Por Alfredo Nobre Leite.-

Señor Director:

Llama poderosamente la atención que el abogado defensor de la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner, Carlos Beraldi, haya afirmado, muy suelto de cuerpo, que la Fiscalía de la causa Vialidad, haya incurrido en «mala praxis» para sostener una «fantasía» y aseveró que la acusación quedó «fulminada» (¿qué imaginación prodigiosa?) ante las pruebas obtenidas en casi tres años de juicio oral…

Asimismo, sostuvo que la ex Presidente soportó «arbitrariedades insólitas» por parte de la Justicia. Y que «Las irregularidades no sólo tuvieron como destinataria a la doctora (le aclaro que no es abogada, pues llegó apenas a procuradora en la Facultad de Derecho de La Plata, en la década del ’70, y que en una de las páginas del Libro rubricado de la Facultad de La Plata, en una de sus páginas aparece una de las líneas borradas con liquid paper y sobrescrito Cristina E. Fernández, quién apenas llegó a procuradora) Cristina Fernández o esta defensa, sino que, incluso, superando todos los límites, se dirigieron hacia su familia» (Sic).

Le recuerdo a Beraldi que la «fortuna» de los Kirchner (con Néstor en la Facultad de Derecho de La Plata, eran montoneros de cuarta y que marcaban a los estudiantes, cuyos padres eran pudientes, para que los «pesados» los secuestraran para cobrar el rescate), y cuando se produjo del golpe de Estado de 1976, levantaron los bártulos y regresaron a Río Gallegos.

Néstor Kirchner abrió una financiera, y Lázaro Báez, siendo cajero del Banco de la Provincia de Santa Cruz, le pasaba listados de deudores morosos de más de tres cuotas impagas de préstamos para la vivienda, bajo la Circular 1050 de indexación de Martínez de Hoz; y Néstor los visitaba y presionaba para comprar sus viviendas a precio vil, acumulando una «fortuna» de más de 50 viviendas, base de su fortuna, según Máximo K (y cuando se divulgaron las maniobras dolosas de Néstor K, le pusieron una bomba en su casa).

De este modo, le refresco la memoria de Beraldi, que sepa perfectamente que amén de esquilmar a los deudores que acumulaban cuotas impagas al Banco de la Provincia de Santa Cruz; que Néstor, ya gobernador de la provincia de Santa Cruz, inició el fraude de las obras públicas amañadas, y que a través del cajero de Banco, Lázaro Báez, le fundaron una empresa constructora, comenzando por mandar a la quiebra a las empresas constructoras existentes, como Gotti S.A., que fundió y así Báez resultó el único «empresario» constructor; y, como es sabido, mucha de las obras nunca de hicieron o terminaron, como está debatiéndose en el juicio que llevan a cabo los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola (verdaderos héroes), que acumularon «toneladas» de pruebas que Beraldi no puede ignorar, sino valorar.

Y continuando con la «tarea» iniciada por Néstor y Cristina en Río Gallegos con las obras publicadas amañadas, que no se construían o terminaban, lo trasladaron a la Nación, luego en 2003, gracias a Eduardo Duhalde, acumulando el régimen kirchnerista una fortuna estimada en los 80.000 millones de dólares, que están depositados en los paraísos fiscales, con él de las islas Seychelles, del Índico, que deben regresar a las arcas del Estado, por ser nuestros impuestos.

Con cordiales saludos.

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