Por Paul Battistón.-
Un gobierno acabado… la ilusión en forma de vaticinio que en apenas un mes de elaborado trabajo moldearon desde las escuchas de Spagnuolo hasta la caída de Espert. Cualquier número, cualquier orden alcanzado es irrelevante ante la sentencia. Todo estropicio corregido por la actual administración conlleva el reclamo de los escombros removidos. Dejaron constancia twitera de que hasta es preferible la inflación frente a un cambio de estas características.
Algunas afirmaciones de pretensión terminal:
“No funciona el plan” la síntesis de los sin plan.
“El agua al cuello” de parte de los que se fueron nadando en un mar de emisión.
“Fracaso total del plan económico” de parte de los que se fueron emulando a Gelbard con su estropicio monetario con la esperanza de que un Mileiazo le pusiera firma y se llevará el regalo de sus consecuencias como alguna vez Don Celestino sufrió dejando su apellido a un evento tal y activadamente ajeno (Rodrigazo).
Un poco antes de la embestida indisimulada, alguno se animó con un “acierto económico pero desacierto político” (los tibios no por tibios queman menos) y para completar el libreto que mejor que investir de letra a los de condición objetiva con una disimulada subjetividad de ciencia estanca (vista corta) y escenario acotado (visión de túnel).
Palabras de parecer preciso “llegan (a las elecciones) pero con rescate tras rescate”. ¿Y si lo del rescate sólo fuera una mala comparación con los que sí fueron rescates de mala praxis a gobiernos enrutados en el largamente probado fracaso socialista consistente en el posicionamiento del mercado como enemigo declarado? Quizás alguna vez sea posible plantear de una forma fundadamente demostrada como mala praxis el sostén del FMI a administraciones como la del ministro autopercibido y presidente de facto Sergio Massa. Refinanciaciones a gobiernos con déficits de claro uso político o estipulados como planes en sí sno fueron y no serán otra cosa que un claro desembolso de capital a un pozo negro socialista con probada imposibilidad de sustento (sólo 100 años de muestra).
Entonces, ¿y si sabe de economía y de política también?
Quienes ahora cargan tintas en sentencias terminales después de haber cultivado un fracaso casi insuperable, ¿sabían de política? De economía está claro que no… ¿Sabían de política quienes postularon la misma renegando vanamente (y por herencia en su ADN) de la posición que el escenario impone?
¿Se puede considerar estadista a quien pretende navegar a contramano de lo irremediable (a su alcance) o deberíamos llamar estadista a quien saca el provecho casi inevitable del destino que la corriente impone?
¿Durante cuánto tiempo podríamos mantener una regla paralela a la ley de gravedad en su mismo contexto pero basada en miramientos erróneos? ¿Quizás sólo hasta que la misma prediciendo la caída de la manzana no pueda predecir la retención de la luna en su órbita?
El problema de la Argentina es la escasez de dólares, dejó suelta como premisa comprobada quien ahora está tras las rejas de un balcón. Nada muy distinto al dueño de “La hora de los pueblos” y su convencimiento de que el valor de una divisa valuada en otra debía ser determinado por un acuerdo bilateral. ¿Es necesario algo de mayor brutez e irracionalidad para comprender que el maestro y los herederos de sus enseñanzas ven la ley de gravedad como una cuestión mágica factible de ser pervertida? El gran pensador de esa hora del pueblo dejó claro en archivo fílmico su convencimiento de que un “malo” se puede recuperar pero un bruto seguirá siendo siempre un bruto. Si bien discrepo diametralmente con esa apreciación, pareciera que la colectivización gozosa los lleva a querer reafirmar el postulado del profesor de la escuela de guerra. De una forma u otra le estarían agregando evolución al ejercicio de bruto. Siguen atajando manzanas sin enterarse de lo de la luna.
El problema es la escasez de dólares, pero cada vez que tomaron el timón fue para escorar en un mar de emisión a lo bruto cuyo fin (no se vislumbra otro) es el de acaparar un gran plantel de brutos dirigidos por brutos exitosos en captar buena parte de ese flujo de emisión para sí mismos.
Arengan la incapacidad política los que ejercieron la llana incapacidad en lugar de ella, los que interpretaron el ajedrez planetario como los planetas en su contra, los que veían un tablero con la posibilidad de desplegar un nuevo ilusorio color de piezas (el de los brutos). Los mismos que se arrodillaban (acorde a su prematuro esquema infantil) por una valuación de monedas en forma consensuada que fuera esquiva a la total ausencia de confianza (política), quizás sencillamente ausencia. Los mismos que por postulado inequívoco brindado por el “líder” entendieron el mercado como enemigo sin darse cuenta que sus pies mojan en el mismo plato. Los mismos con la irrevocable orden de combatir el capital como si este en lugar de ser la fuerza potencial de toda economía fuera una ideología contrapuesta. Aunque el capitalismo de amigos siempre está aceptado como arma de la causa. Los mismos que dejaron pasar frente a sus narices con olfato de impúberes el tren más grande del siglo pasado y que Brasil supo tomar para dejar atrás la estación de bananeros ¿Qué vio Brasil hace 80 años? Simplemente el escenario donde se desarrollaba la política además del movimiento de la corriente. Un mundo bipolar donde se debía tomar partido (con riesgo).
Hoy el escenario es de intensidades distintas y de una multiplicidad acorde a los tiempos pero nuevamente definitorio. De grandes posibilidades para quienes tomen partido y además coincidan con el lado acertado ¿Todavía le llaman rescates a los rescates o son la inversión estratégica de una de las partes actuantes del escenario ante la elección consciente de un partícipe en posición adecuada con la intención de salir de la estación de los bananeros?
Tras 80 años, el Brasil potenciado toma el tren en dirección contraria en busca de una nueva moneda junto a la incompetitividad India, la espinosa (aun para ellos) peligrosidad teológica de Irán, la ausente libertad política de China y su hipercontrol y lo hace a distancia de un Océano que hoy ya no representa una barrera comunicacional pero si sigue siendo una trinchera contra la orientalidad de complicaciones políticas y religiosas (el Mediterráneo ya no lo es).
Ver sucesivos rescates es poco y nada, ver ausencia de muñeca política es ver por un túnel, ver los rezagos del desastre infantiloide (tanto internos como externos) como preferibles al dolor del reacomodamiento es ver por un capilar.
Primero no la veían, quizás algunos ahora la ven pero es preferible no dejar ver. Nada como el peronismo para estropear el tren y festejarlo. ¿Por qué habrían de tomarlo?
Reponer a modo de sarcasmo lo de Braden o Perón era una buena opción para la tinta de cierto tono chistoso pero ya lo hicieron por motus propio con intención graciosamente seria. A veces cuesta llegar primero.
Trump lleva adelante dos guerras mundiales al mismo tiempo, algo que sus opositores demócratas no ven. Su afán por el Nobel de la paz no es otro que el de apagar el terrible costo (en todo sentido) de la conflagración mundial en modo temperatura controlada que se sostiene en diferentes puntos del planeta y provoca un esfuerzo que debe ser necesariamente restado en esa otra conflagración de competencias donde defiende su título de primera potencia y en el marco de la cual somos una pieza de cuidado la cual puede obtener enormes beneficios simplemente por nuestra ubicación sin discernimientos especiales.
Milei mira largamente por fuera de ese túnel en el que el pasado y nuestros grandes pensadores nos acostumbraron a encerrar nuestra mirada sentados en la estación banana mirando el tren sólo pasar.
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