Por Giuliano Iezzi.-

La lealtad peronista no es como la define el diccionario: “Sentimiento de respeto y fidelidad a los propios principios morales, a los compromisos establecidos o hacia alguien”. Es arto diferente, veamos: Para el 17 de octubre de 1945, Perón, quien hasta ese momento era funcionario del gobierno de facto que nace en el cruento golpe de estado del 43 ostentando los cargos de Vicepresidente, Ministro de Guerra, y secretario de Trabajo y Previsión, que estaba detenido en la isla Martín García, envía una plañidera carta a Eva donde le propone irse a vivir al campo y abandonar todo. Sin saber que sus leales Cipriano Reyes (sindicalista) y su compañero de armas Domingo Alfredo Mercante, y los sindicatos preparaban un movimiento, en las calles, que no solo lo liberarían del cautiverio sino que lo llevarían a la presidencia. La señora solo aparece, con posterioridad, en el relato creado ad hoc.

Poco tiempo después, con Perón en el poder, Cipriano Reyes es torturado y encarcelado hasta después de la revolución Libertadora del 55.

Mercante, en cambio, como gobernador de Buenos Aires, para algunos la mejor gobernación, es defenestrado y pasa al ostracismo. Tal es así que habiendo hecho el primer Festival del Cine en Mar del Plata, este fue borrado de la historia y el primero que se recuerda es el que hace Perón.

Para los obreros también hay.

Perón promulga la nueva Constitución Nacional en el 49 con dos puntos importantes: Primero la inédita posibilidad de su reelección a Presidente, y la segunda la anulación del derecho a huelga. Esto provoca que en 1951 de manera entonces “ilegal” que los ferroviarios luego de muchos reclamos decidieran hacer una huelga.

Esto último mereció encendidos improperios de Eva contra los sindicalistas que reclamaban tal derecho.

“Evita les pidió que levantaran la huelga en nombre de Perón.

Un obrero socialista la retrucó. Evita se ensañó con él. Los obreros, finalmente, rechazaron su propuesta. Evita los mandó a “la puta madre que los parió a todos”. Eso dijo. Les advirtió: “Aténganse a la represión”. Y se fue. (Fuente www.perfil.com)”.

La promesa amenaza, proferida por la “señora” de lenguaje chabacano se cumplió

En la huelga de enero de 1951 el “primer trabajador” cesantea a centenares y detiene a miles, mientras hace funcionar el ferrocarril con militares…

Todo esto que se escapa, sin lugar a dudas de manera intencional, a algunos de memoria sesgada, demasiados para nuestra desgracia, esto es la verdadera lealtad peronista.

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