Por Juan José de Guzmán.-

En medio de la locura a la que asistimos, de atropellos al orden jurídico, por parte del ejército de abogados y colaboradores nombrados (en malón) en la Justicia, por orden de quienes tienen mucho que temer de ella, por fin los ciudadanos recibimos una bocanada de aire fresco de parte de un Fiscal ante la Cámara de Casación (Raúl Plée), al que debemos sumarle la argumentación del abogado de la única querella que sigue en pie de la tragedia de Once (Leonardo Menghini), quien al desestimar el desequilibrio emocional argumentado (que lo habría llevado al intento de suicidio el año pasado), manifestó algo como para guardarlo en INFOJUS, para que los jueces sólo tengan que “copiar y pegar”, cambiando el de “Jaime” por el que corresponda ante cada rechazo a los futuros pedidos humanitarios que ya están haciendo cola en Tribunales amparándose ahora en la pandemia.

“El presunto estado psicológico alegado, el cual no es otro que la consecuencia de la detención y que dicha detención no es sino el resultado del propio accionar delictivo del condenado Jaime, por lo que nunca podría ser tomado como un hecho significativo que favorezca su propia situación carcelaria”.

Esto sonaría a música para la justicia tal como la concebimos, pero sucede que están apareciendo a la luz planes oscuros para liberar presos en masa exponiendo a la ciudadanía toda a un riesgo impensado.

La pregunta que habría que hacerle a los ABOGADOS PATROCINANTES, no ya desde lo jurídico sino desde lo moral: ¿no les remuerde la conciencia saber que van a dejar a la sociedad expuesta ante el delito?

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