Por Carlos Tórtora.-

La doble crisis del ARA San Juan y la rebelión de los mapuches marcó claramente el nuevo equilibrio inestable entre el peronismo y el macrismo. De la mano de Miguel Ángel Pichetto, la bancada de senadores del PJ no presentó cuestionamiento alguno a los muchos puntos oscuros de la crisis del San Juan, apoyó la reforma previsional y le impuso un eficiente cerco a CFK, que ingresó al Senado sumamente acotada y con un silencio que coincide con sus escasas críticas al gobierno en las últimas semanas.

Es que Cristina vio frustradas sus expectativas de negociar con Pichetto, porque éste insiste en diferenciarse de ella en todo lo que puede, alentado por la mayor parte de los gobernadores del PJ.

La concentración de la capacidad de negociación del peronismo en Pichetto le da a Cambiemos un seguro de gobernabilidad pero lo deja sin un elemento fundamental en la política: un enemigo con quien confrontar para consolidar su propio poder.

En Buenos Aires, que marca el rumbo del peronismo, las derrotas electorales de CFK y Massa abrieron el paso para un nuevo liderazgo, el del futuro presidente del PJ, el intendente de Merlo Gustavo Menéndez. Éste lo obligó a Fernando Espinoza a abandonar sus intenciones de presentar batalla en las internas del próximo 17 de diciembre sumando intendentes que se convencieron de que la continuidad de La Matanza en la conducción del peronismo no los favorecía. La nueva liga de intendentes dejó con poco espacio a los ultrakirchneristas y empezó a negociar discretamente con María Eugenia Vidal.

El primer resultado es que el PJ bonaerense se está alejando de la conducción de CFK en forma incruenta, o sea, sin una interna que prometía ser muy complicada.

Con la vista puesta en las elecciones del 2019, los barones del conurbano piensan sobre todo en cómo evitar que Vidal arrastre en su reelección el triunfo de Cambiemos en muchos municipios que hoy conserva el peronismo. Menéndez parece encarnar la posibilidad de un juego flexible: la alianza con el macrismo si éste se muestra invencible o la construcción de una alternativa razonable que no lleve el estigma de la ex presidente.

Los primeros pasos

Cada uno con su impronta y gerenciando espacios políticos sumamente distintos, Pichetto y Menéndez están consiguiendo desplazar al cristinismo del centro de la escena, comprando tiempo para reorganizar las filas peronistas sin chocar con la Casa Rosada. El tercero en cuestión, Sergio Massa, se explayó esta semana ante varios grupos de sus dirigentes para explicarles que su acuerdo estratégico con Margarita Stolbizer continúa adelante y que la operación de Menéndez para reactivar al PJ obedece a una concepción vieja de la política, porque el sello partidario tiene poco futuro electoral. Achicado en su control territorial, el massismo apuesta a la liga de intendentes no se consolide y que los gobernadores recurran al tigrense como su interlocutor en Buenos Aires.

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