Por Luis Alejandro Rizzi.-

Obtener mayoría de votos no califica; a lo sumo es un certificado de origen, no de legitimidad.

Lamentablemente no hay medios para evaluar la legitimidad de ejercicio de los gobiernos.

En los regímenes parlamentarios existe el voto de censura o el “retiro de la confianza”, con lo cual se logra destituir a los gobiernos que no califican. Es cierto también que, en esos sistemas, muchas veces se conforman “contubernios”, con la finalidad de poder gobernar sin haber ganado elecciones. Son los gobiernos de minorías que ejercen el poder político en su propio beneficio en nombre de las “mayorías”.

Viene a cuento esta introducción, porque estamos usando una vara errada para ponderar no sólo al gobierno de Milei sino la situación del país y de la república como institución.

A este error se suma otra “patética miserabilidad”, que es la de políticos, que buscan acomodarse ofreciendo sus espaldas y lo que viene más abajo, para satisfacer su afán mercenario que es el caso de varios dirigentes del PRO, que tienen un pie sobre la bosta que descarga LLA y el otro sobre el barro de sus principios “a la carta”.

El caso emblemático es el de la mercenaria profesional que es Patricia Bullrich, ya convertida en bufona de sainete o personaje que se le escapó a Tarico de su rico repertorio.

Ponderemos a este gobierno desde su institucionalidad.

Es un gobierno civil, de facto, que gobierna recurriendo a los famosos “decretos leyes”, disfrazados de nulos “DNUs”, muy lejos del espíritu con que los creó la constituyente de 1994, según las exposiciones del Dr. Maqueda, que olvidó siendo juez de la Corte, y de Ortiz Pellegrini, diputado convencional que definió con absoluta pulcritud sus límites y formalidades de sanción.

Sólo un DNU -el de los fondos a la SIDE- fue rechazado por el Congreso y los demás, incluido el 70/23, massazo institucional, ya rechazado por el Senado, duerme en diputados y en la Corte, los capítulos cuestionados en su constitucionalidad. Los demás permanecen en el limbo a la espera del “toma y daca” de mutuos favores.

El nivel institucional del gobierno es patético, pero incluso el PRO y la UCR fueron cómplices gratuitos que terminaron limpiando con orgullo los inodoros usados por Milei y su triángulo de neuróticos, que integra.

Eso se llama “colaboracionismo”.

Parecería que tanto en la UCR como en el PRO se han asumido en su vergonzoso rol de “grelas decadentes” para comenzar a exigir negociaciones sobre bases de los problemas de la gente, no los de Milei y su cofradía, para eso están los confesores, los psicólogos y las tarotistas.

El test de la institucionalidad republicana no lo aprueba ninguno de los tres poderes, debemos retomar la República.

El poder ejecutivo -LLA- basa su campaña en la búsqueda de enemigos, porque carece de sustancia; trafica odios, porque es incapaz de generar amistad y se cree divino amparado por las fuerzas del cielo.

Estamos en el límite de padecer un gobierno teocrático de implacables “ayatolas”.

La “fortuna” de la Argentina no puede depender del “colo” Santilli, del “entrañable Pucho”, como lo llama Carlos Pagni, del “binguero” Angelici.

O bien de otros “financistas” de candidatos y amigos de negocios, como el del reciente cambio de manos del paquete accionario mayoritario de “FlyBondi”, cuyo dinero no se sabe de dónde proviene, dueño de un “avión negro” que durmió 7 días en AEP.

En la quiebra de Avian, la empresa de German Efromovich, se sabe que el dinero con el que se están pagando los pasivos concursales provienen de una financiera “GLOBAL ACCES S.A.” domiciliada en la calla La Pampa al 717 piso 4 depto k, de la CABA.

Las cuentas claras… pero ¿cuál es el origen de los fondos?

En la próxima continuaremos con el resto de este test.

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