Por Guillermo Martínez Moreno.-

Es indudable que hay una carrera gubernamental para reducir costos y los medicamentos no se escapan de esta batalla. A pesar de que los criterios en algunos casos pueden parecer selectivos, no alcanza la que se junta y hay que recortar más.

Como en este caso, a veces el remedio parece ser peor que la enfermedad.

Los boticarios bonaerenses están “on fire” contra Farmacity. El colegio de farmacéuticos embistió de la mano de la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires contra la cadena del Grupo Pegasus.

Por otro lado, desde un bastión del Grupo Esmeralda se está operando políticamente para apoyar la iniciativa de los farmacéuticos que, de la mano de la industria farmacéutica, respaldan la protección de las marcas, la infraestructura humana instalada de la centenaria industria y el respaldo de empresas que hace décadas invierten en el país.

Del otro lado, los mercaderes ocasionales que tratan de bajar los costos y fagocitarse el negocio de las farmacéuticas y su sofisticada y poderosa red comercial.

Además, están los médicos, que son los responsables de las prescripciones, diagnósticos y tratamientos y no quieren ser responsables cuando se cambie un medicamento marca premium por uno marca chinchulín.

La vinculación de la empresa en cuestión a algún funcionario no tiene relación con el cometido de atacar el gasto que termina pagando el estado.

Esto seria como reemplazar a las sucursales bancarias por quioscos 24 horas, lo que seguramente pasó por la cabeza de algún creativo. Se imaginarán que la posibilidad de que esto prospere es la misma de que resucite Bin Laden. Ahora, si esto sucediera, lo volverían a matar inmediatamente.

Es indudable que el pedido de juicio político no va a prosperar ni contra un juez de la corte (Carlos Rosenkrantz), ni contra el coordinador del gabinete económico (Mario Quintana), a pesar de que fueran otrora el fundador de Farmacity y su abogado.

Que Farmacity se instale en la provincia en las condiciones que el Colegio de farmacéuticos quiere no sólo protege a los boticarios, sino que impide aparentemente el crecimiento de una de las herramientas que el gobierno quizás quiere promover para bajar los costos de los medicamentos impulsando una competencia por afuera de la industria. El primer paso es instalar la cadena. ¿El segundo paso puede ser vender genéricos con marca de supermercado Chino?

Aparte de esta historia, parece un tema repetido que se pretende, lo que antes no importaba, que los funcionarios tuvieran historia. ¿Será que la oposición piensa traer al ejecutivo, al legislativo y al judicial a habitantes de otros países u otras galaxias?

La gobernabilidad la garantizan los mismos de siempre y todos tienen, en el mejor de los casos, pasados vinculados a una Argentina desprolija; en el peor de los casos, muertos en el placard.

También hay que entender que la ley que regula esta actividad en la Provincia tiene algunas décadas, donde la inteligencia artificial era una nube de pedos y hoy es realidad.

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