Los amigos de la infancia son esa cosa muy difícil de definir. Necesarios para el crecimiento, esenciales para ese interregno producido entre la niñez y la adolescencia. Tienen una función complementaria a la familia. De alguna manera, al igual que ésta marcan el camino, el rumbo, le dan sentido a nuestros días, porque con ellos se comparten deseos que se transforman en sueños. Son como las vitaminas, potencian las capacidades mientras perviven.
Eso fueron Diego y Jorge, un sueño compartido de la niñez, que se extendió a la adolescencia y la juventud. Hasta que un día ese sueño de la infancia se cumplió, y entonces terminó. Se desvincularon comercial y fraternalmente.
Hasta ayer la posibilidad de un abrazo de reencuentro estaba viva, aunque solo fuera una posibilidad. Hoy ya no, y tal vez sea bueno para Diego. La desaparición de Jorge tras su trágica decisión es probable que lo traslade hasta ese tiempo pasado, el de sus más gratos recuerdos de infancia y lo vuelva a vincular con sus orígenes. Que es lo más puro en Diego.
La vida es eso que te pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes, decía Lennon en una canción. Y esas “cosas que te pasan” son las que a la hora de hacer un subtotal pesan. Y su peso específico no se mide en gramos sino en ganas de seguir en la lucha, que la vida nos impone, siempre.
Juan José de Guzmán
11/05/2017 a las 8:34 AM
Revista “Humor”
LOS AMIGOS
Tito es el màs antiguo. Cuando yo tenìa cinco años y èl cuatro, nos trepàbamos a los àrboles dàndonos la mano. Era màs lento, pero màs acompañado. Yo le prestaba mi triciclo y èl me dejaba navegar su lanchita con motor. Aprendiò a andar en bicicleta antes que yo y no se riò cuando me caì: agarrò el asiento y trotò pacientemente a mi lado hasta que aprendì. Hacìamos carreras de remociclo en Palermo y, en el cine, nos pasàbamos el manì con chocolate y nos explicàbabamos mutuamente la pelìcula.
Todavìa, cada tanto, me enseña a no caerme de una nueva bicicleta, nunca hemos dejado de darnos la mano para subir a los àrboles; y seguimos necesitando explicarnos mutuamente la pelìcula.
Cacho y yo nos adoptamos cuando yo usaba guardapolvo y èl una boina para tapar la cabeza rapada. Hablàbamos de Camus y de Bakunin. El andaba en arreglar el mundo. Yo no tenìa ningun inconveniente siempre que no me impidiera ser la mejor actriz que habìa pisado jamàs un escenario.
Todos estos años hemos tratado de enseñarnos mutuamente un poco de humildad. Y de cuidarnos mutuamente del pecado mortal de la resignaciòn.
Miguel me saludò y recibiò un rugido por respuesta. Pero su apostolado es reconciliar a la gente de este mundo consigo misma. Y lo hace de a uno por vez. Fuè emocionante cuando me tocò…Y cuesta, al principio, no resentirse cuando uno vè que es capaz de tomarse el mismo trabajo por el guarda de un tren o por una viejecita perdida en la calle.
Despuès de no vernos durante cuatro años estuvimos cinco dìas encerrados en un cuarto, hablando y hablando. Afuera nos esperaba Europa entera, pero siempre hemos tenido demasiadas cosas para decirnos para que el paisaje, la distancia o el tiempo interfirieran el diàlogo.
El Negro comenzò explicàndome que solamnte una imbècil entra a trabajar a una redacciòn en verano, cuando todo el mundo sale de vacaciones. Despuès decidiò que èl era especialista en casos perdidos y me ayudò.
Todavìa me explica, muy frecuentemente, que solo una imbècil puede hacer algunas de las cosas que me propongo hacer. Y despuès se sienta enfrente, tiende la mano, y asume la mitad del trabajo.
Sigue siendo un especialista en casos perdidos. Es su especializaciòn la que lo pierde.
Sebastian siempre se negò a dejarme hablar o escribir sobre otra cosa que aquello que amara u odiara. Cuando hay sol o luna llena, viva debajo de una autopista o frente a un lago poblado de cisnes, Sebastian invierte vida en su fòrmula y la alquimia dà resultados: la vida se ensancha y cobra sentido cuando èl la habla o la escribe.
Nacho tenìa tres años cuando empezamos a salir juntos. Y ya entonces veìa y sentìa lo que pocos saben ver y sentir despuès de aprenderlo duramente a lo largo de toda una existencia. Mientras yo creìa que le enseñaba algunas cosas, èl me permitìa aprender lo fundametal.
Todavìa me lo permite.
NO PUEDEN IMPEDIR QUE UNO SUFRA. NO PUEDEN GARANTIZAR QUE UNO SEA FELIZ. NO PUEDEN REEMPLAZAR A LA MADRE NI AL PADRE. NO PUEDEN CONFUNDIRSE CON EL AMANTE NI CON EL HIJO.NO EVITAN QUE UNO COMETA ERRORES, NI ACIERTAN SIEMPRE EN CELEBRAR A TIEMPO EL VERDADERO TRIUNFO SOBRE UNO MISMO.
NO IMPIDEN QUE EL DOLOR DUELA, NI ASEGURAN QUE EL AMOR AME.
NO DETIENEN EL TIEMPO NI SUS DETERIOROS.
NO APRESURAN EL EQUILIBRIO NI SUS ARMONÌAS.
NO ESTÀN SIEMPRE QUE HACEN FALTA, NI SE VAN SOLO CUANDO UNO ESTÀ PREPARADO PARA LA SOLEDAD.
NO COLMAN TODAS LAS POSIBILIDADES DE LA SED, NI SE PRIVAN DE DESPERTAR OTRAS NUEVAS…
LOS AMIGOS SOLAMENTE HACEN QUE EL ESPEJO NOS DEVUELVA LA IMAGEN DE ALGUIEN CAPAZ DE SER AMADO POR ALGUIEN A QUIEN AMA.
LOS AMIGOS SOLAMENTE HACEN QUE LA VIDA VALGA LA PENA DE SER VIVIDA.
Aìda Bortnik