Por Guillermo Cherashny.-

No pasaron 7 días desde que Luis Caputo, el ministro de economía, posteaba en X mofándose de quienes pronosticaban devaluación del peso, que ese día estaba a $ 1075, y el miércoles, cuando el mayorista cerró en $ 1166, que es el tipo de cambio de los exportadores, y el minorista o llamado oficial, a $ 1174, promediando una devaluación de casi el 5%, lo que provocará un nuevo intento de los formadores de precios para mandar mercadería con aumentos a los hipermercados, que son presionados por el gobierno para no aceptarlas.

No es verdad que los super rechacen listas de aumentos, porque saben que venden poco pero el que compra lo hará igual. Pero la Casa Rosada no quiere saber nada por qué se dispara el índice de inflación, que para este mes de abril daría algo parecido al 3,7% del mes pasado, no más, como se especulaba. Pero si hay aumentos, la baja de la inflación se postergará sin fecha y es lo único que le interesa al gobierno, porque la desinflación es un activo electoral.

El razonamiento es simple. Si con el precio del dólar a $ 1120 al Central le compraron reservas todos los días, a $ 1075 ningún exportador liquidará divisas y quizás tampoco a entre $ 1170$ y $ 1250 el agro empiece a liquidar. Pero no hay forma de que lo haga a $ 1000, como pretendía el gobierno con su teoría de que no hay pesos para comprar dólares, porque los hay en los depósitos a plazo fijo, fondos comunes de inversión y bonos en pesos, por lo cual, si hay desconfianza, puede subir tranquilamente. Antes de la liberación del cepo, el dólar para exportar estaba en $ 1120. Lo razonable es, como dijimos más arriba, que la cotización esté entre $ 1750 y $ 2500.

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