Por Luis Américo Illuminati.-

En memoria de Carlos Manuel Acuña, periodista, miembro del staff del Informador Público y autor del libro sobre la subversión «Por amor al odio».

Intercambiando algunos mails con mi amigo Jorge Tisi Baña, sobre uno de los más aberrantes atentados terroristas ocurridos en pleno gobierno constitucional, que tuvo como principal víctima al teniente coronel Duarte Hardoy. Se cumplen 52 años de ese luctuoso, cobarde y vergonzoso hecho que merece un buen libro de Ceferino Reato, con la misma puntualidad, objetividad, envergadura y aporte a la memoria colectiva que «Operación Traviata» y «Masacre en el comedor»; mi amigo me hace la siguiente relación de los hechos.  La noche del 5 al 6 de septiembre de 1973, aprovechando que uno de sus integrantes, el soldado “dragoneante” Hernán Invernizzi se hallaba cumpliendo con su servicio militar allí, el ERP, intentó copar el Comando de Sanidad del Ejército, sito en las calles 15 de noviembre y Combate de los Pozos, en pleno barrio de Parque Patricios. En la acción, además del judas entregador Hernán Invernizzi -hijo de una conocida psicóloga de la televisión de los 60/ 70- participaron otros trece miembros de esa organización subversiva. La operación, en la que pensaban llevarse 150 fusiles FAL fracasó porque dos soldados conscriptos lograron escapar y dar aviso a la policía, que rápidamente cercó el lugar.

Posteriormente arribaron fuerzas del Regimiento de “Patricios” a las órdenes del 2do. Jefe del regimiento, teniente coronel Raúl Juan Duarte Hardoy, quienes procedieron a recuperar el cuartel, pero muere heroicamente el citado jefe y heridos el teniente primero Eduardo Rusch y el soldado conscripto Osvaldo Degdeg.

Ubiquémonos en la época. Estábamos en plena democracia. El presidente Cámpora había renunciado para facilitarle el acceso al poder a Perón tras 18 años de exilio. Raúl Lastiri era presidente interino y faltaba una semana para las elecciones que serían ampliamente ganadas por la fórmula Juan Perón – “Isabel” Perón. El 25 de mayo de ese mismo año había sido derogado el Código “antisubversivo” (creado para juzgar este tipo de delitos no tipificados por las leyes comunes) y se había producido una amnistía generalizada que había dejado en libertad a todos los presos subversivos que habían sido detenidos, procesados y condenados dentro del marco de la ley.

Cuatro de ellos, Carlos Tomás Ponce de León (condenado por el secuestro y asesinato del empresario Oberdan Sallustro), Miguel López, Ramón Alberto Gómez, y Martín Marcó, que habían sido detenidos, procesados, condenados, amnistiados y liberados ese fatídico 25 de mayo de 1973, participaron del ataque al Cuartel de Sanidad. También estaban Alejandro Enrique Ferreira Beltrán, que se había fugado a Chile del penal de Rawson donde estaba detenido y Rubén Juárez y Rodolfo Rodríguez, que se escaparon del Palacio de Tribunales cuando los llevaban a declarar. Los trece subversivos que habían atacado al cuartel, entre los que se encontraba el hoy devenido en periodista y ex director de Canal 7, Eduardo Anguita, fueron detenidos, procesados y condenados, esta vez por “Homicidio calificado, lesiones graves, abuso de armas, asociación ilícita, robo calificado, tenencia de armas de guerra y privación ilegítima de la libertad”.

A Hernán Invernizzi, por revestir la calidad de soldado bajo bandera del Ejército Argentino se le aplicó el Código de Justicia Militar, recibió la pena de reclusión perpetua. El jefe de la operación, Carlos Ponce de León, el mismo que había matado a Sallustro, recibió una condena de 19 años de prisión. Eduardo Anguita, fue condenado a 16 años de prisión. Así es la justicia, por la que todos clamamos y en la que todos confiamos, «te hace precio por el combo, a más delitos, menos pena». Atacaron un cuartel militar y en vez de haberlos juzgado y condenado con el máximo rigor, todos recibieron penas leves en el marco del Código Penal Común, que ya no contemplaba delitos subversivos.

Cuanto regresó la democracia en 1983, todos estos individuos, fueron otra vez puestos en libertad. A ver si se entiende esta calesita perversa. Estos individuos cometieron graves delitos subversivos, fueron detenidos, procesados, condenados, amnistiados y liberados. Luego volvieron a ser detenidos, procesados, condenados, amnistiados y liberados otra vez. Algunos participaron en 1989 del ataque al Cuartel de La Tablada. ¡Inverosímil! -Fueron detenidos, procesados, condenados, se les conmutó la pena, fueron amnistiados y liberados. En cambio, a los militares, los cuales se limitaron a cumplir órdenes que no podían revisar -so pena de riguroso Consejo de Guerra- los sacaron de sus «jueces naturales» para juzgarlos con difusas y lábiles pruebas, una oscura metodología -como el interminable Proceso, el icónico libro de Franz Kafka- que ha logrado que hasta ahora ni uno solo de los militares y ex policías presos haya sido llevado a juicio y continúen presos «sine die». Esto es la justicia argentina (…) Lo verdaderamente increíble de todo esto es que el ex soldado Invernizzi fue designado funcionario de la Defensoría del Pueblo en el gobierno de la CABA. Así premia la Argentina a los traidores a la Patria. La Historia no es tan simple como parece ya que no es cierto que la escriben los que ganan.  El revisionismo de la «historia oficial» es un buen antídoto.  A todo lo expresado por Tisi Baña, yo le contesté: Aquí no ha ganado nadie sino antes bien la que ha perdido es la democracia juntamente con el sentido común, la coherencia y la ecuanimidad y circunspección para distinguir el bien del mal y de ello hacer de la verdad un amasijo. Y la más triste verdad parafraseando un aforismo de la serie policial «Blue Blood», es indudable que la afectada idiosincrasia argentina de estos tiempos padece de una extraña y curiosa amnesia o enfermedad de Alzhéimer. Olvidan todo, salvo el odio, el rencor y la venganza. Lo cual les impide mirarse al espejo y reconocer que ellos comenzaron una sórdida lucha por la causa equivocada.

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