Por Hernán Andrés Kruse.-
PATRONOS Y OBREROS
“Obligaciones de justicia, para el proletario y el obrero, son éstas: cumplir íntegra y fielmente todo lo pactado en libertad y según justicia; no causar daño alguno al capital, ni dañar a la persona de los amos; en la defensa misma de sus derechos abstenerse de la violencia, y no transformarla en rebelión; no mezclarse con hombres malvados, que con todas mañas van ofreciendo cosas exageradas y grandes promesas, no logrando a la postre sino desengaños inútiles y destrucción de fortunas. He aquí, ahora, los deberes de los capitalistas y de los amos: no tener en modo alguno a los obreros como a esclavos; respetar en ellos la dignidad de la persona humana, ennoblecida por el carácter cristiano.
Ante la razón y ante la fe, el trabajo, realizado por medio de un salario, no degrada al hombre, antes le ennoblece, pues lo coloca en situación de llevar una vida honrada mediante él. Pero es verdaderamente vergonzoso e inhumano el abusar de los hombres, como si no fuesen más que cosas, exclusivamente para las ganancias, y no estimarlos sino en tanto cuando valgan sus músculos y sus fuerzas. Asimismo está mandado que ha de tenerse buen cuidado de todo cuanto toca a la religión y a los bienes del alma, en los proletarios. Por lo tanto, a los amos corresponde hacer que el obrero tenga libre el tiempo necesario para sus deberes religiosos; que no se le haya de exponer a seducciones corruptoras y a peligros de pecar; que no haya razón alguna para alejarle del espíritu de familia y del amor al ahorro.
De ningún modo se le impondrán trabajos desproporcionados a sus fuerzas, o que no se avengan con su sexo y edad. Y el principalísimo entre todos los deberes de los amos es el dar a cada uno lo que se merezca en justicia. Determinar la medida justa del salario depende de muchas causas: pero en general, tengan muy presente los ricos y los amos que ni las leyes divinas ni las humanas les permiten oprimir, en provecho propio, a los necesitados y desgraciados, buscando la propia ganancia en la miseria de su prójimo. Defraudar, además, a alguien el salario que se le debe, es pecado tan enorme que clama al cielo venganza: Mirad que el salario de los obreros… que defraudasteis, está gritando: y este grito de ellos ha llegado hasta herir los oídos del Señor de los ejércitos. Finalmente, deber de los ricos es, y grave, que no dañen en modo alguno a los ahorros de los obreros, ni por la fuerza, ni por dolo, ni con artificio de usura: deber tanto más riguroso, cuanto más débil y menos defendido se halla el obrero, y cuanto más pequeños son dichos ahorros.
La obediencia a estas leyes, ¿acaso no podría ser suficiente para mitigar por sí sola y hacer cesar las causas de esta contienda? Pero la Iglesia, guiada por las enseñanzas y por el ejemplo de Cristo, aspira a cosas mayores: esto es, señalando algo más perfecto, busca el aproximar, cuanto posible le sea, a las dos clases, y aun hacerlas amigas. En verdad que no podemos comprender y estimar las cosas temporales, si el alma no se fija plenamente en la otra vida, que es inmortal; quitada la cual, desaparecería inmediatamente toda idea de bien moral, y aun toda la creación se convertiría en un misterio inexplicable para el hombre. Así, pues, lo que conocemos aun por la misma naturaleza es en el cristianismo un dogma, sobre el cual, como sobre su fundamento principal, reposa todo el edificio de la religión, es a saber: que la verdadera vida del hombre comienza con la salida de este mundo. Porque Dios no nos ha creado para estos bienes frágiles y caducos, sino para los eternos y celestiales; y la tierra nos la dio como lugar de destierro, no como patria definitiva.
Carecer de riquezas y de todos los bienes, o abundar en ellos, nada importa para la eterna felicidad; lo que importa es el uso que de ellos se haga. Jesucristo -mediante su copiosa redención- no suprimió en modo alguno las diversas tribulaciones de que esta vida se halla entretejida, sino que las convirtió en excitaciones para la virtud y en materia de mérito, y ello de tal suerte que ningún mortal puede alcanzar los premios eternos, si no camina por las huellas sangrientas del mismo Jesucristo: Si constantemente sufrimos, también reinaremos con Él. Al tomar El espontáneamente sobre sí los dolores y sufrimientos, mitigó de modo admirable la fuerza de los mismos, y ello no ya sólo con el ejemplo, sino también con su gracia y con la esperanza del ofrecido galardón que hace mucho más fácil el sufrimiento del dolor: Porque lo que al presente es tribulación nuestra, momentánea y ligera, produce en nosotros de modo maravilloso un caudal eterno e inconmensurable de gloria. Sepan, pues, muy bien los afortunados de este mundo que las riquezas ni libran del dolor, ni contribuyen en nada a la felicidad eterna, y antes pueden dañarla; que, por lo tanto, deben temblar los ricos, ante las amenazas extraordinariamente severas de Jesucristo; y que llegará el día en que habrán de dar cuenta muy rigurosa, ante Dios como juez, del uso que hubieren hecho de las riquezas”.
DEBERES DEL ESTADO
“No hay duda de que, para resolver la cuestión obrera, se necesitan también los medios humanos. Cuantos en ella están interesados, vienen obligados a contribuir, cada uno como le corresponda: y esto según el ejemplo del orden providencial que gobierna al mundo, pues el buen efecto es el producto de la armoniosa cooperación de todas las causas de las que depende. Urge ya ahora investigar cuál debe ser el concurso del Estado. Claro que hablamos del Estado, no como lo conocemos constituido ahora y como funciona en esta o en aquella otra nación, sino que pensamos en el Estado según su verdadero concepto, esto es, en el que toma sus principios de la recta razón, y en perfecta armonía con las doctrinas católicas, tal como lo hemos expuesto en la Encíclica sobre la constitución cristiana de los Estados.
LA PROSPERIDAD NACIONAL
“Ante todo, los gobernantes vienen obligados a cooperar en forma general con todo el conjunto de sus leyes e instituciones políticas, ordenando y administrando el Estado de modo que se promueva tanto la prosperidad privada como la pública. Tal es de hecho el deber de la prudencia civil, y esta es la misión de los regidores de los pueblos. Ahora bien; la prosperidad de las naciones se deriva especialmente de las buenas costumbres, de la recta y ordenada constitución de las familias, de la guarda de la religión y de la justicia, de la equitativa distribución de las cargas públicas, del progreso de las industrias y del comercio, del florecer de la agricultura y de tantas otras cosas que, cuanto mejor fueren promovidas, más contribuirán a la felicidad de los pueblos. Ya por todo esto puede el Estado concurrir en forma extraordinaria al bienestar de las demás clases, y también a la de los proletarios: y ello, con pleno derecho suyo y sin hacerse sospechoso de indebidas ingerencias, porque proveer al bien común es oficio y competencia del Estado. Por lo tanto, cuanto mayor sea la suma de las ventajas logradas por esta tan general previsión, tanto menor será la necesidad de tener que acudir por otros procedimientos al bienestar de los obreros.
Pero ha de considerarse, además, algo que toca aun más al fondo de esta cuestión: esto es, que el Estado es una armoniosa unidad que abraza por igual a las clases inferiores y a las altas. Los proletarios son ciudadanos por el mismo derecho natural que los ricos: son ciudadanos, miembros verdaderos y vivientes de los que, a través de las familias, se compone el Estado, y aun puede decirse que son su mayor número. Y, si sería absurdo el proveer a una clase de ciudadanos a costa de otra, es riguroso deber del Estado el preocuparse, en la debida forma, del bienestar de los obreros: al no hacerlo, se falta a la justicia que manda dar a cada uno lo suyo. Pues muy sabiamente advierte Santo Tomás: “Así como la parte y el todo hacen un todo, así cuanto es del todo es también, en algún modo, de la parte”.
Por ello, entre los muchos y más graves deberes de los gobernantes solícitos del bien público, se destaca primero el de proveer por igual a toda clase de ciudadanos, observando con inviolable imparcialidad la justicia distributiva. Aunque todos los ciudadanos vienen obligados, sin excepción alguna, a cooperar al bienestar común, que luego se refleja en beneficio de los individuos, la cooperación no puede ser en todos ni igual ni la misma. Cámbiense, y vuelvan a cambiarse, las formas de gobierno, pero siempre existirá aquella variedad y diferencia de clases, sin las que no puede existir ni siquiera concebirse la sociedad humana. Siempre habrá gobernantes, legisladores, jueces -en resumen, hombres que rijan la nación en la paz, y la defiendan en la guerra-; y claro es que, al ser ellos la causa próxima y eficaz del bien común, forman la parte principal de la nación. Los obreros no pueden cooperar al bienestar común en el mismo modo y con los mismos oficios; pero verdad es que también ellos concurren, muy eficazmente, con sus servicios. Y cierto es que el bienestar social, pues debe ser en su consecución un bien que perfeccione a los ciudadanos en cuanto hombres, tiene que colocarse principalmente en la virtud.
Sin embargo, toda sociedad bien constituida ha de poder procurar una suficiente abundancia de bienes materiales y externos cuyo uso es necesario para el ejercicio de la virtud. Y es indudable que para lograr estos bienes es de necesidad y suma eficacia el trabajo y actividad de los proletarios, ora se dediquen al trabajo de los campos, ora se ejerciten en los talleres. Suma, hemos dicho, y de tal suerte, que puede afirmarse, en verdad, que el trabajo de los obreros es el que logra formar la riqueza nacional. Justo es, por lo tanto, que el gobierno se interese por los obreros, haciéndoles participar de algún modo en la riqueza que ellos mismos producen: tengan casa en que morar, vestidos con que cubrirse, de suerte que puedan pasar la vida con las menos dificultades posibles. Clara es, por lo tanto, la obligación de proteger cuanto posible todo lo que pueda mejorar la condición de los obreros: semejante providencia, lejos de dañar a nadie, aprovechará bien a todos, pues de interés general es que no permanezcan en la miseria aquellos de quienes tanto provecho viene al mismo Estado”.
GOBIERNO, GOBERNADOS
“No es justo -ya lo hemos dicho- que el ciudadano o la familia sean absorbidos por el Estado; antes bien, es de justicia que a uno y a otra se les deje tanta independencia para obrar como posible sea, quedando a salvo el bien común y los derechos de los demás. Sin embargo, los gobernantes han de defender la sociedad y sus distintas clases. La sociedad, porque la tutela de ésta fue conferida por la naturaleza a los gobernantes, de tal suerte que el bienestar público no sólo es la ley suprema sino la única y total causa y razón de la autoridad pública; y luego también las clases, porque tanto la filosofía como el Evangelio coinciden en enseñar que la gobernación ha sido instituida, por su propia naturaleza, no para beneficio de los gobernantes, sino más bien para el de los gobernados. Y puesto que el poder político viene de Dios y no es sino una cierta participación de la divina soberanía, ha de administrarse a ejemplo de ésta, que con paternal preocupación provee no sólo a las criaturas en particular, sino a todo el conjunto del universo. Luego cuando a la sociedad o a alguna de sus clases se le haya causado un daño o le amenace éste, necesaria es la intervención del Estado, si aquél no se puede reparar o evitar de otro modo”.
INTERVENCIÓN DEL ESTADO
“Ahora bien: interesa tanto al bien privado como al público, que se mantenga el orden y la tranquilidad públicos; que la familia entera se ajuste a los mandatos de Dios y a los principios de la naturaleza; que sea respetada y practicada la religión; que florezcan puras las costumbres privadas y las públicas; que sea observada inviolablemente la justicia; que una clase de ciudadanos no oprima a otra; y que los ciudadanos se formen sanos y robustos, capaces de ayudar y de defender, si necesario fuere, a su patria. Por lo tanto, si, por motines o huelgas de los obreros, alguna vez se temen desórdenes públicos; si se relajaren profundamente las relaciones naturales de la familia entre los obreros; si la religión es violada en los obreros, por no dejarles tiempo tranquilo para cumplir sus deberes religiosos; si por la promiscuidad de los sexos y por otros incentivos de pecado, corre peligro la integridad de las costumbres en los talleres; si los patronos oprimieren a los obreros con cargas injustas o mediante contratos contrarios a la personalidad y dignidad humana; si con un trabajo excesivo o no ajustado a las condiciones de sexo y edad, se dañare a la salud de los mismos trabajadores: claro es que, en todos estos casos, es preciso emplear, dentro de los obligados límites, la fuerza y la autoridad de las leyes.
Límites que están determinados por la misma causa o fin a que se deben las leyes: esto es, que las leyes no deben ir más allá de lo que requiere el remedio del mal o el modo de evitar el peligro. Los derechos, de quienquiera que sean, han de ser protegidos religiosamente, y el poder público tiene obligación de asegurar a cada uno el suyo, impidiendo o castigando toda violación de la justicia. Claro es que, al defender los derechos de los particulares, ha de tenerse un cuidado especial con los de la clase ínfima y pobre. Porque la clase rica, fuerte ya de por sí, necesita menos la defensa pública; mientras que las clases inferiores, que no cuentan con propia defensa, tienen una especial necesidad de encontrarla en el patrocinio del mismo Estado. Por lo tanto, el Estado debe dirigir sus cuidados y su providencia preferentemente hacia los obreros, que están en el número de los pobres y necesitados”.
Dado en Roma, junto a San Pedro, el 15 de mayo de 1891, año decimocuarto de Nuestro Pontificado.
P.P. León XIII
14/05/2025 a las 2:38 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
El inútil discurso del odio
Joaquín Morales Solá
Fuente: La Nación
(*) Notiar.com.ar
14/5/025
Tal vez el momento en que todo cambió fue la firma del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Hasta entonces, Javier Milei era un presidente peleador y volcánico (muchas veces, también arbitrario), pero no había llegado a los altos niveles de agravios y ofensas que esparce en el espacio público desde aquel pacto con el organismo multilateral. Ese acuerdo sucedió el 11 de abril último, hace poco más de un mes. En esos 30 días que pasaron, el Presidente se dedicó a asestarles la venganza a enemigos reales o imaginarios -más imaginarios que reales, en rigor-.
En cualquier otro país con cierto grado de civilización política, el jefe de Estado hubiera usado ese instante de éxito para convocar a las fuerzas políticas y sociales cercanas, y no tan cercanas, con el objetivo de enhebrar un acuerdo nacional. Milei aprovechó ese momento único para hacer todo lo contrario.
Es la eterna rutina de la política argentina. ¿Acaso Cristina Kirchner no hizo lo mismo en 2011 cuando fue reelegida presidenta de la Nación con un enorme porcentaje de votos y con una diferencia abismal con respecto a sus competidores? Ambos optaron por odiar antes que por hacer una buena política desde el vértice del poder; esta significa dejar de lado las emociones y dedicarse a resolver los problemas del país y su sociedad.
La carga del odio fue fácilmente perceptible en días recientes, luego de que fracasara en el Senado el proyecto de ficha limpia, que expulsaba de la competencia electoral a los políticos corruptos. Cualquier discusión sobre qué pasó esa noche de asombro en el Senado ya es una pérdida de tiempo. Reiteradas versiones (dos, para ser precisos) que vienen de Misiones dan cuenta de que el eterno caudillo de esa provincia, Carlos Rovira, les ordenó a los dos senadores misioneros, Carlos Arce y Sonia Rojas Decut, que rechazaran el proyecto de ficha limpia.
El mileísmo se escudaba en que la versión anterior era solo un rumor que circulaba entre personas sin nombres ni apellidos. La última referencia cambió todo: vino del ministro de Hacienda de Misiones, Adolfo Safrán, quien aceptó que su gobierno decidió hacerle un favor al Presidente para que Mauricio Macri no se quedara con el pergamino de una ley que combate la corrupción. Safrán es un político que tiene como líder local a Rovira, quien, a su vez, es el hombre fuerte de esa provincia desde hace 25 años, por lo menos.
Milei, que sabe que el fracaso de ese proyecto lo está afectando en las encuestas de opinión pública, culpó a Macri y a Cristina Kirchner del traspié en el Senado e imaginó inverosímiles conspiraciones, pero nunca desmintió a Rovira ni a sus políticos misioneros. Está claro que el acuerdo comprometió al kirchnerismo y al mileísmo. Hay que decirlo con claridad, aunque al Presidente no le guste. Rovira es una rara mezcla de admirador de Milei y de Cristina Kirchner, aunque tiene más años como político embelesado por la viuda de Kirchner.
Milei debió callar para calmar el escándalo, pero eligió denunciar un increíble acuerdo entre Macri y Cristina Kirchner para perjudicarlo a él. Ese pacto es imposible: la expresidenta cree hasta ahora que sus problemas en los tribunales son consecuencia de una decisión política de Macri. De hecho, le llama “tribunales macristas” al fuero penal de Comodoro Py.
Dicen que Macri está abatido. Solo reacciona ante la necesidad electoral del domingo próximo. Nunca imaginó que Milei lo destratara de esa manera ni que olvidara tan fácilmente los favores que recibió del macrismo para que le aprobaran leyes decisivas en el Congreso. Macri respondió a esa denuncia señalando que se trató de una “alucinación seria” del Presidente.
Es seria también esa descripción de Macri porque puede interpretarse como la definición de un grave desequilibrio emocional. Pero ¿habrá acuerdo entre La Libertad Avanza y Pro en la provincia de Buenos Aires, como adelantan los mileístas a pesar de que aceptan que la relación entre los dos líderes está rota? “No se puede hablar de eso hasta el lunes 19”, responde uno de los dirigentes que mejor representan a Macri. Se refiere al día después del próximo domingo, cuando en la Capital se elegirán legisladores capitalinos.
La primera candidata de Pro es precisamente Silvia Lospennato, la autora inicial del proyecto de ficha limpia que fracasó en noviembre pasado en la Cámara de Diputados por la ausencia de varios diputados, entre ellos ocho de La Libertad Avanza. ¿Casualidad? Todo es posible. Lospennato se derrumbó cuando vio ahora que dos senadores misioneros, que habían asegurado mil veces que votarían a favor del nuevo proyecto de ficha limpia, terminaron rechazando la iniciativa. Ella confesó públicamente que estuvo a punto de abandonar la política para siempre. Es oportuna una aclaración: quien está perjudicando al macrismo en la Capital no es Milei, sino la candidatura de Horacio Rodríguez Larreta, porque mucha gente cree que este es todavía un representante de Pro. No todo es culpa del Presidente.
Ahora bien, ¿qué hay detrás de ese acuerdo tácito entre el mileísmo y Cristina Kirchner? Se especuló con la versión de que el Presidente aspira a un acuerdo con el kirchnerismo para integrar la Corte Suprema y designar a decenas de jueces en cargos vacantes en la Justicia. Sin embargo, fuentes confiables señalan que la prioridad del Presidente es otra: consiste en que el Senado no apruebe una interpelación a Karina Milei, la hermanísima que ejerce el cargo de secretaria general de la Presidencia y que tuvo un destacado protagonismo en el escándalo de la criptomoneda $LIBRA. De hecho, hace una semana los senadores peronistas plantearon en el Senado la interpelación de la hermana presidencial por ese escándalo; ocurrió pocas horas antes de que los dos senadores misioneros enterraran el proyecto de ficha limpia. ¿Fue la prueba de amor que impuso el kirchnerismo para dejar tranquila a Karina Milei? Nadie responde.
Por ahora, tanto fuentes confiables del Gobierno como dirigentes de Pro aceptan que es muy probable el triunfo en las elecciones capitalinas del próximo domingo de Leandro Santoro, un peronista cercano al kirchnerismo que empezó su carrera política militando en el radicalismo. Dan por segura una novedad histórica. El peronismo no gana en la Capital desde hace más de treinta años. Luego, Santoro siguió los pasos de su exsuegro Leopoldo Moreau (Santoro estuvo casado con la diputada Cecilia Moreau) y se convirtió al peronismo. Astuto, nunca hace alardes de kirchnerismo porque sabe que el electorado capitalino es reacio a los Kirchner. Con todo, Santoro está, según las encuestas, con los números más o menos históricos del peronismo en la Capital. Su ventaja consiste en la excesiva fragmentación de sus adversarios: La Libertad Avanza y Pro, Rodríguez Larreta y Ramiro Marra.
Milei y Macri, los líderes más importantes de las corrientes políticas no peronistas, están compitiendo, así las cosas, por el segundo lugar en la Capital. Lo aceptan ellos mismos en la intimidad. Milei debería saber que si el peronismo fuera unido en las elecciones nacionales de octubre en la provincia de Buenos Aires (todavía tiene un par de meses para decidir) y ganara esos comicios luego de un eventual triunfo capitalino los efectos en la economía serán muy malos. Macri le podría contar a Milei, si hablaran entre ellos, cómo le fue después de que la fórmula Alberto Fernández-Cristina Kirchner ganara las elecciones primarias en 2019 cuando el jefe de Pro era presidente de la Nación. Directamente, perdió el control de la economía.
Es comprensible que muchos sectores y dirigentes sociales estimen que deben cerrar los ojos ante los atropellos institucionales del Presidente para permitirle a este que termine de ordenar la economía. Hacía demasiado tiempo que no se le aplicaba a la economía nacional la ortodoxia y el sentido común. El expresidente de la sucursal local del banco británico HSBC Gabriel Martino le dijo a este periodista en un encuentro casual: “Lo único que importa es que a Milei le vaya bien. Si le fuera mal, la Argentina habrá desaparecido para mi generación y para la de mis hijos. Ustedes, los periodistas, tienen que aguantar que los maltraten. Siempre alguien los maltrató. No es una novedad”.
El núcleo central del problema es que no podría haber una solución económica, como la que imagina Martino, si al mismo tiempo no hay respeto hacia las instituciones y hacia las personas. La prensa forma parte de las instituciones de la república, debería saber el propio Martino, quien fue severamente perseguido por el kirchnerismo cuando era un ejecutivo bancario. Conoce la peripecia de la persecución.
Sobre esa necesaria convivencia entre una política económica razonable, como la que aplica el mileísmo, y el respeto a las instituciones hay demasiada literatura escrita. De hecho, el último premio Nobel de Economía se lo concedieron a intelectuales que escribieron que el respeto a las instituciones es fundamental para el desarrollo de la economía. El triunfo del odio será necesariamente el éxito del fracaso. Por eso, llama la atención el silencio de sectores empresarios, sociales y religiosos sobre el discurso del odio que se acomodó tranquilamente en el ágora de la política argentina.
Deben destacarse, no obstante, los claros pronunciamientos de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en la Argentina y del Foro de Convergencia Empresarial contra el rechazo al proyecto de ficha limpia. También el discurso público agresivo y la persecución del periodismo merecen pronunciamientos con esa claridad.
La constante provocación de Milei al periodismo es otro capítulo del odio en la política. Es probable que el Presidente haya elegido ese enfrentamiento como una estrategia política y electoral porque sabe que tales berrinches tendrán una repercusión asegurada. Pero cruza cualquier límite cuando denuncia penalmente a periodistas, entre ellos al columnista de LA NACION Carlos Pagni, por cosas que este no dijo. O cuando trata a Jorge Fernández Díaz y a quien esto escribe, entre varios más, de “ñoños republicanos”. Lo hizo en un programa por streaming que conduce un fanático suyo y en el que habló durante seis horas. Un presidente argentino no puede perder seis horas hablando en un programa de televisión, sea cual fuere ese programa, porque el país y su sociedad tienen demasiados problemas irresueltos.
Conviene detenerse en ese calificativo de “ñoños republicanos”. Según la Real Academia, “ñoño” alude a una “persona de corto ingenio” o “timorato”. La Constitución nacional señala de manera explícita e inconfundible que “la Argentina adopta para su gobierno la forma representativa, republicana y federal”. Milei fue elegido según ese mandato constitucional. La república es su deber, no una opción.
¿Decidió cambiar el sistema de gobierno? ¿Un régimen político autoritario en lugar de la república? ¿Un autócrata en el lugar del jefe de un Estado democrático? Debería avisar. Los argentinos tienen derecho a saber cómo los gobiernan después de tantas tragedias históricas.
14/05/2025 a las 3:06 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
La explosión antipolítica que produjo la irrupción de Milei todavía no se pudo reparar
Eduardo van der Kooy
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
14/5/025
Las primeras cinco elecciones del calendario que tendrá una estación crucial el próximo domingo en la Ciudad no parecen haber arrojado ninguna conclusión terminante. Acaso puede arriesgarse que el único trazo común recogido en Santa Fe, Chaco, Jujuy, Salta y San Luis sería aquel que diagnostica la lejanía de gran parte de la sociedad con la dirigencia política. Expresada por ahora en el desinterés por participar en las convocatorias electorales.
Tal percepción nos aproximaría a una primera afirmación. Javier Milei con su sorpresivo triunfo en 2023 se convirtió en el emergente de la crisis del sistema. En 16 meses en ejercicio del poder no se vislumbra ni el comienzo de una tarea de reconstrucción. Puede que tenga que ver la prédica contra “la casta” que el líder libertario exhibió durante el primer año con buenos réditos. Pero tampoco su formación, La Libertad Avanza, parece destinada a compensar por ahora aquel desencanto social.
Basta para comprender el panorama con repasar algunos números. El 56% de concurrencia en Santa Fé significó el más bajo para la historia de esa provincia. Podría valer como atenuante que se trató de una elección para cargos locales y convencionales constituyentes. Conformismo riesgoso. Los santafecinos tendrán a futuro una nueva Constitución que reemplazará a la elaborada en la década del 60. Demasiado importante para darle la espalda.
Observando el comportamiento del último domingo en otras cuatro provincias sería imposible descubrir algo diferente, muy alentador. En todas se registró menor asistencia que en las legislativas del 2021 cuando se votó en medio de la pandemia. Tiempo de miedos y cuidados. En Chaco el porcentaje decreció un 14%, en Jujuy y Salta un 5% y en San Luis un 12%.
De allí que resulten difíciles y precarias las conclusiones políticas. Acaso el denominador común haya sido en todos los casos el claro retroceso del peronismo y del kirchnerismo. “No ha sido un domingo feliz. No se puede decir nada más”, dijo Carlos Bianco, la mano derecha del gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof.
Esa realidad no necesariamente está atada a algunas de las cosas vistas y escuchadas en la escena política. Los libertarios, con Milei a la cabeza, lanzaron un relato triunfal que supieron anclar a lo sucedido en Salta. “Ganamos Salta” fueron los tuits que estallaron entre las patrullas digitales. Es cierto que los libertarios sorprendieron con la victoria en la capital salteña. No es menos cierto que allí votaron 20 mil personas menos que en el comicio anterior. El resto de la provincia fue barrida por el gobernador Gustavo Saénz que, pese a haber sido un hombre cercano a Sergio Massa, ha mostrado permanentes gestos de colaboracionismo con la administración de Milei.
El oficialismo se supo montar además en la victoria en Chaco, donde el radical Luis Zdero le arrancó más de 10 puntos de ventaja al histórico kirchnerista y ex gobernador Jorge Capitanich. Fue en la única provincia donde el armado libertario resultó tangible al amparo del poder del gobernador. También monetizado. Recibió un anticipo del Tesoro de $120.000 millones para hacer frente a la herencia que recibió. En el cuadro general de esa provincia habría que reparar en algo. El peronismo fue dividido. La lista Frente Primero Chaco, que impulsó a Atlanto Honcheruk cosechó un 11% de los votos. Sumados imaginariamente a los de Capitanich pondría al PJ casi a la par del radical Zdero.
En Jujuy los libertarios quedaron muy lejos del ganador, el gobernador radical Carlos Sadir. Fueron 18 puntos de distancia entre uno y el otro. Hubo allí dos declives notables: el peronismo y la izquierda. El PJ obtuvo un 10% en un distrito que monopolizó por décadas con ayuda de organizaciones para estatales, que lideró la piquetera Milagro Sala. Cumple 15 años de prisión por una condena que acaba de dejar firme la Corte Suprema.
El Gobierno se encargó de dejar claro que no había presentado competidores en San Luis, donde la nota distintiva resultó el derrumbe de la dinastía de los hermanos Alberto y Adolfo Rodríguez Saá. Pero ninguno de los resultados de las provincias mencionadas estaría indicando un progreso importante y solvente de los libertarios como fuerza política orgánica y solvente con proyección de futuro.
Otra cosa significa el liderazgo que ostenta Milei. En las cuatro provincias donde se votó el domingo su figura sigue estando con alta ponderación: entre 40% y 50% de imagen positiva. Eso no se estaría trasladando, sin embargo, a la posibilidad de construir una fuerza nacional.
También asomaría estéril el discernimiento de responsabilidades políticas internas entre Karina Milei y Santiago Caputo. Ninguno, con aquel paisaje a la vista, se hizo acreedor a una cocarda. El cielo, en todo caso, lograron tocarlo cuando llevaron al Presidente a la cima. Ahora transcurre otro tiempo. Tal vez el internismo en el Triángulo de Hierro tampoco colabore con la posibilidad de reconciliar a la política con la sociedad. Son prácticas que suelen tener el orillo de “la casta”.
La misma frialdad que se observó hasta ahora en las elecciones realizadas es posible percibirla en la Ciudad. Los encuestadores poseen esa unánime sensación. Quizás en estos últimos días se terminen de perfilar las chances verdaderas de los principales candidatos: Leandro Santoro, del PJ, Manuel Adorni, el portavoz libertario y Silvia Lospennato, la diputada del PRO. Hay otros 14 postulantes para 30 bancas en la Legislatura de la Ciudad. El enunciado señalaría, al menos, un par de anomalías. La enorme fragmentación. La elección de principales espadas en las tres fuerzas que buscan ganar por haber convertido una votación menor en una contienda nacional.
Todo el procedimiento, atizado por el gobierno libertario, estuvo impregnado del viejo tufillo de “la casta”. La pretensión desmesurada de Milei de querer doblegar ya mismo, en medio de una crisis todavía honda, al PRO. Su aliado crucial que le permitió gobernabilidad en los 16 meses. Además, la idea de sacar del teatro a Mauricio Macri.
Determinación inoportuna que, a lo mejor, trasunta otra cosa. Una estrategia general libertaria errática. Que toma de adversario irreconciliable al dirigente y al partido equivocado.
14/05/2025 a las 3:20 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Cómo hacer campaña desde el Gobierno, sin decir que se está haciendo campaña
Walter Schmidt
Fuente: Clarín
(*) Notiar.com.ar
14/5/025
– Periodista: Sobre la reducción de aranceles para los celulares importados. ¿Se trata de un anuncio de campaña en la Ciudad?
– Manuel Adorni: Claramente no. Les pedí el primer día que se conoció mi candidatura que no mezclemos esta sala con mi actividad electoral. Si ustedes pretenden que de acá a las elecciones no hable más, no va a pasar.
– Periodista: Llama la atención porque venías dando una conferencia de prensa por semana o cada dos o tres semanas, y justo esta semana previa a las elecciones das una conferencia de prensa todos los días.
Nada es el azar en el mundo libertario. La apuesta fuerte del presidente Javier Milei y su troupe es vencer a Mauricio Macri en la contienda electoral porteña. Y la estrategia, nacionalizar la campaña detrás del vocero presidencial y primer candidato, Manuel Adorni que pelea por el segundo lugar con Silvia Lospennato del PRO.
La mejor manera es poner, toda la actividad posible de la gestión nacional, al servicio del candidato violeta. Pero sin reconocerlo, claro, porque son prácticas de la casta. De ahí las preguntas de la periodista Silvia Mercado a Adorni, en las habituales conferencias de prensa en Casa Rosada, dejando en claro el uso electoral de los anuncios oficiales.
No fue casualidad la presencia de Adorni junto a Karina Milei, ambos parados detrás junto al mástil con la bandera, en el anuncio que Patricia Bullrich hizo el lunes al entregar la lista de 15 mil barras a Estados Unidos para que no les permita asistir al Mundial de Clubes.
Tampoco fue casual lo de la noche del lunes, cuando Adorni acompañó a Milei a la celebración por los 50 años de trayectoria de Roberto Piazza, y ambos aplaudieron a rabiar cuando Mirtha Legrand cerró su breve discurso con un ¡Viva la libertad Carajo!
Mucho menos la foto del portavoz en la red X junto al ministro de Economía, Luis «Toto» Caputo, con un enigmático «En breve, gran anuncio. Fin».
Todo está calculado. Fuentes de la Casa Rosada preveían que esta será una semana muy intensa de anuncios del gobierno nacional. Hoy, con la rebaja en celulares y en consolas de videojuegos -que no tendrán el mismo precio que en el exterior sino apenas más económicas en precios argentinos-, una «buena noticia” para los porteños.
Este miércoles continuará con la inflación, que se estima esté por debajo de los 3 puntos y que subrayará el mayor logró de la gestión mileísta. Pero también se espera otro gesto hacia los habitantes de la Ciudad con el anuncio de una reforma migratoria que, dicen, dará que hablar. Más un anuncio en materia económica para el jueves o el viernes.
Nada que no se haya visto en la política de los últimos 40 años.
14/05/2025 a las 3:35 PM
LA ARGENTINA POLÍTICA: ENFOQUES
Carlos Rovira, la prueba viviente de que la casta va a sobrevivir a Milei
Marcos Novaro
Fuente: TN
(*) Notiar.com.ar
14/5/025
Hay todo tipo de señores feudales distribuidos por el sistema federal de nuestro país. Algunos son como Gildo Insfrán, o Ricardo Quintela, muy virulentos e intolerantes con sus opositores, tradicionalmente peronistas y también kirchneristas si les conviene, y decididamente opuestos a principios como el equilibrio fiscal, las inversiones productivas como base de la tributación y el combate de la inflación. Por eso administran provincias cada vez más pobres.
Otros en cambio son igual de feudales en el manejo de la cosa pública e igual de intolerantes con sus opositores distritales, pero más “neutrales” en relación a los avatares de la política nacional y hasta más abiertos a considerar, por ejemplo, la necesidad de inversiones productivas, la estabilidad macroeconómica y otros asuntos por el estilo. Por eso han podido cooperar con todos los gobiernos nacionales de las últimas décadas, peronistas o no peronistas, inflacionistas o estabilizadores, y respaldado las leyes que los presidentes en cada momento les pidieron que apoyaran, fueran para un lado o para el otro en materia de reformas económicas y modernización. Y han permitido incluso el desarrollo en sus distritos de algunos sectores productivos. Pero siempre a través de empresarios amigos, que comparten con ellos los réditos y les ayudan así a consolidar y perpetuar su monopolio del poder.
Carlos Rovira es el mejor ejemplo en la actualidad de esta segunda clase de caudillos provinciales autocráticos y a la vez cero ideológicos, ultrapragmáticos. Pero hay otros que van por la misma senda, como Gustavo Sáenz de Salta, antes más cercano a Massa, ahora muy afín a Milei, o Gerardo Zamora, que ofrece también sus legisladores al presidente libertario, igual que hizo antes con Macri, pese a que Cristina lo sigue considerando, vaya a saber por qué, un referente firme de su causa en el norte grande.
¿Y QUÉN ES CARLOS ROVIRA?
Se trata de un experonista que se “provincializó”, llevándose consigo la mayor parte de la estructura del PJ a un nuevo partido, de estrambótica y etérea denominación: el Frente Renovador para la Concordia. Y absorbió también en él al grueso de los hasta allí opositores, es decir al radicalismo del distrito, para conformar una hegemonía imbatible, sin adscripción ni lealtad a ninguna corriente de pensamiento identificable, y por tanto capaz de aliarse con quien tenga la manija en cada momento en la política nacional, y le pueda ofrecer recursos federales para la provincia y su dirigencia a cambio de votos en el Congreso.
Su metamorfosis y el éxito conseguido resultan muy ilustrativos para entender lo que está pasando en nuestro sistema federal. Porque existe desde hace tiempo una tendencia a imitarlos de parte de cada vez más jefes provinciales.
Es el caso de algunos peronistas tradicionales que, como Sáenz y Zamora, ya venían explorando ese camino desde antes. Y también de otros que se aventuraron en él más recientemente. En concreto, desde que Cristina y el kirchnerismo entraron en franca decadencia y mostraron que para lo único que iban a seguir siendo buenos era para obturar cualquier perspectiva más o menos renovadora en el PJ.
Esto último es lo que explica que Raúl Jalil y Osvaldo Jaldo, de Catamarca y Tucumán respectivamente, que hasta hace poco se habían mantenido alineados con el PJ nacional, decidieran hacer la suya y también “provincializarse” desde que naufragó el gobierno de Alberto y el proyecto de sucesión de Massa.
Para gente como Jalil y Jaldo que muchos de sus propios votantes prefirieran a Milei antes que a Massa en las presidenciales de 2023 fue suficiente para convencerlos de que también debían olvidar los compromisos que arrastraban en política nacional, que no les traerían ya beneficios e iban a perjudicarlos en sus distritos. A lo que agregan ahora una vuelta de tuerca más de cara a octubre: están tratando de volver a compartir votos con Milei, ofreciéndose como facilitadores de las listas oficialistas en sus provincias, mientras se independizan de Cristina y su PJ nacional para poder armar a voluntad las listas opositoras. Se entiende por ello que la expresidenta quiera intervenir los PJs locales. Solo que por ahora los resultados no la estén acompañando: en Salta y Jujuy, bajo la batuta de sus delegados Aníbal Fernández y Sergio Berni, los resultados del pasado domingo al menos fueron catastróficos.
QUÉ PASA CON EL PRO Y LOS RADICALES
Pero no es solo entre los peronistas donde la provincialización avanza como refugio de la dirigencia preexistente frente al ascenso de los libertarios y la crisis de los liderazgos y coaliciones nacionales por ellos desplazados: algo no muy distinto sucede con los gobernadores del radicalismo y el PRO.
El camino abierto al respecto por Leandro Zdero en Chaco lo van a imitar, si los dejan, Alfredo Cornejo (UCR) de Mendoza e Ignacio Torres (PRO) de Chubut. Para todos ellos también aliarse con LLA se ha vuelto más y más tentador a partir de que sus partidos de origen se fragmentaron y mostraron incapaces de plantear una estrategia nacional mínimamente viable, sea para cooperar o para competir con Milei. A consecuencia de lo cual las coaliciones con las que esos gobernadores fueron electos en 2023 han ido descomponiéndose. Igual que Sáenz y Zamora, también para ellos, entonces, “provincializarse”, conformar una coalición que no tenga ningún referente en la política nacional sino que solo persiga el sostenimiento de una mayoría distrital, para lo cual necesita absorber votos de distintas procedencias y fragmentar el resto de la oferta política, parece ser la fórmula para sobrevivir.
UNA ALIANZA DE TODOS LOS QUE GOBIERNAN
¿Qué tipo de sistema político puede resultar si todos o casi todos los gobernadores avanzan en esa dirección, se provincializan y acuerdan con Milei, tanto para proveerle votos en el Congreso como para compartir electorados en sus distritos? Uno bastante parecido al que, cuando llegó al poder, buscó formar Néstor Kirchner: una alianza de todos los que gobiernan, con una división del trabajo muy estricta entre el que manda en la política nacional y los que colaboran con aquel desde el nivel distrital. Que les permite a ambos fragmentar y marginalizar a sus respectivas oposiciones.
Recordemos que eso le funcionó bastante bien a Kirchner, al menos hasta 2008 en que empezó a radicalizarse en serio, se volvió cada vez más virulento y conflictivo en la escena política y más irresponsable en sus manejos económicos. Pero Kirchner tenía como punto de partida para armar su “coalición de todos los que gobiernan” el respaldo de un grueso del peronismo, algo que Milei no puede ni por asomo emular.
Aunque es cierto que hoy el peso electoral y la fuerza agregativa de ese partido es bastante menor que entonces: veinte años de desgaste en manos del kirchnerismo no han pasado en balde. De todos modos, Milei necesita compensar esa desventaja, y lo está haciendo con la movilización de la opinión antipartido, que es tan o más amplia e intensa que tras el 2001, con la fragmentación de todas las demás fuerzas, algo que también hace acordar a esos años, y un uso muy intenso y muy discrecional de la asignación de recursos fiscales a las provincias. Incluso gobernando sin presupuesto, algo que ni siquiera a Kirchner se le ocurrió hacer.
Es contra esta pared que chocó el sueño iluso de Macri de convertir a Milei en un presidente colaborativo, con una base que más o menos reeditara su propia experiencia. Lo que Milei definitivamente demostró, cuando prefirió acordar con Rovira antes que con él, es que eso nunca estuvo en sus planes: que pretende no ser su continuador sino un émulo, aunque con el programa económico contrario, del presidente más discrecional y antirrepublicano de la historia reciente argentina, y el que más hizo para que las viejas castas provinciales sobrevivieran sin cambios en las últimas décadas.
Lo único que realmente necesita y no tiene Milei para que su apuesta funcione no es más dinero, más votos, ni más disposición a colaborar de esas castas provinciales. Es que no anden ventilando en público los acuerdos con ellas. En eso sí Néstor le sacaba mucha ventaja: sabía muy bien mantener en reserva los manejos turbios que le permitían hacer aprobar leyes, o sepultarlas con disimulo.