Por Alfredo Nobre Leite.-

Señor Director:

Con respecto a la inminente e imprescindible reforma laboral, anunciada por el presidente Mauricio Macri en el Coloquio de IDEA, en Mar del Plata, surgieron voces contrapuestas: el empresario Paolo Rocca, presidente de Techint, demandó una mayor libertad de las empresas a la hora de despedir personal, que: «Hay que darle a las empresas la posibilidad de crecer, pero también de reducirse cuando es necesario porque si no estamos con una rigidez que perjudica», el sindicalista Guillermo Pereyra, secretario general del Sindicato del Petróleo de Neuquén, sostuvo que: «No hay que reformar la ley. Seguir hablando de una reforma laboral es inútil. Hay que trabajar en la reforma de los convenios colectivos de trabajo que no son todos iguales».

No hay que perder de vista que la actual legislación fue obra de Juan D. Perón para obtener apoyo de los trabajadores para la conquista del poder y, teniendo como fin la atracción y organización del proletariado como base de una eventual campaña política, el apoderamiento de los sindicatos mediante la eliminación de dirigentes comunistas, anarquistas, sindicalistas o socialistas que ofrecieran resistencia, y luego la formación de una central obrera única, sometida a su voluntad; y de ahí los sindicalistas que perduran al frente de las organizaciones obreras ab aeterno, enriqueciéndose, mientras los obreros se empobrecen.

Recordemos que sigue vigente la ley 14.455 de Asociaciones Profesionales (una rémora del pasado) promulgada en 1958 por el gobierno de Arturo Frondizi, que es copia de la «Carta de Lavoro» de Mussolini, cuyo texto significó retornar a la filosofía del decreto 23.852/45, dictado por Perón, de modo que urge encarar la reforma de la legislación laboral, para aumentar la productividad y la producción de bienes y servicios con el propósito de que se eliminen todas las trabas, vicios, conceptos económicos vetustos y perimidos, a fin de que con ideas luminosas, aptitud y conocimiento profesional, vuelva la Argentina a un sendero de producción; al tiempo que se adapte la legislación -que se oponen los Pereyra, Moyano- a la filosofía del artículo 14 bis de la Constitución Nacional, en lo referente a la «organización social libre y democrático, reconocida por la simple inscripción en un registro especial» de todos los sindicatos, federaciones y confederaciones generales de trabajo que los trabajadores consideren pertinentes, a la luz de los fallos de la Corte Suprema, en ese aspecto, para terminar con la corrupción, el enriquecimiento ilícito de los sindicalistas, las mafias y fuerzas de choque de los mandones de turnos, vayan a parar en la cárcel, como en el caso de Juan Pablo «Pata» Medina.

Es de desear que «Cambiemos» obtenga los legisladores necesarios en las elecciones de medio término el 22 del actual, para llevar a cabo dicha reforma imprescindible, como las del Estado y tributaria, para reducir el gasto público, la presión y el déficit fiscales, la inflación, a fin de que la economía retorne a un camino virtuoso, con la superación de la herencia escatológica heredada del kirchnerismo que dejó la economía destruida y 12 millones de pobres; y con reglas de juego claras y permanentes, como el fortalecimiento de la seguridad jurídica, regresen los inversores ahuyentados por el kirchnerismo, con el propósito de que el país retome la buena senda de crecimiento, desarrollo y el bienestar general, con el trabajo mancomunado de los 40 millones de argentinos; ¡piqueteros y vagos, cesen de vivir a costa del prójimo!

Con cordiales saludos.

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