Por Hernán Andrés Kruse.-
Hace 43 años las fuerzas armadas recuperaban el control sobre las Malvinas. Apenas se dio a conocer la noticia las calles del país fueron pobladas por miles de ciudadanos que no ocultaban su satisfacción. Nadie lo podía creer. La dictadura militar había recuperado la centralidad de la escena. En aquellos frenéticos días nadie creía que la Primera Ministra Margaret Thatcher ordenaría el envío a las islas de más de cien buques de guerra para recuperar el territorio que el imperio británico había usurpado en 1833. El error de cálculo fue grosero. El 1 de mayo comenzaron los combates entre las tropas profesionales británicas y las tropas argentinas, la mayoría integrada por conscriptos con escasa capacidad militar. Pese a los reconocidos actos de heroísmo protagonizados por las tropas argentinas, el 14 de junio se produjo lo inevitable: su rendición incondicional.
Atrás quedaron 74 días de una guerra feroz. También quedó atrás el fracaso de la diplomacia en su intento por frenar lo inevitable. Es probable que las nuevas generaciones lo ignoren pero entre el 2 de abril y el 1 de mayo hubo intensas negociaciones diplomáticas para evitar el conflicto bélico. En esos dramáticos días quien tuvo un rol gravitante fue el general Alexander Haig, en ese entonces Secretario de Estado del presidente norteamericano Ronald Reagan. Buceando en Google me encontré con un ensayo de Federico M. Gómez titulado “La Diplomacia de Doble Nivel en Malvinas”. Una Aproximación Putniana (*) al Proceso de Negociación en la toma de Decisiones en el Conflicto del Atlántico Sur. La Mediación de Alexander Haig” (Instituto de Relaciones Internacionales-UNLP-2007). Escribió el autor:
EL MEDIADOR Y SU EQUIPO LLEGAN A BUENOS AIRES
“Con la llegada de Haig a nuestro país el día 9 de abril, comenzó a funcionar un mecanismo de propaganda para demostrar al mediador quiénes éramos los argentinos, y brindar el apoyo necesario a la Junta y al equipo nacional de negociadores (tanto militares como diplomáticos). De esta manera la gente era convocada para su concentración en la Plaza de Mayo, originando así un marco de apoyo masivo a la ocupación de las islas y fortaleciendo la imagen de determinación argentina; este marco debía impresionar al mediador produciendo no solo sorpresa sino a su vez admiración por dicho apoyo, pero esto generó todo lo contrario en el huésped.
Al momento de la primer reunión entre Haig, su comitiva, Galtieri y Costa Méndez, los saludos protocolares dieron paso al discurso del comandante-presidente, y tras una breve descripción de los derechos argentinos sobre las islas, pasó a saludarlo para dar lugar al encuentro entre los especialistas y los diplomáticos y de esta manera comenzar el proceso de negociación. Al retirarse Haig, le sugirieron que lo hiciese en helicóptero por la gran multitud afuera en la plaza; éste, a pesar de su renuencia y la de su equipo, terminó aceptando, y allí fue el inicio del pequeño abismo, pero que rápidamente se iría agrandando. Al ver Haig esa multitud, además de la sorpresa, la imagen no le causó admiración sino temor, temor similar al que sintió con la crisis de los rehenes de la embajada estadounidense en Irán. Así se tomó la decisión de que los empleados y funcionarios de la embajada norteamericana estuviesen preparados para una rápida evacuación en caso de ser necesario, ya que no se repetiría lo de Irán y la embajada norteamericana en 1979.
Esta decisión traería repercusiones en futuros diálogos entre el mediador y el presidente-comandante. Tras este encuentro, Galtieri se dirige a la multitud, y en dicho discurso es donde emite las frases que siempre se recordarán: a) “la dignidad y el honor de la Nación no se negocian”; y b) “si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla”. En el palco, al momento de dirigir ese discurso, Galtieri se encontraba acompañado por pocas personas del círculo decisorio y asesor (tanto el Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, como el Comandante en Jefe de la Armada como así también el Canciller Costa Méndez, estaban ausentes). Esto remarca hasta qué punto los intereses y deseos de Galtieri son los mismos que los objetivos con los que se inició el proceso de recuperación de las islas, y a partir de qué punto comienzan a dirimirse intereses, deseos y objetivos particulares ya sean de la junta o como en este caso, de Galtieri, el cual vio en ese momento la posibilidad de habilitar sus objetivos políticos a corto plazo como futuro presidente democrático de la República Argentina en base a un rotundo triunfo militar en las islas Malvinas.
El mecanismo de la mediación se había iniciado, comenzando las reuniones entre los diplomáticos norteamericanos y los argentinos, pero siempre contando con la atenta presencia del grupo de trabajo creado por el COMIL (Comité Militar), en el cual se encontraban Miret, Moya e Iglesias. Del “diálogo de sordos”, como muchos caracterizaron las primeras reuniones, surgen los primeros esbozos de negociación: a) La obstinación e insistencia de Haig de cumplir la Resolución 502, fue contrapuesta por la decisión del Canciller de hacer detener la Task Force y en su medida ordenar su regreso, con el uso de la clara amenaza de apelar al TIAR. b) Se podría aceptar una administración interina, basándose en una estructura similar a la creada al efecto de la recuperación de las islas pero con participación isleña, completado por un comisionado de la Corona Británica y un veedor norteamericano, pero ambas figuras tendrían una duración limitada hasta el 31 de diciembre de 1982, fecha en la cual la soberanía pasaría a la República Argentina como fruto de futuras negociaciones, siendo este el OBJETIVO FINAL de la negociación. c) Se hizo referencia a derechos y compensaciones monetarias para los isleños como forma de seducción tanto para el Reino Unido, para los Estados Unidos, como así también para los isleños.
El mediador norteamericano amenazaba con retirarse y volcar el apoyo de su país a su aliado histórico, a pesar de los importantes vínculos que unían a ambos estados americanos en ese momento, y los negociadores argentinos utilizaban como amenaza recurrir al TIAR, lo cual no sería beneficioso para los Estados Unidos. Por estos motivos, además de otros, la mediación parecía estancarse, mientras que Haig, amenaza mediante a la ruptura y retiro de la mediación, a través de Costa Méndez consiguió una nueva reunión con el General Galtieri. A pesar de las ilusiones de Haig, el encuentro con Galtieri no recobró nuevas perspectivas a pesar de la insistencia del norteamericano de necesitar “concesiones argentinas” para poder viajar a Londres y continuar con la mediación, y como respuesta a esto llegarían las recriminaciones de Galtieri por las supuestas informaciones suministradas por Estados Unidos al Reino Unido a través de sus satélites.
El debate surgido por estas “concesiones” que debería realizar la Argentina para continuar con la mediación, fue eje de duras discusiones en el seno de la Junta y además de las Fuerzas Armadas. Por un lado se veía la dura posición adoptada por Anaya, a quien se podría identificar como el “halcón” dentro de la Junta, quien sostenía que“ no podría entregarse lo conquistado en el operativo del 2 de abril, en una mesa de negociaciones, y que las amenazas norteamericanas no tenían que tenerse en cuenta ya que con la amenaza soviética en Centroamérica, Estados Unidos no podía darse el lujo de perder a un país como la Argentina”, además de sostener que el propósito esencial de las negociaciones era consolidar los beneficios de la ocupación. Del otro lado de la mesa de la Junta estaba Lami Dozo, quien representaría la figura de la paloma dentro de un nido de halcones, aludiendo a la necesidad de realizar alguna concesión fundamentando su opinión en que al aceptar la mediación se reconocía la posibilidad de tener que ceder en alguna posición.
Dicha posición era fruto de sondeos que el mismo habría realizado dentro del seno de los máximos mandos y autoridades aeronáuticas, además de sostener la necesidad de mayor flexibilidad. Por este motivo de discordia dentro de la Junta originada en los diferentes objetivos y ambiciones de cada uno de los miembros de ésta y de sus respectivas fuerzas, comenzó el proceso del ejercicio del 33,33% de poder que cada una de las tres fuerzas controlaba dentro de la Junta. Por esto Anaya tomó la decisión sine qua non de interponer como delegado suyo, con facultad de poder en futuras decisiones en el proceso mediador, a su delegado personal, el Almirante Moya, además de abrirle las puertas a sus compañeros del Grupo de Trabajo Malvinas, conocido en esos días como el GTM, el General de Brigada Héctor Iglesias, y el Brigadier Mayor José Miret. Así surge “el Parlamento de Costa Méndez”, mejor conocido por los periodistas de la época como “Las Tres Marías”.
Ya en las últimas horas del día 10 de abril se logró acordar, en la mesa interna, una serie de cinco puntos, las famosas “exigencias mínimas argentinas”, las cuales fueron entregadas por el mismo Canciller Costa Méndez al Secretario de Estado momentos antes de partir. Los puntos principales eran: a) La Argentina designaría al gobernador de las islas y se desplegaría la bandera Argentina (lo cual no sería reconocer automáticamente la soberanía Argentina sobre las islas). b) Se debería garantizar claramente que las negociaciones finalizarían con el traspaso definitivo de la soberanía argentina a fines de diciembre de 1982. c) Acordando como punto a ejecutar la desmilitarización acorde a la Resolución 502. Dichos puntos, los cuales tomaron por sorpresa a Haig al leerlos, no fueron los acordados a lo largo de la estadía en Buenos Aires, ni siquiera se acercaban a las opiniones y consejos que brindaron el mediador norteamericano y su equipo durante la negociación. Aquí se observa como claramente el equipo de Cancillería vio influenciado su trabajo a tal punto que en lugar de ser un polo generador de ideas para darle una solución al conflicto sólo fueron mensajeros, mientras que el grupo decisor finalmente fue la Junta, luego de las reuniones finales de Haig con Galtieri en la noche del día 10 de abril, y el GTM (Grupo de Trabajo Malvinas), el cual a su vez era influenciado por Anaya y Lami Dozo, y a su vez entre sí mismos como contrapesos”.
HAIG VUELA A LONDRES CON LAS EXIGENCIAS MÍNIMAS
“En su viaje a Londres y luego de continuos contactos con Francis Pym, y al mismo tiempo con Costa Méndez, a quien le sugería con términos de exigencias el poder continuar negociando con las ideas norteamericanas en lugar de los 5 puntos argentinos. El rechazo de Costa Méndez no se hizo esperar aduciendo que cualquier negociación con otro documento que no fuera el que él mismo entregó en la mañana del 11 de abril, serían negociaciones con documentos de nula jerarquía oficial lo que produciría resultados estériles por ser documentación sin reconocimiento argentino. A pesar de la dureza de la posición del gobierno argentino, el mediador continuó en su rol solamente por la ilusión, y solo una ilusión, del reconocimiento internacional que la solución de éste conflicto traería para sí mismo.
Ya para el día 13 de Abril, a las 14:00 horas en una comunicación entre Haig y Costa Méndez, el primero le comunica al argentino que “tras haber hablado con las principales figuras del gobierno británico” veía “las bases para un progreso”. Así regresaría a Buenos Aires previa parada en Washington. Mientras tanto la Primer Ministro británica Margaret Thatcher declaraba ante el Parlamento británico que le había aclarado al mediador “que ante todo se debe proceder al retiro de tropas de los invasores, que la soberanía no se vería afectada por el acto de invasión, y que al abordarse las negociaciones futuras, lo que más importa es lo que los propios isleños deseen”.
EL IDA Y VUELTA DE HAIG: EL REGRESO A BUENOS AIRES. EL VIAJE QUE PRODUJO VARIAS CRISIS DENTRO DE LA CRISIS
“Antes de retornar a la Argentina, Alexander Haig se dirigió a Washington para informar del avance de la mediación del conflicto; pero estando allí debió también hacerse cargo de diferentes situaciones, quizás no ajenas a él, por ser Secretario de Estado, pero que él mismo reconoció su desconocimiento cierto sobre las mismas. Una de ellas era la ayuda militar que le brindaba Estados Unidos al Reino Unido, por medio de sus satélites, y el aporte de tecnología, repuestos y combustible para aviones. Mientras tanto en Argentina, la Junta continuaba con su preparación militar en Malvinas, y el COMIL (Comité Militar) comenzaba a elaborar un borrador de trabajo con las bases del acuerdo a desarrollar durante la segunda visita del General Haig.
En una comunicación telefónica entre Haig y Costa Méndez, se intercambiaron opiniones sobre el papel de Estados Unidos, por las denuncias anteriormente vistas, el estado de las negociaciones por parte del Reino Unido, y su obstinación de mantener el status quo ante bellum. Toda esta conversación se realizó bajo la sombra de que la Argentina podría recurrir a la convocatoria del TIAR, situación totalmente inmanejable para Estados Unidos. Con el regreso de Haig a Buenos Aires, se oyeron sus primeras palabras referentes al estado de la mediación misma, mediante su reclamo: “el esfuerzo supremo para lograr una solución a este problema” y advirtiendo: “requerirá una flexibilidad grande de ambas partes en este conflicto, sin abandonar sus principios pero demostrando el grado de flexibilidad requerible”.
En el primer encuentro entre Haig y Galtieri, el día 15 de abril, el norteamericano comenzó a describir punto por punto, cuáles eran las posibilidades de negociación con el Reino Unido y las posibilidades de avanzar sobre ella: a) Retiro de tropas argentinas y detención de la flota británica. b) Permanencia de la bandera argentina y administración tripartita. c) Mayor papel argentino en el gobierno de las islas. d) Garantía de finalizar las negociaciones antes del 31 de diciembre de 1982. e) Normalización de las comunicaciones. f) Levantamiento de sanciones norteamericanas.
Pero luego de escucharlo tranquilamente, Galtieri comenzó a espetarle a Haig cada uno de los rumores que había sobre Estados Unidos y su posición en el conflicto, desde la ayuda al Reino Unido, hasta el supuesto plan de evacuación del personal de la embajada norteamericana en Argentina. Ante la sorpresa del mediador, éste solo atino a responder evasivamente y a endilgar responsabilidades a aquellos que querían que su misión como “vehículo de ideas negociadoras entre las partes que mantienen profundas diferencias” (como a él le gustaba que lo denominaran), fracasase. Ya por la noche, al reunirse y deliberar por supuestas opciones de negociación, Costa Méndez se retira del Palacio San Martín, quedando en encontrarse con Haig y la Junta de gobierno a la mañana siguiente, y se dirige a la Casa Rosada, para reunirse con Galtieri, Anaya y Lami Dozo, además del COMIL (Comité Militar). En dicho encuentro Galtieri nuevamente se encontró entre dos fuegos: Anaya, quien se oponía a cualquier concesión y acusaba a Haig de “ser abogado de los ingleses”, y Lami Dozo, que a pesar de su actitud de moderación y conciliadora, tampoco confiaba demasiado en el norteamericano”.
(*) Robert D. Putnam “La política de muchas negociaciones internacionales puede concebirse provechosamente como un juego de doble nivel. En el nivel nacional, los grupos persiguen sus intereses presionando al gobierno para que adopte políticas favorables, y los políticos buscan poder construyendo coaliciones entre esos grupos. En el nivel internacional, los gobiernos nacionales buscan maximizar su propia capacidad para satisfacer las presiones internas, minimizando al mismo tiempo las consecuencias adversas de los acontecimientos internacionales” (fuente: “Diplomacia y política nacional: la lógica de los juegos de doble nivel”. Olga GIL y Luis SANZ, Las fuentes internacionales de las políticas domésticas. Zona Abierta, número 74, España, 1996. Página 79).
05/04/2025 a las 4:26 PM
Entre el 2 de abril y el 1 de mayo hubieron intensas negociaciones: la respuesta es que desde el 1 de mayo la gloriosa «Fuerza Aérea Argentina» y la «Aviación Naval Argentina» se confirmaron como adalides de las Fuerzas Armadas Argentinas.
Las «operaciones diplomáticas y de pervertida política» solo alcanzaron para expresarse como traidoras para la vocación libertaria argentina.
06/04/2025 a las 11:43 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El sensacionalismo del León y las tormentas perfectas
Jorge Fernández Díaz
LA NACION
6 de abril de 2025
Cuando se difundió por todos lados que el autor de “El Aleph” había muerto, Borges no se sorprendió por el sensacionalismo de la prensa y respondió con timidez: “No es una noticia falsa, sino algo prematura”. El sistema de comunicación de todo populismo se basa en una praxis sensacionalista. Javier Milei, por caso, es esa clase de jugador que repudia a los relatores de fútbol cuando cantan los tantos en contra y a los comentaristas cuando critican su performance; celebra cada córner como si fuera un gol olímpico, se acerca a la tribuna contraria a humillarla con ademanes obscenos y se festeja como si ya hubiera ganado la final de la Champions League. No usa noticias falsas, sino algo prematuras. Es un sensacionalista de sus logros y virtudes, y un gesticulante ampuloso. Resulta cierto y muy loable que en su primer año de gestión haya descendido la inflación y que ese mismo fenómeno haya reducido la pobreza, que en parte su propio ajuste había ayudado a elevar durante el primer semestre: solo los necios o los kirchneristas –incapaces de una autocrítica de su modelo ruinoso de emisión y déficit– pueden negar esa realidad. Dicho sea de paso: fue el Estado mileísta el que incrementó los fondos de los planes sociales de los segmentos más pobres e indigentes y es el dios mercado el que desconfía hoy de su esquema cambiario: el mundo al revés.
Ahora bien, adicto a la contabilidad creativa, el León le exige al sistema de medios un amarillismo informativo, un triunfalismo sin dudas ni fisuras, como si en el pasado otras administraciones no hubiesen bajado también la pobreza u obtenido éxitos parciales, y como si el problema no radicara precisamente en la sustentabilidad y perdurabilidad de esas conquistas. Un gobierno serio sería prudente con los primeros datos positivos, no intentaría llamarlos “milagro argentino”, no postularía a su líder para el Nobel y no vapulearía a los escépticos, puesto que solo el tiempo va a decir con claridad si la inflación continuará su curva descendente –por ahora se mantiene rebelde e incluso amenaza con un leve recalentamiento– y también dictaminará si los guarismos de pauperización no seguirán ese consecuente derrotero. El Presidente y sus muchachos proponen, sin embargo, darle a esta escaramuza auspiciosa pero coyuntural e inestable el carácter de guerra terminada. Los veteranos, testigos de tantos vaivenes históricos, observan este programa incompleto y con problemas –de pronto “el mejor ministro de la historia” sale de raje a mendigarle remesas al “prestamista de última instancia” en medio de una preocupante sangría de reservas– y confirman el viejo axioma según el cual el partido no está ganado hasta que se gana, y que para salir campeones falta muchísimo: paso a paso, camaradas. Pero como la prudencia aquí no garpa y es tan zurda, resulta que debemos seguir la consigna, tirar confeti y tocar la corneta para que la peña nos aplauda y las fieras no nos coloquen en el anaquel de los enemigos del pueblo.
La desmesura, el autobombo, la precocidad triunfalista, la simplificación y la agresividad –algunos de los factores centrales que conforman la “personalidad” de este Gobierno– no invalidan la chance de que las cosas le salgan bien. Puede suceder que el dinero del Fondo sirva como disuasorio, cauterice la herida abierta de un esquema mal concebido, detenga la hemorragia y calme a los especuladores financieros que tienen la tentación de abandonar el peso y cubrirse en dólares, y que los sobresaltos de la moneda deseada e ingobernable no se trasladen a precios y no alteren así el gran activo electoral de los libertarios. Deberán rezar, eso sí, para que Donald Trump, convertido en un furibundo mega peronista, no les choque justo el carro triunfal en su agresiva fase de “liberación nacional” que ha puesto en marcha y que “el prócer” del León –Alberto Benegas Lynch (h)– ya repudió: el ideal de “vivir con lo nuestro” –escribió en un tuit reciente– resulta “deplorable, empobrecedor y contrario a los extraordinarios valores de los Padres Fundadores”. Los liberales de a pie van comprendiendo, demasiado tarde y con horror, acaso lo más obvio: que la Nueva Derecha Internacional es populista y que no cree en el liberalismo.
Con un verdadero sensacionalismo para bobos, la Casa Rosada intentó desmentir esa realidad evidente y se tropezó al explicar que su máximo líder ideológico, que hoy pernocta en Washington, no es proteccionista, sino que hace geopolítica con los aranceles, pasando por alto que le aplicó a su discípulo libertario el mismo castigo que a los “socialistas” de Chile y Brasil. La idea de que precisamente tu amado salvador puede ser también tu verdugo es una trágica ironía del destino, y uno de esos cisnes negros que modifican la historia y ponen en jaque toda la narrativa. Habrá que hacer muchas contorsiones retóricas y mucha foto y sobreventa de encuentros amorosos –el operativo del jueves falló– para llevar tranquilidad a la tropa y a los ciclistas del carry trade, en medio de tantos nubarrones: sobre llovido mojado, y con pronóstico de tormentas perfectas. Veníamos flojos, en un barco con averías, y Neptuno nos manda un tifón. No hay derecho. Es una suerte que tengamos a los más preclaros navegantes de la economía de este planeta a cargo de nuestro maltrecho buque. De lo contrario, habría que preocuparse, ¿no?
La máquina sensacionalista echaba humo el jueves por la tarde cuando se quería disfrazar un Waterloo en el Parlamento –les advertimos que no jugaran a la ruleta rusa de la política– y pretendían que el problema no radicaba en su escandalosa impericia sino en sus aliados, los mismos que cantaron desde hace meses su oposición a Lijo, respaldaron al Gobierno hasta en sus infamias y, en pago, fueron objeto de bullying y de una ofensiva final para destrozarlos en las urnas y arrebatarles su territorio. El oficialismo no pudo gestionar ese vínculo, ni pudo gobernar siquiera a su propia vicepresidenta; tampoco logró cerrar un
plan canje con el kirchnerismo durante el largo coqueteo bajo la mesa que desplegó en estos meses. Pero cuando el jugador pierde el partido por goleada, niega enseguida sus yerros y denuncia un complot. El periodismo está obligado a separar lo sensacional de lo sensacionalista, y a no confundir gordura con hinchazón. Porque estamos hinchados de exageraciones y mentiras.
06/04/2025 a las 11:56 AM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La desdicha de Javier Milei
Joaquín Morales Solá
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
6/5/025
Con algunas excepciones, el Senado demostró que forma parte de la decadencia política argentina. No por lo que decidió, que es su derecho, sino por los disparates que se escucharon de boca de algunos senadores. Ese tiempo crepuscular en el Congreso no pudo evitar, con todo, que el gobierno de Javier Milei recibiera la más importante derrota política desde que accedió al poder. La desventura siempre tiene compañía: las políticas de Donald Trump enloquecieron la economía y las finanzas internacionales. Las malas consecuencias para el país son predecibles.
Veamos primero el infortunio vernáculo. Un momento anterior y perdidoso fue el rechazo parlamentario del decreto de necesidad que les destinaba, arbitrariamente, 100.000 millones de pesos reservados a los servicios de inteligencia del Gobierno. Fue la primera vez que el Congreso le rechazó un DNU a un presidente, pero su importancia fue infinitamente menor que la decisión del Senado, el jueves último, de denegarle el acuerdo a los dos candidatos a jueces de la Corte Suprema propuestos por Milei: el actual juez federal Ariel Lijo, cuestionadísimo desde el día cero, y el académico Manuel García-Mansilla.
La primera conclusión que debería sacar Milei consiste en que las dos veces que el Congreso le asestó sendas derrotas perdió primero la adhesión de Mauricio Macri. El expresidente fue su aliado en la segunda vuelta de 2023, pero ahora es su competidor en las inminentes elecciones de la Capital. El Gobierno eligió un camino injusto cuando analizó la derrota del jueves en el Senado: dijo que Macri se había opuesto a los candidatos a jueces supremos porque se prepara para competir de las elecciones de la Capital. En cualquier hemeroteca hay constancia de que Macri se opuso a Lijo desde el momento inaugural de su candidatura a juez de la Corte. Debe consignarse, eso sí, que el fundador de Pro no tuvo una posición exclusiva en contra de Lijo: abogados; asociaciones de juristas, como el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires; personas destacadas (María Eugenia Talerico o Guillermo Lipera, por ejemplo); políticos –como los senadores Carolina Losada o Francisco Paoltroni, entre otros–, y entidades empresarias como IDEA o AmCham, la Cámara de Comercio de Estados Unidos en la Argentina, se pronunciaron con mayor o menor énfasis contra esa candidatura.
Lijo se convirtió en el candidato a juez supremo más objetado en la historia y por eso, también, integró con García-Mansilla la dupla de los primeros candidatos a jueces de la Corte rechazados explícitamente por el Senado en la historia del país. Error del Gobierno. Hubo momentos en que al Senado no le gustaron candidatos a jueces, procuradores generales de la Nación, ascensos de militares o de diplomáticos (todos deben recibir el acuerdo senatorial) y se lo hizo saber al Gobierno. Las administraciones de esos momentos retiraron cautelosamente los pliegos de los candidatos propuestos y los reemplazaron por otros. A veces se lo hizo saber al Gobierno con un mensaje claro y reservado; otras veces, el rechazo senatorial fue implícito por la demora en tratar esos acuerdos, como sucedió con Lijo y García-Mansilla.
El gobierno de Milei decidió no darse por enterado e insistió con que se trataran esos pliegos de los candidatos a integrar la Corte: terminó chocando con lo probable. De conseguir el acuerdo, según toda la información disponible, se había encargado el super asesor Santiago Caputo. El triángulo de hierro se está oxidando. Karina Milei fue cuestionada por primera vez porque autorizó el ingreso a la Casa de Gobierno de los autores de la criptomoneda $LIBRA, y ahora Santiago Caputo deberá hacerse cargo del peor fracaso político que le tocó al Presidente. De hecho, el poderoso dependiente de la Presidencia se había reunido hasta el día anterior con el titular del bloque del radicalismo, Eduardo Vischi. Su participación en el desastre legislativo, así las cosas, está fuera de discusión. El propio Vischi le advirtió, según trascendió, que debían retirar los pliegos de los candidatos o enfrentarían una dura derrota.
En el momento agónico, cuando ya había fracasado la estrategia de quitarle quorum a la sesión, el Caputo asesor presionó sobre el presidente provisional del Senado, Bartolomé Abdala, para que postergara hasta mayo la reunión prevista para el jueves último. ¿Con qué argumento? No había argumento. Caputo llegó a amenazar con denunciar a la vicepresidenta, Victoria Villarruel, por haberse reunido con Abdala mientras estaba a cargo del Poder Ejecutivo (Milei había viajado a Estados Unidos). El problema no era la reunión de Villarruel con Abdala, sino la presión de un empleado contratado por el Ejecutivo sobre un poder independiente de la Constitución, como lo es el Legislativo. La reunión había sido pedida por la oposición correctamente; la vicepresidenta la concedió con dos semanas de anticipación, y los senadores estaban buscando el quorum necesario. ¿Qué razón podía haber, que no produjera un escándalo mayor, para postergar la reunión? No había razón. Una porción abundante de incultura política y de ignorancia histórica es advertible entre los que mandan en la cumbre.
Seguramente a García-Mansilla le hubiera ido mucho mejor con otro compañero de aventura. Fue decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Austral hasta hace poco, su trayectoria como constitucionalista no fue objetada y los únicos cuestionamientos que recibió fueron ideológicos (demasiado conservador, dijeron algunos senadores). Sin embargo, el cuestionamiento más insistente que le hicieron fue el de haber aceptado ser nombrado por decreto del Presidente en comisión en la Corte Suprema.
Es también una cuestión de poder: el Senado jamás aceptará semejante cesión de sus facultades al Poder Ejecutivo. Es cierto que ese decreto fue el pretexto que muchos usaron para evitar hablar de Lijo. Martín Lousteau casi no se refirió a los pliegos de los candidatos (que era el motivo de la reunión) y merodeó solo por la cuestión del decreto. Lousteau hizo irónicas referencias a Cristina Kirchner y a Mauricio Macri. ¿Se habrá olvidado de que fue un importante funcionario de los dos? Parte de la política está hecha con la argamasa de la amnesia.
El hipercristinista Martín Doñate anunció, con un ejemplar de la Constitución en la mano, que el kirchnerismo se pasó al republicanismo, que tanto detestó cuando estuvo en el poder. Doñate no se privó de nada: denunció un “golpe institucional” de parte de Milei y calificó de “cómplice” a la Corte Suprema. Cuando fueron gobierno, los cristinistas como él aborrecían a los que defendían la Constitución y las instituciones con la misma intensidad que ahora lo hacen los influencers del mileismo. La senadora tucumana Beatriz Ávila es un caso caricaturesco de travestismo político; es esposa del intendente de la capital de Tucumán, Germán Alfaro, quien se acercó al entonces Juntos por el Cambio cuando se peleó con el peronismo gobernante en esa provincia. El candidato a senador nacional fue Alfaro, pero renunció a la senaduría no bien ganó y su esposa (nepotismo puro y duro) ocupó su lugar. Los dos se fueron luego de Juntos por el Cambio. Ávila votó a favor de Lijo y en contra de García-Mansilla porque ella no podía aceptar, dijo, que este haya aceptado ser designado por decreto en la Corte Suprema. Esa senadora ignora más de lo que sabe. Lijo también aceptó ser nombrado por decreto y llegó a pedir licencia como juez federal para asumir en la Corte, pero esta lo frenó: no le aceptó la licencia y le exigió que renunciara como juez federal para asumir como juez de la Corte. Lijo no está sentado en la Corte porque no lo dejaron, no porque no quiso.
El presidente del bloque peronista, José Mayans, se embrolló en un discurso enrevesado y arabesco, pero concluyó con la mayor contradicción que se haya urdido ese jueves devastador. Dijo que había escuchado a los dos candidatos y que Lijo le pareció bien, pero inmediatamente denunció que había recibido amenazas de que sufriría la represalia de “la mafia de Comodoro Py”. Lijo es un juez influyente en Comodoro Py y, corporación mediante, fue apoyado por casi todos los jueces federales de Comodoro Py; estos también fueron derrotados en la votación del Senado. ¿Quién, entonces, lo amenazó a Mayans? ¿Alguien o nadie? Mayans tampoco se privó de nada: insistió con la cacofonía de que Cristina Kirchner es una perseguida a la que quieren proscribir (fue investigada y juzgada por todas las instancias de la Justicia) mientras afirmaba, seguro y categórico, que “Milei tiene que estar preso” por la denuncia del criptogate, una investigación que está dando sus primeros pasos en la Justicia de la Argentina, de Estados Unidos y de España. Ni siquiera está imputado.
Más allá de la contradictoria denuncia de Mayans sobre supuestas amenazas, es cierto que un clima de temor era perceptible en esa reunión del Senado. Casi todos los senadores hablaron (mal) de García-Mansilla, que no es juez ni funcionario judicial, pero muy pocos senadores nombraron a Lijo. Solo mencionaron al poderoso juez federal, con nombre y apellido, los senadores Carolina Losada, Luis Juez, Francisco Paoltroni, Pablo Blanco, Alfredo de Ángeli y algún otro. Demasiado poco, demasiado evidente. Lijo no será miembro de la Corte, y García-Mansilla renunciará seguramente, tratándose de un hombre honorable como lo es, en días inminentes como juez provisional de la Corte. Su prioridad ahora es cuidar el prestigio de excelente constitucionalista con el que llegó al más elevado tribunal de justicia del país. Si se quedara, simplemente no sería García-Mansilla.
Digan lo que digan, Milei hizo un viaje de unas pocas horas a la amplia residencia privada de Trump en Estados Unidos para reunirse con él y volver con otra foto en la mano. No hubo ni reunión ni foto. No obstante, Trump hizo cosas peores. Su política arancelaria canceló la política histórica de los Estados Unidos a favor del libre comercio. Las consecuencias se sentirán primero, y sobre todo, en el país de Trump porque no existe ninguna nación en el mundo, salvo quizás Corea del Norte, que produzca bienes industriales y agropecuarios sin la importación de insumos del exterior. La dura competencia con China es una política de Estado en Washington (también la aplicó Joe Biden), pero nadie la llevó tan lejos ni tan agresivamente como Trump.
China es el segundo socio comercial de la Argentina, después de Brasil, y Estados Unidos le está pidiendo a Milei que se aleje de Pekín, mientras aumenta los aranceles de los productos argentinos que importa la potencia del norte. Lo peor para Milei, de todos modos, es la brutal desestabilización de los mercados internacionales que provocaron las decisiones de Trump y que tendrán consecuencias aquí. ¿Ejemplo? El salto del riesgo país es la peor noticia posible para un país que necesita acceder de nuevo a los mercados financieros internacionales. La indispensable salida del cepo, para citar otro ejemplo, sería imposible en las condiciones actuales. A Milei, amigo político del presidente norteamericano, le está pasando lo mismo que a Macri, amigo personal de Trump. Lo ayudó a este en sus necesidades políticas puntuales (el acuerdo con el Fondo Monetario), pero las políticas económicas internacionales de Trump desquiciaron rápidamente la economía de Macri, y lo condenaron a este a la derrota electoral. Milei ve en Trump solo al político antisistema, disruptivo, excesivamente audaz y dispuesto a perder la capacidad de gobernar la todavía principal potencia del mundo. Milei cree que él se le parece. Pero algo le cierra los ojos y le impide darse cuenta de que Trump es también un político proteccionista y aislacionista. Tan distinto de Milei, tan indiferente frente a un mundo que se asoma dramáticamente al abismo.
06/04/2025 a las 12:02 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Milei se comió una curva, y viene otra
Eduardo van der Kooy
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
6/4/025
Alguna vez Gilbert Chesterton aseguró que un inconveniente es una aventura mal considerada. La observación del escritor inglés refirió a errores de cálculo o a la ausencia de previsiones básicas para encarar cualquier emprendimiento. El interrogante cabría, tal vez, para ayudar a desentrañar dos grandes desafíos -entre una cantidad innumerable- que afronta el gobierno de Javier Milei.
El primero de ellos terminó en una durísima derrota en el Senado, donde resultaron rechazados los pliegos de los jueces Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla, nombrados en comisión mediante un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) presidencial. El segundo apunta al diseño, si es que existe, de la política exterior sujeta casi con exclusividad a la relación con Estados Unidos. Para ser exactos, al vínculo con Donald Trump.
Aquella derrota en el Senado constituye apenas un capítulo de una historia que posee aún margen de escritura. Se ha profundizado la crisis del Poder Ejecutivo con el Senado. Con riesgo que se extienda también a Diputados. Habrá, por lo pronto, una sesión especial la próxima semana para tratar el escándalo llamado criptogate. Un trastorno para los libertarios que muchos toman como punto de partida de las desventuras presentes. Se potencia también un conflicto con la Corte Suprema, que había tomado juramento a García-Mansilla como miembro del cuerpo, al mismo tiempo de haber desestimado una licencia excepcional de Lijo para asumir. Nadie se atrevería a desmentir, relojeando ese panorama, la existencia de un grave problema institucional en Argentina. Se suma a la descomposición del sistema político y una emergencia económica que parece lejos de poder ser resuelta. Una nueva época, desconocida en esa dimensión para Milei, que transcurre de manera simultánea al año electoral.
Ha resultado llamativa la impericia del Gobierno desde que Milei lanzó la idea de consagrar a Lijo y García-Mansilla. Esos nombres quedaron boyando a merced de los senadores sin que alguna gestión libertaria intentara la articulación de un acuerdo. Para colmo sucedieron otras cosas. El Presidente rompió de modo definitivo con la vicepresidenta, Victoria Villarruel, titular del Senado. Remitió aquel DNU a favor de los jueces apenas tres días antes que concluyera el receso parlamentario. Redobló la embestida en la Ciudad contra el PRO de Mauricio Macri. El aliado esencial. Senadores de ese partido terminaron engrosando el quórum (el número estuvo previamente) y votaron en algunos casos en contra. Los libertarios no supieron colocar un solo ladrillo en el lugar adecuado. La argumentación de que los senadores tuvieron ocho meses para actuar y no hicieron nada afloró insolvente.
Las raíces de la derrota parecen evidentes. No podrían disimularlas ni siquiera las movidas de último momento cuando el Gobierno concluyó que la estrategia de boicotear el quórum estaba condenada al fracaso. Aseguran que existió una maniobra desesperada del joven Santiago Caputo para que el presidente provisional del Senado, Bartolomé Abdala, firmara un decreto para suspender la sesión. El puntano no se quiso inmolar sin consultar a Villarruel. La dama estaba a cargo del Poder Ejecutivo por el viaje de Milei a Estados Unidos. Permaneció todo el tiempo en su despacho del Senado.
El vacío de comunicación entre el Congreso y la Casa Rosada resultó de tal magnitud que surgieron como mediadores forzados el radical Eduardo Vischi y el ex PRO, Luis Juez. Ambos coincidieron con el diagnóstico. Si el Triángulo de Hierro que Milei comparte con Karina, El Jefe, y Santiago Caputo, no aceptaba retirar los pliegos de los jueces sobrevendría el desastre. Ocurrió. No doblaron en la curva. Hubo una abundancia de datos sugerentes. El libertario Juan Carlos Pagotto se abstuvo con Lijo; la catamarqueña pero-kirchnerista Lucía Corpacci, que introdujo la firma decisiva en el pliego del juez de Comodoro Py, terminó votando en contra.
Las realidades de Lijo y García-Mansilla transcurrieron por geografías diferentes. El juez federal consiguió las 9 firmas para su dictamen. Fue una ingeniería propia, ajena a los libertarios. Su pliego quedó condenado después de que la Cámara de Casación rechazó el último recurso presentado por Cristina Fernández en la causa de la ruta del dinero K, donde tiene una pena de 6 años e inhabilitación para ejercer cargos públicos.
Es cierto que el bloque de senadores se le fracturó dos veces a la ex presidenta en los últimos años (la primera en 2023). Tanto como que el kirchnerismo no estaría dispuesto a abandonarla en esta instancia crítica, donde su libertad depende del recurso extraordinario presentado ante la Corte Suprema. Dicha solidaridad tuvo un reflejo incontrastable. La reunión de bloque para fijar la postura final sobre los jueces fue convocada por su titular, José Mayans, la tarde del feriado del miércoles pasado, día de la celebración por las Malvinas. Hubo 30 asistentes sobre 34. Se acabaron las conjeturas de una negociación para que Lijo fuera consagrado como prenda de un presunto acuerdo con los K para ampliar el número de miembros del Tribunal.
Aquel desarrollo previsible dejó, sin embargo, un gusto agrio para Lijo. El juez supo tener decisiones en momentos difíciles que llevaron alivio a las huestes kirchneristas. Una de las más recordadas fue cuando delegó en la Justicia Federal de Formosa un expediente por coimas contra el gobernador Gildo Insfrán en la causa Ciccone, en la cual resultó condenado Amado Boudou. Tampoco el kirchnerismo fue siempre el único beneficiado. ¿Macri, Mauricio, tendría algo para decir? De allí que al juez se le escucha repetir con recurrencia en su despacho de Comodoro Py una suerte de admonición: “Ya van a ver”, murmura enigmático.
Con García-Mansilla la situación es distinta. El académico había asegurado durante la audiencia en el Senado que nunca asumiría su cargo por decreto. Incumplió. El Senado no llegó a conformar su pliego. La Corte Suprema le tomó juramento. No habría objeciones para su legitimidad de origen. Luego de la paliza que sufrió en el Senado (51 votos en contra) estaría triturada su legitimidad de gestión.
Desempeñaría el cargo en la Corte Suprema con una acumulación segura de recusaciones. La primera fue presentada por Cristina en el recurso extraordinario mediante el cual solicitó su absolución a la Corte. No sólo dañaría su idoneidad de desempeño. Resultaría también un incordio para el máximo Tribunal. Ricardo Lorenzetti, inspirador de la jugada para incorporar dos jueces a la Corte, le aconsejó rápidamente que renuncie.
El Gobierno reaccionó con indignación por el fracaso como si hubiera resultado una sorpresa. Insinuó la existencia de un pacto entre Cristina y Macri, vapuleó a “la casta” y la responsabilizó de haber enterrado el proyecto de Ficha Limpia. El mismo que los libertarios tumbaron la primera vez en Diputados. ¿Podría interpretarse esa como una reacción genuina? ¿O escondería solo la búsqueda de continuar con la desacreditación del Congreso? ¿Figura el Legislativo dentro del modelo de democracia directa que circula en los laboratorios libertarios? Los interrogantes pueden trasladarse a la visión que el Presidente posee sobre el alineamiento internacional que debe corresponder a la Argentina. Mientras el Senado definía una instancia clave para el oficialismo, Milei viajó a Estados Unidos en una coyuntura desconocida para el mundo: la guerra comercial desatada por Donald Trump con la aplicación de aranceles que ha puesto en jaque a una economía global que desde hace 80 años funciona interconectada.
Primero se explicó que resultaba importante el periplo presidencial porque la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) ingresó en una etapa decisiva. La cercanía con el mandatario estadounidense podía significar un espaldarazo. Trump no asistió a la gala donde estuvo Milei, premiado con una estatuilla al “León de la Libertad”. Luego, los libertarios apuntaron que la razón del traslado habría sido negociar, primero que nadie, algunas excepciones a los aranceles del 10% que el líder republicano dispensó a la Argentina.
Ese proceso demandará seguramente mucho tiempo. Y lo pondrán en práctica, con la complejidad que significa, todos los países que se han visto afectados. Aquel menor arancel que el Gobierno vendió como una concesión a Milei resultó, en verdad, un denominador común para las naciones del Cono Sur. Y muchas más. Sin distinción de ideologías. Cayó también sobre Brasil, de Lula; Colombia, de Gustavo Petro; o Chile, de Gabriel Boric.
El Gobierno difundió mucho menos la primera reciprocidad solicitada por Washington. El representante de la Casa Blanca para América Latina, Mauricio Claver Carone, pidió que nuestro país tome distancia de China. Razón excluyente de la guerra comercial de Trump. ¿Será una condición para el tramo final del acuerdo con el FMI? Milei tenía previsto para este año un viaje a Beijing. En octubre había asegurado que “se trata de un socio comercial interesante que sólo quiere que no lo molesten”. Más de la mitad de las reservas brutas del Banco Central pertenecen a la constante renovación del swap chino.
La revulsión que ha provocado en el planeta la decisión de Trump requeriría de cautela antes que de gestos ampulosos. O de la aceleración mileísta. Giorgia Meloni, la líder de derecha, pareció comprenderlo. Refugió a Italia por ahora en la lógica que prepara la Unión Europea para enfrentar el nuevo tiempo. Signado por la incertidumbre y el temor a una gran crisis.
Nada indica, pese a cierto optimismo libertario acerca de “una oportunidad”, que la Argentina zafe de una coyuntura de aquel tipo. Basta para presumirlo con una apelación al sentido común. Si el país estaba en crisis cuando el mundo no lo estaba, ¿Qué permitiría pensar que no lo estará si ese mundo ingresa en una crisis?
06/04/2025 a las 12:06 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Un milagro que no llega y la dura espera
Roberto García
Fuente: Perfil
(*) Notiar.com.ar
6/4/025
Debe ser la primera vez que a Karina Milei no le cargan la romana. Está exenta de pagar la cuenta por la oficial tropelía jurídica de imponer dos jueces en la Corte Suprema por medio de un decreto. La mujer esta vez se salvó del compromiso, ya que le atribuyen todos los desaciertos del Gobierno para no responsabilizar al Presidente, como si Javier fuese el loco rey Jorge III de Gran Bretaña, un monarca considerado lunático que solo padecía porfiria y al que la Historia recuerda como un extraviado a pesar de que su largo mandato fue uno de los mejores. Sea porque amplió los dominios británicos, lideró años de prosperidad y venció a Napoleón (aunque no pudo, en cambio, contener la independencia de las colonias norteamericanas).
Este apartamiento curioso para evitarle culpas a Milei, costumbre en la mayoría de los gobiernos, ya alcanza el extremo en otro rubro: no reconocerle participación ni autoría en el plan económico en curso, según empiezan a repetir distintos hombres del Palacio de Hacienda (ejemplo: José Luis Dazza), como si las medidas de Luis Caputo y su equipo en el Banco Central se hubieran podido implementar sin discutir, modificar o ejecutar fuera de la autoridad presidencial. Casi un disparate comparar a Milei con Carlos Menem, quien compró la convertibilidad de Domingo Cavallo a libro cerrado, sin chistar ni preguntar. Y se fue a jugar al tenis, sin escucharlo, cuando su ministro le quería explicar el plan. Rara esta circunstancia declarada, seguramente cierta en origen, de separar a Milei de algunos papers que se habían esbozado en la consultora del ministro Caputo, alimentados por los técnicos Federico Furiase y Martín Vauthier. No parece el momento para cobrar derechos de autor.
En todo caso, volviendo al caso del decreto y los jueces –cuyo tránsito duró muchos meses, inútiles, con descuartizamiento a los candidatos, en particular a uno (Ariel Lijo)– se le imputa tutela a Santiago Caputo, no precisamente un mago en esta tarea, quien sin admitir la derrota todavía insiste en que Manuel García-Mansilla no renuncie a pesar de que fue rechazado por abrumadora mayoría en el Senado: lo incita a continuar casi como si fuera su empleado, confiando en que un triunfo en las elecciones venideras le permitirá cambiar la opinión legislativa. Una falta de respeto y una ingenuidad de García-Mansilla, quien por el momento se refugia en la excusa. Absurdo planteo que hasta hace dos días no había enviado nota alguna al máximo tribunal, perezoso o vencido, con olor a calas, como diría Jorge Asís. Vaya uno a saber. Y violando incluso su propia sapiencia, ya que se doctoró con una tesis sobre control de institucionalidad y lo primero que se enseña en esa materia es que los miembros de la Corte no pueden emitir opiniones consultivas: les tiraría una pelota a Rosatti y Rosenkrantz que jamás será devuelta.
Mientras, empezaron a pronunciarse en contra de su permanencia quienes lo defendían por carrera y dignidad, desde la cátedra y la élite de la jurisprudencia argentina –ver solicitadas y comunicados al respecto– que le reclaman desertar de ese juramento como juez de la Corte Suprema arrancado por un decreto. Firmas de reputadas figuras del derecho, profesores, de Daniel Sabsay a Roberto Gargarella, Manuel Garrido y Roberto Saba, Andrés Gil Domínguez y Alejandro Slokar, Laura Pautassi y Horacio Corti, entre otros. Más el Colegio Público de Abogados que preside Ricardo Gil Lavedra, instituto que en cualquier otra oportunidad iría de la mano con García-Mansilla. Por otra parte, la víctima está a la desgarradora espera de que un senador se levante en la próxima sesión y pida la anulación del decreto que le permitió jurar. Votos no faltarán, hay más de dos tercios para la remoción, el caso ha logrado el milagro de que las huestes de Mauricio Macri voten en el mismo sentido que las de Cristina Fernández de Kirchner. Por si no alcanzara esta ola negativa, el decano de la Austral, devenido a ministro del tribunal, debe soportar que el ministro del Interior, Guillermo Francos, hace pocas horas, hable en contra de su continuidad.
Claro, se acerca a Karina en su carrera estelar contra Santiago Caputo en la cúpula del poder. Para colmo, como rige una cautelar dictada por el astuto juez que entiende el caso, Alejo Ramos Padilla, García-Mansilla ahora no puede ni prender la computadora en su despacho de la Corte. Sin salida, en apariencia.
Hasta su colega Ricardo Lorenzetti, promotor de la postulación de Lijo en la casa de un periodista televisivo frente a Milei, salió a desconocer a García-Mansilla diciendo que él nunca aceptaría ser magistrado por decreto. Razonable fundamentación jurídica, olvidando que él impulsó a Lijo también por decreto y quien no juró por negarse a pedir licencia como magistrado federal. A ver si perdía los dos cargos, un visionario el objetado juez. A quien Mauricio Macri se opuso al estilo vociferante de “no se inunda más” por la persona y cuentas pendientes, no por el instrumento jurídico del decreto, que invalida el fundamento de la Constitución (en verdad, el ingeniero boquense tampoco se ruborizó cuando pretendió lo mismo con Rosatti y Rosenkrantz por la inspiración de su asesor Fabián Rodríguez Simón, el malogrado Pepín). Tan flojos de papeles han estado los cultores de la innovación constitucional, que se apreciaron los discursos balsámicos y democráticos para bloquear la vía del decreto en el Senado para designar cortesanos que formularon Martín Lousteau y José Mayans. Una curiosidad sorprendente sobre la reserva ética que le queda a la Argentina en ese tema. País donde todos somos como el rey Jorge, al menos según lo que se decía de él.