Por Guillermo Cherashny.-

Al asumir Diego Santilli como ministro de seguridad porteño dijimos que era una apuesta fuerte de Rodríguez Larreta, el jefe de gobierno de CABA, al poner a su vicejefe al frente de un ministerio muy delicado, después de los incidentes en Núñez en la final de River-Boca que debió trasladarse hacia Madrid para la final de la Libertadores.

Dijimos en su momento que era correcto poner en ese cargo a un político de raza, ex senador y diputado nacional, para solucionar la difícil situación de la ex superintendencia de la Policía Federal, que se sumó a regañadientes a la Policía de la Ciudad, porque no se lleva bien con la Metropolitana a pesar que muchos de sus efectivos provienen de la Federal.

En efecto, desde las épocas de Macri como jefe de CABA se reclamaba el traspaso y el kirchnerismo decía que sí pero sin traspasar los fondos. Pero los altos mandos de la Federal en privado se negaban a ser una policía de ciudad y todavía existen esas resistencias porque desde el ministerio de seguridad Patricia Bullrich, escuchando a los mandos, cambio de posición, aunque la exigencia de Rodríguez Larreta fue terminante y el traspaso se hizo y, si bien el ex ministro Martín Ocampo es una persona afable y no conflictiva, no pudo lograr esa armonización, pese a los esfuerzos de Marcelo D’Alessandro, el jefe civil de las dos policías, que es sobrino «de la vida» de la jueza María Servini de Cubría y por tanto conoce el paño de la Federal.

Ocampo no se llevaba bien con Patricia Bullrich pero Diego Santilli rápidamente limó las asperezas y es fundamental que primero solucionen sus diferencias los políticos antes que armonizar la Federal con la Metropolitana. Y eso se logró rápidamente. Pero el 31 de enero, dos o tres delincuentes asaltaron a un turista sueco y lo balearon en la pierna, que debió ser amputada, y fue el primer desafío de Santilli al frente de la seguridad porteña y un desafío fundamental en un tiempo de crecimiento del turismo receptivo por las ventajas de un dólar alto. Y así fue que le encargó a Investigaciones de la Metropolitana un rápido esclarecimiento del hecho y en menos de 20 días la Policía de la Ciudad, gracias al avance tecnológico, descubrió a los autores materiales, que utilizaron un auto del padre de uno de los delincuentes que fue seguido por las cámaras de toda la ciudad hasta ubicarlos en la zona de Avellaneda y la isla Maciel. Esta noticia trajo alivio para una ciudadanía que reclamaba resultados en este hecho conmocionante.

Simultáneamente Santilli expuso un mapa del delito en la ciudad y mostró un aumento importante del robo de los motochorros, en muchos casos perpetrados por colombianos que son expertos en esa modalidad y en menor medida por venezolanos. De ahí que sea positiva la anunciada medida de expulsión de los delincuentes de origen extranjero cuando sean sorprendidos en esas actividades ilícitas y se sabe que tanto la ex Federal como la Metropolitana preparan un sistema de retenes en los barrios más calientes de la ciudad para atenuar el robo de motochorros, que casi siempre es muy violento contra las personas que lo sufren. Habrá que esperar ahora si ese sistema de retenes tiene éxito, pero está claro que el gobierno nacional puso la seguridad como su emblema de campaña y la Capital Federal tiene una resonancia muy importante en todo el país.

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