Por Guillermo Cherashny.-

Ayer se especulaba con que Lázaro Báez se presentaría ante el juez Casanello y haría lo mismo que Leonardo Fariña, convirtiéndose en un imputado colaborador que le permitiría por lo menos salir de la cárcel y entrar al régimen de protección de testigos, es decir, quedar en libertad vigilada en un lugar más apacible, con atención médica y televisión, y sin estar con presos comunes.

Pero para evitar la cárcel en una eventual sentencia debería esperar que, si denuncia a Julio de Vido, Ricardo Echegaray y CFK se comprueba, y le disminuyan la pena o lo liberen definitivamente.

Ante esa situación, a Julio de Vido, el ex ministro de Planificación, lo pueden procesar y juzgar pero no lo pueden encarcelar, porque tiene fueros parlamentarios de diputado nacional.

Fuentes tribunalicias sostienen que el juez Claudio Bonadío fue presionado por el gobierno nacional para que no allane el departamento de Av. Libertador de De Vido por la causa del barco fantasma, porque el ex funcionario amenazó con revelar las obras públicas que les concedió a los hermanos Calcaterra, supuestos dueños de la constructora IECSA, la empresa de la familia Macri, y a Nicky Caputo y sus dos constructoras, Caputo SA y CES SA, y que se hicieron con holgados sobreprecios. De ahí que el gobierno lo retara a Bonadío. Y en el día de ayer, los hermanos Calcaterra -primos del presidente- decidieron vender IECSA por incompatiblidad, ya que son primos del presidente. Pero aunque vendan ahora, no se puede borrar con una venta que fueron socios en una UTE con Lázaro Báez para la construcción de las represas Jorge Cepernic y Néstor Kirchner.

Al fracasar el allanamiento a De Vido, éste le habría enviado un mensaje a Lázaro Báez para que aguante en Ezeiza, porque él ya habría negociado que no la toquen a CFK, ni a él, ni a Ricardo Echegaray, cuya indagatoria fue suspendida sin motivo alguno, por lo cual Báez, en un tiempo prudencial, recuperaría su libertad y, si no ocurriese esa decisión judicial, que por lo menos «piense en sus hijos» antes de ser un imputado colaborador. O sea, por amenaza y por promesas de libertad futura, Lázaro Báez no sólo no habló sino que explicó sus problemas porque el programa de Lanata le arruinó la licitación que había ganado para las represas. Pero omitió que sus socios eran los hermanos Calcaterra. Quizás lo dejó para otra ocasión.

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