Por Carlos Tórtora.-

La formalización de la ruptura con Victoria Villarruel realizada ayer por Javier Milei no es casual. El presidente eligió para hacerlo su mejor momento de los últimos meses, con algunos indicadores macroeconómicos favorables y un protagonismo internacional importante. El mensaje a la vicepresidenta parece estar claro: ya no tendrá espacio para reciclarse dentro del gobierno y tendrá que optar entre continuar cumpliendo su mandato en una situación de aislamiento total o dar el salto y enfrentarse con La Libertad Avanza.

Hasta ahora, el juego de Villarruel consistió en usufructuar los flancos débiles de Milei construyendo un perfil conservador y nacionalista pero sin romper con la Casa Rosada. Ahora Milei pasó a ignorarla y, como ya se advierte en el Senado, los operadores del gobierno se manejan con los senadores directamente sin ninguna participación de ella.

De este modo, Milei pretendería liquidar el eje más peligroso para su poder, que es el entendimiento entre Mauricio Macri y Villarruel. Si los libertarios consiguen que se apruebe en las sesiones extraordinarias la eliminación de las PASO, a la dirigencia del PRO no le quedaría otro recurso que sumarse como pueda a las filas de La Libertad Avanza o confrontar con el gobierno, opción que supera sus posibilidades.

Tiempo de descuento

Volviendo a Villarruel, para romper lanzas necesitaría construir una fuerza política nacional que la respalde y hoy serían pocos los libertarios dispuestos a irse del gobierno. Entonces ella parece condenada a atrincherarse en su despacho a la espera de la crisis que en algún momento se producirá si se desmorona el carry trade y hay un sinceramiento del atraso cambiario, una importante devaluación, etc.

A caballo de un crack del modelo de Luis Caputo ella podría ser nuevamente un foco de atención para una derecha insegura del destino de Milei.

Claro que siempre puede abrirse camino alguna otra opción. Por ejemplo, para salir de su aislamiento, Villarruel podría profundizar su acercamiento al peronismo. Pero chocaría con la restauración actual de Cristina Kirchner como jefa del justicialismo. La vicepresidenta se siente cómoda con un peronismo antikirchnerista o poskirchnerista. Una vez más, los intereses de Milei coinciden con los de CFK.

En el juego de la política nacional siempre aparecen nuevas variables. Hoy Macri y Villarruel están a la defensiva ante un Milei que amenaza con quedarse con todo. Pero la realidad económica sólo le permite tener ínfulas de éxito, no éxito real.

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