Por Hernán Andrés Kruse.-
El 18 de julio pasado se conmemoró el centésimo tercer aniversario del nacimiento de un brillante filósofo y científico estadounidense. Thomas Khun nació en Cincinati, Ohio, el 18 de julio de 1922. Se graduó en la Taft Scholl en Watertown. CY, en 1940. Tres años más tarde, se graduó en física por la Universidad de Harvard. En esa misma casa de altos estudios obtuvo la maestría (1946) y el doctorado (1949), bajo la supervisión de John Van Vleck. Dio clases en la Universidad de California (Berkley) hasta 1964, en la Universidad de Princeton hasta 1979 y en el Instituto Tecnológico de Massachussets hasta 1991. Falleció en 1996 debido a una enfermedad terminal (fuente: Wikipedia, La Enciclopedia Libre).
Buceando en Google me encontré con un ensayo de Leonardo Díaz (Universidad del País Vasco) titulado “Las tensiones de la estructura de las revoluciones científicas y el legado de Thomas Khun” (ENDOXA: Series Filosóficas-Número 27-2011-UNED-Madrid). Su objetivo es explicar la variedad de enfoques surgidos a casi medio siglo de la publicación de “La estructura de las revoluciones científicas” y su legado.
INTRODUCCIÓN
“Han transcurrido casi cincuenta años desde que el mundo académico fue impactado por la publicación de La estructura de las revoluciones científicas de Thomas Kuhn. Desde entonces, los estudios críticos sobre esta obra no han cesado, tomando en los últimos diez años un giro conceptual significativo. Si durante las primeras décadas inmediatas a la publicación de La estructura los análisis giraron en torno a las ambigüedades de los conceptos explicativos básicos de Kuhn y en torno a las repercusiones epistemológicas de las nociones de ciencia normal e inconmensurabilidad, desde mediados de los años 90’s emergieron estudios dedicados a analizar los vínculos de Kuhn con el empirismo lógico.
Los estudios de Bird, Friedman y Gattei continuaron la línea de investigación iniciada en los años 90’s por Reisch, Axtell, Earman, Irzik y Grümberg. Estos estudios mostraron cómo La estructura de las revoluciones científicas se enmarca en una línea de continuidad con postulados fundamentales del empirismo lógico, en vez de situarse como una ruptura radical de los mismos.
Paralelamente a estas investigaciones, otros análisis desde el campo de las ciencias cognitivas reforzaron la idea según la cual el programa de Kuhn constituye una ruptura con el empirismo lógico, por cuestionar el supuesto de la existencia de un conjunto de condiciones necesarias y suficientes para el aprendizaje del conocimiento científico y de un sistema explícito de reglas para su producción. En este contexto se inscriben los estudios de Andersen, Nersessian, Nickles, Andersen, Barker y Chen. Mientras tanto, desde los estudios culturales de la ciencia, Bernstein, Rouse, Rorty y Díaz situaron a Kuhn como un precedente significativo de un enfoque hermenéutico de la ciencia.
Como puede observarse, uno de los aspectos más notables de estas referencias es el hecho de que aglomeran un conjunto disímil de perspectivas, atribuyendo a Kuhn su paternidad, o considerándolo como un importante precedente. ¿Cómo se explica esta variedad de enfoques, a casi cinco décadas de la publicación de su obra principal y cuál es su legado? Abordaré estos problemas a partir de una tesis sobre el modo en que dos perspectivas filosóficas configuran La estructura de las revoluciones científicas y que serán examinadas a continuación”.
LA TENSIÓN ENTRE UNA PERSPECTIVA DE LA CIENCIA COMO SISTEMA DE CONOCIMIENTOS Y COMO SISTEMA DE PRÁCTICAS
“En una evaluación de su propia obra, Kuhn sostiene que la imagen de la ciencia representada por él reemplaza una perspectiva de la ciencia como cuerpo estático de conocimientos por una imagen dinámica de la ciencia, o una perspectiva de la ciencia como práctica. Siguiendo esta idea, Doppelt cuestiona la postura de estudios críticos como los de Shapere o Sheffler donde la obra de Kuhn se analiza en términos meramente semánticos. Doppelt propone, por ejemplo, analizar el concepto kuhniano de inconmensurabilidad, entendiéndolo como un problema de comunicación existente entre las formas de vida de distintas comunidades científicas y no como un problema de incompatibilidad entre los significados de los marcos conceptuales de las mismas. En la misma línea de pensamiento, Rouse sostiene que la filosofía de la ciencia ha sido considerada tradicionalmente en términos epistemológicos, esto es, como un sistema de conocimientos, y, por tanto, sus problemas giran en torno a la estructura, los procedimientos y la justificación del conocimiento científico.
Por el contrario, propone Rouse, Kuhn articula una concepción de la ciencia como una actividad per se o una práctica. Desde una perspectiva de la ciencia como sistema de conocimientos, la ciencia constituye un sistema de creencias justificadas, fundamentada en un conjunto explícito y universal de reglas. A partir de este sistema de conocimientos se genera la investigación científica misma, la cual está regida, en su estructura y aplicabilidad, por un método universal y homogéneo. Usualmente, un signo distintivo de esta perspectiva epistemológica es su preocupación por el problema de la estructura de las teorías científicas, los procesos de validación de las creencias, la naturaleza del método científico y una marcada despreocupación por los procesos reflexivos de adquisición del conocimiento. Estos procesos se perciben como propios del denominado contexto de descubrimiento, el proceso de generación del conocimiento científico.
Desde un enfoque de la ciencia como sistema de conocimientos, el contexto de descubrimiento es de naturaleza psicológica, porque se relaciona con problemas como el de la creatividad o el papel que juega la imaginación en los procesos de construcción cognoscitiva. Desde este punto de vista resulta, por tanto, carente de interés para la filosofía de la ciencia, porque se entiende que no puede ser reconstruido desde el punto de vista racional. A diferencia del contexto de descubrimiento, el contexto de justificación se relaciona con el proceso de validación de las hipótesis científicas. Desde la perspectiva de la ciencia como sistema de conocimientos, este es el verdadero objeto de la reflexión epistemológica. La filosofía de la ciencia es fundamentalmente una reflexión sobre los métodos de la ciencia, no sobre el origen de las ideas científicas.
En contraste, una perspectiva de la ciencia como sistema de prácticas concibe la ciencia a partir de las actividades producidas por las comunidades epistémicas. El conocimiento científico es el producto de estas actividades que implican el uso de instrumentos y tecnologías, así como de procesos no reflexivos o conocimientos tácitos. La preocupación gira en torno a la dinámica de las teorías científicas y se entiende que no existe una distinción tajante entre el contexto de descubrimiento y el contexto de justificación. Por consiguiente, el proceso de adquisición del conocimiento es de sumo interés desde el punto de vista de la reflexión epistemológica.
Al mismo tiempo, desde esta perspectiva, las investigaciones científicas se inscriben en el contexto de tradiciones de investigación que están caracterizadas por su historicidad. De ahí que la empresa de la ciencia se defina como dinámica e históricamente condicionada. Sostendré en este artículo que, a diferencia de la autoimagen de Kuhn y de las interpretaciones de Doppelt y Rouse, La estructura de las revoluciones científicas no constituye una ruptura radical con la imagen de la ciencia como sistema de conocimientos. Por el contrario, sostendré que La estructura de las revoluciones científicas está constituida por la tensión existente entre una perspectiva de la ciencia como sistema de conocimientos similar a la del empirismo lógico y una perspectiva de la ciencia como sistema de prácticas. Empleo el término de tensión como una metáfora que designa el estado de un sistema conceptual conformado por perspectivas opuestas que coaccionan el sistema, generando ambigüedades y contrastes en los términos explicativos básicos, así como en las explicaciones derivadas del mismo.
La existencia de las dos perspectivas señaladas dentro de la epistemología kuhniana se muestra en el contraste existente por un lado, entre el énfasis de Kuhn por explicar el proceso de aprendizaje y funcionamiento de la actividad científica, minimizando la función de las teorías y los procesos reflexivos, y por el otro lado, su insistencia en el papel que desempeñan las teorías como fundamento para la percepción y el ordenamiento de los datos científicos, la configuración de las especialidades y las revoluciones científicas. Kuhn insiste en el carácter determinador de las teorías como base para la percepción, pues las mismas condicionan el modo de ver de las comunidades científicas.
Al mismo tiempo, las teorías determinan el desarrollo de las prácticas científicas futuras. Sin embargo, al contrario de lo que ocurre en la imagen de la ciencia como sistema de conocimientos, en la perspectiva de Kuhn las teorías no se aprenden tanto a través de un sistema de aprendizaje de axiomas y reglas de deducibilidad, sino a través del aprendizaje de conceptos contextualizados en prácticas, del desarrollo de un conocimiento tácito, que por definición, no es teórico. Por un lado, las teorías son determinantes de las prácticas, por otra parte, son su resultado. Por una parte, las teorías ocupan un lugar determinante en el desarrollo de la ciencia, por el otro, el papel de las teorías se minimiza, privilegiando una dimensión cognoscitiva tácita.
Kuhn introduce la noción de paradigma en la postdata a La estructura de las revoluciones científicas. El ejemplar es un modelo de resolución de problemas. De acuerdo con esta perspectiva, el proceso mediante el cual se aprenden los ejemplares no es teórico, no forma parte de un conocimiento explícito, más bien se asemeja a procesos no intelectivos como los descritos por Wittgenstein y Polanyi. El ejemplar funciona como un modelo a partir del cual el estudiante aprende a establecer relaciones de semejanza y disimilitud. Esta perspectiva del aprendizaje conceptual de la ciencia no requiere de la existencia de un sistema de reglas. Según Kuhn, el aprendizaje se produce por una exposición a ejemplos con los cuales se adquiere inconscientemente la habilidad de relacionar y diferenciar objetos.
El proceso es explicable desde el modelo conexionista de las ciencias cognitivas. Parafraseando el ejemplo de Bird, los integrantes de una comunidad se entrenan a partir de una serie de estímulos que activa la red de conexiones cerebrales como las entradas (inputs) de un ordenador. En una determinada entrada, se activan las respuestas vinculadas con el estímulo, de modo que si el mismo consiste en una estimulación sensorial, por ejemplo, un estímulo visual proveniente de una película, la respuesta provocada por la red puede ser el nombre de un lugar recordado, del autor del film, etc. Dependiendo de las respuestas, el cerebro modifica por azar las conexiones entre las entradas (inputs) y salidas (outputs). Si las mismas no se relacionan -el estímulo visual ha sido atribuido erróneamente a un lugar, o a un autor equivocado- el cerebro debilita la conexión, o la refuerza en caso de que sí exista la relación.
Este proceso de reforzamiento neuronal posibilita el desarrollo de la capacidad cognitiva para establecer correctamente relaciones de semejanza y disimilitud. Del mismo modo, los integrantes de una comunidad científica son expuestos a ejemplos de resolución de problemas que estimulan el establecimiento de relaciones de semejanza y disimilitud reforzables neuronalmente por el proceso anteriormente descrito. Nótese que se trata de un proceso inconsciente para los agentes implicados. No hay reglas ni teorías aprendidas, como tampoco procesos de inferencia. Este enfoque que minimiza el papel de la teoría y de los procesos reflexivos pugna en la obra de Kuhn con una perspectiva que sobrestima el papel que juegan las teorías en los procesos epistémicos.
Kuhn es compromisario de una perspectiva de la ciencia como sistema de conocimientos similar a la de autores como Rudolf Carnap y Norwood Hanson. Carnap defendió la preeminencia de los marcos lingüísticos en el modo de describir el mundo, así como en los valores de verdad asignados a dichas descripciones. Por su parte, Hanson defendió la tesis de la carga teórica de las observaciones. Según esta tesis, las observaciones están indisolublemente vinculadas a las teorías y creencias de los observadores, de tal modo que no existen datos puros. Toda observación es un acto interpretativo. Kuhn asumió ambos supuestos. Asignó a las teorías y marcos conceptuales un papel fundamental en la constitución de las disciplinas científicas y en la constitución del mundo.
Asumiendo la concepción ontológica de Kant, defendió la existencia de una realidad impensable e incognoscible contrapuesta a una realidad fenoménica que se constituye a partir de las creencias y teorías de las comunidades científicas. Por esta razón, en la epistemología kuhniana, cuando cambian las creencias de los agentes epistémicos, se modifican también sus percepciones y el mundo mismo de la comunidad científica. De este modo, dentro de una filosofía de las prácticas científicas las teorías y las creencias desempeñan la función de fundamento. Esta tensión genera una serie de ambigüedades para la terminología kuhniana.
Por un lado, introduce la noción de paradigma —como ejemplar— porque según sus propias palabras, quiere distanciarse de la noción tradicional de teoría. En este sentido, la noción de paradigma entendida como ejemplo de resolución de problemas se constituye en la fuente del consenso de las comunidades epistémicas y en el fundamento de una filosofía de las prácticas científicas. Pero este sentido contrasta con el concepto de paradigma como teoría predominante, que se deriva de los compromisos de Kuhn con una pespectiva de la ciencia como sistema de conocimientos. Por el mismo motivo, otra de las nociones básicas de la teoría kuhniana de la ciencia, el concepto de inconmensurabilidad, remite tanto a problemas de incompatibilidad a nivel de las prácticas de las comunidades epistémicas, así como a problemas de incompatibilidad semántica.
Ante la ausencia de un cuerpo de creencias o de teorías, Kuhn sostiene que no hay consenso sobre los criterios metodológicos ni sobre el modo de interpretar los datos. Para una filosofía de las prácticas científicas, el problema del consenso epistémico no adquiere la relevancia que tiene para una perspectiva de la ciencia como sistema de conocimientos, ni se explica en función de la teoría que comparte una determinada comunidad científica. Como he señalado, en la imagen de Kuhn éstas parecen ser las determinantes para explicar el problema del consenso. Sin embargo, en el capítulo V de La estructura y posteriormente, en La posdata, Kuhn fundamenta el problema del consenso en las prácticas de las comunidades científicas.
Esto hace innecesario la existencia de un acuerdo a nivel de las teorías: «…a theory of matter is not the sort of topic on which the members of even a single community must necessarily agree. The need for agreement depends on what it is the community does». La importancia asignada por Kuhn al problema del consenso, le lleva a sustituir el concepto de sistema de reglas característico de las concepciones de la ciencia como sistema de conocimientos, por la noción de paradigma como teoría coercitiva. Vinculado a esta noción, construye un modelo dicotómico que describe la ciencia constituida por períodos de investigación acrítica regidos por una teoría, interrumpida por fases de ruptura innovadora a los que denomina ciencia extraordinaria. Esto nos lleva a la segunda tensión que examinaré en este artículo”.
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