discreción del insulto, la descalificación y la hipérbole.
Esta semana se atragantó con la decisión de la calificadora Morgan Stanley Capital International (MSCI) de mantener a la Argentina en la lista de países de mayor riesgo en el mundo para la inversión financiera. Jugamos en la liga de Nigeria, Palestina o Zimbabue. Las razones responden a la continuidad de las restricciones a la salida de capitales (el cepo que sobrevive más allá del relato) y la idea es que eso cambie en un futuro cercano. Pero sería necio no preocuparse por la imagen que devuelve ese espejo.
UN MUNDO EN LLAMAS
La mochila de desconfianza que carga el país hace más peligroso el tránsito por un mundo que es muy distinto al que Milei imaginó cuando llegó al poder. Las guerras y el proteccionismo trumpista moldean un presente de incertidumbre y volatilidad. El dólar se debilita, pero las tasas de interés no bajan. Los precios de los productos primarios navegan en la inestabilidad.
La obsesión electoral –que hermana a Milei con sus antecesores- tapa por el momento la pregunta obligada sobre la etapa que se abre cuando pase octubre. ¿Cómo hará un país de economía abierta que necesita inversiones para acumular dólares en un mundo cada vez más cerrado y que está todo el tiempo a las puertas de un evento disruptivo?
Milei se enfrenta a la trampa del ganador. Está haciendo todo lo necesario para imponerse en las elecciones de este año, mientras se construye a sí mismo la valla que le tocará saltar en la siguiente.
Desde 2011 ningún oficialismo logró la reelección. No hubo tampoco dos años seguidos de crecimiento económico sostenido. ¿Podrá Milei torcer el ciclo de esperanza y frustración que aquejó a sus precursores?
Esta vez es distinto porque hay superávit fiscal, repite el mantra oficialista. ¿Alcanzará? Todavía no se vislumbra quién será el prestamista que aporte los dólares que el modelo demanda ni tampoco de qué manera piensa Milei construir un oficialismo eficiente que lleve a cabo las transformaciones legislativas que requiere su revolución de libre mercado.
Milei no esconde su aversión al acuerdo. Basta con observar el destino del Pacto de Mayo, reflotado esta semana: el Gobierno puso el texto y eligió a los representantes de “la oposición”. Negociar así es una delicia. La fijación por pintar de violeta las listas de candidatos que negocia con el Pro hacen juego también con esa ambición hegemónica.
El Gobierno nacional dio inicio este martes al Consejo de Mayo. Encabezó la reunión el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y asistieron los seis consejeros designados por decreto: el ministro Sturzenegger, el gobernador Cornejo, la senadora Losada, el diputado Ritondo, el sindicalista Gerardo Martínez y el presidente de la UIA, Martín Rappallini
CONTRA «LOS KUKAS»
El contraste con el kirchnerismo es otra herramienta vital de la campaña. “La gente entendió que ajustar al fisco es devolverles el dinero. ¿La crueldad? Sí, soy cruel. Soy cruel, kukas inmundos. Soy cruel con ustedes: los gastadores, los empleados públicos, los estatistas, los que les rompen el culo a los argentinos de bien», gritó el Presidente el miércoles en un acto en Puerto Madero. La romantización de la crueldad sigue la estela de la exaltación del odio que naturaliza el discurso oficial.
Polarizar contra el abismo rinde, aunque puede tener un doble filo. Los mercados miran quién gana las elecciones y también quién es la alternancia posible. Lo que llaman “el riesgo político”.
Son amenazas del largo plazo en el reino de las urgencias. La baja de la inflación y la estabilidad cambiaria le dan a Milei la pole position de la carrera electoral, a pesar de la suba de la tasa de desempleo, las dificultades de la industria y el sufrimiento social que se desprende del ajuste en el sector público.
“En los primeros dos años la vamos a pasar muy mal”, había advertido Milei al asumir. Ahora alimenta la ilusión con promesas muy concretas sobre el porvenir. Por ejemplo, que “a mediados de 2026 la inflación estará terminada”, que “vamos a ser el país más libre del mundo” y que se viene un proceso de crecimiento sostenido de entre el 6 y 8% anual.
Primero hay que ganar y después evitar que el éxito no engendre una derrota futura. El objetivo de una economía estable, competitiva y con capacidad de generar trabajo genuino habrá que resolverlo de alguna manera con la “fase 4” del programa. Todo marcha de acuerdo al plan.
29/06/2025 a las 10:16 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El gobierno de la (des)dolarización
Sofía Hart
Prensa Obrera
27/6/025
Los que proclamaban dolarizar la economía, a un año y medio de gobierno no han hecho más que profundizar la fuga de divisas. El déficit en la balanza de pagos de la cuenta corriente del país evidencia la precariedad del esquema económico de Milei. Sucede que la apreciación cambiaria sobre la cual se sostiene la bicicleta financiera estimula la salida de divisas a través de la importación y los viajes al exterior. A su vez, los capitalistas se vuelcan a girar sus ganancias al exterior en lugar de reinvertirlas en Argentina.
Según los datos del Indec, en el primer trimestre del 2025, el déficit de la cuenta corriente llegó a U$S 5.191 millones. Esto se debió a que el saldo entre las exportaciones e importaciones de servicios fue deficitario por U$S 4.502 millones, mientras que la balanza comercial de bienes decayó en U$S 3.010 millones respecto al mismo período del año pasado. Asimismo, la renta de inversión mostró un rojo de U$S 3.312 millones.
En primer lugar, el déficit en la balanza de servicios obedece fundamentalmente al aumento del turismo emisivo. Sin ir más lejos, otro informe del Indec revela que, entre enero y mayo, la cantidad de visitantes, turistas y excursionistas argentinos en el exterior aumentó 60% interanual, mientras que el turismo receptivo cayó 29,1% en el mismo período. Finalmente, el dólar pisado -que opera como causa y consecuencia del carry trade- alienta que los sectores de mayor poder adquisitivo opten por vacacionar en otros países, y, al mismo tiempo, convierte a Argentina en un destino más caro para los turistas extranjeros.
Por otra parte, la apreciación artificial del peso, sumado a otras políticas aperturistas del gobierno, produjo un aumento de las importaciones, razón por la cual cayó el saldo comercial de bienes. De más está decir que las consecuencias de la avalancha importadora las pagan los trabajadores con la pérdida de sus empleos.
A su turno, los capitalistas giraron más utilidades, dividendos e intereses -rendimientos de sus inversiones tanto directas como de cartera- al exterior que las que reinvirtieron en el país. Como vemos, la flexibilización del cepo, en lugar de incentivar la llegada de inversiones, profundizó la fuga de capitales.
Así las cosas, la acumulación de reservas solo se sustenta en el préstamo del FMI y en la emisión de deuda dolarizada a tasas exorbitantes. Esta insolvencia se encuentra detrás de que el riesgo país de Argentina siga siendo elevado y su calificación financiera baja. Salta a la vista que el andamiaje económico del gobierno es sumamente endeble y la posibilidad de que se produzca un salto cambiario y explote la burbuja especulativa montada por Caputo aparece cada vez más cercana.
Entonces, para no pagar la factura de esta crisis, debemos luchar ahora hasta que caiga Milei. No queremos que de su fracaso emerja un recambio capitalista que se proponga rescatar este régimen de saqueo, sino una alternativa de los trabajadores, la única clase social dispuesta a romper con aquellos intereses que han hundido al país y abrir un rumbo de desarrollo nacional centrado en las necesidades de las mayorías.
29/06/2025 a las 10:29 AM
El mayor oprobio de este sitio.
29/06/2025 a las 3:48 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Entre la calle y las ideas que faltan
Eduardo Aliverti
Página/12
29 de junio de 2025
Hay quienes reparan en que menguaron los ecos de la movilización por Cristina, como era lógico prever por el paso de los días. Sin embargo, permanece la protesta callejera y ofrece síntomas de que irá incrementándose. Entre ese panorama y cuál dirección política tendrá el arco opositor se juega no toda pero, sí, una buena parte del futuro político de corto plazo.
Otra medida la da el escenario económico, que se divide en, básicamente, dos secciones. Una atiende a la “macro”, con sus signos de estar atada con alambre. La restante, en cambio y si es por los próximos meses, traería buenas noticias electorales para el Gobierno porque se consolida la baja inflacionaria, aun a costa de la depresión salarial e ingresos de bolsillo que la explican.
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Acerca de los grandes números económicos que tienen sin cuidado a las mayorías, cabe reparar en las declaraciones del viceministro del área, José Luis Daza, durante una reunión empresarial. Admitió que el déficit en dólares quintuplica al previsto. Alcanzará 2 puntos del PBI, cuando el Fondo Monetario había estimado que apenas llegaría al 0,4. Y su superior dijo enseguida que “eso es lógico y hasta positivo”.
Lo notable es también que el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, haya reconocido que las autoridades “siguen atentamente” ese desequilibrio en las cuentas externas. Lo señaló tras conocerse que el saldo de la balanza de bienes y servicios dio negativo en casi 5200 millones de dólares, para el primer trimestre del año.
No hay ningún misterio. Las exportaciones se estancaron, las importaciones explotan y el turismo -sí, el turismo, aunque pueda parecer insólito en la comprensión o interés de quienes no paran de ajustarse- expone otra parte del deterioro de esas cuentas. En los primeros cinco meses de 2025, 6,7 millones de argentinos viajaron al exterior. Es el valor más alto en 9 años y no tiene precedentes en las estadísticas del Indec.
Por las dudas, o para incrementarlas, nada menos que el propio Francos debió descartar una devaluación. Lo hizo mientras, encima, desde las corporaciones agropecuarias muestran los dientes porque subirán las retenciones a la soja y subproductos. Por ahora lo hacen tímidamente y es probable que así sigan, como corresponde a su carácter pusilánime cuando hay un Gobierno afín a sus compromisos ideológicos. Pero no deja de ser otro indicio del tembladeral.
Hubo dos notas de especialistas temáticos, este viernes, que merecen resaltarse.
Una es la de Federico Kucher, en este diario, que por un lado reseña lo que significa la fuga de divisas. Es tan grande que ya “compensa” los dólares generados por el superávit comercial de Vaca Muerta. En vez de ir a inversiones o a producción, esos dólares que entran por la energía se usan para financiar viajes a Brasil, Miami o Europa.
Como agrega el colega, tales inconsistencias del frente externo despiertan dudas entre los inversores y parecen reflejarse en el precio de los activos bursátiles. Las acciones acumulan bajas importantes en lo que va del año. Algunas empresas ya registran pérdidas del 30 por ciento, medidas en dólares.
El otro artículo es de Luciana Glezer, en La PolíticaOnline, y da cuenta de que Luis Caputo persigue minuto a minuto la mesa del Banco Central, para intervenir al dólar. Se ocupa personalmente y no es para menos. Crece la deuda, bajan las reservas y Toto tiene la instrucción presidencial de planchar el dólar hasta las elecciones. Un “plan platita”, pero desde Hood Robin. El pequeño detalle es que la misión del FMI, recién retornada a Washington para chequear la marcha del programa, le exige a Toto que lo deje flotar de manera libre.
“El Fondo viene monitoreando con preocupación cómo el último desembolso, de unos 12 mil millones de dólares, terminó alimentando una salida de divisas por turismo y gastos suntuarios”. La fuente consultada por Glezer advierte que si Caputo dejara de intervenir en “futuros” el dólar se iría a la franja de los 1700 pesos y que, acaso por eso, Toto hace exactamente lo contrario de lo que el FMI le pide.
Desde ya, las mieles del éxito anti-inflacionario obturan que se preste una mirada mayor a la bomba de ese cuadro externo. Al fin y al cabo, sostienen ortodoxos y heterodoxos casi con unanimidad, lo que importa es que el Fondo proveyó su apoyo político a contramano de toda recomendación técnico-sensata. Son un instrumento de dominación geo-política, no un organismo de asistencia financiera. Lo hicieron con Macri, vuelven a hacerlo con Milei y, en síntesis, mientras la música siga sonando ellos bailarán a su compás. Cuando el esquema vuelva a estallar, habrán de reacomodarse.
A efectos de esa fórmula perversa, interviene con idéntica fuerza la parálisis propositiva del conjunto opositor. Y en este aspecto, valdría asimilar que el grueso más grande de la población no dispone de otros recursos que no sean confiar o resignarse al presente perpetuo.
En el tipeo y en las exclamaciones de redes, foros, publicaciones y dichos diversos, es fácil encontrar la cuadratura del círculo y depositar respuestas en la inconsciencia popular, de clase, de los sectores medios. No decimos que sean reacciones injustificadas. Al contrario. Tal lo expresado por Luis Bruschtein, a pesar de todo mucha gente está dispuesta a votar por el que los destruye. Hay un problema económico grave, pero más grave aún es una sociedad dispuesta a aventuras desquiciadas.
Empero, en el marco general, ¿quiénes están invitando a confiar en otra cosa, concreta, ajena a esa letanía de que todo tiempo pasado fue mejor?
No es lucha lo que falta, en tanto hablemos de las minorías intensas que, sobre todo, se expresan en el ámbito porteño. Como Gustavo Veiga lo definió también aquí, Buenos Aires es La Meca mundial de las manifestaciones.
Con escasa activación previa, por ejemplo, la marcha de antorchas del Frente Universitario, el jueves pasado, a las puertas del Ministerio de Educación, fue emocionante y cuantitativamente apreciable.
Otro tanto significó el abrazo al Hospital de Clínicas, ya sin presupuesto por decisión directa de Casa Rosada. Uno de sus jefes, Luis Sarotto, quien trabaja allí hace 37 años como cirujano, investigador y profesor titular de doctorado, relató conmovido que jamás vivió algo semejante, con faltantes de insumos para operaciones e intervenciones oncológicas que deben ser retrasadas. “La orden es que no atiendan sin obra social porque el hospital no tiene plata y porque no hay nadie a quien recurrir. Nadie. Esto nunca pasó”. Y entonces ocurrió ese abrazo simbólico que no tuvo cobertura mediática significativa, ni siquiera en los medios “del palo” que sí estuvieron en virtual cadena por los bienes inmobiliarios de Beatriz Sarlo o el atrincheramiento de Wanda Nara.
Es así que son unos cuantos quienes debieran hacerse una pasada introspectiva por cómo registran lo que ocurre en los fondos de la dinámica y sufrimientos sociales. Igual introspección que la requerida para resolver la oferta electoral del peronismo, panperonismo, progresismo o como quiera llamársele al espacio capaz de disputarle terreno, algún terreno, a las ínfulas libertaristas.
No pinta que vaya a ser estimulante la resolución de los condicionamientos sobre la cárcel domiciliaria de Cristina. El padecimiento que ella sufre, gracias a una causa repugnante, no debería ser el motor exclusivo de la unión o unidad opositora. Es un piso a incluir, por supuesto. No un techo de propuesta alternativa, que es a lo que una dirigencia vocera de la bronca parece apuntar.
Es indignante el coro mediático que se alarma por el reclamo de presuntos privilegios, a la par de ignorar los que gozan represores, genocidas, secuestradores de bebés. Reclaman contra el balcón los que no muestran recelo alguno frente al quincho y la pileta de que goza Astiz, junto con monstruos de naturaleza similar.
Pero eso no puede, no debe, ser el eje exclusivo de convocatoria. Emocionalmente es comprensible, acompañable, estremecedor. Y puesto en primera persona, acá estamos. Sólo alegamos que constructivamente no alcanza.
Tampoco se sabe si alcanzaría, en lo electivo, con impulsar ciertas ideas-fuerza. No como condición suficiente, pero sí imprescindible: algunas que tracen, con convicción, por qué habría que animarse a un camino contrario a éste.
Es seguro que no basta con denunciar la motosierra contra los más débiles, ni el destino inevitable de un modelo bruto y brutal. Igual de seguro que la necesidad de ofrecer imágenes superadoras.
29/06/2025 a las 6:08 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Pensar la política para entender el presente: lecciones de la historia y desafíos ante el sismo libertario
Edgardo Mocca
El Destape
29/6/025
Entre las cuestiones que deben ser discutidas en una encrucijada de la complejidad de la Argentina actual está el del lugar de la voluntad política frente a las alternativas reales que ante ella se presentan. La ignorancia o subestimación de la iniciativa política es, sin duda, un grave riesgo para las fuerzas que reivindican su voluntad transformadora. Es así como pueden, por ejemplo, pensarse los sucesos inmediatamente posteriores a la crisis política de fines de 2001. No estaba escrita, de ningún modo, la deriva del derrumbe del gobierno de De la Rúa, ni la emergencia de una conducción de esa crisis, capaz de acompañar y, de algún modo, conducir un episodio que amenazaba seriamente la continuidad de la Argentina democrática recuperada en 2001. No estaba escrito en ningún lado que la caótica situación de entonces fuera canalizada por caminos institucionales y pacíficos. Los roles de liderazgo de Duhalde y de Alfonsín no estaban predeterminados: más bien el clima en las calles insinuaba un incierto panorama que incluía entre sus variantes las formas más caóticas y autoritarias del curso de los acontecimientos. Sin embargo, bajo esos liderazgos, impensables en el curso inmediato anterior, el país fue encontrando un sendero institucional débil y vacilante, pero que, a la postre llevaría al país a una lenta y sufrida recuperación política y social. Cualquiera que revise el debate político de entonces tendrá que aceptar que el camino posterior de nuestra democracia no entraba fácilmente en el canon de la normalidad institucional y la paz social. La interpretación de aquellos tiempos debería precaver contra una práctica muy habitual entre nosotros que consiste en la simplificación -que a veces recae en la banalización- de la acción de las fuerzas políticas que entran en el juego decisorio.
Es muy habitual -y bastante explicable- que los actores políticos elaboren una lectura de los acontecimientos acorde a sus intereses y sus cálculos. En esa lectura, la acción de las fuerzas “propias” suele adquirir una relevancia central por encima de una multitud de acontecimientos imprevisibles e inesperados. Los años de la experiencia kirchnerista han pasado a engrosar el patrimonio de este repertorio político. Así, la emergencia y/o el ocaso de tal o cual liderazgo, de tal o cual tendencia gubernamental pasan a engrosar el patrimonio de interpretaciones históricas con pretensiones absolutas a la hora de interpretar la historia. En la práctica, eso termina oscureciendo los móviles sobre cuya base actuaron los protagonistas reales y facilitando interpretaciones más cercanas a necesidades (legítimas en sí mismas) de determinados actores que a una lectura objetiva de los hechos históricos.
¿Cómo fue posible la emergencia del fenómeno Milei sobre el trasfondo de la experiencia de gobierno kirchnerista entre 2003 y 2022? ¿Es el resultado “objetivo” e ineluctable de procesos que se fueron incubando en esa experiencia? ¿fue el fruto de fuerzas que actuaron deliberada y al fin exitosamente con ese fin? ¿cuáles fueron las causas de que un proceso político como el kirchnerismo tuviera la deriva de un gobierno como el que encabeza el actual presidente? Frente a estas preguntas es muy problemática la pretensión de construir respuestas definitivas y mucho menos de determinar con precisión quirúrgica la red de acciones, de intenciones, de miedos y ambiciones que construyeron la realidad que vivimos hoy.
El actual presidente, sus aliados, adversarios y enemigos no son idénticos a quienes eran antes del triunfo electoral “libertario”. Tampoco las fuerzas que lo enfrentan se dejan interpretar por los datos de su historia previa a la conquista del gobierno. La Argentina en su conjunto ha cambiado, y pensar en la naturaleza y la proyección de esos cambios es la condición central para pensar, planificar y actuar en la política argentina de hoy,
Viene a cuento una de las experiencias centrales de la historia moderna de nuestra patria: la del derrocamiento de Perón en 1955, su exilio, la represión contra el movimiento que dirigía. Sus reflexiones públicas en el corto período de su vida transcurrida luego de su regreso en 1972 pueden tomarse como punto de referencia: cómo pensar esas reflexiones sino como actualización política y doctrinaria, como búsqueda de recuperar el sentido histórico-general de un proceso histórico, puesto por encima de las pasiones y los impulsos circunstanciales. La obra en el caso del Perón de los años de su regreso es una obra inconclusa, pero es un testimonio histórico a la altura de cualquiera de sus acciones y sus reflexiones previas.
¿Qué tiene que ver esta historia con la que hoy estamos viviendo? Cualquier intento de traslación mecánica entre una y otra experiencia resultaría ridícula. Pero, ¿por qué no intentar que el peronismo -y el país político en su conjunto- haga un ejercicio de mirada retrospectiva del período peronista abierto en 1973? ¿por qué no intentar un balance colectivo de esta experiencia? Es posible que sin el intento de ese balance colectivo no logremos aprender gran cosa de este sismo que parece recorrer la patria sin que terminemos de entender la ilación de los hechos superando las simplificaciones infantiles y los “pases de factura” que terminan oscureciendo la historia.
El gobierno de Milei no es un pasaje más de nuestra historia: es el tránsito de un período signado por la recuperación de la democracia, por el debate de nuestra constitución, de su texto, pero sobre todo de su espíritu y sus perspectivas. Solamente un debate profundo de esta dura y dolorosa transición superaría la pobre perspectiva que nos ata al pasado. Solamente poniendo en perspectiva histórica la decadencia que sufrimos y los peligros que nos amenazan podemos organizar un pensamiento presente de cambio y un futuro democrático consistente.