En caso de ganar las elecciones presidenciales, Daniel Scioli nombrará al actual decano de la UBA, Alberto Barbieri, como su ministro de Educación. Pero, ¿quién es este polémico personaje al cual el gobernador de la provincia de Buenos Aires pretende destinar el futuro de los jóvenes argentinos?

Barbieri es un reconocido peronista que llega al poder impulsado por distintos sectores que, llevados al plano político, parecería imposible unificar. Por un lado, los radicales que manejan la Facultad de Ciencias Económicas: los históricos herederos del eterno Coti Nosiglia, Emiliano Yacobiti y José Luis Giusti, un radical Pro que fue nombrado nuevo decano.

Por el otro, lo promueven Juan Manuel Abal Medina, junto con el ministro de Planificación, Julio De Vido, conocedor del paño. Asimismo, Alessandra Minnicelli, la esposa de De Vido y ex síndico de la SIGEN, es desde el año 2005 integrante del Consejo Asesor del Centro Nacional de Responsabilidad Social Empresaria y Capital Social (CENARSECS) de la Facultad de Ciencias Económicas (FCE-UBA). El matrimonio fue denunciado por presunto enriquecimiento ilícito pero no pasó a mayores. Aun así, Daniel Scioli no le teme a las acusaciones y firmó un acuerdo con Julio De Vido para nombrar a Barbieri ministro.

Además, puertas adentro de la UBA, aseguran que hubo un acuerdo entre la mujer del ministro de planificación y Barbieri para construir el nuevo edificio de economía, cuya construcción estaba destinada a aulas de posgrado, ubicado en frente a la facultad de medicina. Lo curioso es que el financiamiento de las obras fue otorgado por un ex graduado y mayoritariamente por De Vido, que aportó 40 millones de pesos, siendo aún más evidente la trama de negociaciones que funcionan en la conducción de la universidad y, por lo tanto, la relación personal que mantiene Barbieri con el ministro y el Gobierno.

Sin ir más lejos, los negocios encubiertos por esta pseudo asociación se extienden a varias facultades. Así pues, José Luis Giusti se apropió de la administración del Hospital de Clínicas, que fue el fruto de negociación utilizada por Rubén Hallú para ser elegido rector. Como si eso fuera poco, Yacobitty tiene la concesión de la playa de estacionamiento, el bar de la Facultad, la fotocopiadora que maneja los apuntes y los cursos de idiomas, demostrando que cuenta con todo, literalmente, lo necesario para representar un líder estudiantil y a la vez un empresario exitoso.

Por consecuente, Yacobitty y Giusti habrían colocado a un operador provisto por el profesor Sergio Gastón Ricardo, para apropiarse del área administrativa más corrupta de la UBA: el Hospital de Clínicas. Sergio Ricardo, por su parte, es profesor interino de Impuestos gracias a los servicios del Director del Departamento Tributación, Eduardo Ballesteros. Sus condiciones para el cargo están cuestionadas, ya que el mismo les correspondería a jefes de trabajos prácticos con mayores antecedentes y antigüedad. Sin embargo, los buenos servicios deben retribuirse y Ballesteros cumple con sus amigos, que lo designaron a cargo del Departamento sin haber sido jamás profesor titular.

Ricardo es conocido por tener un estudio con Yacobitty que prestaría el cotizado servicio de vender facturas truchas para evadir impuestos. Fue también el anterior Director del Centro de Asistencia Técnica y lo tuvieron que sacar porque era público que extorsionaba a los docentes que necesitaban trabajar. A medida que los nombrados arriba fueron enriqueciendo su patrimonio, las instalaciones del Hospital fueron deteriorándose así como también el suministro de remedios.

Barbieri, a lo largo de su gestión, se ocupó también de generar enemistades. Hay dos oposiciones. La primera incluye tanto a la militancia nucleada en la FUBA como también a partidos de Frente Izquierda, kirchnerismo estudiantil y la Asociación Gremial Docente, los cuales acusan al decano de ser parte de un modelo privatista. La segunda y más marcada oposición está al mando de una agrupación estudiantil conocida como «movimiento por económicas» que centran su discurso en la devaluación de carreras de grado que hizo Barbieri en beneficio de los cursos pagos. Más aún, lo acusan de gestionar la mayor sede con docentes ad honorem y de convertir a la universidad en una multimarcas. Incluso, algunas denuncias fueron sustentadas incluso por la Auditoría General de la Nación.

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