Por Otto Schmucler.-

El abogado defensor de CFK manifestó en su primer día de alegato que ella ya entró al libro Guinness porque esta causa de Vialidad es la quinta vez que ingresa a juicio. Y es probable que tenga razón, pero no por las razones que expuso sino por el desfalco mayúsculo que significó la apropiación de dineros públicos a través de la creación de Austral Construcciones (3 días antes de asumir Néstor Kirchner en 2003), beneficiaria del 85% de la obra pública de Santa Cruz sumado a la desaparición de la empresa (dejando 3000 empleados en la calle, días después de la entrega del poder, en 2016 tras la derrota electoral sufrida en 2015 (obvió mencionar que esta es la primera vez que se mensuraron correctamente las pruebas que incriminaban a su defendida, un saludable indicio de que hay lugares en la justicia que responden a su misión.

Tal como se preveía el defensor de la vicepresidenta gastó gran parte del tiempo del que disponía en la primera jornada tratando de despegar a su defendida con datos menores, chismes de barrio, para desacreditar a jueces, fiscales y camaristas que intervienen en esta causa.

En la segunda tampoco estableció argumentos que contradijeran a los expuestos por la fiscalía, pero sí sobreactuó en el señalamiento de la “inexactitud de un dato aportado por Luciani, sobre la reunión donde se iban a definir las pautas del “Plan limpiar todo”. Eso sí, le dio más importancia a si CFK viajó el sábado (cosa que parece tener acreditado) y no el domingo como erróneamente apuntó Luciani. O que el mensaje desgrabado donde Mendoza le decía a Julio López que la señora se iba a ver con L, por la tarde (no decía que se había visto). Tampoco explicó si era cierto el “plan limpiar todo” que todo indicaría que se cumplió a raja tabla porque a mediados de enero Austral despidió a 1800 empleados de su planta de 3000 para efectivamente terminar cerrando en marzo de ese mismo año.

Resumiendo; en las dos jornadas que tuvo para refutar la veracidad de las pruebas mostradas durante el alegato de la fiscalía no mostró ni demostró que esas licitaciones y pagos digitalizadas, que se expusieron en pantalla fueran una mentira o una farsa. Tampoco que las filmaciones hechas con un dron recorriendo de un extremo a otro rutas no realizadas, aunque sí cobradas, como si se hubieran realizado fueran la resultante de montajes fraguados.

Si aportó tangencialmente un concepto sobre legitimidad para referirse a las sociedades entre la presidencia de la Nación y el mayor contratista de obra pública de la provincia de Santa Cruz, allí casi como tomándonos el pelo sostuvo solemne “uno alquilaba y el otro pagaba”, chocolate por la noticia.

Por lo visto no quiso o no pudo dar esa batalla en el lugar indicado para hacerlo, que es el Tribunal Oral, donde tramita esta causa. Casi, casi, uno podría pensar “¡cómo le robó la plata!” salvo que piense que tendrá 100 años de perdón.

Uno se pregunta, entonces, si el anuncio de “no dejen de ver al Dr. Beraldi, que va a destrozar con argumentos sólidos las mentiras de la fiscalía”, se iba a limitar a lo aportado el lunes y martes por el letrado nos deja a todos con una inmensa sensación de frustración, de habernos prestado a una nueva función del “relato para la gilada”.

Si a todo esto le sumásemos que los mensajes desgrabados del celular secuestrado a López fueron admitidos como válidos por la misma CFK en su “alegato privado” realizado en el Senado el día posterior al cierre de la acusación de los fiscales donde denunció que el amigo del alma de Macri también mantenía conversaciones frecuentes con Lopecito en un virtual reconocimiento de que “no solo ella estaba sucia, los otros también (dan ganas de balearse en un rincón).

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