Por Guillermo Cherashny.-

Finalmente la gobernadora Vidal se tuvo que hacer cargo de las denuncias del periodista Juan Amorín sobre aportantes truchos a la campaña del 2017. Le pidió la renuncia a la doctora Inza como contadora general de la provincia y huyó hacia adelante proponiendo bancarizar los aportes de campaña.

Lo importante no son sólo los aportantes truchos sino de dónde salió el dinero negro que ciudadanos pobres hacían aportes de entre 10 y 50.000 pesos y candidatos a intendentes que negaron que lo hicieron.

Lo medular es el origen del dinero y el recaudador fue el ex ministro de Obras Públicas de la Provincia, Edgardo Cenzón, a quien Vidal lo hizo renunciar al cargo porque lo iban a denunciar por pedir coimas para conceder obras públicas y de ahí pasó al llano para juntar fondos para la campaña, que esencialmente salían del 5% que se pedía de una comisión para otorgar la obra pública a los empresarios que de esa forma contribuían a la campaña del PRO. Esto se agrava porque es un partido de gobierno, porque una cosa es que un empresario quiera donar a un partido y una bien distinta es conceder obras a cambio de aportes en negro; eso es corrupción y lavado de dinero y en menor medida un delito electoral.

El asunto no termino ahí, como quiere la gobernadora, sino que recién empieza y es de una gravedad mayúscula, porque se sospecha que hay retornos de la construcción del soterramiento del Sarmiento, una obra donde fue desplazada Odebrecht y fue adjudicada por DNU de Macri a su primo Calcaterra y la italiana Ghella, vinculada a la familia Macri.

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