Por Luis Alejandro Rizzi.-

No cabe duda alguna que el “cepo” cumple una función; controla las variables de tipo de cambio, tasa de interés y costo de vida.

Probablemente por eso es que los valores nominales se van acercando a los famosos “tres patitos” de Marcelo Bonelli: 2% de devaluación, 2% de tasa de interés y 2% de costo de vida.

Lo que no sabemos es qué pasaría sin “cepo”. Según Ricardo Arriazu, podría volar el gobierno. Lo interpreto pensando que los números de las variables son sólo nominales y que en caso de eliminar el cepo, posiblemente se acomodará la inflación en dólares, producto de una posible sobrevaluación del peso al costo de vida que se mide en pesos por el INDEC.

En mi opinión, hay una inflación inercial que el “cepo” mantiene oculta. Sigue vigente lo que llamaría distancia entre el “país estadístico” y el país real o secreto”, parafraseando a Eduardo Mallea.

El “cepo” podría ocultar que el llamado “milagro Milei” no es tal y que la mejora de las variables es más aparente que real.

Es cierto que no hay déficit fiscal, pero eso no es una señal de que se gobierne bien. Habría que distinguir entre el gasto corriente eliminado y la inversión de capital que no podemos computar como gasto, que debe ser nula o casi nula.

Según algunas encuestas hay una mayoría que empieza a desconfiar; el sueldo de bolsillo no alcanza y los precios de las cosas que se compran todos los días aumentan más que el índice que mide el costo de vida.

Parece risa que la macro no funciona tan bien como dice el gobierno y la micro sigue tan mal como antes de Milei.

Lo último, la desesperación por recibir ayuda de Donald Trump (¿20 mil millones…?) no es una buena señal que emite el gobierno.

Un amigo conocedor del paño me decía: la única posibilidad que tiene Milei es que Macri hable con Trump; no sé si son amigos, pero se conocen desde hace años, se tutean.

Milei tendría que verlo a Trump con Mauricio Macri, un sapo muy amargo para Santiago Caputo.

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