Por Alfredo Nobre Leite.-

Señor Director:

Es improcedente, irrespetuoso y mistifica la verdad histórica, el lector Ricardo P. M. Forgione, que en carta a «La Prensa» del 8 del actual, dice: «…la inmensa mayoría victoreó frenética al embriagado (sic) dictador que preguntaba si vendrían «el principito» a rescatar las islas, que como último manotón de ahogado de un gobierno claudicante, habíamos recuperado barateando el concepto de soberanía, pues siendo genuinamente nuestras las involucramos en una espuria y trasnochada reivindicación destinada al fracaso desde su concepción, cuyo propósito final era evitar la caída del régimen y eternizarse en el poder» (sic); siendo ésa la posición del enemigo británico, pues e incidente de Georgias del Sur (donde 39 operarios del empresario chatarrero Constantino Davidoff, desarmaban una factoría obsoleta por contrato con la Corona británica, con autorización británica) fue transformado por la Embajada del Reino Unido en un conflicto diplomático al exigir a los argentinos en territorio argentino a presentar pasaportes, pretensión que fue rechazada por la Junta Militar, tras los ultimátums del 20 y 23 de marzo de 1982, pues sería conceder al Reino Unido un título jurídico que carecen ya que su única razón para mantener el despojo de nuestras islas irredentas, es la fuerza, que jurídicamente no da derechos, y por tratarse de un acto soberano, fue respondido con otro acto soberano -caso contrario sería renunciar a todos nuestros derechos sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y la Atlándila-, recuperando la soberanía sobre Malvinas el glorioso 2 de abril de 1982.

Iniciadas las hostilidades los británicos el 1º de mayo, el presidente peruano, escribano Fernando Belaúnde Terry, a pedido del general Haig, secretario de Estado de Estados Unidos (EEUU) y el canciller británico Pym, habló con la Junta Militar ofreciendo sus buenos oficios como mediador para negociar el cese automático de las hostilidades, retiro simultáneo y mutuo de las fuerzas, presencia de veedores ajenos a las partes para el gobierno temporal de las islas (llamados «Grupos de Contacto»)…, tomar en cuenta los puntos de vista o intereses de los habitantes, para la solución del conflicto. Las tratativas estaban bien adelantadas, cuando la señora Thatcher que alimentaba nefastos propósitos y no le interesaba la paz, mandó torpedear el Crucero «General Belgrano» por el submarino atómico «Conqueror», fuera de la zona de exclusión establecida por los mismos británicos, provocando la muerte de 323 argentinos.

El almirante Harry Train, a la sazón comandante de la Flota del Atlántico de EEUU, durante la contienda, dijo en conferencias pronunciadas en Buenos Aires, entre el 26 y 28.11.1986: «Yo creo que ustedes podrían haber vencido en Pradera del Ganso… Si se hubiera hecho cualquier cosa para frenar el avance británico, los británicos hubieran perdido porque la Flota había agotado su capacidad de sostén… Habían agotado sus armas antisubmarinas, habían agotado las municiones de sus cañones y comenzaban a sufrir fallas mecánicas». «…El almirante Sandy Woodward (comandante de la Operación Corporate) dijo al comandante de las fuerzas terrestres (general Jeremy Moore) que debía llegar a Puerto Argentino para el 14 de junio; si no los iba a sacar de la isla. Entonces, cualquier cosa que hubiese frenado este avance habría ganado la guerra» (sic). (1)

Lamentablemente, en ese día aciago para la honra de las armas patrias en que el general Jeremy Moore recibe la orden de tomar Puerto Argentino o sería retirado de la isla, el gobernador militar de Malvinas, general Mario Benjamín Menéndez, llama por la mañana al teniente general Leopoldo F. Galtieri para darle parte que procedería a rendir sus tropas en Malvinas (quién carecía de un plan de defensa y de ataque). Éste le respondió que saque a sus hombres de los pozos para adelante peleando. En ninguna parte del mundo, una guarnición de alrededor de 8.000 hombres muy bien pertrechados y que ni siquiera ha comenzado a pelear, se rinde por haber perdido en los primeros encuentros el 10% de su total, o sea 700 u 800. Y según el Reglamento Militar, una fuerza se rinde con honor al haber quedado sin municiones y tenido el 80% de bajas: las que hubo en las islas no alcanzaron el 5% -354/8000-.

El general Moore al acercarse a Puerto Argentino y ver la profusión de banderas blancas, dijo que Menéndez había tenido un «colapse of will» (falta de voluntad para pelear), a quién le faltó lo que debe tener todo militar en guerra, es decir las agallas para luchar y vencer, actitud que hubiera dado lugar al cambio del estatus de las islas y verse los británicos obligados a negociar sobre la soberanía de nuestras islas.

Dijo el almirante John Forster Sandy Woodward: «Consideré seriamente la posibilidad de llamar a casa para decir que habíamos perdido. La situación parecía indicar que pronto estaríamos fuera de juego, en algún momento hay que comenzar a pensar en terminar con todo». Y, también,: «Si los argentinos no se hubieran rendido el 14 de junio, nosotros hubiéramos fracasado como el 21 de junio, una semana después. Estábamos agotados y los barcos estaban agotados y los sistemas de ingeniería estaban agotados y las armas agotadas, estábamos todos agotados, como ellos, pero ellos se agotaron primero, la oposición, menos mal». (sic)

«Y la verdad es que la amenaza no era el viejo crucero sino la propuesta de paz puesto que esta hubiera privado a la Sra. Thatcher de una victoria militar, objetivo de la guerra de las Malvinas (provocada por los británicos) en primer lugar. Se trataba de la política interior británica antes de un interés por los habitantes de las Malvinas» (Declaraciones sobre el hundimiento del crucero General Belgrano por Tam Dalyell, político opositor a M. Thatcher) (2).

Hastings y Jenkins -autores británicos y uno de ellos corresponsal en Malvinas durante el conflicto, en la obra «La batalla por las Malvinas», pág. 251, expresan: «…El 25 de mayo, lejos de saborear una victoria, los británicos mascaban un amargo sabor de derrota, y la fecha indicó asimismo el colapso de la paciencia de Londres ante los escasos progresos de la cabecera de playa… El gobierno se sentía cada vez más alarmado ante el riesgo de que Naciones Unidas exigieran un cese de fuego imposible de rehusar que dejaría a los ingleses con el solo control de la cabecera de puente en San Carlos».

Y en la pág. 279, expresan: «…En esa etapa (mediados de mayo), como a través del conflicto, la modesta propaganda británica presentaba a la guerra como una serie de triunfos semisecretos, cosa que servía muy mal a los intereses ingleses. Para el Gabinete de guerra y para los argentinos, la lucha era equilibrada. Para los Comandantes en el campo de batalla y en Nothwood, el conflicto de magnitud (hacia los argentinos) parecía del todo inadecuado para una guerra que no sabían si podían ganar». (3)

He aquí la respuesta a las sandeces del lector Forgione, que faltó muy poco (que si no fuera por la actitud pusilámine de Menéndez) nuestras Fuerzas Armadas hubieran ganado la guerra de Malvinas a una potencia de la OTAN.

Un cordial saludos.

1) Del artículo «La destitución de Galtieri ,..frente al enemigo», por Manfred Schönfeld, diario «La Prensa», 18.2.1986.

2) Del artículo del historiador Sebastián Miranda, «Los principales mitos tras la guerra» en «La Prensa» del 20.6.17.

3) Del libro «Malvinas/82 Cómo y por qué», por Alberto A. De Vita, Instituto de Publicaciones Navales, 1994, p. 240.

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