Informador Público

"Juzgo imposible describir las cosas contemporáneas sin ofender a muchos". Maquiavelo

Informador Público

"Juzgo imposible describir las cosas contemporáneas sin ofender a muchos". Maquiavelo

Opinión

Milei y el “okey” a una actividad delictiva: el blanqueo de capitales (2)

Por Hernán Andrés Kruse.-

FACTORES ESTRUCTURALES (ECONÓMICOS Y SOCIALES) QUE FACILITAN EL PROCESO DE LAVADO DE DINERO

Tendencia a una economía sumergida. El primer factor que obstaculiza la localización de los activos críticos es el crecimiento vertiginoso, durante las dos últimas décadas, del volumen relativo de la proporción de la actividad clasificada como sumergida, negra, o fuera de la contabilidad en diversos sectores de las economías nacionales. Este segmento comprende el conjunto de actividades económicas que no encuentran reflejo en estadísticas oficiales. La variable económica sumergida implica dificultades adicionales para el análisis. Una inicial se da a nivel de los componentes del mismo sector. Al respeto, es observable que si bien el mismo comprende un variado espectro de actividades ilegales que van desde el tráfico de drogas al de armas, metales preciosos, obras de arte hurtadas, secuestros extorsivos, etcétera, también fundamentalmente incluye actividades legales como la compra de bonos, acciones, bienes raíces, etcétera, no siempre fácilmente distinguibles de las primeras.

En el ámbito nacional, el factor principal es el aumento del componente «servicios» de la economía legal. En otras palabras: el paso de la producción de bienes materiales a la producción de servicios intangibles. Se sostiene recurrentemente que las empresas de servicios-y en otro plano las llamadas plazas de servicios-son las más adecuadas para la ocultación y el manejo de dinero negro (aquel producido por actividades legales pero que no ha sido sometido a control fiscal) o sucio (procedente de actividades ilícitas). Algunos autores han llegado a destacar como regla inexorable: a mayor porcentaje de PBI generado por el sector de servicios, mayor facilidad para blanquear dinero caliente. En sentido estricto, no puede realizarse un acierto tan categórico sin más fundamento, ya que hacia ese resultado confluyen otras muchas variables, entre ellas y en forma clara, el nivel de control del sector de servicios. Sí, en cambio, puede constatarse que los países con mayor componente de servicios en su economía exhiben un incremento relativo de este tipo de riesgo.

En el plano internacional los factores cuyo desarrollo facilitan en gran medida la ocultación y lavado de dinero negro y sucio son principalmente: a) la evolución de un mercado monetario internacional caracterizado por la globalización de las operaciones bancarias; dificultad de regular y controlar esas operaciones globalizadas; crecimiento acelerado del comercio mundial; crecimiento del intercambio entre euromonedas; advenimiento del Euro y generalización en el empleo de las transferencias vía electrónica. b) El perfeccionamiento de los llamados networks ilícitos. Ciertas transacciones ilícitas -entre ellas, el lavado de dinero-, por su misma naturaleza se desarrollan en circunstancias que excluyen muchas veces una de las características fundamentales de los modernos mercados capitalistas: la impersonalidad de los intercambios. Por eso, para el delito organizado transnacional resulta mucho más económico y seguro confiar en determinados canales privilegiados de comunicación e intercambio, capaces de garantizar un cierto estándar de fiabilidad ilícita para todos los miembros del circuito clandestino. Estos canales-los networks ilícitos-pueden ser categorizados como una forma de relación intermedia entre un clan y una burocracia en condiciones de combinar los rasgos típicos, tanto de las organizaciones formales como de los grupos primarios cara a cara.

El miembro de un grupo traficante, de un grupo especulativo ilícito o de una cadena de venta de armamentos clandestinos o diamantes puede confiar hoy en una trama de puntos de solidaridad y protección de extensión geográfica multinacional y multicultural, dotada de la confiable permanencia y estandarización típica de la burocracia, así como de la elasticidad y la fiabilidad características del grupo informal. En el interior de este retículo pueden circular bienes, servicios, prestaciones y contraprestaciones de naturaleza ilícita y eventualmente lícita (coberturas) a costos y riegos relativamente bajos; la misma participación en el network es garantía de la confiabilidad y profesionalidad de los participantes. El uso de los networks ilícitos confiere a la actividad de los operadores ilegales una dosis suplementaria de mimetización, debido a la tendencia de los primeros a sumergirse, a su vez, dentro de sistemas muchos más amplios de relaciones de tipo reticular. Estas redes de intercambios de naturaleza ilícita tienen estrecha vinculación con las variables de abuso de poder que operan como filtro del sistema, entre ellas con la especialización profesional. Así los networks ilícitos de poder estarían constituidos por una trama de relaciones entre los miembros asociados voluntarios de diversa extracción con objetivos declarados de naturaleza también diversa y aparentemente legal (asistencia profesional, intercambio de conocimientos y contactos, beneficencia, lobbying, promoción de valores culturales, etc.), pero que acentúan el carácter reservado y semisecreto de sus actividades e incluso la identidad de los mismos inscriptos. El poder, según Max Weber es la «posibilidad de hacer prevalecer la propia voluntad aun contra la resistencia de los demás». El abuso de poder, según Tiedemann radica en que una persona natural o jurídica que por vías absolutamente legales ha alcanzado una situación prominente, jurídica o fáctica, utiliza ésta en forma abusiva. La noción de abuso de poder se encuentra a su vez conectada con las variables que lo expresan.

Los llamados paraísos fiscales, es decir, territorios dotados de una normativa conforme a la que resulta posible pagar menos impuestos, debido al ejercicio de programación o planificación fiscal lícita, o bien a través de la defraudación a la Hacienda Pública. Ello se logra por medio de ciertas condiciones que se dan en dichos territorios y podríamos resumirlas en: ausencia o bajo nivel de imposición de las rentas, el capital y las transacciones; secreto bancario y comercial; convenciones fiscales; ausencia de un régimen de control de cambios; importancia relativa del sector bancario; fluidez en los medios de comunicación”.

EFECTOS EN EL SISTEMA FINANCIERO

“Leone-especialista del Fondo Monetario Internacional-sostiene con firmeza que el lavado de activos tiene repercusiones en el comportamiento financiero y en los resultados macroeconómicos de los países industriales en forma muy clara, complicando la formulación de la política económica, restando solidez y estabilidad al sistema financiero. En el mismo sentido manifiesta que afecta de manera apreciable, aunque en distinto grado, a los países en vías de desarrollo. En otro estudio realizado en el ámbito del FMI por Vito Tanzi, se señala que la asignación de los recursos mundiales se atrofia, no sólo cuando se emplea mano de obra y capital en actividades delictivas y en la producción de productos y servicios ilícitos, sino también cuando se invierte el producto de esas actividades de maneras no congruentes con las variables económicas fundamentales de cada país o región.

Se tiene la impresión de que el dinero blanqueado no es en ningún caso dinero neutro, que se usa en forma diferente y menos productiva. El lavado de activos provoca distorsiones en los precios relativos de los activos y bienes, lo que hace que los recursos se asignen en forma ineficiente y, por lo tanto, puede tener implicaciones negativas para el crecimiento económico. También, claramente el lavado de activos internos sustrae recursos de la economía legítima, reduciendo el producto de la misma y su tasa de crecimiento. Las operaciones internacionales de lavado de activos pueden elevar el crecimiento en el país de destino de los recursos y reducirle en el país del cual proviene, pero en todo caso reducen o afectan la tasa de crecimiento de la economía mundial.

No cabe duda de que el lavado de activos puede corromper a las instituciones financieras y restar eficacia a la gestión de los bancos centrales. Una vez que arraiga cierto nivel de corrupción, se introducen comportamientos que no son compatibles con el mercado en todas las esferas, además de las que están directamente vinculadas con el lavado de activos. Se generan, en consecuencia, bases de pasivos inestables y estructuras de activos poco sólidas en las instituciones financieras individuales o en grupos de instituciones financieras individuales, lo que da lugar al riesgo de erupción de crisis sistémicas y, por ende, de que haya inestabilidad financiera y menor confianza en el funcionamiento de los mercados. Alain Touraine —sociólogo francés— expresó que «la droga es el verdadero estado superior del capitalismo puesto que por sí misma representa un máximo provecho, una máxima circulación de capitales, un mayor rendimiento. Por consiguiente, implica el mayor riesgo individual, corporativo y de soberanía económica potencialmente susceptible de afectar a todos los Estados».

Todos estos efectos que atestiguan una singularidad del fenómeno, obligan a intervenir no solamente en virtud de una exigencia ética y moral, sino por estrictas razones de contenido macro-económico, ya que, por lo expuesto, el comportamiento señalado puede minar las reglas de funcionamiento monetario y financiero de la economía. El problema se reduce entonces a cómo debe hacerse. Si se intenta respetando cuidadosamente ciertas garantías mínimas y los principios del dogma penal garantizador o el Estado se resigna a arrasar con ellos a través de extravagantes formulaciones adjetivas y sustancias propias de un derecho penal de emergencia (limitando la interposición de recursos procesales ordinarios, invirtiendo la carga de la prueba, admitiendo testimonios de oídas, inmunidades o prerrogativas procesales para colaboradores, agentes infiltrados y otras supuestas panaceas entre las que se encuentra la limitación del secreto bancario y otras cuestiones antes apuntadas)”.

EL BIEN JURÍDICO PROTEGIDO

“La doctrina especializada señala que se justifica la intervención penal para punir autónomamente el lavado de capitales por los múltiples riesgos que acarrea: riesgo de hiper reacción de los mercados financieros y, en consecuencia, de oscilación de los índices de cambio y tasas de intereses, riesgo de contaminación de la libre concurrencia, de monopolización de algunos sectores, de afectar el diseño de la política económica del país, de inestabilidad en el sector financiero, de alterar la demanda de dinero, corrupción, etcétera. En consecuencia de lo expuesto, se llega a firmar que el bien jurídico protegido por la norma penal sería entonces la «seguridad del orden económico financiero». El perjuicio que produce al sistema económico financiero de un país la permisividad en este tipo de delitos quizás no se advierte a corto plazo pero, en la medida en que el dinero no entra al circuito financiero formal, no se tributa por las inversiones ilegales que se realizan, los perjuicios sociales se advertirán a largo plazo tal como se indicó ampliamente más arriba.

La dificultad para tomar medidas de prevención consiste, a nuestro entender, en que es difícil concientizar a quienes tienen a su cargo tomar las medidas pertinentes de prevención y sobre la sociedad toda respecto a perjuicios que se advertirán a largo plazo. Puede afirmarse que los problemas que acarrea en los mercados a corto y mediano plazo son los siguientes: a) los mercados que reciban esos flujos de dinero sufrirán, sobre todo, si son de naturaleza temporaria, efectos de desestabilización económico-financiera, b) la integración de los mercados implica que las dificultades financieras de uno se trasladen rápidamente al resto, máxime en la época en la que vivimos, de economía globalizada y de mercados regionales.

En el largo plazo, los problemas que se advierten son los siguientes: 1) las organizaciones criminales invierten de acuerdo con su importante cash flow, desplazando a las estructuras tradicionales de producción. Como consecuencia de ello, se pierden las capacidades productivas de bienes y servicios aumentando la dependencia de las importaciones del país, con efectos negativos para la balanza comercial y de pagos. 2) Las facilidades de lavado de dinero que otorgue un país atraen a las organizaciones delictivas cuyo objetivo es administrar capitales ilegales sin riesgo. El dinero de origen ilícito convierte, cada vez más, en ineficientes las alternativas económicas e induce a dichas organizaciones a ganar e invertir en forma más fácil. Las consecuencias son la exploración de nuevos campos de actuación generando la volatilidad de los fondos mediante la legalización y la transferencia. 3) En los países dependientes de capitales de las economías fantasmas, la consecuencia será, a mediano o largo plazo, la negativa deformación de su estructura macroeconómica. 4) De estabilizarse o estancarse el flujo de dinero ilegal, no existe forma de compensar las inversiones que se retiran del mercado; por tanto, las consecuencias económicas, y por ende las sociales, serán considerablemente negativas. 5) La presencia de organizaciones delictivas desalienta los planes de los inversores que pretenden incorporar capitales legales en cualquier sector de la economía. Si el dinero que se blanquea proviene del narcotráfico, el consumo de drogas aumenta; si proviene de la corrupción, se corrompen los sectores en que actúa. Por consecuencia, cuanto mayor es la incorporación de capitales ilegales, mayor es el estado de corrupción de la política, de la economía y de las instituciones administrativas. La consecuencia de la entrada y salida de importantes capitales la sufrirá tanto la moneda nacional como su base monetaria ya que en caso de ingresos masivos se vería revaluada y existiría una expansión de su base monetaria; en caso de salida tendría el efecto contrario.

Ahora bien, en la República Argentina, por la ubicación sistemática del delito dentro del Código Penal, se podría hablar de un tipo especial de encubrimiento, por la condición objetiva de punibilidad establecida en $50.000 en un sólo acto o por la reiteración de actos vinculados entre sí, y la especialidad también estaría dada por la modalidad de este encubrimiento. El bien jurídico protegido por el encubrimiento es la Administración de Justicia, es decir, que blanqueando capitales lo que se estaría haciendo es obstaculizar las investigaciones, por la dificultad que supone seguir el rastro de los bienes producidos por los delitos precedentes. En ese sentido, la crítica que puede hacerse es que se advierte una discordancia con el límite de pena del artículo 279 de la ley 25.246, máxime si se tiene en cuenta el dictamen mayoritario del proyecto de ley que considera el lavado de dinero un hecho posterior penado (por concurso aparente de leyes según la regla de consunción).

Así, el bien jurídico protegido por ambos sería la administración de justicia, es decir, siempre habría relación y remisión al delito precedente. Si se lo considera un delito pluriofensivo, debería considerarse a la administración de justicia como uno de los bienes jurídicos ofendidos, como así también el orden público socioeconómico, debido a que quienes lavan ejercen una competencia desleal, vital en economías liberales. Quien tiene en miras introducir al sistema formal bienes obtenidos ilícitamente, no se preocupa por la pérdida económica que le pueda significar esa operación. Es más, son los primeros en cumplir con las obligaciones tributarias, ya que de ese modo también se introducen al sistema formal los dineros obtenidos ilegalmente. Una primera mirada sobre el asunto desde países en vías de desarrollo harían aconsejable la recepción en el sistema financiero de dinero fresco que permita inversiones, nuevas fuentes de trabajo; pero, por lo dicho en el párrafo precedente, la consecuencia, a la larga no resultará beneficiosa, en la medida que el crecimiento será ficticio, asentado sobre bases de arena, y que llevarán a desestabilizar las empresas y negocios construidos legítimamente”.

(*) María José Meincke (Facultad de Derecho-UCA): “Blanqueo de capitales, desde la represión del delito a la prevención” (2003).

Share

Hernán Andrés Kruse

Doctor en Ciencia Política Rosario, Argentina @HernanKruse

4 comentarios en «Milei y el “okey” a una actividad delictiva: el blanqueo de capitales (2)»

  • LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES

    Democracia, peronismo y pueblo: desafíos en tiempos de retroceso

    Edgardo Mocca
    El Destape
    10/11/024

    Las palabras “libertad”, “anarquía”, “pueblo” y otras brotadas en las tradiciones populares modernas viven un proceso curioso: lejos de su público histórico (los trabajadores organizados, los territorios de las grandes urbes) han regresado de la mano de las industrias proveedoras de identidades populares. Pero es un regreso que ha terminado por “adecentar” los términos. Las mismas palabras hablan de otras cosas. Ahora los “libertarios” son la ultraderecha. Son, en muchos casos, indiferentes a la historia más brutal de la persecución y el dominio violento de los cuerpos. Y en otros, reivindican de modo entusiasta a aquellas atrocidades.

    Las actuales autoridades políticas no se han limitado a proponer -y eventualmente aplicar- “nuevas ideas” dirigidas a desnaturalizar la cuestión dentro de la tradición democrático-popular argentina, sino que cuestionan todos los presupuestos básicos en los que se ha apoyado la política desde la caída de la última dictadura. El negacionismo es una de las líneas demarcatorias características del régimen político actual. Y está claro que en esta cuestión se resume todo. Hay una cuerda que está permanentemente tensa, al acecho, es la de la simplificación más extrema: la “patria” y la “antipatria”. Esos dos términos han sido meneados muy intensamente en los años posteriores a la derrota de la dictadura, pero de una manera tal que la división prescindía de la actitud concreta frente al terrorismo de estado

    Desde esta época -la de la dictadura, las resistencias, la caída y el “pacto constitucional” -nunca firmado, pero plenamente vigente desde 1983-hemos pasado a los tiempos de la “insatisfacción democrática” que estalló en 2001 y dio lugar, de formas inesperadas y aleatorias, a la experiencia nacional -popular que sigue disputando la hegemonía política en el país. Parece ser que esa inconformidad democrática es la materia decisiva de la lucha política nacional. “Hay que salir de donde estamos” parece una coincidencia viva y ampliamente mayoritaria entre nosotros. La discusión necesaria es cómo llegamos hasta aquí. Y cómo salimos.
    Llegamos con un proceso de acumulación política popular sostenida en amplios sectores populares y con un protagonismo principal de la juventud. Llegamos a través de una disputa -desigual hasta el punto que a veces parece ilusoria. Llegamos recuperando la memoria popular y el lugar central del peronismo en su interior. Llegamos sobre la base de fuertes liderazgos que se pusieron al frente de situaciones de la más alta tensión. Y el punto en el que hoy nos encontramos parece ser el del retroceso y la derrota. Sin embargo, la fuerza popular conserva energía en la calle, en la protesta, en la militancia. La conserva también en las fuerzas parlamentarias propias que siguen dando una lucha difícil y esencial contra la ofensiva antiestatal y antipopular que el mileísmo puso en marcha.

    Desde esta perspectiva hay que pensar la experiencia de institucionalización del Partido Justicialista. Hay que hacerlo con el esfuerzo de pensar en un proceso histórico que, como tal, atraviesa contradicciones y oscuridades. No debería caber duda de que la cuestión de la “normalización” del partido justicialista es una cuestión central de esta etapa política. Porque esta normalización se convierte en un requisito estratégico en la Argentina de hoy. En primer lugar, porque las fuerzas partidarias fundamentales en la Argentina de hoy son el peronismo y las fuerzas políticas y sociales que de un modo u otro sostienen al proyecto en curso. Los dos bloques son heterogéneos y hasta internamente contradictorios. No puede negarse la existencia de fuerzas que están en un proceso de realineamiento parlamentario y político: pero las definiciones son inseparables de un rumbo, de un sentido de país.

    En este tipo de situaciones, críticas, decisivas para el futuro es donde el partido político es indispensable. Porque la unidad en el proyecto y la eficacia en el modo de llevarlo a cabo son las claves, desde un punto de vista de poder. Cada situación política es una cadena de posibilidades y de restricciones. No pueden considerarse en abstracto, sino en función del objetivo general.

    Desgraciadamente, la realidad de este “renacimiento” del PJ está envuelta en querellas que no dejan de reproducirse y procuran, como todo lo que existe, hacerse valer. Este es el tipo de situaciones en las que la clave está en la conducción. En su responsabilidad política, en su entrega incondicional a las necesidades populares y nacionales. Y nada de esto puede considerarse al margen del operativo político- judicial contra Cristina Kirchner. Muy poco “averiguó” la justicia sobre el intento de su asesinato. Y todo lo que trascendió tiene el amargo sabor de la operación de ocultamiento y de silencio. Es un caso en el que la oscuridad y la falta de voluntad de su pleno esclarecimiento jugarían claramente en la dirección de un giro antidemocrático y autoritario. Mientras tanto se acelera y profundiza la persecución penal contra Cristina, lo que en situaciones como ésta no puede pensarse sino como la confluencia para la creación de un clima persecutorio y antidemocrático.

    Vivimos la confluencia de una gravísima situación social con enormes tensiones de régimen político provocados por un manifiesto debilitamiento del estado de derecho. En una situación de parecida peligrosidad -la que vivimos a fines del año 2001- la inteligencia de los liderazgos y la madurez del movimiento popular pudo llevar al país al puerto de la acción socialmente reparadora y solidaria. Y pudo iniciar una marcha que hoy sigue vigente aún en medio de la crisis y sus dolores, con el rumbo de la democracia y la justicia social.

    Respuesta
  • LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES

    Trump-Milei, la nueva religión de los nadies

    Jesica Bossi
    Infobae
    10 de Noviembre, 2024

    Eduardo Galeano publicó el poema “Los Nadies” en El libro de los abrazos, editado en 1989. Fue leído, al igual que toda su obra, como una crítica al capitalismo y la situación irreversible de los marginados dentro del sistema, una visión que talló fuerte en la izquierda latinoamericana durante décadas.
    “Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
    Los nadies: los ningunos, los ninguneros,
    corriendo la liebre, muriendo la vida,
    jodidos los nadies, jodidos:
    Que no son, aunque sean”
    Es interesante porque los resultados electorales y los debates en el mundo ponen en jaque la noción de quiénes son, qué piensan y qué quieren “los nadies”, y la distancia cada vez mayor entre ellos y las dirigencias en todos los ámbitos.
    El regreso arrollador de Donald Trump al poder lleva a pensar que no sólo hubo un rechazo a la gestión anterior o un hartazgo con los demócratas como espacio político, sino también una adhesión al rosario de ideas que promueve el líder republicano por más que se patalee. Esta segunda vuelta, mucho más contundente y menos prevista que la primera, da cuenta de un fenómeno distinto.
    Uno de los predicadores libertarios, Alejandro “El Profe” Álvarez, tomó la poesía Galeano, a modo de provocación, para describir el batacazo en Estados Unidos y la consolidación de Javier Milei.
    Escribió en X: “La rebelión de los nadies, los ningunos, los ninguneados; no tenemos periodistas, no tenemos medios, no tenemos artistas, ni universidades, ni encuestadores. Nos aferramos con todas nuestras fuerzas a nuestra libertad, a nuestra Patria, nuestros hijos y nuestra Fe. VLLC!”. O sea, los nadies son ellos, representados por ellos.
    Efectivamente, carecen de un “aparato intelectual” pero harán lo suyo para conquistarlo, como sea. El Gobierno le pone a todo épica y transforma cada evento en show (como ir con las corbatas rojas el lunes a Casa Rosada), pero también trabaja bastante planificadamente en generar una identidad de principios y aprovechar el escenario mundial.
    En el oficialismo está extendida la percepción de que el “consenso político” es una farsa antidemocrática porque, según dicen, es un mero pacto de cúpulas sin representación real de la gente. Esa afirmación implícitamente niega la posibilidad de un diálogo porque en nombre de la sociedad se buscará imponer una opinión, lo que deja la confrontación como única vía.
    La Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) era un foro ignorado por la política argentina hasta que el Presidente lo puso en el centro de la escena. Desde que asumió, fue orador en dos cumbres, una en Washington, en febrero; y la otra en Camboriú, en julio. Antes de que termine este año, será speaker en una semana en Mar-A-Lago, donde tendrá su encuentro con Trump; y oficiará de anfitrión en la primera reunión de la organización en Buenos Aires, el 4 de diciembre, en el Hilton.
    El primer evento de la organización se realizó en 1974, con Ronald Reagan como figura del Partido Republicano, cuando gobernaba California y blandía una arenga anticomunista (cuando el comunismo existía, vale aclarar). Seis años después volvió a dar su discurso en la CPAC pero como presidente de los Estados Unidos, al inaugurar una etapa de orden fiscal y desregulación. Ese Reagan era, de todas maneras, una palomita tibia comparado con Trump. Otro tiempo.
    El club de los conservadores vuelve a adquirir relevancia hace poco, en simultáneo con el sacudón social que generó el COVID, y la mancomunidad de personajes estridentes de la nueva derecha: Georgia Meloni (Italia), Viktor Orban (Hungría), Jair Bolsonaro (Brasil), Nayib Bukele (El Salvador), Trump y, finalmente Milei. Los une el lema de vida, libertad y derecho a la propiedad; y la intención de una propuesta refundacional. El estilo es de características similares: narcisistas, disruptivos, de rasgos autoritarios, grandes comunicadores y tendientes a la manipulación. Los separan, por ejemplo, los conceptos de nacionalismo y Estado.
    Uno de los principales logros es la imposición de las palabras, y en esto Milei es el más eficaz. Su guerra contra el comunismo es el mejor ejemplo, lucha contra lo que ya no vive en su definición exacta. Falacia del hombre de paja debería decirse el Presidente a sí mismo.
    El material de la CPAC en sus intervenciones y actividades aporta en toda la línea de batalla: desde la argumentación contra el “globalismo” y el denominado “movimiento woke” hasta los ricos de Davos y la Comunidad Económica Europea.
    En la mesa chica presidencial están convencidos de que esa corriente expresa mucho más lo que siente hoy la sociedad que “la agendita de las elites vanguardistas” que consideran entró en crisis, entre las que citan, el universo LGTBT, el cambio climático, el feminismo, la desigualdad, Palestina.
    Uno de los libros que se recomendaban leer en las filas libertarias estos días para entender lo que pasa no es una novedad. Se trata de ¿Quiénes somos? Desafíos de la identidad nacional estadounidense (2004), de Samuel Huntington, el mismo autor de Choque de civilizaciones. Tras el derrumbe de la Unión Soviética, advirtió que el Islam y la inmigración en general eran la nueva amenaza y sugirió abrazarse a los valores tradicionales y cristianos, lo que le valió que lo tildaran de xenófobo.
    En la Argentina se puso de moda con cierto delay Los ingenieros del caos, un ensayo del sociólogo y asesor político Giuliano Da Empoli, de 2019. Hace cinco años contaba el funcionamiento de los principales estrategas de la ultraderecha con las fakes news en plataformas digitales y la apelación al odio como hilo conductor de voluntades.
    Ese mecanismo, ya afianzado en aquel entonces, no alcanza para explicar el aire de cambio de época.
    En las antípodas de la derecha, el filósofo Byung-Chul Han sorprendió con su último trabajo titulado El Espíritu de la Esperanza. El surcoreano, radicado en Alemania hace más de 40 años, salió de su posición más sombría –crítica al neoliberalismo, la infocracia, el hiperconsumo, entre otros- para ofrecer una alentadora visión del hombre, un futuro posible.
    Han reivindica el concepto de esperanza como indispensable motor de la acción. Recorre esa idea en filósofos, escritores y políticos, desde Hannah Arendt, Baruch Spinoza, Martin Heidegger a Kafka, Paul Celan y Martin Luther King. Quizá la definición que más lo atrapa es la que dio Václav Havel, defensor de los derechos humanos contra el régimen comunista y presidente de Checoslovaquia tras la caída del Muro de Berlín: “La esperanza es una dimensión anímica y, básicamente, no depende de cómo veamos el mundo ni de cómo valoremos las situaciones. No es un pronóstico. Es una orientación para el espíritu”.
    Havel no se considera –dice Han- ni optimista ni pesimista, ya que la esperanza nada tiene que ver con cómo terminen saliendo las cosas. La esperanza no se puede reducir a un deseo ni una expectativa. La envuelve un aura de lejanía.
    Esa evocación en un punto religiosa –no relacionada a un culto, sino a la providencia- subyace en las formas y el mensaje de líderes como Trump, Meloni y Milei. Digamos que la vieron.
    En el caso del Presidente, hay un uso muy explícito en el lenguaje desde lo simbólico. “Las Fuerzas del Cielo” como el slogan que todo lo explica; la frase “Dios, Patria y Familia” (como dijo en el discurso de lanzamiento de La Libertad Avanza); “La Misa”, como se llama el programa de streaming del Gordo Dan, además de la constante apelación al judaísmo por parte de Milei.
    Se escriben distintos textos para dar orden a la doctrina. Una serie se llama “Epístolas del Cielo”, como publicó Letra P, cuadernos cortos que apuntan a una cuestión más pedagógica. No llevan firma porque “son la palabra de Dios”, ironizan.
    El otro trabajo, más en profundidad, se hace en la Fundación Faro, presidida por Agustín Laje, el principal cruzado de la “batalla cultural”, autor de El libro negro de la Nueva Izquierda. El objetivo de la ONG es generar contenidos y un cuerpo sólido de principios. Además, brindar capacitaciones y seminarios.
    La elección del nombre está relacionada con otro condimento místico y delirante del relato. Es por una de las profecías de Benjamín Solari Parravicini (1898-1974).
    “Caminante tu que observas, ve hacia la playa de las arenas argentadas. Allí aguarda la paz. Faro de Faros.”
    Ese dibujo es uno de los dos que tiene en su oficina Santiago Caputo, el artífice de la cosmovisión oficial, el gran simulador. El padre de Parravicini era psiquiatra y sometió a su hijo a varios estudios alarmado por determinadas conductas, como hablar con seres imaginarios, pero nunca se supo de alguna patología. Como pintor no fue muy destacado, aunque ahora algunas de sus obras subieron la cotización en las subastas a partir de la reivindicación de Milei. La mano del mercado.

    Respuesta
  • LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES

    Un experimento exótico avanza, invencible y triunfal

    Ernesto Tenembaum
    Infobae
    10 de Noviembre, 2024

    “Antes que nada, hay una frase de Milton Friedman que es sublime en este contexto: ‘Una sociedad que pone la igualdad antes que la libertad tal vez no logre ninguno de los dos objetivos. Una sociedad que pone la libertad antes que la igualdad puede conseguir un alto grado de ambos’. Incluso John Stuart Mill señaló esto. Una sociedad obsesionada por la igualdad, más tarde o más temprano se transforma en una sociedad de ladrones. Esa es la historia de la Argentina. Por lo tanto, la justicia social es injusta. No hay nada más injusto que la justicia social. Cuando vos adherís a la idea de justicia social, lo que implica una redistribución del ingreso, lo que estás haciendo es usando el aparato represivo del Estado para distribuir arbitrariamente de acuerdo a los deseos de quienes ocupan el poder”.
    Ese párrafo va adquiriendo dimensiones cada vez más relevantes, para definir el radical cambio de época que afecta al mundo occidental. Su significación, tal vez histórica, está anclada en varios hechos que lo rodean. En principio, fue pronunciado por Javier Milei pocos meses antes de ser Presidente de la Argentina. Es decir, que en el país de Juan y Eva Perón, ese país donde el máximo líder supo conquistar “a la gran masa del pueblo combatiendo al capital”, en ese mismo país era elegido alguien que repudiaba la justicia social, que en su campaña había dicho que la justicia social era nada menos que “una inmundicia”, que la justicia social transforma a una sociedad en un grupo de ladrones.
    Pero, además, una vez producido el triunfo de Milei, ese fragmento fue traducido y difundido en el mundo entero por Elon Musk, otro de los grandes personajes de estos tiempos, tal vez el más grande personaje de estos tiempos. El video de Milei y la justicia social fue mirado por 61 millones de personas y fue un paso claro para que el argentino se transformara en una referencia política internacional. El poder de Musk no solo se asienta en que se trata del hombre más rico del mundo, sino que ha sido una pieza clave en el triunfo de Donald Trump en los Estados Unidos, y ahora ocupará un cargo central en el gobierno del país más poderoso del mundo.
    O sea que, más allá de muchas cuestiones que unen a Milei, Musk y Trump -esa reacción, por ejemplo, ante lo que denominan “la cultura woke”, ese desprejuicio, esa provocación- hay allí un hilo invisible más trascendente, más definitorio, más impresionante, más representativo de esta época que apenas está arrancando. Unos y otros creen que la justicia social es lo peor que puede ocurrirle a un país, y que los países progresarán a medida que los ricos más ricos entre los ricos del mundo sean liberados de cualquier control y atadura. Los ricos son los que más saben acerca de cómo reproducir la riqueza y por lo tanto, si el Estado los deja hacer eso que saben, todo el mundo vivirá mejor.
    ¿Será así? En todo caso, esa pregunta podrá ser respondida con el tiempo y hoy esa respuesta es secundaria ante la descripción de un cambio que es realmente revolucionario. O, como decía Carlos Menem en los años noventa, “de un giro copernicano de 360 grados”. Un mundo que será guiado por los hombres más ricos, los que tienen en sus arcas personales el producto bruto de varios países sumados.
    Pavada de experimento.
    Lo curioso, lo realmente curioso, es que esa dinámica se ha producido por vía democrática. Una de las cualidades del sistema democrático es que todos los votos valen uno más allá del poder económico de quienes los emiten. Eso ha permitido en algunos países emparejar un poco las cosas. Como los ricos siempre, por definición, son menos que los pobres, los gobernantes debieron pensar siempre en los pobres a la hora de tomar decisiones: de otro modo, nunca ganarían las elecciones porque las mayorías les votarían en contra. Por convicción o por conveniencia, eso hacían. Eso explica, por ejemplo, la permanencia histórica del peronismo. Más allá de las distintas peripecias, el peronismo volvía siempre al poder porque atendía las necesidades de los pobres mejor que sus adversarios y como los pobres eran muchos, ganaban.
    Eso, en estos tiempos tan novedosos, parece no importar más. Y, más allá de cualquier minucia, detalle, variación entre un país y el otro, de eso se trata esta gran revolución. Los pobres han empezado a votar para que gobiernen los más ricos entre los ricos, los que dicen que la justicia social es una porquería. Habitantes de villas de la ciudad de Buenos Aires, coyas que pasean ganado en la puna argentina, latinos que emigraron como pudieron a los Estados Unidos, portorriqueños que son tratados como “bolsas de basura” en los actos de los candidatos triunfantes, todos ellos eligen a quienes les dicen, como honesta propuesta de campaña, que el paraíso les llegará cuando el Estado deje de ayudarlos y cuando los ricos paguen menos impuestos.
    Hay infinitas evidencias de esta gigantesca transformación cultural. En un acto con millonarios para recaudar fondos, Donald Trump dijo, en medio de carcajadas: «Ustedes son ricos como nadie (Rich as hell)!! Bueno, cuando yo sea presidente van a ser mucho más ricos porque van a pagar menos impuestos!!». Un mega millonario le decía eso a otros mega millonarios. Por supuesto, ese fragmento fue una pieza muy repetida de la campaña a favor de Kamala Harris. El aviso remataba con una mujer de clase media baja que explicaba que ella no era rica, que trabajaba todos los días de su vida por un salario escaso y que era la que realmente necesitaba una baja de impuestos. Sin embargo, gran parte de las personas como ella, votaron por Trump y no por Kamala.
    En estos días, en Buenos Aires, se publicó Antes que nada, un libro de memorias escrito por Martín Caparrós, uno de los escritores, intelectuales y periodistas más destacados que tiene el país. Se trata de un texto hermoso y conmovedor. Como se sabe, Caparrós contó hace algunas semanas que padece esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad neurodegenerativa para la que no existe cura alguna y que, de acuerdo a todos los pronósticos, irá debilitando su cuerpo hasta matarlo. Ese drama fue transformado por él en un libro profundo, tierno, respetuoso, estremecedor, interesantísimo.
    En un momento de su vida, al ateo Caparrós se le dio por escribir sobre las religiones. Caparrós cuenta las razones por las que estaba peleado con las religiones. “Me gustaría confiar en algo muy potente para pedirle protección cuando me asusto -dice- aunque después me cobre caro. Pero no lo consigo: mi educación atea, racional, cuadrada, me lo impide, no me deja pensar que todo eso son los cuentos que se inventaron los hombres para aguantar sin miedos. Y que después los poderes aprovecharon para someterlos. ‘Bienaventurados sean los pobres porque de ellos será el reino de los cielos’ ha sido el instrumento de dominación más eficiente que la humanidad ha inventado”.
    Lo extraño, lo monumentalmente extraño de estos tiempos, es que la religión no ha jugado ningún rol. Por propia convicción, muchísimos pobres están eligiendo, libremente, en el cuarto oscuro, la doctrina hacia la salvación que le proponen los más ricos, o los que hablan en nombre de ellos. Alguien podrá decir que las gallinas le están dando el poder a los zorros. Pero sería una opinión elitista: si los pobres votan lo que votan, mejor escuchar. ¿O resulta que ahora los pueblos se equivocan?
    Cuando ocurre algo tan relevante, tan transformador, es natural que corran ríos de tinta donde cada uno intenta explicar(se) por qué ocurre lo que ocurre. Es, naturalmente, una manera de procesar el sacudón, aun para quienes se sienten felices de que esto ocurra que, hay que decirlo, son la mayoría de algunas sociedades, porque este proyecto llegó, otra vez, por vía democrática. Que el progresismo prometió y no cumplió, que el progresismo era la rebeldía y se transformó en una élite soberbia y despectiva, que la derecha radical es magistral en el manejo de los algoritmos y las redes, que el enojo que reina en nuestras sociedades solo puede ser expresado por personajes que expresen ese enojo de manera descarnada, que finalmente se acabó la joda populista y así.
    ¿Será bueno este experimento? ¿Sobrevivirá la democracia? ¿Cuánto tiempo durará? ¿Transformará a los países en potencias o hundirá a cientos de millones en la miseria? En 2021, hace solo 3 años, parecía que el progresismo volvía a gobernar en el continente. En la Argentina había ganado el peronismo, en Bolivia había vuelto el Movimiento al Socialismo, en Brasil, Lula, en Colombia, Petro, en Chile, Boric. En una entrevista, le preguntaron al uruguayo José Pepe Mujica si los latinoamericanos otra vez regresaban a los brazos de la izquierda.
    —No, no, no. No son de izquierda. Están enojados y votan contra lo que hay.
    Ese enojo, luego, cambió de destinatario. La gente volvió a votar contra lo que había en la Argentina y los Estados Unidos. ¿Se hicieron de derecha o están enojados? Es una pregunta válida para el futuro.
    Y si están enojados, ¿por qué?
    En medio de la debacle demócrata, el octogenario senador Bernie Sanders culpó a su partido. “Si el Partido Demócrata le dio la espalda a los trabajadores, era esperable que los trabajadores le dieran la espalda al Partido Demócrata. Primero fueron los trabajadores blancos, y ahora los negros y los latinos”. Sanders sostiene que estamos en el momento de mayor creación de riqueza en la historia humana y, al mismo tiempo, en los países occidentales, estamos en presencia de la primera generación en décadas que vivirá peor que sus padres. Eso enoja a los padres que no ven el futuro de sus hijos, y mucho más a los hijos que no ven su propio futuro. Y alguien se está quedando con una gran diferencia, cuando hay más riqueza y menos gente la disfruta. Como el Partido Demócrata no ataca con decisión las raíces de esa desigualdad, como abandona así a los suyos, los suyos se van para otro lado: eso sostiene Sanders.
    Si tiene razón, los tiempos que vienen pueden ser más tumultuosos. Es difícil pensar que los principales beneficiarios de la desigualdad, la corrijan. Entre otras razones porque ellos la defienden incluso en sus discursos. Entonces, puede ser que el enojo crezca. ¿Hacia dónde? Mejor ni pensarlo.
    La pregunta más trascendente es qué saldrá de gobiernos que defienden estas ideas más radicales. Javier Milei, en estos días, está exultante por la estabilidad financiera, por la caída de la inflación, y por el respaldo que acaba de recibir tras el triunfo de Trump. Tiene derecho a estarlo. Pero los primeros resultados sociales de su experiencia son toda una advertencia. Al mismo tiempo, hay una fiesta financiera, ha crecido violentamente el número de pobres e indigentes -un millón más de niños no alcanzan a comer lo suficiente- y los balances de las grandes empresas multiplicaron varias veces sus ganancias. En el corto plazo, las ideas que reinan han beneficiado a los más poderosos. Si eso se revierte en el largo plazo, se verá. Pero se ve que, en estos modelos, algunas personas llegan al paraíso antes que otras.
    Sea como fuere, esto recién empieza. El resultado de los experimentos surge luego de su puesta en práctica, no antes. Lo sorprendente, lo inédito, lo más potente es ver la dirección hacia la que, de repente, soplan los vientos.
    Y lo fuerte que soplan, ¿no?

    Respuesta
  • LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES

    Milei y Macri, en el espejo de Kirchner y Duhalde

    Claudio Jacquelin
    Fuente: La Nación
    (*) Notiar.com.ar
    11/11/024

    El año electoral está más avanzado de lo que parece. Mucho más después del apabullante triunfo de Donald Trump, el ídolo mileísta, y de la saga de indicadores económicos y financieros que le sonríen al Gobierno, lo fortalecen y lo impulsan a acelerar para consolidar y ampliar su poder. En ese escenario sólo dos figuras se muestran nítidas y se mueven con soltura.
    Con la confianza que les da una identidad que no está puesta en juego, Javier Milei y Cristina Kirchner son el héroe y la antiheroína de la hora. Batman y Gatúbela. Tan antagónicos como dispares en su poderío actual, pero funcionales el uno a la otra. Él, en franco ascenso. Ella, resistiendo a la decadencia.
    En el medio, difusos, confusos y aturdidos están los demás dirigentes y espacios políticos.
    Allí sobresalen por su intermitencia, entre la evanescencia y la pretensión protagónica, Mauricio Macri y el macrismo en remisión. Padecen serias dificultades para encontrar su lugar en la escena principal y resistir con alguna eficacia a la capacidad corrosiva que impone el oficialismo.
    El expresidente y los fieles que aún le quedan buscan, hasta ahora sin éxito (y seguirán buscando hoy durante una nueva reunión del macrismo), alguna diagonal virtuosa. El propósito principal es alejarse de la condición de donante voluntario de gobernabilidad en el que lo ha convertido el oficialismo, sin recibir a cambio nada más que algunas milanesas gratis. De eso se quejan dirigentes y gobernadores de lo que alguna vez fue Cambiemos.
    Nadie advierte mejor ese panorama que Santiago Caputo, el gurú presidencial, al que le sobran conocimiento, rencores y desprecios respecto del submarino amarillo.
    Con ese bagaje informativo y emocional el superasesor opera para terminar de someter a Pro a la conveniencia libertaria. No le está yendo nada mal, aunque la operación no carece de audacia ni de algún peligro, que cada vez parece menor. La prima de riesgo sigue bajando a medida que se consolida el rumbo económico-financiero del Gobierno.
    Por eso, el objetivo inmediato del mileísmo no consiste en sacar del juego y vencer a quienes están en sus antípodas absolutas (como el kirchnerismo), que constituyen el recuerdo vivo y la amenaza del regreso a un pasado al que la mayoría no quiere volver, y que le dio el boleto a la presidencia al libertario.
    El plan de la hora busca subsumir, cooptar y aglutinar a todos los que tiene más cerca. Esos más o menos afines al oficialismo, que, desde el centro liberal y el republicanismo, pueden disputarle alguna narrativa y, sobre todo, competir por los votantes no fanatizados o más blandos, a los que las formas y ciertas políticas libertarias todavía les provocan algún escozor.
    Obturar fugas, primero; ampliar, luego, y, finalmente, eliminar amenazas, presentes y futuras, son los pasos de la hoja de ruta del triángulo de hierro mileísta.
    La estrategia no es nueva. Responde a modelos clásicos de construcción de hegemonías y tiene en el pasado local, más o menos cercano, un antecedente donde mirarse.
    La estación de referencia se llama 2005 con las elecciones legislativas. Los protagonistas, Néstor Kirchner y Eduardo Duhalde. Hoy ese mismo lugar parecen destinados a ocuparlo Milei y Macri. Sobran parecidos, aunque haya diferencias. Ninguna analogía es perfecta.
    El actual presidente y el expresidente de ojos azules son los protagonistas de una batalla entre el pasado conocido, el presente inestable y el futuro hegemónico, en la que el emergente más novedoso y disruptivo del espacio que va del centro a la derecha quiere vencer definitivamente. Como lo hizo hace dos décadas el santacruceño con el bonaerense en el hemisferio que iba del centro a la izquierda del peronismo.
    Aunque parezca demasiado lejano y hasta casi inverosímil, vale recodar que ambos peronistas coincidían, en aquella época, en la defensa de los superávits gemelos, la sanidad de las cuentas públicas y el crecimiento económico, tras el cataclismo del 2001. Pero, al mismo tiempo, competían por el poder y por desligarse de cualquier freno y contrapeso.
    Para ello habría de darse, inexorablemente, lo que entonces como ahora se conoce como la batalla cultural, la disputa por la imposición de un nuevo sentido común que avale el proyecto del líder emergente y por el que valga la pena poner el cuerpo. La épica de la reconstrucción de un proyecto colectivo y los derechos humanos, antes. La mística de la recuperación de la libertad (económica, sobre todo) y el fin de lo políticamente correcto, esta vez.
    El mileísmo, como antaño el kirchnerismo, tiene ahora un poder en construcción y una legitimidad de ejercicio en consolidación que administra y ejerce sin dubitaciones y casi ningún prurito institucional ni formal, dispuesto a quedarse con todo. Capaz de reversionar la Historia. El pasado aporta malos recuerdos fundamentales para sostener el nuevo orden, tanto como la promesa bien construida de un futuro promisorio que ponga fin a la decadencia.
    El proyecto libertario encuentra hoy sustento en una mayoría social heterogénea, que no se debilita a pesar de la intensidad del ajuste. Pero también, en la generosa asistencia (por resignación, ambición o pretensión de supervivencia) de muchos dirigentes políticos que prefieren la rendición y la asimilación antes que dar una batalla de dudoso resultado contra el clima de época. Aun a costa de enterrar principios que hasta hace nada defendían con ardor. En esa senda, Patricia Bullrich descuella, pero no está sola.
    En el viejo dibujo que se destiñe día tras día, aparece en un primer plano sin competencia lo que queda de Pro.
    Luego asoma buena parte del radicalismo del interior, representado por quienes gobiernan provincias a las que la administración nacional les impone el rigor del ajuste y la discrecionalidad de la asistencia. Nada muy diferente de lo que hacía Néstor Kirchner para terminar con “la liga de gobernadores”, que podía imponerle límites.
    Del lado radical, Alfredo Cornejo, en Mendoza; Gustavo Valdés, en Corrientes, y, en menor medida, Maximiliano Pullaro, en Santa Fe, representan cabalmente el conjunto de mandatario equilibristas y contorsionistas.
    En Pro sobresale Rogelio Frigerio, en Entre Ríos, como lo explicitó en la entrevista publicada ayer por LA NACION.
    Apretados por las cuentas públicas y por buena parte de sus electores que miran a Milei con esperanza, admiten que algunos valores republicanos en los que antes se embanderaban pueden ponerse entre paréntesis por la gravedad de la herencia recibida por el Gobierno hasta tanto se supere la crisis económica y el estado de excepción que domina la opinión pública. Nada que no se haya visto antes.
    El germen de una nueva transversalidad parece estar sembrándose. El armado de listas para las PASO nacionales del año próximo será el gran laboratorio del nuevo experimento.
    Ninguno de los dos espacios que formaron la fuerza nuclear de la coalición triunfante de 2015 encuentra hoy un terreno sólido donde pararse para evitar ser abducidos o derrotados. Como le pasaba hace 20 años a los retazos del peronismo menemista y a los restos insepultos de la Alianza.
    En esas peceras cercanas pescaron antes y pescan ahora los disruptivos proyectos triunfantes para terminar de construir el capital mayoritario de un poder de larga duración, sin preguntar de dónde vienen los que se suman, sino que den muestras de estar dispuestos a ir donde señale el dedo del Presidente triunfante.
    No es casual que, así como hace dos décadas el terreno en disputa para imponer el proyecto emergente fuera el bastión duhaldista de la provincia de Buenos Aires, ahora empiece a vislumbrarse que la madre de todas las batallas podría ser el enclave macrista porteño.
    Karina Milei y Santiago Caputo lo vienen cocinando a fuego lento y Jorge Macri empieza a sentir el calor bajo sus pies. Ya los libertarios que responden a la hermanísima se lo hicieron sentir con rigor en la Legislatura.
    Por eso, el primísimo puso en alerta al expresidente y este activó el protocolo de emergencia para desplegar algunos cortafuegos. “Mauricio ya le dijo a Cristian [Ritondo] que hay que mostrar los dientes en las negociaciones que mantiene con Santiago Caputo y revisar la estrategia en el Congreso. Pero no termina de encontrar el camino para preservar poder sin quedar expuesto al embate mileísta y perder los votantes y, sobre todo, varios de los dirigentes que le quedan y que a la primera oferta real de la Casa Rosada podrían irse sin preaviso”, explica una alta fuente del macrismo.
    Lo curioso del probable escenario de la disputa final entre mileísmo y macrismo es que ofrece otro paralelismo con aquel pasado en el que una Kirchner (Cristina) enfrentó y derrotó a una Duhalde (“Chiche”). Los proxi ahora son una Milei (Karina), cuya candidatura parece cada vez menos improbable, y un Macri (Jorge), obligado a defender la fortaleza donde nació el macrismo.
    El poder no se comparte. Eso lo entendió (y lo ejerció) con claridad no solo Néstor Kirchner, sino también Mauricio Macri, quien hoy padece con Milei lo que durante su gobierno sufrieron sus aliados radicales, obligados a ser el soporte legislativo, sin injerencia en el rumbo central de la administración.
    Por ahora, se trata de escarceos, de una guerra de guerrillas, de ganar tiempo para seguir socavando lo que queda de los cimientos macristas.
    Nada está definido y el oficialismo evalúa la conveniencia de dar pelea frontal por la fortaleza porteña o de sostener una asociación corrosiva. Ese escenario es el que observa con preocupación Patricia Bullrich.
    Su fanatismo mileísta y su antimacrismo militante deben mirarse a través de ese cristal. “Si Milei arregla con Macri, Patricia tiene todos los boletos para ser la prenda de negociación”, admite uno de sus colaboradores. El expresidente no le perdona su independencia o, mejor dicho, su traición, a quien él hizo candidata presidencial, desde la jefatura del partido que él creó.
    En este ejercicio de política comparada, tanto por los parecidos como por las diferencias que la refuerzan, aparece también la dimensión simbólica en el proceso de la construcción hegemónica y de una narrativa identitaria.
    En el primer año de gobierno, Kirchner bajó el cuadro del dictador Jorge Rafel Videla, para cortar una línea que unía al peronismo de derecha de los 70 con el peronismo menemista, liberal y amnistiador de represores en los 90, bajo el paraguas de desterrar cualquier vestigio de la dictadura y así construir una nueva era propia.
    Por su parte, Milei, en el primer año de gestión, acaba de bajar simbólicamente el cuadro de Raúl Alfonsín, con el fin de demoler el panteón de lo que él considera una construcción socialista. También, de esa manera, embate contra el consenso democrático surgido a partir de 1983, tras la dictadura, de la cual no duda en rescatar varios aspectos, así como lo hace, aún con más énfasis, con el menemismo. Una nueva era, una nueva hegemonía, un nuevo sentido común está en proceso de construcción acelerada. También, muchas continuidades.
    Hace 20 años, todo empezó con el triunfo de Kirchner sobre Duhalde, cuyo enfrentamiento abierto y su desenlace nadie avizoraba en el primer año de gestión y convivencia forzada.
    Milei y Macri pueden estar mirándose ahora en ese espejo. Aún sin saberlo.

    Respuesta

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *